El color de la inocencia

By LinaAcaria

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James ni siquiera tenía pensado que volver a casa de su madre le traería consigo una responsabilidad semejant... More

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PEQUEÑA JADE
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By LinaAcaria

              "Dieciséis, parte dos"

—¿Ah?—Quedé atónito.

—¿Dije que por qué me encuentro en sostén y bragas?

Eh... Cómo le explico...

                      •Flashback

—Si contesto ¿dormirás?

Me tiembla la voz y eso me hace sentir un imbécil.

Jade asiente pero no confío en ella ni en su peligrosa mirada.

—S-si—Digo con la garganta seca.

—Si ¿Qué?

Pregunta disfrutando la maldita situación. Se inclina hacia adelante y pasa su lengua por mi labio inferior.

Creo que pierdo la conciencia unos segundos y me obligo a recomponerme.

Los pantalones me están fastidiando muchísimo.

—Fantaseo contigo—Admito y la escucho reír.

La odio.

—Y en tus fantasías... ¿Qué hacemos?

—Ya basta, Jade. Fue suficiente.

Me levanto de la cama con ella encima y la tiró sobre esta. Jade se echa a reír como una loca, de nuevo. ¿Pero es que tengo cara de payaso?

Levanto sus piernas y saco sus zapatillas una por una. La niña me mira con su dedo índice entre sus dientes.

—Si no me vas a contar tus fantasías ¿Puedo contarte las mías?—Dice con la voz aterciopelada.

Me ha puesto tan caliente que estoy seguro que puedo hervir agua más rápido que una pava.

—No.

Coloca sus pies en mi estómago y fija sus ojos en mi. ¿Soy muy imbécil si la intriga me está matando y quiero preguntarle qué ha fantaseado conmigo?

La respuesta es si.

Siento bajar uno de sus pies por mi abdomen hacia mi bragueta. Lo quito intentado regular mi respiración.

—Estás enorme—Dice sentándose en la cama con su cara clavada ya sabemos dónde. La observó apretar sus muslos y morder su labio inferior notablemente fuerte.

Tengo que taparme la cara y correrme para evitar tanto sufrimiento. Me acerco a la puerta caminando como mi entre pierna me permite pero la escucho un ruido algo alto y volteo de prisa.

La niña está tendida en el suelo.

—¿Estás bien?

La levanto con una sola mano.

—No puedo sacarme el vestido...—Lloriquea tocando su rodilla derecha, supongo que se ha golpeado—, ayúdame.

Ella se para frente a mi tambaleándose y me observa con las manos altas esperando que la desvista.

Suspiró pesadamente recordando la vez que ella cuido de mi y saco mi ropa para después dejarla limpia en mi habitación.

No parece estar queriendo intentar otra cosa...

Asiento con la cabeza y meto mis dedos por debajo del borde de su vestido subiendolo. Ella ni siquiera parece inmutarse y por otro lado estoy yo, que me suda el cuerpo y se me acelera el pulso.

Jamás me había sentido tan crío frente a alguien.

Saco el vestido rojo por sus brazos y ella queda expuesta, tiene un sostén del mismo color sin tiras que la hace ver hermosa y unas bragas negras.

Disfruta mirándome la cara de imbécil embobado que seguramente tengo y da la vuelta sin darme importancia alguna, dejándose caer rendida a la cama boca abajo, regalandome la mejor vista de su voluminoso culo.

                    •Fin Flashback

—Te debes haber quitado la ropa sin darte cuenta.

—Ah...

Frunció el seño intentando recordarlo.

Salí de ahí lo antes posible.

Para cuando Jade estuvo lista la lleve dónde su padre, quién me recibió agradeciendome. Le comenté que esperaría que llegara mi madre para luego volver y me fui.

                                 •

Camino hacia mi casa con James pisandome los talones.
El sol me ciega haciéndome doler la cabeza y tengo que taparme con mis manos la vista. No me siento muy bien que digamos.

Ya enfrente de casa, toco la puerta esperando que me abran.

—¡Feliz cumpleaños, preciosa!—Dice mi padre con alegría.

Dejo que me abrace y me de repetidos besos por la cara, es el primer cumpleaños que se acuerda bien la fecha.

Le agradezco y devuelvo su abrazo.

Oigo como James le dice a mi padre que volverá luego y se va sin despedirse.

De alguna forma me pone un poco triste que ni siquiera me haya saludado por mi cumpleaños, pero por otro lado no puedo negar que me siento de maravilla con el echo de que haya pasado la noche cuidándome, el no tenía porque encargarse de mi y aún así lo hizo. Sin contar que dió la cara ante mi padre solo para cubrirme.

