After [Emiliaco]

Von pinacocoMS

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Emilio y Joaquín tenían una relación secreta. Siete años después cuentan su historia. ¿Qué pasó después? Desp... Mehr

PRÓLOGO
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EPÍLOGO/ Las Cartas
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Von pinacocoMS

maratón 1/3

JOAQUÍN

Definitivamente el darme la oportunidad de conocer a alguien más fue algo que no había querido intentar pero después de esa fiesta supe que estaba saliendo mejor de lo que creí y pensé en que si bien recordaba la promesa con Emilio nunca dijimos que no podíamos estar con alguien más.

Todo con Jhoan estaba saliendo de maravilla, quizá no era la mejor persona del mundo pero no cabe duda siempre se esforzaba por crecer, en sus últimos meses de estudio, en su trabajo, en su Academia de baile y en todos los ámbitos de su vida. Habíamos salido ya un par de veces ya que gracias al cielo, la obra en la que yo estaba ya se había estrenado y ahora sí podíamos disfrutar de al menos un día de descanso a la semana.

Llevábamos casi 2 meses conociéndonos y yo estaba seguro de que es un muy buen chico, responsable, cariñoso, respetuoso y emanaba una confianza que sin duda me agradó demasiado. Por lo general, les días que yo tenía descanso que eran los lunes podamos salir por ahí por un helado, o a cenar a alguna parte. Ninguno de los dos le había presentado ya su familia al otro porque, yo considero a mi familia lo más importante que tengo y si voy a presentarles a alguien es porque estoy seguro de lo que quiero con esa persona y él, no podía presentarme a la suya porque vivía apartado de sus padres y aún no los había visitado pero dijo que en cuanto hubiera oportunidad me llevaría. Según él, su madre me caería muy bien.

Otras veces, cuando me tocaba ensayos, Jhoan iba por mí al teatro ya que su horario de salida se emparejaba con el mío; y siempre, no hay excepción, todos los días que pasaba por mí, me llevaba una rebanada de pastel del que había hecho en su trabajo. ¿Mi favorito? El de durazno cubierto de chocolate. Ya estaba en su proceso de titulación así que él solo iba a la escuela los fines de semana, días en que yo tenía presentación.

Un día lo invité a una, no podía entrar conmigo a camerinos pero le daría paso al mejor asiento para que pudiera observar todo mucho mejor, lo merecía. Todo transcurrió normal, la presentación fue un éxito y al final todo el público gritó eufóricamente. Además de público adolescente y juvenil, había ahora adultos que se interesaban por la historia y por cómo todos los movimientos sociales han impulsado a un cambio en la sociedad. Mis compañeros y yo recibimos aplausos con la gente de pié, al final todo el esfuerzo había valido la pena.

Al salir del teatro, Jhoan ya estaba esperándome con una canasta con girasoles en sus manos; no eran mi flor favorita pero me gustaban. Dijo que yo las merecía por todo lo que había logrado, la obra, mis canciones y el hecho de que al siguiente año iniciaría con un Tour para presentar todas ellas. Me encargué de agradecerle mientras le daba un abrazo y después capturé una foto de las flores para publicarlas, al menos, en mi estado de WhatsApp. Nunca he ventilado mi vida privada ante mis redes sociales, solo los que tenía como contactos gozaron del privilegio de ver esa foto, y bueno, ahora ustedes ya que se las muestro:

No habíamos planeado a dónde iríamos pero pasaríamos el resto de la noche juntos. Me acerqué al auto de mi madre que muy amablemente me había prestado y Jhoan abrió la puerta del lado del piloto, creí que iba a subir ahí y querría manejar pero no fue así, la había abierto para mí. Subí y pasé al asiento de atrás mi mochila y mis flores mientras él le daba vuelta al auto para ocupar el asiento a mi lado. Emprendimos el viaje, ya en el camino nos pondríamos de acuerdo para saber qué hacer.

Al final nos llegamos al restaurante donde él trabajaba: Pettit Rosé. Dijo que la comida ahí era deliciosa y como yo nunca había ido, acepté su invitación. 

– Anda, verás que todo aquí te va a encantar. Los platillos son lo máximo y ni hablar de los que trabajan aquí – me había tomado de la mano desde que bajamos del auto y en ese momento me encaminó para tomar asiento, según él, en su mesa favorita.

– ¿Lo dices porque tú trabajas aquí? – fruncí el ceño.

