48.

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Él tiene la razón.

—No pensé que me habías extrañado tanto —dice él al ver que no lo suelto y sigo hace veinte minutos aferrada a su cuerpo como un koala.

—¿Qué te hace pensar que no lo hice?
—preguntó llenando de besos su mejilla.

Ethan me separa un poco y me mira con ojitos lastimeros.

—No llamaste.

De pronto recuerdo el papel que me dió con su número de teléfono y me siento la peor persona del universo.

—Lo siento tanto, juro que no lo hice aproposito, yo—

—Descuida —interrumpió y beso mi frente —, sé que seguro estuviste muy ocupada.

Me encojo de hombros.

Ni te imaginas.

—Ven, vamos a ponernos al día.

Tiro de su brazo hasta la puerta que da al patio trasero y lo guío hacia la hamaca que tengo colgada de dos árboles.

Ethan se sienta y lo imito, comenzando a mecer levemente la hamaca moviendo mis pies.

—¿Qué los trajo aquí? —indago curiosa aunque sé perfectamente la respuesta.

El ladea la cabeza.

—Colton noto que tú padre ha estado algo raro. No responde sus llamadas ni mensajes. Queríamos asesorarnos de que todo se encuentre bien.

Suspiré.

—No es nuestro mejor momento.

—Lo sé —dice y pasa su brazo por mis hombros, atrayendome a el—. Por eso vine, para estar contigo.

Nuevamente siento ganas de llorar, así como hace un momento atrás con Peyton tocando mi cabello. Es como si mi mente no pudiera creer que por una vez en la vida siento apoyo de alguien y cariño.

No puedo evitarlo y me aferró a Ethan sin poder detener algunas lágrimas.
El hace caricias suaves en mi cabello intentado calmarme.

—No sabes lo mucho que agradezco que estés aquí.

—Una vez que tengo una amiga no puedo echarlo a perder —dice y me hace reír. El también deja escapar una risa burlona y me obliga a mirarlo.

Acomoda sus gafas algo nervioso y arruga su nariz como si pensara que decir.

—Hay algo que tienes que saber —limpió mi cara con la manga de mi uniforme y hago una mueca en señal de que hable—. Tu madre...—

—No —digo tajante. Mi tono de voz ha salido tan grave que me sorprendí a mi misma—, no quiero hablar de ella, no lo haré.

—Pero Jade...

—Por favor Ethan, me siento muy bien aquí contigo en este momento, no me hables de esa mujer.

Ethan parece preocupado pero igual asiente. No quiero preguntar, ya no quiero que esa mujer me lastime, ni a mi ni a mi padre.

Siempre aguante sus humillaciones y sus maltratos, pero ya no, estoy cansada y dolida. Ya no puedo hacer como si nada y ni siquiera lo hago por mi. Es por mi padre. Quizás si ella solo se hubiese quedado y hubiese sido una buena esposa podría perdonarle cualquier cosa que me hiciera pero ¿Abandonar a mi padre?

Con Ethan nos quedamos un rato abrazados y en silencio, meciendonos lentamente sin decir nada. Luego de un rato Eli nos llamaba animadamente para almorzar.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now