Narra Harry:
-¡Maldita sea!- exclamé, lleno de rabia, al leer desde mi celular la respuesta de la chica que había logrado poner mi mundo de cabeza en solo dos jodidas semanas de haberla conocido.
(Conversación en WhatsApp)
Harry: Por favor, Por favor, Por favor, Por favor, POR FAVOR.
Marifer: No.
Harry: Por favor, hare lo que quieras.
Marifer: Lo que yo quiera?
Harry: Si.
Marifer: Bien, nada con tiburones hambrientos y lo hare.
Harry: Algo que no me mate. Gracias.
Marifer: Lastima, no se me ocurre nada.
Gruñí y cerré mi casillero con tanta fuerza que conseguí varias miradas curiosas de parte de mis compañeros.
<<Genial, otra vez me están mirando>>
Mire a todos de mala manera y de inmediato miraron a otra dirección. Se podría decir que hoy no era mi día. Durante todas las clases y sobre todo en el receso, recibí burlas de parte de todos mis compañeros por la “valentía” que demostré en el maldito video que subió Marifer a su cuenta de You Tube. Por su puesto, esto lo hacía como venganza por haber invitado a todas esas personas a su casa la noche del sábado. Bufé, resignado, y caminé hacia los vestidores de chicos del instituto. Estaba a punto de entrar y ordenarle a todos que se vistieran rápido, aunque yo ni si quiera lo este, pero frene mis próximas acciones al escuchar parte del escándalo que se había formado mucho antes de que yo llegara.
-¡Oh, mi valiente caballero, por favor sálvame!- exclamó uno de los chicos, agudizando su voz al igual que una chica.
-¡Voy en camino, mi damisela en peligro!- exclamó otro, haciendo la voz más ronca.
Extrañamente, usaba unos lentes de pasta gruesa que se me hicieron muy familiares. También tenía su camisa exageradamente fajada.
<<¿Qué mierda están haciendo?>>
-¡Date prisa. Lo escucho venir!- exclamó la “damisela en peligro”.
Entonces, el otro chico llego y dijo:
-¿Quién viene, querida?
-¡Eso!- exclamó, apuntando a algo detrás de unos casilleros.
Y entonces, un tercer chico salió de ahí con una toalla blanca sobre su cabeza. Imitando sonidos fantasmagóricos. El “valiente caballero” gritó al igual que una chica y salto en los brazos de la “damisela en peligro”, quien lo cargo sobre su pecho. Después de eso, los tres se rieron, demasiado, al igual que todos en el lugar. Bueno, a excepción de mis amigos, quienes parecían fastidiados e incluso enfadados con toda esa escena.
Entonces, lo entendí.
Ellos se están burlando de nosotros.
<<Eso es todo>>
Fue como si alguien me colocara un velo rojo sobre la cabeza. Apreté mis manos en puños y entre a los vestidores, hecho una furia.
-¡¿TERMINARON CON SU TEATRITO?!- dejaron de reírse al verme, asustados. Incluso, algunos hasta palidecieron -¡Porque si no se han dado cuenta ya han pasado diez putos minutos desde que terminaron las clases y yo no logro entender porque diablos aún no veo sus jodidos traseros entrenando en la cancha!- me detuve, fulminándolos con la mirada -¡¿Qué están esperando?!- exclamé y todos se movieron apresurados, tratando de llegar a sus casilleros para tomar su ropa deportiva.
Me gire para ver a Liam, quien retrocedió un paso al ver que me acercaba. Rodee mis ojos.
-Tranquilo. Quiero que los vigiles mientras no esté. Ah, y los que no salgan de aquí en dos minutos, que den diez vueltas alrededor de la cancha- hice una pausa al darme cuenta de que nadie más hablaba más que yo, y que lo más seguro era que todos me escucharan -¡¿Escucharon, señoritas? Sino están listos en dos minutos darán diez vueltas alrededor de la cancha!
-¡Sí, capitán!- gritaron en respuesta.
Comencé a caminar hacia la salida de los vestidores, pero me detuve cuando escuche que Liam me llamaba.
