Dieciséis
Oigo un grito tras de mi y me sobresalto a punto de caer del banquillo de la cocina. Me reincorporo y volteo, encontrándome con mi madre en camisón.
Lleva su mano derecha hacia su pecho con cara de espanto.
—¡Me he pegado el susto de mi vida!
—Buen día.
Froto mis ojos cansado.
No es como si tuviera mucha energía después que una niña me preocupada a las cuatro de la mañana y recién se durmiera hace cuarenta minutos.
Después de que Jade caiga rendida mi cabeza quedó dando vueltas quién sabe dónde.
Bueno, si sé dónde. Esa niña me está consumiendo y ya no estoy haciendo nada para evitarlo, cada día que pasa, cada momento que estoy con ella me convenzo más que estoy pateticamente rendido a sus pies.
Lo único que tengo a mi favor es que Jade piense que no me pasa nada con ella aunque después de anoche no se si sea del todo así.
Si la niña vuelve a jugar así conmigo...
—¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que ya no vendrías por un tiempo. —interrumpió mis pensamientos.
Se ubicó del otro lado de la mesa frente a mi.
—No disimules lo mucho que te alegra verme —reí.
—Sabes que me encanta saber de ti. Pero son las 6 de la mañana, James. No vienes a visitarme muy seguido a esta hora.
Voltea y prende la cafetera para luego sacar dos tazas limpias del estante.
—¿Trabajas? —evadi el tema, quizás podía evitar decirle sobre la intrusa en la habitación de arriba.
Mi madre me observó con la ceja alzada.
—Si, como todos los días.
—Pensé que te cambiarían los horarios —menti pero mi madre no tiene un pelo de tonta y sé que no me cree nada.
—Ajá.
Pasó por mi lado y se sentó junto a mi pasandome una taza.
—Y dime —le dió un sorbo a su café
— ¿Dónde estás quedándote?
—Sigo en casa de Evan, pero ya conseguí trabajo.
Me miró esperando que le dé más información.
—Trabajo de lunes a domingo como barman en un bar en la noche.
Mi madre ríe y volteo a verla desganado.
—No sabía que sabías hacer tragos.
—Se hacer muchísimas cosas que tú no sabes.
—Me alegra no enterarme —rió un poco incómoda y yo la seguí—. Entonces... ¿No me dirás por qué estás aquí?
—Quería verte.
Y enrealidad no miento.
—Yo no te crié tan mentiroso —dijo haciéndome reir.
—¿Ya te irás? —pregunté viendo cómo lavaba nuestras tazas ya vacías.
Ella asintió. —vuelvo a la hora del almuerzo. Porfavor no toques el pastel que está en la nevera, es para Jade.
—¿Para qué un pastel?
—¿Para que más puede ser? Es el cumpleaños de la niña y su padre me ha invitado a almorzar con ellos.
—¿Jade cumple años? —arrugue mi entrecejo.
Está bien que ella iba borracha anoche pero no lo había mencionado ni una sola vez.
—Es lo que acabo de decir —dijo ya sin paciencia—. Podrías quedarte. La familia de Jade no está pasando un buen momento y quizás si estamos los dos ahí se sienta un poco mejor el clima.
Me estiré en la silla interesado.
—¿De que hablas?
Mi madre se acomodó sobre la mesada como si estuviera a punto de contarme un secreto.
—No pude hablar bien con Clara en estos días así que no sabría decirte que es lo que pasa pero mencionó que no pueden parar de discutir.
Es más, ayer Edward se llevo la niña a la casa de una amiga para que no note que su madre no durmió en la casa.
—¿Y tú sabes dónde está?
Negó.
—Cuando Clara se siente mal no habla con nadie —comentó algo angustiada—. Ayer en la noche Edward vino a hacerme la misma pregunta y después salió como un loco a buscarla. Me dijo que tenía que encontrarla antes que fuera a buscar a Jade hoy en la mañana.
¿Buscar a Jade hoy en la mañana? ¡Buscar a Jade hoy en la mañana! ¡Joder!
—Bien mamá, es una triste historia pero se te hace tarde ¿No? —dije un poco nervioso.
—Tienes razón —salió de la cocina y la seguí hasta arriba.
Tengo que asegurarme de que el padre de Jade no la busque dónde no está porque eso le va a traer problemas cuando sepa que no pasó la noche ahí.
Me quedé en el pasillo esperando que mi madre se vaya. No podía parar de golpear el marco de la puerta con los dedos. Estoy ansioso. No sé que carajo voy a hacer pero algo se me tiene que ocurrir.
—¿Te pasa algo? —indagó mi madre mientras tomaba su bolso. Negué—, bien. Me iré.
Saludé a Elizabeth y la acompañe a la puerta. Espere que suba al auto y cuando por fin desapareció de la calle, salí disparado hacia la casa de Jade.
Ya deberían ser como las siete y algo de la mañana. Edward debería estar despierto.
Toqué el timbre y espere. Tuve que secar lo transpirando de mis manos con mis jeans.
La puerta frente a mi se abrió y apareció el padre de Jade con una bata negra y unas pantuflas del mismo color.
—James, que alegría verte —saludo.
Su cara no tenía ni una pizca de alegría a decir verdad, estaba ojeroso y con la mirada cansada.
—Muy buenos días señor Vega —sonreí nervioso.
—¿Necesitas algo? —preguntó amable.
—No, claro que no, solo venía a saber si Jade está despierta. Mi madre ha mencionado que es su cumpleaños y quería saludarla.
Pellizque con mis dientes el interior de mi mejilla.
—Que bonito gesto, James. Pero Jade no está aquí.
—¿Ah no?
—Está en la casa de su amiga, justo iba a ducharme para ir a recogerla.
—¿Quieres que lo haga por ti?
—No, no, no quiero molestarte. Además quiero pasar un poco de tiempo con ella.
Joder...
El señor Vega cerró la puerta en mi cara pero lo detuve con la mano.
—Enserio a mi no me molestaría en lo absoluto, tengo el auto aquí y puedo hacerlo sin problema. Si tú tienes que hacer algo podrías hacerlo sin apuro —insisti rogando por dentro que solo dijera que si.
Edward me miró pensativo.
—Bueno... Si lo dices así, quizás si tengo algunas cosas que hacer antes que llegue Jade...
—¡Perfecto! Yo la traeré por usted, me alegra muchísimo serle de ayuda.
Voltee decidió a irme pero él me volvió a llamar.
—¿Si? —lo miré.
—No te he dado la dirección.
—Claro...
•
—Niña —susurré tocándole el hombro.
Jade se removió con fastidio y me corrió de un manotazo.
Reí—. Jade, despierta.
Abrió un solo ojo y comenzó a bostezar.
—James... ¿Qué haces tú... ¡James! —pegó un brinco y se sentó de golpe.
—Tranquilízate —la miré divertido. Por su cara intentaba entender que estaba haciendo ahí conmigo.
—¿Cómo llegué aquí?
Observó su vestimenta y llevo sus manos a su desastroso cabello intentando peinar con sus dedos.
—La versión corta es: te emborrachaste, me llamaste a las cuatro de la mañana, te fui a buscar y te traje aquí.
Jade hizo una cara digna para una foto. Le tendí el café que había preparado para ella.
¿Y la larga? —preguntó preocupada tomándolo de mi mano.
—No vas a querer saberla.
—¿Hice algo malo anoche? —llevó sus manos a su pecho espantada.
Ladee la cabeza pensativo.
•Flashback•
—Te he dicho que te duermas, niña. Me estás colmando la paciencia —la regañé frotando mis sienes.
—Porfavoooor.
Se colgó de mi remera.
Negué y la hice a un lado por quinta vez en los anteriores diez minutos. Abrí la cama frente a nosotros y se la señale en plan "entra ya".
—Juega conmigo —repitió por milésima vez con cara de perro mojado.
Largue todo el aire que tenía en mis pulmones y la observé cansado. Ya no sé exactamente cuántas veces quise cruzar la puerta de la habitación sin éxito gracias a ella.
—¿Cuál es ese maldito juego? —pregunté y me arrepentí al instante cuando note brillar sus ojitos con intenciones que no parecían ser buenas.
—Uno que tú me enseñaste —pellizco su labio inferior con sus dedos y se acercó peligrosamente a mi, de nuevo— ¿Recuerdas?
Si la niña sigue provocándome taquicardia se me saldrá el corazón del pecho.
—No —mentí.
Claro que lo recuerdo.
¿Cómo no recordaría lo patán que me había portado con ella ese día?
Jade rió y me miró juguetona. Retrocedí a medida que sus pasos se acercaban a mi hasta que me tope con la cama y caí de culo.
—Es sólo un juego de preguntas.
Se encogió de hombros y termino de llegar hasta mi.
Llevó sus manos al borde de su vestido rojo y lo subió hasta el borde de su trasero.
Casi me ahogo tratando de tragar mi propia saliva, no es bueno para mi salud estar viendo aquello.
Jade colocó sus manos sobre mis hombros y se sentó sobre mi.
—Ja-jade, ya hablamos de esto.
Cerré mis ojos intentando no notar lo cerca que estaba su rostro del mío.
Sé que necesito irme ahora pero simplemente mi cuerpo no responde como debería y en unos minutos estoy seguro que voy a estar completamente arrepentido.
—Yo pregunto, tu contestas y lueeego me duermo.
Asentí aún sin abrir los ojos, dejándome llevar por las caricias que hacían sus dedos sobre mi nuca.
—James —acercó su boca a mi oreja causandome escalofríos con su su agitada respiración— ¿Eres virgen?
Reí inconscientemente y abrí los ojos.
—¿Me estás preguntando enserio?
Me quejé cuando sentí un tirón de cabello dónde estaban sus manos.
—Si no contestas, te castigo.
Intentó imitar mi voz causandome un poco de gracia. Ella ya sabía la respuesta, solo estaba divirtiéndose conmigo.
—No lo soy —respondí.
Sonrió.
—¿Follaste con muchas chicas?
Carraspee.
—No —fui sincero.
Jade ronroneó en mi cuello como si estuviera contenta con la respuesta.
—Otra pregunta —depositó un beso en mi cuello y se acomodó mirándome— ¿Cuando estás solo...?
—Jade —le advertí sabiendo hacia donde iba todo eso—, ya es hora de que duermas.
Intenté sacar su cuerpo de arriba del mío pero ella me tiró hacia atrás recostandome sobre la cama.
—No terminé de jugar —chilló algo enfadada—, si no juegas conmigo gritaré hasta que Elizabeth despierte.
Alcé mis cejas indignado.
—¿Me estás chantajeando?
Asintió subiéndose más sobre mi, sentándose en mi punto más débil.
—Niña—
—Tú me enseñaste el juego, sabes que pasa si no me contestas.
Refregue mi cara con mis manos frustrado.
¿Es que acaso esto es enserio?
Si estoy soñando es mi peor pesadilla hasta ahora.
—¿Cuándo estoy solo qué? —me rendí.
Recargué mi cuerpo en mis antebrazos para poder observar al demonio sobre mi. Ella dejó a la vista su malévola sonrisa y acerco su cara a la mía.
—¿Fantaseas conmigo?
Tosi incómodo y ella hizo presión con su cuerpo sobre mi bragueta como si estuviera amenazándome.
—Jade —gruñí.
Maldita, maldita, maldita.
—Dime —metió una mano debajo de mi playera— ¿Piensas en mi cuando estás caliente?
Hizo fricción con sus partes sobre mi verga y con su mano libre atrajo mi nuca hacia ella depositando un tortuoso beso sobre mi boca.
—¿Me imaginas desnuda sobre ti, moviendome? Contéstame, James.
•Fin Flashback•
—N-no —dije recuperándome.
—James—
—Es mejor que te vistas, tu padre dijo—
—¡Mi padre! ¡El debe estar buscándome! ¡Tengo que!—
—Ya me ocupé —puse mis manos en sus hombros tranquilizandola.
A esta niña la resaca la pone nerviosa...
—¿Enserio? —me miró atónita. Asentí—, muchas gracias, James. No sé cómo agradecerte. No tenías porque hacer todo eso por mi.
—Está bien, niña —le sonreí—. Ahora vístete así vas a tu casa, tu padre debe estar ansioso de verte.
Me puse de pie y salí de la habitación.
—¿James? —me llamo y voltee asomando la cabeza por el marco de la puerta. Su cara estaba roja— ¿Por qué estoy en ropa interior?
Quizás, solo quizás, falte la segunda parte............ >:)