—Estoy cocinando, ven—Dice mi padre y justo ahí noto que lleva el delantal de cocina algo manchado.

—Hace años no cocinas—Comento algo sorprendida y lo sigo por la casa.

Rio al ver la cocina echa un desastre y el hace lo mismo.

—Nunca he sido bueno manteniendo el orden.

—¿Qué es lo que haces?—Le preguntó viéndolo mezclar una salsa. Me acerco y meto un pedazo de pan para probarla—. Está deliciosa.

Hace años no pruebo una comida suya y puede que este algo emocionada por este repentino cambio.

—Pato a la naranja.

Mi padre me sonríe. Él sabe que me gusta muchísimo ese plato.

No puedo evitar acercarme a él y abrazarlo.

—¿Esto es para mí?

No puedo evitar sentir mis ojos aguarse.

—¿Acaso tengo otra preciosa hija cuyo cumpleaños es hoy?

Limpio rápidamente la lágrima de felicidad que cae por mi mejilla y me pongo otro delantal esperando que mi padre me deje cocinar junto a él.

Al terminar limpie la mesada mientras el lavaba los utensilios usados.

—Preciosa, pon la mesa, Elizabeth y James deben estar por llegar.

Me tiende unos platos con los cubiertos y voy hacia la mesa.

—Falta uno—Indico cuando cuento cuatro platos.

Mi padre me mira nervioso y se quita el delantal de cocina.

—Somos cuatro.

—¿Y mamá?

Mi padre parece no saber que decir.

—No ha vuelto—Dice y estoy a punto de preguntarle pero suena el timbre llamando su atención.

Su expresión se transforma en una de alivio y sale casi corriendo a abrir.
No hay que ser muy listo para notar que me está evadiendo.

—¡Feliz cumpleaños, niña!—Chilla Elizabeth cuando me ve entrar en la sala. Ella corre a abrazarme—, aunque ya no puedo decirte así ¿Verdad? ¡Ya estás echa toda una mujer!

Sonrío rogando que no se note que estoy pensando en lo que acaba de pasar con mi padre.

Elizabeth tira de mi brazo y me acerca hacia James, quién tiene un paquete enorme en sus brazos.

Ella lo abre y me muestra su interior.

—¿Te gusta?—Pregunta ilusionada señalandome un pastel con crema rosa, repleto de frambuesas.

Es el primero que tengo en dieciséis años.

Siento los brazos de mi padre envolverme y es ahí cuando notó que me he largado a llorar.

No sé muy bien si es porque es el pastel más bonito que ví y es la primera vez que siento realmente lo que es pasar un cumpleaños en familia o si es justamente porque es la primera vez que lo siento así y mi madre no está aquí.

—Oh no, no llores—Dice Eli limpiando mis lágrimas. Observó a James detrás de ella mirándome preocupado—. Si no te gusta podemos ir a comprar otro, no es para que te pongas así.

Me alejo de mi padre para plantarle un beso en la mejilla a Elizabeth.

—¿Por qué querría cambiarlo si es lo más bonito que me han dado en toda mi vida?

—Mereces esto y mucho más—Me asegura con una sonrisa en la cara y los ojos aguados.

Las dos nos echamos a reír al darnos cuenta del espectáculo que estamos dando.

                                 •

Me sobresalto y llevo mis manos a mi cabeza. He tenido una pesadilla horrible.

Giro mi cabeza y prendo el celular para ver la hora. Son las seis de la tarde. Solo he dormido una hora y media desde que se fueron Elizabeth y James pero siento que han sido siglos.

Me estiro en la cama y me levanto para salir de la habitación. Quiero saber que está haciendo mi padre.

Apenas piso el suelo del pasillo oigo una discusión.

—¿Cómo puedes irte justo antes del cumpleaños de tu hija?—Escucho la voz de papá. Parece furioso.

—No tenía porque quedarme.

Distingo amor mi madre.

Me acerco un poco más y bajo algunos escalones para verlos pero no los suficientes como para que ellos me noten a mi.

—¿Dónde pasaste la noche?

—No tengo porque darte explicaciones, Edward, ya no estamos casados.

¿"Ya no estamos casados"?

Repito en mi mente la frase y siento un vacío inexplicable en el pecho. No estoy entendiendo nada.

¿Qué significa eso?

Clara camina hacia la puerta y la cara de mi padre hace que se me contraiga el corazón.