-¿A dónde vas, Harry?
-A resolver toda esta mierda- respondí.
Y sin más, salí de ahí.
Narra Marifer:
-Por favor, Kenia- suplique.
-Lo siento, ya tengo suficientes animales en mi casa, si traigo a uno más, mi mamá seguro y me mata.
Eso es cierto, tiene dos perros, un gato y un cotorro viviendo en su casa. Aun no sé cómo logra cuidarlos a todos sin soltar ni una queja. De hecho, hasta lo disfruta. Y es, prácticamente, por esa razón por la cual la elegí como la mejor opción que tenía.
-Por favor, Kenia. Mi tía tiene a la pobre de Luna viviendo en el cuarto de herramientas de su jardín. Incluso olvida darle comer. A este paso, que Dios no quiera, terminara muriéndose de desnutrición.
Kenia me dio una mirada entre compasiva y preocupada. Ella ama a los animales.
-No lo sé, mi mamá…
-Puedo hablar con ella y convencerla- la interrumpí –Pero, por favor, deja que se quede en tu casa. Prometo que será solo por unos días en lo que convenzo a mi mama de que me quede con ella- volví a suplicar.
Llegamos a mi casillero y Kenia suspiro, recargando su peso sobre este.
-De acuerdo, pero solo por unos días, eh- me advirtió y yo sonreí y grité, alegre, abrazándola lo más fuerte que mis brazos podían –Aire, aire… -logró mascullar y la solté.
-Gracias, enserio. Te prometo que será rápido y que iré a visitarla todos los días si es posible.
-Ugh, no. Eso quiere decir que te tendría que ver mucho más de lo normal- dijo, arrugando la nariz y fingiendo disgusto.
Rodee los ojos y le di un ligero empujón con mi mano. Ella se rió.
-Es broma. Ve cuando tú quieras.
-Enserio, gracias, de nuevo- le volví a agradecer, alegre.
-No te preocupes- dijo y después frunció los labios hacia un lado, pensativa –Aunque aun no entiendo, ¿Por qué Jackson no te ayudó a convencer a tu mamá? Pensé que a él también le gustaba tener a Luna.
Bufé, abriendo mi casillero y metiendo algunas de mis pertenencias de manera brusca.
-Lo iba a hacer, pero se enojó por lo de la fiesta y ahora ni si quiera me habla.
Kenia levanto ambas cejas, asombrada.
-Wow, enserio se enfadó.
-Lo sé, y no entiendo por qué. Él ha estado peor que yo- hice una pausa, mordiendo mi labio inferior con culpa –Aunque jamás en su vida me había visto ebria. Ayer me dijo: “Estoy muy decepcionado de ti, María. Pensé que eras más responsable”. Y, por Dios, me sentí tan mal que ni si quiera me queje porque me llamara así.
Kenia me dio una mirada comprensiva.
-Lo siento por eso.
-Tú no te tienes que disculpar- le dije –El que se tiene que disculpar es Harry. Por su culpa mi hermano está enojado conmigo y mi perrita tendrá que vivir con otras personas hasta nuevo aviso- dije, furiosa, cerrando mi casillero de un portazo. Entonces, recordé el video de la broma. Y sonreí, traviesa –Aunque supongo que ya no necesito sus disculpas, con mi venganza estoy más que satisfecha.
-Dirás, “nuestra venganza”- me recordó.
-Sí, sí, eso.
Ella rodo los ojos, divertida, y después, de mi celular se comenzó a escuchar la canción de Milkshake de Kelis. Tome el aparato entre mis manos y leí la pantalla. Harry.
-Hablando del rey de Roma- dije, mostrándole a Kenia mi celular.
-Bieeeeen, ¿Por qué Harry te está llamando? Y peor aún, ¿Por qué tienes esa canción como tono de llamada?- me preguntó, extrañada.
-La canción no tiene nada de malo, me gusta- le aclaré. Y sí, me encariñe con esta canción, aunque al principio la odiaba –Ah, y Harry lleva mandándome mensajes todo el día. Me sigue pidiendo que borre el video, aunque las dos sabemos que eso nunca sucederá- expliqué.
Mi celular dejo de sonar. Kenia asintió con la cabeza, pensativa, y después de unos segundos, me dio una sonrisa picarona.
<<Ay, ya va a empezar>>
-Así que llevan hablando todo el día, ¿eh?
-Oh, ni empieces- le advertí, dando media vuelta y caminando por el largo pasillo del instituto –Me tengo que ir. En unas horas te llevo a Luna. Adiós.
-¡Pero si yo no he dicho nada!- exclamó, divertida.
-¡Pero lo pensaste!- le exclamé devuelta y la escuché reír a lo lejos, ya que yo ya me encontraba caminando lo más lejos posible de ella.
Mis amigas últimamente han estado muy curiosas acerca de mis sentimientos hacia Harry. Por supuesto, yo les digo que dejen el tema en paz. Nunca sucederá. Yo lo sé, y ellas también lo saben, así que… ¿Por qué seguir insistiendo con lo mismo? Lo único que trae es dolor que me tiene a mí como su punto de llegada.
Mi celular volvió a sonar, notificando una llamada y, por supuesto, haciendo que se escuchará Milkshake. Deje de caminar y mire mi celular. No pude evitar fruncir el ceño. Harry, de nuevo. ¿Qué no se cansa de suplicar? Jamás borrare el video, y mucho menos sabiendo que ellos no se han dignado a borrar el suyo. Mi ceño se marcó más al escuchar a unas chicas reírse y murmurar acerca de mi tono de llamada. Creo que son de primero. Las mire con una ceja alzada y se callaron de inmediato.
<<Así me gusta, perras>>
Mandé la llamada a mi buzón de voz y seguí caminando, pero tan pronto como lo hice, volvió a sonar, notificando otra llamada de él. Gruñí y lo volví a mandar a mi buzón de voz. Por suerte, dejo de llamar, causando una sonrisa victoriosa de mi parte. Sonrisa que no duro mucho, ya que recibí un mensaje desde Whapp de su parte.
(Conversación de WhatsApp)
Harry: Contesta.
Que cínico. Se cree con el derecho de mandarme. Mi respuesta fue rápida, sencilla y directa.
Marifer: No.
Harry: Donde estás?
Marifer: Que te importa.
¿Para qué quiere saber mi ubicación? No es como si por tenerlo enfrente de mí cambiara de opinión. Y entonces, volvió a llamarme. A este paso, si terminare odiando mi nuevo tono de llamada. Contesté, furiosa.
-¡¿Qué diablos quieres?!- exclamé.
Y el no respondió, sino que hizo todo lo contrario. Me colgó. Fruncí el ceño.
-Esta lo…- mis palabras fueron interrumpidas al sentir que alguien me empujaba, con mucha fuerza, hacia un lado del pasillo.
Solté un grito ahogado al sentir mi cuerpo caer de lado, entonces, un par de manos me tomaron por la cintura, evitando la caída. Rápidamente, tome de los hombros a la persona que me sostenía.
-¿Pero qué… - la pregunta no logro formularse por completo. Seguía asustada y en shock por los recientes acontecimientos. Levanté la mirada y el shock no hizo más que aumentar en el momento en el que mis ojos conectaron con unos ojos de color verde esmeralda -¿H-Harry?- tartamudee.
Nuestros rostros estaban demasiado cerca. Harry tenía el ceño fruncido y su mandíbula tensa. Y, maldita sea, era condenadamente sexy cuando lucia enojado… un momento, ¿enojado? ¿Él? ¡Yo debería de ser la que está enojada, me acaba de taclear como si fuera uno de sus compañeros de equipo!
-¡¿Qué diablos te sucede? ¿Por qué hiciste eso?!- le exclame, apartándolo de mí y volviendo a mi postura normal.
Me ignoro y dio media vuelta para cerrar con seguro la puerta del lugar.
