C a p í t u l o 24: Una nueva yo.

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Y la nueva sonrisa, la que lleva el nombre de Steven, se transformó en una energía colorida, cálida, y refugiante

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Y la nueva sonrisa, la que lleva el nombre de Steven, se transformó en una energía colorida, cálida, y refugiante.

Decirle que lo amo se sintió como algo nuevo, como si nunca antes lo hubiera dicho. Sí, se lo he dicho a mis padres, a Will, a Lisa, a Freud, y bueno, a West. Pero hacia Steven fue distinto, fue como si tuviera frente a mí, y en todo mi cuerpo, la sensación de un nuevo color. Sí, así de enorme se sintió y estoy hasta enamorada de eso.

Todo está siendo perfecto, ningún error se asoma, ni mucho menos un mal día. Son pocas las veces que diferimos, y cuando pasa, existe la posibilidad de tener una buena conversación, una donde me escucha y lo escucho, llegando así a un acuerdo sano.

Lisa me preguntó si hay algo de él que me moleste, y lo cierto es que no, no hay nada. Tiene su humor, su carácter, como todos, pero no hay nada de eso que me caiga mal.

Cuando de Steven Fry se trata no hay grises, no hay negatividad. Porque cuando se trata de su persona, todo es arcoiris, todo es positivo.

A veces pienso que todo es demasiado bueno para ser real. Es que incluso mi terapeuta me preguntó si me sucede eso tan común en las personas, es decir, si tengo miedo de que algo salga mal dentro de tantas cosas buenas.

Y lo cierto es que no, no tengo miedo, porque no hay lugar para tal emoción. Cuando el amor es parte de uno, o de dos, o de más, no hay espacio para el miedo.

El miedo se vuelve pequeño cuando el amor irrumpe. Y, en este caso, no sólo es pequeño, sino que también es inexistente.

Puede que en un principio haya tenido muchas inseguridades, no lo niego. Pero todo se redujo cuando me entregué a la confianza, y fui valiente a las emociones, a lo nuevo. Y aquí estoy, sin miedo.

Steven una vez me dijo que verme le transmite una sumatoria de cosas, bueno, eso mismo me pasa cuando lo veo. Por lo tanto, no temo porque algo arruine las cosas.

Todo es tan irreal, pero cierto. Me está pasando. Y hasta puedo decir, con total y completa seguridad, que me merezco esto. Merezco sentirme amada, y ser feliz con ello.

Cuando dejo de pensar en el todo, caigo en la cuenta de que estoy en la editorial. Con mis pensamientos me sentía en un mundo ajeno, pero hermoso.

Frente a mí tengo mi agenda, y para mi sorpresa, no está tan llena como de costumbre. Sigo haciendo mis cosas, sí, pero no siendo tan estructurada. Sigo siendo responsable, pero sin darme estrés. Y sigo mejorando en lo que hago, sin tener el afán de querer ser la número uno en correcciones, la mejor.

Voy a un ritmo más lento, pero sano. No hay reglas que me marquen como ser, qué hacer, que no. Si alguna cosa me sale mal, no me frustro, sino que me tomo un espacio y vuelvo cuando tengo la solución. Y si no me es fácil encontrarla, pido ayuda, busco otra opinion.

Y ya no hay competencia, y eso me permite un vínculo sano con mis compañeros editores.

Hay una nueva versión de mí, y me gusta, me siento cómoda. No soy crítica conmigo, ya no, al menos no demasiado.

Como estrella fugazWhere stories live. Discover now