Fleur: Memorias del tiempo [DISPONIBLE EN AMAZON Y LIBRERIAS]

CLARICE IV

Hace muy poco la capital se revolucionó por una simple razón: la duquesa volvió de su luna de miel casi un año después de haberse casado. Era una locura completa para todos el tiempo que estuvo fuera, sin embargo, más de una había comentado lo romántico que era su nuevo esposo... y lo rico.

Y esto, naturalmente, llegó a oídos de papá, lo que hizo que el ambiente fuera tenso a un nivel casi intolerable; no obstante, Fleur no se conmovió ni un ápice por esto, es más, parecía encontrarse muy contenta, quizá ella misma colaboró con los rumores.

Estaba orgullosa, se lo veía en los ojos.

Ella estaba orgullosa por las acciones de su madre, su madre que abandonó a su esposo y que inmediatamente después se casó con su amante. Era todo tan ridículo que quería meterme dentro de su cabeza para saber cómo funcionaba su pensamiento, porque no lograba entenderlo.

Me había sentido tan avergonzada por la situación, pero si esto no fuera suficiente, no mucho después, algo que había estado esperando durante mucho tiempo, fue anunciado: el baile de debut. El baile se celebraba dos veces al año y era una tradición importante en Ársa, era importante y magnífico, pero no fue lo que logró captar mi entera atención.

Al ser anunciada su próxima fecha, se agregó una información adicional, la apertura del baile, que se consideraba un honor y se dejaba en las manos de las debutantes más sobresalientes, cayó en el regazo de mi hermana con tanta facilidad, que sentí que era injusto. Intenté escuchar los comentarios al respecto y me encontré con que nadie parecía disconforme con la elección, incluso aquellas señoritas que no era demasiado cercanas o complacientes con Fleur no se opusieron ni criticaron.

—Era una elección natural —dijo una.

¿Natural?

Quise reírme, pero sabía que era verdad luego de escucharla. A pesar de todo, papá le consiguió un buen maestro de piano. Tradicionalmente, la que abriría el baile, lo haría tocando alguna pieza de musical y me consolé al pensar que jamás la vi tocar ni una sola vez una sola tecla del piano que teníamos en la mansión.

Incluso si tuviera aptitudes, ¿no le llevaría mucho tiempo perfeccionarse?

La realidad fue que sus formas se desarrollaron de forma tan perfecta, que terminé por admitir que aquello que dijeron era cierto. Una elección natural.

—¿De nuevo irá a verla? —Anette, a mis espaldas, siguió cepillando mi cabello mientras yo pensaba en la música que hace largos minutos se extendía por la casa. A mi habitación llegaba casi como un murmullo, pero ahí estaba.

Miré a la mujer a través del espejo y pude ver su ceño arrugado, desaprobaba mi comportamiento, no le gustaba que la mirara, que pasara cerca siquiera. Me molestaba tanto, ¿por qué no podía ir a verla? ¿Tenía miedo de que me sintiera peor de lo que me sentía ahora o que notara la brecha entre nosotras?