9.

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¡James!

Lo observé incrédula, no caía en lo que acababa de proponerme, su rostro estaba a centímetros del mío sin embargo no mostraba indicios en intentar besarme, era como si esperará que yo tomará la iniciativa.

—Quiero que me beses, Jade —repitió.

Mis ojos bajaron instintivamente a sus labios, éstos estaban rosados y brillosos como si llevars labial, su labio inferior era más grueso y carnoso que el superior, lo que hacia que se vieran extremadamente perfectos y...

Levanté la vista encontrándome con sus ojos observandome expectante.
Por inercia lo empuje lejos de mi como si su piel quemara.

James me miró sin entender.

—¿Estás loco? —chillé de pronto sin pensar.

James arqueó una ceja sorprendido ante mi repentina valentía, que, siendo sincera, también me había sorprendido a mi misma haber formado más de una palabra sin titubear.

—Estoy perfectamente cuerdo —comentó tomándome el pelo.

Dió un paso hacia adelante con la intención de volver a acercarse a mi, como acto de reflejo alcé una de mis manos al aire poniéndola frente a el para que no avanzará.

—No te besaré —dije firme, o al menos intenté serlo.

—¿Por qué no? —me miro exasperado.

—Eso no está bien.

Me aleje de el lentamente. James soltó un bufido y sacudió su cabello.

—No es lo que estabas diciendo hoy mientras estabas sobre mi —me miró molesto.

Un calor subió desde mi trasero hasta mis mejillas y aparté mi mirada avergonzada.

—E-eso no debió p-pasar.

Bufe mentalmente por titubear frente a él otra vez.

¿Y mi valentía?

Aún sin mirarlo lo oí chasquear su lengua, nuevamente James estaba molesto y yo tenía la culpa de eso, otra vez.

—¡Pero tú-! —antes de terminar de hablar cerro su boca repentinamente.
—¿Qué puedo esperar de una niña?
—dijo más para si mismo que para mi.

James azotó la puerta al irse.

Sentí un alivio relajar mi cuerpo y al mismo tiempo un amargo sabor recorrer mi garganta.

¿Qué puedo esperar de una niña?

Oí su voz como si me lo repitiera por segunda vez. Sonará tonto pero su comentario ha dolido.

Sacudí mi cabeza aturdida.

¿A él que le importa si soy una cría?

Después de todo realmente soy una niña, no soy como esas chicas que no quieren admitirlo, yo lo hago, soy sólo una niña de quince años.
Nunca he tenido novio, nunca he salido a una fiesta, nunca bebí alcohol, ni siquiera para brindar en fin de año, nunca me escapé de clases, nunca mandé un mensaje subido de tono y jamás he besado a alguien.

¿Cómo podría entender eso James?

¿Cómo podría entender que me han mantenido toda mi vida en un pedestal?

James por otro lado es un adulto, sacando su fachada de adolescente inmaduro el tiene veinte años.
Cinco más que yo, cinco años de diferencia en los que el ha podido hacer lo que ha querido, Elizabeth le dió esa libertad, de eso estoy segura.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now