– No, claro que no. Digo la verdad, mira – levantó la mirada en busca de alguien que nos atendiera – Mich, ven –
Una chica de unos 19 años se acercó con el menú en la mano, saludó a Jhoan lo que me hizo pensar que eran amigos. Ella se veía era muy agradable, todo el tiempo que nos atendió tuvo una sonrisa en su rostro.

Estuvimos ahí alrededor de dos horas y para qué negarlo, él tenía razón, todo estuvo delicioso y las atenciones ni se digan. Jhoan se despidió de todos ahí y regresamos al auto, esta vez, yo abrí su puerta. No sé cómo pasó todo pero rondaban las 10 p.m. y nos encontrábamos en el pasto de un parque, él sentado recargado en un árbol y yo con mi cabeza sobre sus piernas.
Hablamos sobre un montón de cosas que ahora ya no recuerdo al 100% pero lo que sí, es que mencionó una invitación a una presentación ahora suya, se acercaba fin de año y en la Academia a la que él pertenecía organizaban un evento donde presentaban todo lo aprendido en el transcurso de los doce meses pasados.

Por suerte, el día del evento tuve día libre y pude ir a verlo. Yo amo el baile pero no me he dedicado de lleno a eso, ni mucho menos he estado en una Academia; pero él, que baila desde los 7 años lo hacía increíble. Jhoan estaba en la categoría de "Danza Regional" y siempre he admirado demasiado cómo logran realizar todos esos movimientos. Pasaron muchos grupos presentando diversas coreografías de los diferentes géneros de música que hay, desde el hip hop hasta la danza contemporánea y definitivamente amé cada una de las presentaciones.

Al término, lo felicité por todos los cuadros en los que participó y me encargué de decirle cuál había sido mi favorito. Al contrario de él, yo no le llevé flores porque sabía que no eran mucho de su agrado pero lo invitaría a cenar para festejar que su esfuerzo había valido la pena y que ese evento le daba inicio a sus vacaciones decembrinas.

EMILIO

Dejar el "trabajo de la familia" aparentemente no fue cosa fácil, los programas y revistas de chismes hablaron un buen tiempo sobre cómo Emilio Osorio, el hijo de Niurka había dejado de trabajar con su padre y su disquera. Al mi madre enterarse todo explotó en casa, se armó un lío que consideré innecesario pero qué hacer, así es mi mamá; ella siempre fue de la idea de para qué buscar más si lo tenía todo con mi padre, pero no era así, algo me faltaba y yo estaba dispuesto a ir por ello.

Llevaba poco más de medio año trabajando con el equipo de Francisco y todo estaba saliendo mucho mejor de lo que hubiera esperado; mis vídeos musicales de esa época ya estaban grabándose con él de director y a mí me encantaban. Fran es más alivianado de lo que era mi padre, no es que me haya hecho perezoso o irresponsable pero sin duda llevaba mi agenda y mi vida en general más relajada.

Por fin, después de mucho tiempo logré lo que había anhelado: quitarle los pronombres de «él» o «ella» a la canciones, no tenían género y la gente la podía dedicar a quien quisiera.

Debo admitir que el hecho de cambiar de equipo y todo lo que eso contrajo fue mucho más satisfactorio de lo que hubiera imaginado; Francisco, además de ser mi jefe se había convertido en un amigo y sin duda había traído felicidad a mi vida, yo me estaba sintiendo cada vez más pleno y realizado. Pesar en Joaquín o "el chico Bondoni" como Fran lo llamada, ya no era algo por lo que sintiera lástima. No sabía si en algún momento cumpliríamos la promesa de regresar pero mientras iba a disfrutar de lo que tenía, nunca sabemos cuándo perderemos algo, o a alguien.

Otra persona más también había entrado a mi vida, y aunque solo llevaba cinco meses conociéndole, estaba seguro de no querer dejarle nunca. Ella es el claro ejemplo de que el tiempo no es determinante de cuánto cariño le tengas a una persona, no es el tiempo, es la persona.

Después de ese 25 de octubre donde me encontré a Francisco en el restaurante no dejé de ir y por suerte me había servido para intercambiar un par de palabras con la mesera que siempre me atendía, al parecer trabajaba en el turno vespertino porque yo iba en ese horario y ella estaba ahí. Después de todos esos meses, al fin sabía su nombre: Adari C.

Y no solo eso, también habíamos comenzado una amistad, quizá ninguno lo hubiera imaginado pero así había pasado; tenemos una historia de cómo empezó nuestra amistad pero tristemente hoy no la contaré.

