35.

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Sólo piensan en sexo.

Apreté con fuerza las piernas cuando chupó el lóbulo de mi oreja. Ya podía sentir como faltaba el aire dentro del auto solo por mí culpa y la de mi respiración.

—Dime que es lo que tengo que hacer para que vuelvas a hablarme.

Su voz ronca erizó la piel de mi nuca.

James posó su mano izquierda sobre mi rodilla y comenzó a subirla hasta mis muslos.

—Abre las piernas —ordenó al ver que seguía apretandolas.

¡Por dios! ¿Cuándo comenzó a hacer tanto calor aquí?

Relajé mi cuerpo y dejé que sus dedos se abrieran paso entre mis muslos. Comenzó a acortar los centimetros que quedaban hasta llegar a mis bragas.

Cuando llego a su destino, alejó su mano de golpe.

—¿A qué ya no estás más enojada, eh? —se mofo separándose de mi.

Su risa logro poner mi rostro de un rojo carmesí. Aparte la vista sintiéndome una tonta.

¡Pero si me estaba tomando el pelo!

—Mujeres... —murmuró—, solo piensan en sexo.

Apreté los labios en una línea.
¡Lo odio!

No volví a mirarle hasta que llegamos a la casa.

Él no dijo nada, solo estacionó y espero que bajara. Cuándo lo hice me paré en la acera sin entender por qué me había traído hasta allí.

Observé a James mirar el espejo retrovisor y arrancar el auto dejándome parada allí, con la mente echa un lío.

¿Y ahora qué le pasa?

No pasaron ni cinco segundos que paró frente a mi la camioneta que ya conocía y Elizabeth bajó de ella.

—¡Bueno días, pequeña Jade!
Es una lastima que Evan no se haya quedado a comer con nosotras.

Fruncí el ceño.

—¿Eh?

Elizabeth dió la vuelta a la camioneta y pasó a mi lado haciendo una seña con la mano para que la siguiera hacia la puerta de la casa.

—Lamento no haber podido ir a buscarte. Tuve que quedarme un rato más en el hospital y le pedí a Evan por mensaje de texto que pasará por ti.

—Ah... —solo pude decir, ni estaba entendiendo absolutamente nada.

—Vi su auto alejarse, no me debe haber visto.

—S-si, claro.

El celular de Elizabeth sonó provocando que me exaltará, ella lo atendió y se dirigió a la cocina.

Subí las escaleras aún más confundida que minutos antes.

¿Por qué James fue a buscarme y no Evan?

Después de cambiarme el uniforme por ropa cómoda, lavar mis manos y mi cara y soltarme el cabello, baje las escaleras a paso rápido. Elizabeth seguia hablando por el móvil, y se escuchaba bastante alterada.

Me acerqué a la cocina y logré escuchar algo de lo que le decía a la otra persona en el teléfono.

—¿Cómo que recién recibes el mensaje?....¡Pero es que Jade ya está aquí!....Yo tampoco sé cómo ha llegado, ¡Podría jurar que ví tu auto frente a mi casa!....Evan.... Contéstame....Si tienes que decirme algo, dilo.

Podría jurar que mi sangre se encontraba helada. ¡Ella lo ha descubierto! ¡¿Qué le diré ahora?!

Caminé hacia atrás despacio como si pudiera pasar desapercibida pero el grito de Elizabeth hizo que mi corazón saltara de mí pecho.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now