68.

2.4K 236 79
                                    

Hormonas.

El agua de la regadera es lo único que suena por la habitación. James ha dejado sus cosas en una esquina y ha salido al balcón a sentarse en el sofá mientras espera que Gabe salga de ducharse.

Muero por saber que cruza por su mente en estos momentos.

Terminó de guardar mis pertenencias, dividí el placard en tres partes aunque estoy segura, James no querrá guardar sus cosas ahí.

Me acerco hacia la puerta de vidrio y la abro saliendo, como es de esperarse el no me mira.

—Deberíamos hablar ¿no crees? —titubeo sentandome a su lado.

—¿Sobre qué? —pregunta tosco apenas y mirándome.

—Nuestra tonta pelea.

—Tonta pelea —repitió entre dientes.

—De verdad te extraño —suelto sin querer guardarlo más—, y te necesito conmigo.

James por primera vez me mira fijo y me tomo el atrevimiento de acariciar su rostro. Sus rasgos se suavizaron al tacto.

—No quiero que te portes así conmigo por un malentendido —lloriqueo—, el chico del otro día, Aidan, es solo un niño de la escuela que se confundió conmigo.

El me mira cuál perrito mojado con sus celestes ojitos caídos. Sé que me cree, puedo notarlo, solo estaba esperando que me acercara primero porque es demasiado testarudo para hacerlo.

—Acepté su compañía ese día en mi casa, porque el fue muy amable conmigo y no quería estar sola, pero nunca di a entender algo que no era —explico, acercándome a su rostro—. No quería que el me besara, ni tampoco quiero que alguien más que tú lo haga.

Una sonrisa asoma sus labios dejando a la vista un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha.

—No debí reaccionar como lo hice.

—No debiste, y la próxima vez no lo hagas. Espera a que yo aclare las cosas.

—¿Próxima vez? —repite con histeria—, ¡espero que no haya una próxima vez!

Río ante su comportamiento y lo estrecho en mis brazos, el me abraza también y por un segundo me siento completa de nuevo.

—Siento que pelearamos.

—Yo también —murmura contra mi.

El se acomoda para poder besarme pero lo detengo riendo.

—¿Entonces tu no aclararás quien era la niña con la que te vi? —suelto en broma.

James me miró serio y de inmediato me alejé de él. Ni una palabra salió de su boca.

—¿Y bien? —lo observo alzando mi ceja. Ya no era broma para nada. ¿Que diablos significa su silencio?

Me río en voz alta de forma irónica. James si que sabía hacer sentir segura a una mujer.

Me levanto del sofá y entro a la habitación cerrando la puerta de golpe. Esto me pasa por dar el paso que tendría que haber dado él.

Ni siquiera puedo sentirme mal, solo quiero golpearlo, tomar cualquier cosa de la habitación y tirarsela sobre la cara.

—Estúpido —mascullo.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now