—¿Por qué tienes que hacer todo esto tan difícil?—La voz de mi padre sale casi como una suplica—, lastimaras a nuestra hija.

Dejo caer las lágrimas sin poder evitarlo.

—No me importa—Dice fría.

Siento una ganas enormes de gritar y al mismo tiempo un nudo en la garganta que me hace imposible siquiera llorar.

—Eres una desalmada, Clara—Escupe.

Jamás he odio que él le hablara así.

Mi madre voltea y le planta una cachetada que retumba en toda la habitación.

Vuelvo a subir las escaleras sollozando. No quiero ver aquello. Camino hasta la sala donde trabajan mis padres, es la única que tiene una ventana dando al patio trasero.

Abro la ventana y salgo colgandome del balcón como cuando era una niña.

Hago pie sobre una de las macetas y salto cayendo en el césped. Aún oigo la discusión de mis padres pero por lo menos aquí no me siento tan encerrada.

Voy hacia la hamaca acolchonada que hay en medio de mi jardín, colgada en un árbol y me recuesto mirando el cielo.

Intento concentrarme en lo precioso de las estrellas y lo relajante que se siente ir de un lado al otro.

Recuerdo cuando hacía lo mismo de niña cuando me sentía muy triste, supongo que algunas cosas nunca cambian.

Mi cumpleaños estaba siendo demasiado bueno para ser verdad. Quizás no merezco tener uno bueno...

—¿En qué piensas?

Pego una saltito asustada y giro la cabeza para encontrarme con James parado a mi derecha.

Limpio mi cara antes que el note cómo me encuentro.

—¿Cómo entraste?

Se encogió de hombros divertido—. Tengo mis trucos.

Se sentó junto a mi en la hamaca y me observo atento. Abrió la boca dispuesto a decir algo pero decidió callar al escuchar el ruido proveniente de adentro de la casa.

James no hizo ningún comentario al respecto. Agradecí mentalmente.

—No encontré el momento para dártelo antes así que...—Revolvió el bolsillo de sus jeans hasta sacar una cajita negra—, feliz cumpleaños, Jade.

Pestañeo repetidas veces sin poder creer lo que veo. Tiendo las manos y tomo la caja entre mis dedos.

Puede que me diagnostiquen bipolaridad pero de pronto estoy tan emocionada que siento mi pecho a punto de explotar.

Nunca pensé que el tendría un gesto así conmigo.

—Hoy cuando fingía ir a buscarte ante tu padre, pase por un lugar y la vi, me pareció que iba a gustarte.

Dejo escapar el aire contenido y abro la cajita ansiosa.

Dentro hay un collar dorado con el dije de un girasol minimalista muy bonito.

Sonrio tanto que todo mi interior parece incharse de felicidad.

—Me encanta.

James me devolvió la sonrisa sacándome la gargantilla dorada de la mano.

—Levantate el pelo—Pidió.

Hago caso y James pasa la cadenita por detrás de mi cuello y la prende.

Suspiré observandola—.
Es hermosa.

—Cuando la elegí recordé una historia que leí de niño—Comento mirándola.

—¿Cuál historia?

James pareció pensarlo unos segundos como si estuviese recordando cómo era.

—Un mito griego sobre el girasol. ¿Nunca has odio de el?

Niego con la cabeza esperando que me cuente.

—Es la historia de Apolo el dios del sol y Clytie, una ninfa. Si mal no recuerdo, Clytie estaba tan enamorada del él que todos los días seguía su recorrido desde que salía en la mañana del palacio hasta que llegaba al atardecer. Ella lo quería a tal punto que esa era su rutina día tras día ignorando todo lo demás, incluso, olvidándose de comer y beber—Oia la historia con mucha atención, notando como los ojos de James brillaban al contarla, parecía que lo apasionara realmente—, hasta que poco a poco Clytie comenzó a echar raíces hasta convertirse en un girasol.

—El algo triste—Musite sosteniendo el girasol de mi cadenita. Pensando si esa historia tenía algo que ver con nosotros dos.

—Yo no lo veo de esa forma. Si lo piensas bien el amor de Clytie era tan puro y grande que hasta el día de hoy el girasol sigue al sol.

—¿Eso quiere decir que el amor de Clytie no acabará nunca?

El me dedica una sonrisa y dice—. No mientras haya girasoles en la tierra.

¿Les encantó? ¿Lo odiaron? ¿Qué piensan? ¿Ustedes también odian/quieren a James como yo?

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