Fleur: Memorias del tiempo [D...

By defloresescribo

1.6M 196K 63.4K

Seguramente conoces el cuento de la zapatilla de cristal, el príncipe y el final feliz ¿Pero qué pensarías si... More

Había una vez
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
BASTIAN
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
DEAN I
DEAN II
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO
TREINTA Y DOS
TREINTA Y TRES
TREINTA Y CUATRO
TREINTA Y CINCO
SILVAIN I
SILVAIN II
TREINTA Y SEIS
TREINTA Y SIETE
TREINTA Y OCHO
TREINTA Y NUEVE
CUARENTA
CUARENTA Y UNO
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES
CUARENTA Y CUATRO
EL DUQUE I
EL DUQUE II
CUARENTA Y CINCO
CUARENTA Y SEIS
CUARENTA Y SIETE
CUARENTA Y OCHO
CUARENTA Y NUEVE
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO
CINCUENTA Y DOS
CINCUENTA Y TRES
CINCUENTA Y CUATRO
CLARICE I
CLARICE II
CLARICE III
CLARICE IV
CLARICE V
CLARICE VI
CLARICE VII
CLARICE VIII
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SIETE
CINCUENTA Y OCHO
EPÍLOGO
BOOKTRAILER
Prólogo
Uno
Memoria I
Dos
Memoria II
Tres
Memoria III
Dudas y preguntas
Lista de librerías
Dibujitos
Dibujitos 2
Nota a mis preciosos lectores
NOTICIAS: Borrador
Venezuela

CINCUENTA Y SEIS

12.7K 2K 808
By defloresescribo

A medida que los días avanzaban y la distancia se acortaba, las interacciones con los demás viajeros y pobladores de las diferentes ciudades se volvieron frecuentes y no pudimos evitar la invitación de un joven noble que insistió en que nos quedáramos unos días a participar del festival en honor a Buain.

Dicha fiesta era común entre los plebeyos que agradecían la temperatura cálida y los suelos fértiles.

La noche más larga del año solía festejarse con fogatas inmensas, alcohol y baile, decir que era un magnífico espectáculo nocturno no estaba de más y entre el mar de gente, Dean y yo salimos a perdernos con ellos.

Con las manos firmemente tomadas, recorrimos algunos puestos de comida que se habían abierto y me animé cuando vi que había grandes barriles de cerveza acomodados cerca del amplio campo en donde las fogatas ardían.

Todavía tenía algo de reticencia al fuego, a los grandes fuegos, mejor dicho, y aunque más calmo, todavía me generaba un ligero rechazo.

Pero, era claro que había una diferencia entre acercarse al fuego y ser atada y prendida fuego.

—Recuerdo que te gustaban bastante este tipo de festejos. —A mi lado, Dean, que sostenía una combinación de pan y carne asada, me miró.

—Me gusta, es diferente de a lo que estaba acostumbrada, las personas se enfocan más en divertirse que en ver qué hizo mal el otro. —Al tiempo que me encogía de hombros, caminé hasta estar frente a los barriles y me atreví a tomar dos grandes jarras que una mujer con las mangas subidas y el rostro pecoso, me ofreció por dos monedas de cobre.

Sostuve ambas bebidas y lo empujé a sentarse en los troncos desordenados que se dispersaron cerca del fuego. Hacía calor y el olor del humo crepitante me llenaba la nariz, la ropa y el pelo.

Era una imagen y un olor familiar. La risa, la música, la comida e incluso la cerveza en mi mano, que en realidad era bastante amarga y conservaba un poco del sabor al trigo tostado.

—La primera vez que bebiste cerveza dijiste que sabía asquerosa y seguiste tomando igual. —Se rio mientras me ofrecía el sándwich en su mano y mordí sin grandes contemplaciones—. Terminé llevándote a cuestas.

—No recuerdo nada y lo negaré todo. —Mientras evitaba el brillo de burla en sus ojos, tomé un trago de la sustancia amarillenta y sentí como me bajaba por la garganta. Estaba algo caliente y mi gesto se torció, su sabor, después de tantos años me impactó.

—Pero yo sí recuerdo perfectamente, dijiste: "Dean, querido, el piso se mueve, haz que pare".