Además del restaurante, nos habíamos encontrado en otros lugares que nos permitían establecer una conversación sin que una mesa y un delantal se interpusiera entre nosotros. Me di cuenta de que ella me inspiraba mucha confianza pero aún no le había contado todo mi pasado, dijo sabía lo necesario de mí. Por el contrario, yo ya sabía de ella que estudiaba gastronomía en la Ciudad de México pero era originaria de Guerrero, Acapulco para ser exactos donde también pasó gran parte de su infancia.

Un día, cuando desayunábamos juntos en un negocio cerca de su escuela (yo había pasado por ella a su departamento para llevarla) mencionó que durante los meses que me atendió sin ser amigos sí sabía quién era pero nunca fue fan ni escuchaba mi música, curioso porque después se autonombró mi Fan #1 y se convirtió en la persona en quien más confío que sé me apoyará en todo lo que quiera hacer. Comenzaba a pensar que ella podía ser la amiga real que por años pedí. ¿Será?

– Es en 2 meses – Adari se sentó en una silla de mi cocina tomando una servilleta. Se le había hecho costumbre siempre que nos veíamos escribirme algo en esos cuadros de papel. Así que quizá esa sería una nota más. Es algo muy propio de su persona, no he conocido a nadie más que de recados en papel a sus amigos siempre; y me agrada, quizá no es muy buena con las palabras pero las notas (y la comida, claro) definitivamente son lo suyo.

– Cierto, ¡La fiesta! – serví agua en dos vasos y tomé asiento frente a ella – ¿No estás nerviosa?

– ¿Por qué? – río un poco – Bueno, tienes razón... El famosísimo Emilio estará ahí, ¡Dios! ¿Habrá paparatzies?

– Aún no soy tan famoso – esta vez reí yo mientras la vi comenzar a hacer garabatos en la servilleta – Pero ya en serio, ¿tienes todo listo?

– Sí, tranquilo, además tengo tiempo, yo haré el pastel, claro... Muero porque conozcas a mis amigas y amigos –

– Y yo muero por estar hasta la media noche bailando – eché la cabeza hacia atrás en señal de cansancio.

– ¿Has tenido mucho trabajo? – continuaba con sus garabatos.

– Sí, y no te he contado pero estamos con una canción nueva –

– Eso es genial – me miró a los ojos emocionada.

– Mucho... Pero te confieso que es la que más trabajo me ha costado – guardó silencio esperando yo prosiguiera con la explicación – Y no, no te diré porqué.

– Anda, digo, soy mejor con los cuchillos que con los instrumentos musicales pero quizá pueda ayudarte –

– Emilio, llegué – oí la voz de mi hermana mientras la puerta principal se abría. Hace poco tiempo ella se había ido de la casa buscando algo de independencia y solo visitaba a mi madre algunos días – Oh, Adari, estás aquí.

– Hola Romi, ¿qué tal te va? – mi amiga se acercó a saludar. Hablaron un poco y después Adari regresó a su asiento frente a mí pero no pudimos seguir el rumbo de la conversación porque su teléfono sonó anunciando una llamada.

– ¿Hola?.. No... No, no, no... No, te dije que el recetario era para mañana, la exposición es para la siguiente semana... Sí, te los dije... ¡Dios! Esta gente no sabe poner atención en clase... Ese era el punto, Jorge, que me escucharas... Olvídalo, voy para allá –

– Mejor no pregunto qué pasó – caminé tras ella acompañándola hasta la puerta, creo que olvidó estaba conmigo y tal como lo dijo en la llamada, ya se iba.

– Ah cierto, que estoy en tu casa – se giró hacia mí y río un poco – Una cosa, solo una tenía que hacer: unir las partes que le mandó todo el equipo, y no lo hace bien. Regálame un poco de tu paciencia, por favor – pasó sus manos por mi pecho queriendo realmente obtener algo de mí como si de polvos mágicos se tratase. Yo le seguí el juego riendo y extendí mis brazos para que su acción fuera más fácil.

– Será mejor que te vayas, ayúdale y no te enojes o te harás anciana más rápido y yo no quiero amigas ancianas – hablé sarcásticamente.

– Te veo después – chocamos los cinco a nuestra manera y le vi irse.

Tal como lo pensé, había escrito una nota para mí y dejó la servilleta en la mesa para que yo me encontrara con ella después, esta vez decía:

"Eres la canción más bonita que he escuchado"

★★★★★★★

En el capítulo 15 me equivoqué, en este ahora sí ya estamos a la mitad de la historia, espero les esté gustando... :)
¿Qué opinan de Jhoan?
¿Qué opinan de Adari?

Sin más, disfruten de este pequeño maratón.
Gracias por leer, les amo.

💟

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