<<Paren todo>>
¿Lugar? ¿Me metió a un lugar? Mire a mí alrededor y al instante reconocí al salón como el laboratorio del instituto.
-¿Qué hacemos aquí? ¿Y por qué hiciste eso?- pregunté, haciendo movimiento con la cabeza como si señalara al picaporte de la puerta que acababa de cerrar. Y no contesto, lo cual me puso más furiosa –Harry, te estoy hablando. ¿Por qué cerraste la puerta con…
-Intenté hacerlo por las buenas- me interrumpió.
Lo mire, extrañada.
-¿Hacer qué?
-Convencerte.
Rodee los ojos.
-Pues ya deja de intentar. No va a funcionar.
Y entonces, me sonrió. Al principio parecía una sonrisa divertida, pero cuando vi que se acercaba, parecía más como una traviesa. Mi corazón se agitó.
-¿Eso crees?
-No solo lo creo. Lo sé, idiota- dije, haciendo mi mayor esfuerzo por ocultar mi nerviosismo.
Me ponía nerviosa estar a solas con él, y peor aún, estar a solas con él en un lugar con la puerta cerrada con seguro.
Harry se rió entre dientes.
-Como dije antes, intenté hacerlo por las buenas, pero no me queda más remedio que…
-¿Más remedio que qué?- lo interrumpí -¿Qué piensas hacerme, Harry? ¿Crear una nueva amiguita para Huesudo?- pregunte, sarcásticamente, haciendo un movimiento con la cabeza para apuntar al esqueleto que se usa en la clase de anatomía.
Su rostro tiene un aspecto deformado por la ira que siente, pero podría jurar que cuando dije aquello, vi un destello en sus ojos verdes, una mirada de diversión, como si por un breve momento hubiera olvidado que se encontraba furioso conmigo.
-No es mala idea, créeme- dijo, causando que volviera a rodar los ojos –Pero mi idea para convencerte, no te lastimara en lo absoluto- cada palabra que salía de su boca, la acompañaba con un paso hacia mí –En realidad, es todo lo contrario- se acercó, estando a solo unos centímetros de distancia. Retrocedí un paso, pero mi trasero choco con el escritorio del maestro. <<Ay, mierda>> -Mi plan es causarte el mayor de los placeres- su voz lenta y ronca fue como una hermosa melodía, pero cuando mi cerebro comprendió el contenido de sus palabras, sentí como si mi estomago cayera.
Sus largos brazos se colocaron en ambos lados de mi cuerpo, recargándose en el escritorio e inclinándose hasta acercar su rostro al mío, acorralándome. Su mirada dejo de ser furiosa y se hizo serena en solo un segundo.
<<¡OH, POR DIOS!>>
-¿Q-Qué?- tartamudee.
-Me escuchaste- dijo, y sin más, tomo cada una de mis piernas con cada una de sus manos y me impulso para quedar sentada sobre el escritorio, con una rapidez que realmente me impresionó.
Colocó su cuerpo entre mis piernas y, por Dios, agradecí eternamente a que yo sea del tipo de chica que prefiere usar jeans en lugar de faldas en el instituto. Sentía que en cualquier momento mi corazón saldría de mi caja torácica. Mi cerebro me gritaba que lo alejara de mí, que él no me quería, que esto era solo un juego para él. Y mi corazón me animaba, me recordaba que él me gustaba, que él me atraía. Así que me quede quieta. Inmóvil. Callada. Sumisa.
Harry acerco sus labios a mi oído y susurro:
-¿Estas nerviosa o por qué de repente te quedaste callada?
Trague saliva. Su cercanía me dejaba muda y, al parecer, también me quitaba cualquier tipo de razonamiento. Lo cual creí ridículo, por lo que luche con todas mis fuerzas para poder darle una respuesta entendible.
-N-no me pones ner… - me calle y solté un pequeño jadeo al sentir sus dientes morder, ligeramente, el lóbulo de mi oreja.
-Shhh- me susurró.
Sus rizos hacían cosquillas en mi mejilla y mandíbula. Sus labios dejaron un beso por debajo de mi oreja y lo sentí como el paraíso.
