TREINTA Y DOS

18.3K 2.4K 1.1K
                                    

—Bastian está extraño últimamente —dije al mismo tiempo que miraba a la persona que se había colado en mi habitación, otra vez

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Bastian está extraño últimamente —dije al mismo tiempo que miraba a la persona que se había colado en mi habitación, otra vez. Estaba sentado frente a la pequeña mesita que había hecho colocar, con una taza de té en la mano.

Era una escena casi graciosa de ver, porque sentía que la taza era demasiado pequeña a comparación de su mano; sin embargo, no fue eso lo que captó mi atención, sino, la expresión compleja que se había formado en su rostro sereno.

—¿Extraño cómo? —preguntó y me miró a través del espejo frente al cual me había sentado a cepillarme el cabello.

—Me evade, no me mira, a veces ni habla conmigo... —Dejé el peine sobre el tocador y bajé la cabeza—. Creo que desde que insinué que Clarice lo miraba de forma especial... quizá lo ofendí. —Suspiré.

—La verdad suele ofender —respondió y al momento encontré sus ojos. Algo sabía.

—¿Qué sabes?

—¿Qué obtendré a cambio si te lo digo?

—Que no grite y te delate en este mismo momento.

—Esto es abusar de mí, todavía me siento estafado, ¿sabes? —refunfuñó, pero en realidad, no había ni una pizca de insatisfacción en su mirada; y estaba segura de que el pañuelo con la marca de mi beso, estaba guardado en el bolsillo interno de su chaqueta.

—Puedes devolverme el beso si no estás conforme. —La comisura de mi labio había empezado a temblar pese a que trataba de mantenerme seria. Cómo podría no reírme, si era claro que sí lo había estafado.

Cuando pidió un beso, tomé un pañuelo limpio y frente a sus ojos, lo besé dejando marcada la forma de mis labios en el rojo puro, que ese nuevo producto de cera de abejas y pigmentos de flores, le habían dado. Y así como lo hice, se lo entregué. Un beso.

Vi cómo se llevó la mano al pecho y presionó mirándome como si en cualquier momento fuera y le quitara la telita manchada; y ya no pude aguantar más la risa. Desde que nos habíamos encontrado, su actitud se había vuelto la de un niño que no mostraba misericordia para manifestar sus emociones y la receptora de ellas, era yo.

Siempre me había gustado su personalidad, quizá porque me gustaban las personas que eran sinceras o quizá porque este mentiroso consumado, reía con toda sinceridad cuando estábamos juntos.

—Pensaré en el pago una vez que me digas lo que sabes.

—Ah...

Lo escuché suspirar y me alejé del tocador para sentarme frente a él.

—La corte era un lugar muy complicado, bueno, siempre lo es; pero el rumor más grande, decía que la reina estaba enamorada de caballero del rey.

—Mi hermano.

—Y el de ella —resaltó.

Hice una mueca desagradable y lo insté a seguir hablando.

—No sé tanto como crees, para cuando yo llegué, ya había pasado un tiempo; sin embargo, se había dicho que el rey no estaba satisfecho con este rumor. Tsk. —Chasqueó la lengua y continuó—: Su amada mujer tenía sentimientos tan impuros por su propio hermano y caballero personal, desde luego, el rumor se investigó y las interacciones entre tu hermano y ella salieron a la luz.

Fleur: Memorias del tiempo [DISPONIBLE EN AMAZON Y LIBRERIAS]Where stories live. Discover now