—Mentiras, mentiras. —Riéndome, negué aquello, aunque sabía que sí pasó y la narración siguió conmigo siendo llevada en su espalda, diciendo estupideces. En algún momento me dormí y ya no recordé más.

Él tomó un trago largo antes de bajar la jarra y mordió otra vez antes de chasquear la lengua y arquear una ceja.

—Te burlas de mí, pero aquella vez que los muchachos del pueblo te llevaron a beber, volviste tambaleándote, abriste la puerta muy fuerte y me miraste durante un laaaaargo rato antes de decir: "Por qué hay tantas Fée, no te muevas, no te muevas, quiero abrazarte".

Apreté los labios con fuerza y noté un rosa tenue en sus mejillas.

—¿Recuerdas qué hiciste después? —Lo empujé con el codo y me reí al verlo negar, la vergüenza le cubría el rostro—. Abrazaste el pilar mientras llorabas diciendo: "¿Fée, por qué no me abrazas? ¿Ya no me quieres?"

Hubo un segundo de silencio antes de que la risa contenida en su boca se desatara, su pecho se movía y su boca se abrió en una carcajada resonante. Mis propios labios se estiraron y sonrieron, mostrando todos los dientes superiores.

Fueron buenos momentos.

Luego de reírnos durante un rato nos quedamos en silencio, con la vista fija en los alrededores. Nosotros no éramos los únicos cuyas bocas se curvaban en sendas sonrisas.

—Fée. —De repente me llamó y volteé a mirarlo solo para encontrarme directo con su mirada—. Nunca te lo pregunté entonces pero... ¿No te arrepentiste?

Desconcertada, arrugué el ceño e incliné la cabeza..

—¿Arrepentirme de qué?

—De... quererme supongo, podrías haber obtenido una pareja mejor, no es como si te hubieran faltado pretendientes.

Mi sonrisa se volvió algo nostálgica, antes de negar lento pero sin atisbo de duda.

—¿Sabés lo que pensé cuando te encontré por primera vez en el bosque? —Al verlo negar con la cabeza, llevé mi mano hasta su rostro y repasé sus facciones con mis dedos—. Pensé que era increíble que siguieras vivo, habías perdido mucha sangre, sin embargo, todavía persistías en seguir vivo. Sabes que no hay ningún médico en el pueblo y no podía ir a buscar uno, así que te llevé a esa cueva cercana y creo que nunca sudé tanto en la vida como cuando tuve que arrastrarte hasta allí; te cuidé durante muchos días hasta que despertaste y cuando abriste los ojos por primera vez, me sentí orgullosa.

—¿Por qué?

—Porque pude salvarte, aunque parecías tener una voluntad muy fuerte, la fiebre no bajaba y vomitabas todo lo que te daba... Me sentí bastante frustrada entonces, pero me alegré mucho al verte despertar. —Cerré la boca por un momento y llevé mis dedos hasta el borde de sus ojos, eran de un dorado desgarrador a la luz del fuego, como en ese entonces—. Mi vida entonces se sentía un fracaso, no tenía muchas ambiciones, pensaba: "Muy bien, tu propia familia te tiró a este lugar abandonado a tu suerte, tu prometido te rechazó, la vida en general parece decirte que eres un error, nunca hiciste nada bien".

—Tú no-

—Está bien, déjame terminar. —Sabía lo que quería decir, pero no lo permití—. Entonces, cuando te vi abrir los ojos, pensé que por fin había hecho algo bien en mi vida o por lo menos, lo que yo quería... Mis primeros logros fueron contigo: elegir salvarte ese día, cuidarte, o solo convivir contigo día a día... Todo se sintió como un logro, me sentía feliz y en paz. Tener una vida feliz es un logro gigante Dean, porque se construye día a día, y todo el tiempo antes de eso, los ladrillos se me caían, un día podía mantenerlos en pie, al otro se derrumbaban... —Sonreí al ver su rostro lleno de emociones complejas y quise oír sus pensamientos—. No quiero decir que debas convertir a una persona en tu completa felicidad, pero creo que cada día fue un ladrillo bien puesto, así que, no me arrepiento, ni ahora ni entonces. —Estaba muy segura de eso, por lo que no vacilé en decirlo—. Pero no estoy de acuerdo con algo, yo no te quiero, te amo.