-Me gusta tu cabello, pero creo que ahora nos esta estorbando, ¿no crees?- preguntó, y sin esperar una respuesta de mi parte, acercó una de sus manos y alejó el cabello que se encontraba sobre mi hombro, colocándolo en mi espalda.
Coloco sus labios sobre el punto en donde se une mi cuello con mi hombro y comenzó a depositar besos en toda esa área. Sentía que en cualquier momento me derretiría. Mi corazón latía con una rapidez anormal, y me sorprendí al darme cuenta que el suyo también. Sus manos se colocaron en la parte baja de mi espalda, con la intención de acercarme más a él, y al hacerlo, solté un vergonzoso gemido y el un gruñido, ya que nuestras partes íntimas se rozaron levemente. Mis manos viajaron hasta sus hombros, haciendo un lento camino hacia su cabeza, en donde mis dedos jugaron con sus hermosos rizos de color caoba. De un momento a otro, los besos comenzaron a subir de mi clavícula hasta mi cuello, para después concentrándose en un solo lugar. Lugar en donde comenzó a succionar y a rozar con sus dientes. Y entonces, lo comprendí: me estaba marcando. Jamás había llegado a tanto con un chico, y eso que ni si quiera nos hemos besado.
No nos hemos besado.
Se supone que eso se hace en este tipo de situación, ¿no?
<<Jamás, desde que lo conozco, nos hemos besado>>
Y es totalmente cierto. Jamás nos hemos besado. Jamás. Lo que me pone a pensar:
<<¿Se besara con las chicas con las que tiene sexo? ¿O solo les da placer, como dijo que haría conmigo?>>
Y entonces, lo comprendí.
No hay ninguna diferencia entre esas chicas y yo, porque somos iguales. Ante esos ojos verdosos, somos iguales. El solo nos ve como un juguete con el que se divertirá hasta que se aburra. Hasta que encuentre a otro nuevo.
Él no me quiere. Él no me ve de la manera en la que yo lo veo. Él jamás lo hará.
Mi vista se nubla por un momento con lágrimas creadas por la tristeza que siento, y después, recuerdo que hace solo unos momentos era capaz de entregarle todo de mí. Así que la ira suplanta la tristeza. Y eso me hace sentir mejor, o por lo menos eso me hago creer.
-No- susurro, pero él no me escucha –Harry, para- digo con voz temblorosa, cerrando mis ojos con fuerza.
<<El solo me está usando. Él no me quiere. ¿Por qué soy tan estúpida?>>
-¡Dije que pares!- digo con voz más firme, abriendo mis ojos y alejándolo de mí con un fuerte empujón.
Él se aleja, aturdido y jadeando. Sus ojos se encuentran con los míos y parece confundido. Esas verdes esmeraldas están casi obscuras, jamás lo había visto así.
-¿Qué dices?- pregunta.
Su voz ronca eriza mi piel. Y eso duele.
-Que te detengas. Yo no soy como esas chicas con las que tú sueles tener sexo… A mí no me compraras de esa manera- le espete, furiosa.
-Yo no…
-No me interesa escucharte- le aclaro y bajo de un salto del escritorio.
Veo mi celular y mi bolso en el suelo. Ni si quiera me acordaba de ellos, se debieron de haber caído cuando me metió al salón. Los recojo y casi suspiro de alivio al ver que la pantalla de mi celular aún está intacta. Camino hacia la puerta del salón, pero la voz de Harry me detiene.
-Espera… ¿Por qué?
-¿Por que qué?- le pregunté.
-¿Por qué me rechazaste?
Mis hombros caen. Le doy la espalda, por lo que no puedo ver su expresión, aunque me gustaría hacerlo.
-¿No te has puesto a pensar que quizás no todas las chicas busquen solo sexo de ti?
-¿De qué hablas? No te entiendo- pregunta y su voz suena confundida.
Negué con la cabeza y me reí sin ni una pisca de humor.
-No quieres entender, que es diferente- le aclare –Adiós, Harry.