C a p í t u l o 7: Distracción.

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Cenar con mis padres es una de las cosas más lindas. Cada segundo que paso con ellos, y con Will, es realmente mágico. Y, siendo sincera, me gustaría que fuera así a diario, pero bueno, tuve que crecer.

Papá es el cocinero de la casa desde siempre, y mi madre siempre dice que le da apoyo moral. Y bueno, cuando de cocinar se trata, mi madre hace los mejores postres del mundo.

Mi padre esta noche nos sorprendió con un menú nuevo, siempre le encanta innovar, y conocer comidas de otros países. No recuerdo el nombre de la comida de hoy, sólo sé que viene de Turquía, y que estuvo deliciosa.

Y ahora, mientras hacemos la digestión, hablamos de nuestras cosas, nos ponemos al día, y nos escuchamos con atención, emitiendo algún que otro comentario, opinión, o broma colectiva.

—¿Como va todo en la editorial? —me pregunta mi padre.

—Todo marcha muy bien, te sorprendería ver la cantidad de autores que se nos van sumando.

—Eso es genial, hija. Sabía que en algún momento iban a llegar lejos.

A Destiny le costó mucho trabajo ser una editorial reconocida. Ni autores ni librerías confiaban en la palabra de Randall, pero él no se detuvo nunca, siempre dió pelea a su idea, a su emprendimiento. Y, con esa confianza, hizo hasta lo imposible para que la editorial llegara lejos.

Estoy con Randall desde el principio, y presencié todos sus esfuerzos, todas sus ganas, y en verdad lo admiro. Jamás lo vi derrotado, quizá prefería conservar ese estado para sentir en privado, no lo sé. Pero a los miembros de la editorial siempre, pero siempre, nos brindó un discurso positivo.

—Randall es genial, creo que si él no hubiera confiado tanto, nada de esto estaría pasando

Mi padre me sonríe, y asiente. Mi padre y Randall se conocen, de hecho, papá le brindó muchas ideas de marketing que le sirvieron para despuntar un poco más a la editorial.

—Bueno, pero lejos del trabajo, ¿algo interesante? —me pregunta mi madre, y cuando la miro, sus ojos brillan de ilusión. Creo que ella tiene más ganas de que me enamore de las que yo tengo.

—Mmm, nop.

—Gia...

—¿Qué? No hay tiempo para el amor, mamá. No hay tiempo para conocer a nadie.

—Porque no quieres.

—¿Y eso está mal?

—Supongo que no.

—No supongas, no está mal —agrega mi padre—. Cuando Gia sienta que es el momento, avanzará en ese tema, Michelle.

Mi madre suspira, me mira y sonríe.

—Sí. Lo siento si incomode.

Sonrío.

—No lo haces, mamá, no te preocupes —miro a Will, quien está perdido en su móvil—. ¡Hey! —le toco el brazo para captar su atención, y lo hago—. ¿Qué tal tus clases de música?

Como estrella fugazWhere stories live. Discover now