No me di cuenta de en qué momento se me llenaron los ojos de lágrimas, pero incluso entre la vista nublada pude ver como Dean se cubría la cara, los hombros se le sacudían muy suavemente.

—¿Por qué lloras, tonto? Te estoy diciendo que te amo, ¿hay razón para que llores? ¿O es que ya estás borracho?

—No... —Se quitó las manos del rostro y me miró de tal forma, que pude sentir mis pulmones hacer una pausa antes de volver a reaccionar. No había marcas de lágrimas visibles pero, a la luz cálida de las fogatas, el evidente brillo sobre sus pestañas y el enrojecimiento alrededor de sus ojos me confirmó que, en efecto, este hombre grandote y a veces impenetrable, lloraba—. Yo... supongo que me siento contento, en ese entonces, tenía miedo de que no fuera suficiente el estilo de vida que llevábamos y me fui para reclamar los títulos de mi madre... Pensé que con eso todo mejoraría, que no te arrepentirías ni tendrías ninguna razón para sentir vergüenza de mí, pero cuando volví y no estabas... —Al verlo bajar la cabeza y apretar los puños, mi propio corazón dolió y se llenó de arrepentimiento—. Cuando me di cuenta de que no estabas, solo pude pensar en lo idiota que era, que si no me hubiera ido, que si hubiera llegado a tiempo...

—Dean. —Quise decir algo, pero al igual que yo momentos antes, no me dejó continuar.

—Está bien, quiero decirlo... necesito decirlo. —Una risa amarga se escapó de su boca y le dio un trago largo a la cerveza en su mano—. En esta oportunidad fue igual, tenía miedo de que no fuera suficiente, de que algún día me mirarías y dirías que te arrepentías.

Desde el momento en que su risa me llegó a los oídos, contuve las enormes ganas que sentía por detenerlo y solo me mordí los labios, como una forma precaria de parar mis palabras.

—Nunca sentí vergüenza de ti y tampoco me importaba si no teníamos mucho, es cierto que no esperaba que fueras a buscar algo para mí, pero culparte por lo que pasó entonces es una locura, ¿por qué cargas sobre tus hombros culpas que no son tuyas? —Si no me doliera golpearlo, lo habría hecho—. Si hay una culpable, soy yo, si quieres reclamarme puedes hacerlo, si quieres gritarme, puedes; pero no te culpes por algo que no estaba en tus manos, además, fuiste tú quien me dijo que ahora teníamos más de lo que tuvimos antes y estoy contenta de que mi futuro sea contigo y... para ser sincera, pensé que serías tú el que se arrepentiría.

—¿Yo?

—¿Por qué te asombras? —Me reí sin humor un segundo antes de volver a llenarme la boca de cerveza y tragar con gesto poco educado—. Cuando nos encontramos de nuevo en el palacio y te vi, supe que había algo que no estaba bien contigo, entendí que las cosas que pasaron te dolieron, de hecho, aún lo hacen ¿verdad? —Lo miré de reojo y sonreí—. Tenía miedo de que te arrepintieras de elegirme, que pensaras que todo ese dolor era mi culpa y lo es. Tenía miedo de que te cansaras de mí y lo peor de todo, es que no tendría el valor para reprocharte, aún ahora, si decidieras hacerlo, no tengo el valor para contradecirte.

Era cierto que tenía miedo, tanto miedo que me callé y esa pequeña espinita me molestaba. Bajé la cabeza, vi mis pies sobresalir de debajo de mi falda y los moví con gesto nervioso hasta que me sentí atrapar por su par de brazos; mis ojos quedaron bloqueados por su hombro y mi boca besó el lugar de su clavícula.

—Yo ya sabía... sabíamos sobre el atentado a la embajada, pero no esperábamos que las cosas salieran así. Nunca te dije porque no quería poner más presión sobre ti... pero, yo nunca pensé que fuera tu culpa, yo elegí quedarme y sabía que Silvain no era una persona fácil... lo que no esperábamos es que quien iniciara el fuego fuera uno de los nuestros.

Me apretó con más fuerza y cerré la boca, solo me limité a escuchar.

—Debido a eso, nos tomó desprevenidos y murieron mucho de los nuestros. Pensé que si hubiera sido un mejor líder, si hubiera prestado más atención, si hubiera sido más precavido... —Sus palabras quedaron al aire, pero no hizo falta que las dijera para que yo entendiera—. Intenté salvar a la mayor cantidad de personas, pero no pude Fée... no pude... me sentí tan inútil, me sentí tan mal... ¿Qué les diría a sus esposas? ¿Qué les diría a sus madres, a sus padres, a sus hijos, a sus hermanas y hermanos?

—No eres inútil, no podías prever que alguien los traicionaría. —Con las manos hechas un puño, tragué para contener las lágrimas, pero no podía, y los labios me temblaron—. No fue tu culpa.

—¡Pero debí! —exclamó—. Debí preverlo.

Después de ese pequeño exabrupto, solo nos quedamos así; el sonido nos llegaba de todos lados: voces, pasos, música, pero parecía que todo había desaparecido. Cerré los ojos un rato antes de abrirlos y alejarme con lentitud de esa cálida prisión y mientras ponía mis manos sobre sus hombros, lo miré a los ojos, que eran de un dorado transparente y brillante frente a la luz intensa del fuego.

—Nos disculparemos, nos inclinaremos ante sus familias y les agradeceremos por sus hijos, por sus esposos, hermanos, si es necesario, nos arrodillaremos frente a sus puertas para demostrar nuestra sinceridad, lo haré contigo. Los compensaremos si lo necesitan, y respetaremos su decisión si no desean perdonarnos, pero ya no te culpes. Pocas veces, la vida y la muerte están en manos de una persona. ¿Está bien?

—Está bien... —La sonrisa tenue que me ofreció fue suficiente para calmar mi ansiedad y acepté una vez más su abrazo y el beso que dejó sobre mi frente.

Nos quedamos así un tiempo, contemplando las fogatas rodeadas de personas y los puestos llenos de gente, viendo el ir y venir con pasmosa tranquilidad, hasta que lo oí hablar. El movimiento de su mandíbula no me pasó desapercibido, dado a que estaba apoyada sobre mi cabeza.

—Fée, casémonos.

—Nos vamos a casar pronto.

—No después, ahora. —Alejándome de su pecho con ambas manos, me hizo mirarlo y sus ojos se abrieron en un gesto de pregunta que instaba a la aceptación.

—¿Ahora? —Mi voz estuvo cargada de incredulidad y miré a mi alrededor para ver si encontraba qué le había dado la idea.

—¿No quieres? —El desánimo con que lo dijo me dio gracia y me reí en silencio.

—¿Quién dijo que no? —La desazón de los momentos pasados se desvaneció por completo y al mismo tiempo, se levantó de un brinco y tomó mi mano para ayudarme a levantar. Un beso me fue robado con rapidez antes de que se diera la vuelta y comenzáramos a caminar rumbo a un grupo de personas de apariencia jovial, parecían festejar algo.

El fuego de una fogata alumbraba los alrededores y me permitió ver una escoba sobre el césped frente a la cual una pareja se había parado, de sus bocas salían palabras que no alcanzaba a escuchar, tras lo cual, el joven muchacho, se dio la vuelta y saltó sobre la escoba, seguido de ella. Una ronda de aplausos acompañó el acto.

—Hay una creencia... que dice que cuando un hombre y una mujer, en una noche sagrada, saltan sobre una escoba, se convierten en esposos. —Dean me enfrentó y me miró desde arriba, en su boca una amplia sonrisa—. No es una boda oficial, tampoco es algo convencional, pero-

Le devolví la sonrisa y me negué a seguir escuchando.

—Dean, nada ha sido convencional para nosotros, incluso si me caso saltando una escoba y oliendo a cerveza y humo, es bueno simplemente ser tu esposa.

—¿Quiénes son los siguientes?

Una voz fuerte de entre los jóvenes reunidos, preguntó al mismo tiempo que miraba alrededor con una sonrisa que delataba que el alcohol en su sangre debía ser alto; sin embargo, en vez de parecerme desagradable, me resultó divertido y mientras levantaba la mano, grité a viva voz un "nosotros".

—Muy bien, el procedimiento es simple, cuando estén frente a la escoba, se dicen lo que piensan, lo que desean y sus respetos a los dioses, luego, salta primero el novio y después la novia. Frente a los dioses, ustedes serán marido y mujer. —Sorprendentemente, su explicación fue dicha sin pausa y de forma coherente.

Después de asentir en entendimiento, una muchacha detrás de él se acercó sosteniendo entre sus manos un círculo de flores que colocó sobre mi cabeza, el olor a jazmines me llenó la nariz y, con una sonrisa, nos deseó felicidad.

«Ya soy muy feliz».

Dean adelantó un paso y tomó mi mano una vez más. Me llevó frente a la escoba en el suelo y ya parado frente a mí, habló.

—No hay nada que no sepas ya, ni nada que no puedas tomar de mí, pero puedo prometerte algo, hasta el día en que mi alma vuelva a los dioses e incluso entonces, te amaré, porque... cada día junto a ti, es un ladrillo bien puesto.

Mis ojos se volvieron media lunas y parpadeé rápido, quería reírme por el hecho de que había usado mis palabras, pero en lo único que podía pensar era en que, realmente, realmente, realmente y con todo el corazón, amaba a esta persona y me sentía agradecida por habernos encontrado.

—Al igual que tú, no hay nada que no sepas, y nada que no puedas tomar de mí, de hecho, no hay nada mío que no sea tuyo, pero puedo prometerte algo y es que, hasta el día en que mi alma vuelva a los dioses e incluso entonces, te amaré, porque cada día junto a ti, es un ladrillo bien puesto.

Nos sonreímos un tiempo antes de que nos viéramos obligados a continuar. Los ánimos de todos esos desconocidos eran como una marea de buenos deseos. No había un sacerdote, no había un gran vestido, ni invitados, ni regalos, y nuestras ropas estaban cubiertas de polvo y pasto, pero pensé, que ni siquiera entonces, hubiera sido tan feliz como ahora.

—Saltaré. —Me soltó la mano y lo vi saltar ágilmente sobre la escoba a unos cuantos pasos y darse la vuelta, en sus ojos había una expectación que me llenó el pecho de un sentimiento cálido. Me reí y tomé aire al prepararme a mí misma, así que me levanté la falda y salté yo también, pero mis pies nunca volvieron a tocar el suelo.

Atrapada en el aire, sus fuertes manos me empujaron en un abrazo y recibí su beso como si hubiera sido el primero, con el estómago lleno de mariposas.

Me separé de él y lo miré desde arriba, desde mi posición privilegiada alzada entre sus brazos y sonreí una vez más, porque no había razón para contar la cantidad, ¿verdad?

—Mi esposo.

—Mi esposa.


Gracias por leer y recuerden que pueden encontrar la versión editada del libro, con más contenido, nuevos personajes, ilustraciones y corrección editorial en Amazon como "Fleur, memorias del tiempo".

Si les gustó, no se olviden que pueden apoyar mi trabajo adquiriendo el libro en cualquiera de sus formatos y/o compartiéndolo, ya sea en capturas, citas, redes sociales o con amigos para que llegue a más personas y la historia tenga oportunidad de crecer y ser más reconocida.

Los amo!

Flor

Continue Reading

You'll Also Like

23.3K 1K 9
Unas notas peligrosas. Un juego macabro. Una fiesta que los arruinó el año pasado. Y un asesino justiciero que desea acabar con quienes hicieron algo...
94.6K 19K 35
5 criminales 25 millones de libras 5 semanas para planear el golpe de sus vidas Cleo está convencida de una cosa: las reliquias no pertenecen en un m...
5.9K 720 11
¿Que sería lo mas loco que harían por amor? ¿Saltarían de un puente? ¿Darían las claves de sus redes sociales? Bueno, Galska fue un poco mas allá. Co...
181K 12.5K 84
Los dos mundos de Alice Anderson son completamente distintos. Por una parte, es una estudiante de instituto brillante. Por otra parte, la desesperac...