CINCO

28.5K 3.9K 1K
                                    

El sonido de los cubiertos chocando contra la fina porcelana de los platos era lo único que se dejaba oír en el comedor

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El sonido de los cubiertos chocando contra la fina porcelana de los platos era lo único que se dejaba oír en el comedor. Los sirvientes, parados en las esquinas o al lado de las puertas; pero lo suficiente cerca como para servirnos en cualquier momento, parecían esforzarse por no caer ante la presión en la habitación.

Levanté la mirada de mi plato para ver a mi hermano, quien se veía relajado bajo el espeso manto de tensión que se cernía sobre la mesa. No pude evitar sonreír de lado al verlo tan calmado, yo misma podía sentir cierta incomodidad; pero nada que me impidiera llevarme a la boca un sabroso trozo de carne cubierto de salsa blanca.

No podía evitarlo, en mis últimos recuerdos, mi comida consistía en pan mohoso y agua.

Mi madre no había bajado a cenar con la excusa de un dolor de cabeza, aunque siendo sincera, luego de haber llorado por horas, no esperaba menos que tal dolor. Mi hermano y yo la habíamos dejado llorar al contenido de su corazón; porque era natural sentir dolor ante la traición de un ser amado y era obvio que ella amaba a su esposo.

Mi padre por su parte, no había aparecido por su habitación, ni siquiera para ofrecerle un mínimo de consuelo. En mi mente no entendía qué podría haberla hecho amarlo, siendo como era, alguien así de horrible.

Bastian y yo nos sentamos en la puerta del cuarto, esperando que los sollozos menguaran antes de golpear y asomar nuestras cabezas descubriendo, con el corazón doloroso, como la mujer en el interior nos daba la espalda rapidez y para secarse las mejillas con el dorso de la mano y volver a enfrentarnos con una sonrisa.

En su momento, muchos años atrás, no había apreciado esos detalles, no había notado el esfuerzo que hacía por parecer bien ante nosotros, por lo menos no antes de que mi corazón se llenara de sentimientos oscuros hacia la niña que comía rígidamente frente a mí.

Al final, junto con mi hermano, la habíamos obligado a recostarse y sentados a su lado en la cama sostuvimos sus manos hasta que el sueño la venció. Hasta el último segundo, mantuvo una pequeña sonrisa en su rostro. Quizá así eran todas las madres, mostrando un frente fuerte para sus hijos.

Ella nos había apoyado hasta su último suspiro, ya fuera a Bastian o a mí, no había momento en que su silencioso respaldo nos abandonara; incluso cuando mi comportamiento se había tornado detestable, ella nunca dijo nada, debió hacerlo, pero no lo detuvo. No supe hasta el momento de su muerte que mi delicada madre había sentido que esa niña podía robarme todo y que se culpaba a sí misma por no poder hacer que mi padre nos amara como lo hacía con Clarice, así que había optado por ignorar lo que hacía, sin apoyar, pero tampoco amonestar.

Estuvo mal, sí, ella sabía que estuvo mal, pero no había tenido el corazón para reprender a su hija y proteger a la niña de una amante.

Nuestro propio odio, nuestro sentimiento de rechazo y el dolor violento de ser desfavorecidos por nuestro propio padre habían formado una pesada capa sobre su espalda; una culpa que no era de ella, pero que había tenido que cargar.

Fleur: Memorias del tiempo [DISPONIBLE EN AMAZON Y LIBRERIAS]Where stories live. Discover now