45.

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Gabe tiene un plan.

—No pienso hacer eso —digo.

Mi voz sale torpe y aguda, está situación solo hace que este avergonzada.

—El sigue mirándonos —me avisa como si por eso fuera a hacer lo que el pide.

—Y por eso mismo quiero salir de aquí.

Gabe niega y toma mi mano sin que se la de, pega mi cuerpo al suyo y habla en mi oído.

—Provocalo, hazlo enojar.

—¿Por qué haría una cosa así? —lo miro perpleja.

Gabe pone sus manos en mi cintura y me lleva en un lento y sensual baile. Puedo sentir su trabajado cuerpo contra el mío y eso hace que me cueste algo pensar.

Él es algo más grande que James, más musculoso y más ancho. Aún así no puedo compararlo con él pero tengo que admitir que Gabe es bastante lindo, a pesar de su enorme cuerpo él tiene rasgos bastante delicados y algo femeninos pero que no le quedan para nada mal.
Tiene los labios gruesos y tan rosados que parece que lleva labial, la nariz fina y los ojos color café rodeados de largas y castañas pestañas, sin olvidar su cabello rubio con rizos.
Si lo pienso unos segundos, su cabello es lo único que tiene en común con su hermano Zack, el otro es algo más flaco y bajo que él y su rostro no parece el de un ángel como el de su hermano, tiene rasgos masculinos y duros, en lo personal no me llamaba demasiado la atención.

—¿Oíste? —preguntó y justo en ese momento note que lo estaba mirando muy fijamente.

Negué avergonzada.

—Dije que hagas lo que te digo y compruebes tú misma si le gustas.

—¿Y cómo haría eso? —digo algo interesada.

Josh me habla pero no estoy prestando atención a lo que me dice realmente.

Me doy cuenta que estoy apretando con mucha fuerza la caja de bebidas que tengo que llevar a la barra porque él la quita de mis manos y me mira con las cejas hundidas.

—¿Estás bien? —pregunta.

Tengo que correr mi mirada del tremendo espectáculo que está dandome la niña porque si no voy a terminar destrozando al ricitos de oro que se aferra con tantas ganas a su cintura.

—En mi mejor momento —suelto con rabia y le pasó otra de las cajas.

Cuando él revisa que todo está bien me indica que las llevemos a la barra. Mi turno consta solo en la pista de abajo pero a algún imbécil se le ocurrió enviarme las botellas de alcohol del segundo piso y claro que a estos niños ricos no les gusta tomar lo mismo que toman los demás mortales normales.

—Mack se tuvo que ir así que necesito que me ayudes aquí arriba —me dice refiriéndose a su compañero de barra.

Termino de ayudarlo a sacar las botellas de sus cajas y lo miro con cara de pocos amigos.

Ni siquiera quiero voltear a dónde está Jade, la niña está comiéndome la cabeza. Siento que si la miro mucho tiempo van a explotar las venas de mi cuello.

—¿No hay alguien más para que te ayude? Me necesitan abajo, hay muchísima más gente.

Josh señala con la cabeza hacia los compartimientos dónde la gente va a follar y hacer mamadas y me arrepiento de inmediato cuando miro hacia allí.

El color de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora