Como estrella fugaz

By Maggmon

110K 12.9K 1.9K

Para Gia Beckman, y su atareada agenda, no hay lugar para la diversión. De hecho, rara vez se da un respiro d... More

S i n o p s i s
P r ó l o g o
N o v i e m b r e
G i a - S t e v e n
H o y
C a p í t u l o 1 : El resfrío.
C a p í t u l o 2: Maldito seas, Steven Fry.
C a p í t u l o 3 : El canal de Steven.
C a p í t u l o 5: Entre emojis, corazones y mensajes.
C a p í t u l o 6: La mejor pizza.
C a p í t u l o 7: Distracción.
C a p í t u l o 8: Corazón acelerado.
C a p í t u l o 9: Invitación a la ¿tranquilidad?
C a p í t u l o 10: Un nuevo camino.
C a p í t u l o 11: El arriesgo.
C a p í t u l o 12: el chef y la autora best seller.
C a p í t u l o 13: Cuando lo intenso es bueno.
C a p í t u l o 14: Fuegos artificiales.
C a p í t u l o 15: Un baile por la sala, y un te quiero al final.
C a p í t u l o 16: Al ritmo del te quiero.
C a p í t u l o 17: Valió la pena esperar.
C a p í t u l o 18: El destino lo quiso así.
C a p í t u l o 19: Culpables.
C a p í t u l o 20: la burbuja y el insulto.
C a p í t u l o 21: Ponte cómoda, aún queda mucho.
C a p í t u l o 22: Nora y Ross.
C a p í t u l o 23: Nuevas sonrisas
C a p í t u l o 24: Una nueva yo.
C a p í t u l o 25: La prueba.
C a p í t u l o 26: Noche de amigas, y una canción.
C a p í t u l o 27: Los resultados.
C a p í t u l o 28: Retos y selfies con Edward Cullen.
C a p í t u l o 29: Super alegría y la reina unicornio.
C a p í t u l o 30: Inspiración.
C a p í t u l o 31: Maratón de Crepúsculo.
C a p í t u l o 32: ¿Qué haría yo sin ti?
C a p í t u l o 33: Avenida Atlas.
C a p í t u l o 34: La lista.
C a p í t u l o 35: Ser fuerte.
C a p í t u l o 36: La mejor estrella.
C a p í t u l o 37: El deseo de la estrella.
C a p í t u l o 38: Un brindis por Steven Fry
C a p í t u l o 39: Una sonrisa al cielo.
Momentos finales.
C a p í t u l o 40: Lo que hicimos.
C a p í t u l o 41: Vamos a estar bien.
C a p í t u l o 42: Tanto amor.
E p í l o g o
A g r a d e c i m i e n t o s
A n u n c i o : El deseo de la estrella.

C a pí t u l o 4 : Ha comenzado a seguirte.

2.5K 318 55
By Maggmon

En la tarde hay una presentación de dos autores en una cafetería, y por lo tanto, la editorial se encuentra con mucho movimiento, mucha euforia.

Son dos de los autores que logran más ventas, de los mejores descubrimientos, dos grandes personas, queridos por nosotros y por el público lector. Es por eso, por saber que movilizan mucho a sus fieles lectores, que una vez que anunciamos la presentación, pedimos que reserven lugar con anticipación. Se tuvo que acordar un segundo horario debido a la fuerte demanda que hubo, eso es genial.

Randall nos da la orden de que ya podemos dirigirnos a la cafetería, que es necesario lograr el orden allí antes de que lleguen las personas. Así que cojo mis pertenencias y me dirijo hacia el lugar, el cual se encuentra ubicado a pocas manzanas de la editorial.

En la cafetería ya están los autores, intercambiando palabras entre ellos sobre cosas personales que alguien ajeno no podría entender. Cuando Lucy me ve, deja a Trey con su editor, y se acerca a donde estoy para rodearme en un fuerte abrazo con aroma a amistad.

Lucy Malone es una de las autoras de hoy, escritora de romance, y yo soy la editora de sus tres libros publicados. Somos amigas desde el día uno donde firmó contrato y me eligió. Tenemos una buena comunicación, incluso cuando no estamos de acuerdo en ciertas cosas. Y es grandiosa en su trabajo, adoro su forma de escribir, y aún sigo enamorada de uno de sus personajes.

—Me alegra tanto tenerte aquí —me dice en el abrazo. Cuando se separa, me sonríe con dulzura, como de costumbre cada vez que nos vemos.

—¿Cómo iba a fallarte? Desde que supe del día me lo reservé en la agenda.

Vuelve a regalarme una linda sonrisa, y cuando mis ojos caen en su barriga, soy yo la que sonríe de la misma forma en que lo hizo cuando me vió.

—Dime que ya saben el sexo.

Le ruego por una respuesta afirmativa, juntando ambas manos, provocando su risa. Lucy está esperando un bebé con su marido al cual adoro, el primer hijo del matrimonio. La última vez que nos vimos, Lucy me contó que el bebé no dejó que vieran su sexo en la ecografía.

Lucy se ríe por mi impaciencia, luego su risa se transforma en una muy bonita sonrisa. Sus ojos se iluminan y me asiente con la cabeza.

—¡Es una niña!

En cuanto me responde, me lanzo hacia ella y la abrazo. Sé cuánto soñó por la niña, su mayor deseo era que lo fuera para cumplir el deseo de su padre, quien le dijo que esperaba una nieta de su parte, en una familia donde predomina más el número de niños.

El papá de Lucy no está vivo para disfrutar de la noticia, es por eso que entiendo todas las emociones que hay detrás de sus lágrimas.

No hace falta usar las palabras, el fuerte abrazo, y las lágrimas compartidas, están diciendo mucho más. Y, al separarnos del abrazo, compruebo por su sonrisa, que no estoy errada. Me agradece, y le alcanzo una botella con agua fresca.

Una vez que compruebo que Lucy está mejor, me dispongo a ayudar a mis compañeros con lo que sea necesario hasta que sea la hora del primer encuentro con lectores.

Y cuando todo está en orden, se abren las puertas e ingresan las primeras personas. Cada una se acomoda en su respectiva mesa reservada, los mozos se mueven por cada uno de los lugares para tomar los pedidos. Randall coge el micrófono, sonríe y se presenta.

—Agradezco su presencia —dice y acomoda sus lentes—. Pero entiendo que no es a mi a quien vienen a ver, así que mejor me callo, y les doy lugar a este par de genios. Un aplauso para recibir a Lucy Malone y Trey Waters.

La cafetería se llena de aplausos cuando ambos se presentan, y es en esa acción donde se percibe el orgullo que sienten sus lectores.

Lucy y Trey se acomodan en sus lugares, y se da el inicio del encuentro.

Risas, sonrisas, y diálogos reflexivos ahogaron la cafetería. Se hablaron de muchas cosas, no sólo de sus obras, y pese a que ambos tuvieron diferencias en ciertos temas, nunca faltó el respeto.

Sus lectores se mostraron animados, y realmente interesados por cualquier cosa que hayan dicho. Lucy y Trey son de esas personas que te pueden decir lo obvio, como "el cielo es azul" y aún así sentir que sus palabras son semejantes, las mejores dichas. O así lo ven sus aficionados. Y, a decir verdad, tienen una forma de hablar que atrapa. No por nada son número uno en nuestras ventas.

Ahora los autores se toman un breve receso para el siguiente encuentro de lectores, en el cual predomina más el número de jóvenes, siendo que en el anterior fueron más los adultos. Eso me agrada, ver la diferencia de edad, y ver que no se perdió el interés por la lectura en los jóvenes, siendo que estamos en una época donde predomina más lo virtual.

La segunda charla se inunda de risas, pero sobre todo, de pensamientos profundos, algo que no vi en la anterior, al menos no con la misma intensidad.

Cuando el encuentro llega a su fin, y todos se van felices con sus libros autografiados, llegamos a un acuerdo de hacer un festejo en honor a la increíble tarde que tuvimos.

Randall nos propone ir al bar de su cuñado, así que todos nos dirigimos hacia allí. Todos menos Lucy, quien prefirió festejar con su marido.

Al llegar al bar, suspiro ante el montón de gente que hay dentro, y ante la fila de quienes esperan entrar. Si algo no me gusta de los lugares públicos, es cuando se llena de tal manera, y menos cuando aquí dentro muchos son abandonados por sus desodorantes.

El cuñado de Randall nos ubica en un sector donde no hay demasiada gente, y sólo yo me pongo contenta por ello, el resto quiere bailar entre los desconocidos, hacer sociales, o lo que sea que haga la gente al salir.

Me siento en un sofá blanco, y bebo de mi cerveza. No es hasta que me siento, que noto el cansancio que venían sosteniendo mis piernas. Estuve tan ocupada, de aquí para allá, que no me percaté de ningún dolor.

Mientras el resto de mis compañeros baila, me acomodo aún mejor en el sofá. En serio que podría dormirme tranquilamente, si no fuera por la música incomprendible que pasa el DJ.

Me siento un pez fuera del agua al observar la diversión del resto, y hasta me considero una anciana, una aburrida, pero qué más da, así soy. Así es Gia Beckman damas y caballeros.

—¿Gia? —escucho que me llama alguien por encima de la música. La voz masculina proviene de mi derecha, por lo tanto miro, y me encuentro con la mirada de un hombre que me produce náuseas.

West Connor, mi primer y único novio, mi primer y único amor me está observando con mucha atención, apoyado en el barandal que divide el sector en donde me encuentro del suyo. En su rostro hay una sonrisa que hace años me hubiera puesto a sus pies, pero que ahora me genera ganas de darle una fuerte bofetada.

—¿No vas a saludar? —pregunta, sonriendo, utilizando esa maldita sonrisa que logra enamorar a cualquiera, en serio. Ruedo los ojos y me pongo de pie, salgo del sector vip y me dirijo al baño. Lo que menos necesito en mi vida es mantener una conversación forzada con el hombre que me destruyó.

Me observo en el espejo, peino con mis dedos mi cabello azabache y me hago una coleta alta debido al calor que siento. Acomodo mi camisa negra, me lavo las manos y salgo del baño.

Frente a la fila de chicas que esperan por entrar, está West, ¿es esto en serio?

Paso por su lado, me llama, intenta frenar mi paso pero alejo con brusquedad mi brazo de su agarre.

Y en consecuencia del montón de gente que tengo frente a mí, mi caminata se ve interrumpida, cosa que West aprovecha y vuelve a cogerme del brazo, esta vez no puedo alejarlo, porque si lo hago, golpearé a alguien más.

—En serio, déjame en paz —le digo, molesta, pero el muy gilipollas sonríe.

—¿Me aceptas una cerveza? Si lo haces, te dejo en paz, lo juro.

Dice todo sonriendo, como si me hubiera dicho el poema más hermoso de todos. Niego con la cabeza, me río e intento zafarme de su agarre, pero West no me suelta.

—No quiero beber nada contigo, West, déjame tranquila.

Se ríe, y no entiendo de qué. Me suelta el brazo, pero con rapidez su mano se posa en mi espalda, me acerca a él, su colonia se mezcla con el olor a alcohol que emana. Eso explica muchas cosas, pero no las justifica en absoluto.

—Estás bellísima —me susurra al oído, e intento empujarlo. Y cuando su mano se desliza por mi espalda, y se acuna en mi trasero, me desespero para que me suelte.

Hay una chica a mi lado, me está mirando y también está observando a West. Vuelve a mí, busca una señal para saber si la situación es aprobada o no por mí, hasta que comprende mi rostro, mi horror, mi angustia, mis ganas de huir.

—¡Lauren! —finge que me conoce y me abraza, es recién ahí cuando West me suelta, y la chica desconocida me aleja de un West que nos observa con el ceño fruncido. Las personas se quejan ante el choque que el alejamiento produce, pero es lo que menos me importa en realidad. Y cuando West se pierde entre la muchedumbre, me relajo, al menos un poco.

La desconocida se separa de mí y observa a sus espaldas, no hay rastro alguno de West.

—Gracias —le digo. En serio agradezco su accionar, su alerta, su cuidado, aún cuando no nos conocemos.

—¿Estás bien? —me pregunta y asiento—. ¿Segura? ¿Estás sola?

—Estoy con mis compañeros de trabajo, pero están en el sector VIP.

—Ven, vamos, te acompaño hasta allí, no vaya a ser cosa que ese idiota aparezca de nuevo.

La desconocida entrelaza su mano con la mía, y me acompaña hasta el sector correspondiente. Cuando llegamos, me regala la sonrisa más buena de todas para luego abrazarme una vez más, sólo que este abrazo no es actuado ante una alerta. Y es un abrazo que no me hace sentir incómoda, sino que todo lo contrario.

—¿Segura que estarás bien? —me pregunta cuando se aleja.

—Sí, segura. De hecho, ya me voy a ir a casa. En verdad te agradezco lo que hiciste.

—Tenemos que cuidarnos, ¿no?

Sonrío.

—Exacto.

Me vuelve a sonreír, y recién cuando Randall llega a donde estoy, es que se despide de mí, tranquila porque estoy con alguien que conozco, y en quien confío.

Le pido a Randall el favor de acompañarme a la salida, y acepta sin problema, sin preguntar nada en absoluto. Cosa que le agradezco.

Se queda conmigo hasta que llega el Uber, me pide que le avise cuando esté en casa, me despido, y me subo al auto negro.

Cuando llego al departamento, y cierro la puerta detrás de mí, mi mente me vuelve a trasladar al bar, a mi encuentro con West. No me estoy viendo en el espejo, pero sé que puse el rostro como si hubiera olido algo feo.

Lo bueno del desenamoramiento, es no entender qué le vimos a la otra persona, eso nos lleva a querer mejorar una próxima elección, a evitar situaciones que no estuvieron buenas.

West Connor es todo lo que no quiero en un hombre. Aunque bueno, tampoco es que me encuentro pensando en hombres, estoy bien así, tranquila.

Cojo el móvil, le aviso a Randall que llegué bien, y veo que tengo una notificación de Instagram.

Stev.fry ha comenzado a seguirte.


Buenas, buenas. Actualizo hoy debido a que mañana no voy a poder. Así que hacemos una excepción por hoy.

¿Les va gustando como va todo? ❤

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 1.7K 25
Cuando yo era un niño mi padre era una figura que llegaba a aplaudir mis últimos logros, cuando iba creciendo era alguien que me enseñaba la diferenc...
106K 5.5K 44
Un afán por comprobar que sea verdadero amor lo que sienten y no sólo algo físico, repite la cuestión del primer encuentro, imponiendo tres nuevas re...
194K 16.8K 24
Jimin y YoonGi no habían soportado el peso de ser padres primerizos y las discusiones se hicieron presentes, así que decidieron terminar. Sin embargo...
1.7K 411 24
~Esquirlas de hueso y ofrendas de sangre para que su luz nos ilumine. Máscaras de tinieblas para que no reparen en nosotros nacidos de su mugre. Y sa...