CLARICE V

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Apreté la tela de la falda al mismo tiempo que sentía cómo la sangre de la cara me abandonaba

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Apreté la tela de la falda al mismo tiempo que sentía cómo la sangre de la cara me abandonaba. Había visto todo el procedimiento, desde que los habían atado hasta que el látigo cayó sobre sus espaldas; era una vista espantosa, y sin embargo, ella tomaba el té con expresión relajada.

De repente me miró y las piernas me temblaron.

—Hermana, ¿quisieras sentarte conmigo a tomar té? El día está más que espléndido, ¿no te parece? —Sonriendo, me animó con un gesto de su mano a acercarme y por inercia lo hice, no quería, pero había algo en esa sonrisa que se me antojaba aterrador.

—¡Mi señorita! ¡Por favor! ¡Sálvenos! —Me estremecí al escuchar esa llamada de auxilio, temía que en cualquier momento gritara que había sido mi idea. Mis ojos se desviaron por un breve momento y se encontraron con los de Anette, pero no pude sostenerlos.

Me senté cuando las cosas comenzaron a ponerse borrosas y de inmediato, una taza de té fue puesta frente a mí. Era impensable la sola idea de llevármelo a la boca.

—¿Sabes lo que dijeron? —preguntó y me tensé— Que ella, esta mujer desvergonzada y traicionera, era tu tía.

Me sobresalté, por un lado aliviada y por el otro disgustada. Volví a mirar la figura femenina en el pilar y las cosas que había supuesto en algún momento, se aclararon. Nunca había tenido el valor de aclararlo, pero sería mentira decir que no lo sospechaba y el disgusto del descubrimiento terminó por apenarme.

—¿Cómo podría ser eso? No estoy relacionada con esta mujer por sangre. —No podía permitirme dudar en este momento, así que me apresuré en responder—. Sin embargo, creo que estás siendo cruel con ellos, ¿no puede perdonarlos?

No estaba a dispuesta a aceptar nuestro parentesco, pero haría un intento por salvarlos.

—Podría si es que sus palabras hubieran sido ciertas, después de todo, tienes tan poca familia que, si de verdad Anette fuera la hermana de tu madre, no me atrevería a castigarla tan mal; pero como niegas cualquier relación, solo puedo seguir con el castigo. —Al instante, supe que ella ya lo daba por hecho y que esto no era más que una forma de castigarme—. Es lo que debo hacer, aunque me parece horroroso tener que recurrir a este método para educar a la servidumbre.

No supe qué decir y los pensamientos en mi cabeza comenzaron a ser cada vez más pesimistas, me sentía impotente. Entendía el sentimiento de mi padre, ella no parecía ceder ni un ápice, ni siquiera a aquellos que eran de su propia sangre.

El sonido de los latigazos fue más fuerte y los gemidos dolorosos aumentaron. Era un sonido horrible el de la carne al ser destrozada, casi podía escuchar la sangre caer, pero era solo mi ilusión.

—¡Mi señorita! Por favor, hicimos esto por usted-

—¡Ca-cállate!

—¡Es verdad! Es verdad... agh...

Fleur: Memorias del tiempo [DISPONIBLE EN AMAZON Y LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora