Las galletas de los deseos |E...

De MyCherryBomb

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Luego de varios meses de amor y dulzura, Olivia es asaltada por las dudas. Deseosa de saber si Kevin es el ho... Mai multe

Nota de autor
Prólogo
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Epílogo

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De MyCherryBomb

Lorenzo nos recibe tan cálidamente como siempre. Guadalupe abraza a su hijo y me da un beso en la mejilla a modo de saludo. Es una mujer que se ve bastante buena, pero de todos modos me da un poco de miedo.

Mi suegro y Kevin se van al patio para empezar a acomodar las cosas, mientras yo sigo a mi suegra hasta la cocina. En la mesada ya están preparados los ingredientes para la torta y me doy cuenta de que va a preparar una torta golosinera, ya que la mesa está llena de cositas dulces que me dan ganas de comer desde ahora.

Esboza una sonrisa cálida y no puedo evitar devolvérsela.

—Bueno, te invité porque Kevin quería que la torta la hicieras vos, así que ahora no va a tener motivo para enojarse porque la hicimos juntas —comenta empezando a colocar los huevos el bol de la batidora eléctrica.

La ayudo pesando los ingredientes y cocinamos entre risas, contando anécdotas graciosas sobre mi pastelería y su restaurante. Es bueno tener una suegra cocinera, al menos tenemos algo en común. Bueno, dos cosas en común: La pasión por la cocina y el amor hacia Kevin.

Mientras limpiamos el desastre de la mesada y esperamos a que el bizcochuelo termine de hornearse, ella prepara café y nos sentamos para descansar.

—¿Te dijo Kevin por qué nunca aparecí? —me pregunta con tono interesado y avergonzado a la vez. Niego con la cabeza.

—No, no quiere o no puede.

—¿Querés saberlo?

Me quedo en silencio y suspiro. La verdad es que sí, me gustaría, pero a la vez siento que me entrometo en su vida y no tengo el derecho.

—Como desee —replico finalmente. Es una buena respuesta, me hace liberarme de culpas en caso de que no quiera contármelo y yo la esté obligando si le digo que sí.

—Tengo que hacerlo —comenta, jugando con una miga de budín—. Más que nada porque Kevin me habló sobre la relación que tenés con tu padre y lo de tu mamá y creo que es necesario para que no creas que soy una mujer abandonadora. —Kevin es chusma como su padre, estoy algo ofendida.

—No creo que sea necesario, usted debe tener sus motivos y yo no necesito saberlo. Sí, mi papá es un abandonador, pero...

—Oli, primero, no me trates de usted que me siento vieja. Segundo, creo que es algo que necesitas saber de todos modos —me interrumpe con seriedad. Suspiro.

—Está bien.

—Bueno... —Pasa un dedo por el borde de su taza en un intento de encontrar las palabras—. Cuando decidí alquilar mi vientre fue más que nada por necesidad. En ese momento estaba muy mal de dinero, me pagaban muy mal en mi trabajo y era una tortura, entonces se me ocurrió esta idea. El primero que apareció fue el padre de Joaquín, me convenció junto a su esposa porque no podían tener hijos y querían uno de cualquier manera. Me pagaron una gran cantidad de dinero y en dólares, incluso todos los gastos que el embarazo requería. Me salvaron.

»Es casi imposible que una mujer embarazada no se implique con el bebé a pesar de que sabe que no va a ser la madre. Una siente las patadas, mira las ecografías, sueña con esa carita. Cuando nació Joaquín fue... triste y feliz. Sus padres se lo llevaron del hospital y yo me fui con los brazos vacíos, sintiéndome sola. Les pedí que por favor me mandaron fotos de mi bebé cada año para saber cómo iba creciendo, pero cuando su mamá falleció ya no tuve más contacto, excepto por Lorenzo. Él seguía mandándome fotos de Kevin y Joaquín, incluso le sacaba fotos mientras dormían porque sabía que no iban a dejar que los fotografiaran. Y sí, él sabía que mis ojitos verdes era mi hijo.

Se ríe y no puedo evitar sonreír con tristeza.

—Debe ser difícil ver a tu hijo solo por foto —comento. Ella asiente y suspira—. ¿Y Kevin también tenía madre?

—No —contesta rápidamente—. Lo que pasó con tu novio fue algo completamente distinto al embarazo anterior y... acá empieza el problema.

»Yo estaba comprometida, pero él... Era alcohólico y violento. Gastaba el dinero en bebidas, apuestas y mujeres, yo sufría muchísimo. Nunca me pude liberar de él. —Sus ojos se llenan de lágrimas y me dan ganas de consolarla—. Una noche, en un intento de escape, me crucé con Lorenzo. Él casi me atropella con el auto y decidió llevarme a su casa para curarme los rasguños, pero una cosa llevó a la otra y...

Mierda, entonces Kevin fue una especie de error. Pobrecito.

—Tuve que volver a mi casa, a pesar de que Lorenzo no quería, pero no podía quedarme de brazos cruzados, tenía que demandar a mi pareja —prosigue Guadalupe con la mirada perdida—. Fue lo peor que pude haber hecho. Al regresar, me encerró y no pude salir nunca más. Me enteré de que estaba embarazada unos meses después, él quería que abortara pensando que era suyo, producto de esas tantas veces que me obligó a tener relaciones.

—Ay, Dios, Guada... No puedo creerlo —contesto completamente dolida y atónita. Esboza una breve sonrisa.

—Pude lograr que me dejara tenerlo, con la excusa de que iba a darlo en adopción. Sabía que el padre era Lorenzo, sabía que tenía dinero para poder mantener a su hijo y él me había comentado esa misma noche que deseaba ser padre. Así que en el último mes de embarazo, lo pude contactar. Le conté absolutamente todo y él me dijo que me había buscado por todos lados. Volvió a pedirme que me escapara con él, pero me negué. Si me escapaba, el bebé corría riesgos, mi pareja iba a encontrarme. Yo estaba amenazada y sabía de lo que era capaz ese hombre.

»Hicimos una especie de contrato. Él me iba a contar todo sobre nuestro hijo, pero esto tenía que quedar como secreto. Le comenté que alquilé el vientre anteriormente y fue una buena idea decirle eso a Kevin cuando creciera, también acordamos que no iba a aparecer en su vida hasta que mi acompañante falleciera. Siempre le tuvo rencor al bebé que tuve y era peligroso si yo venía a visitarlo. De todos modos, siempre que podía tenía encuentros con Lorenzo.

»Le dije que me gustaría que mis dos hijos estuvieran juntos, se llevaban un año de diferencia, por lo que no sería difícil unirlos. Empezaron la escuela juntos y yo... —Se emociona y no puedo evitar lagrimear—. Estaba tan feliz de que estuvieran unidos. Pero Kevin era mi bebé, el producto de una noche en la que me sentí amada por un momento y ese amor se lo deposité a él. Me dolió muchísimo cuando no quiso verme.

—¿Hace mucho murió tu ex? —interrogo con voz temblorosa.

—Dos años. Pero recién ahora puedo estar con quien quiero. No quiero perderme más de la vida de mi hijo, Oli. Veo que sos una chica muy buena y que lo ama, y sé que él te ama a vos y eso es lo más importante. —Suspira—. Quiero que me des permiso para asistir al casamiento y estar presente cuando me den un nieto.

Arqueo las cejas. ¿Mi permiso? Pero si eso es un tema entre ellos, yo no tengo nada que ver.

—Kevin me dijo que te preguntara a vos porque pensó que te sentirías incómoda conmigo —agrega al ver mi cara de confusión. Siento que me sonrojo y me aclaro la voz.

—Sí, bueno, obvio que tenés mi permiso. Al fin y al cabo, sos mi suegra —respondo con tono decidido, aunque por dentro estoy dudando. Me da miedo que su aparición haga cambiar a Kevin y deje de ser quien es.

Esboza una sonrisa de agradecimiento y se levanta para mirar si ya está listo el bizcochuelo. Lo saca del horno en cuanto ve que así es. Lo desmolda y lo deja sobre una rejilla para que se enfríe.

—Siempre podés pedirme consejos en caso de que necesites algo respecto a ustedes —me dice. Hago una mueca y se ríe—. Oli, no soy una suegra mala, no me tengas miedo.

Suelto una risita y respiro un poco más aliviada. Ahora entiendo por qué Kevin no quería contarme su historia, era muy personal.

Terminamos nuestros cafés mientras se enfría la preparación y los hombres entran a la cocina.

—Yo pensé que estaban cocinando y están tomando un rico café sin invitar —comenta Lorenzo guiñándome un ojo y sirviendo la bebida en dos tazas.

Ahora que sé toda la historia, no puedo evitar pensar. ¿Él amó siempre a Guadalupe o será que ahora le da una oportunidad por el hecho de estar viejo? Kevin se sienta a mi lado y me mira con atención, intentando averiguar algo en mis ojos.

—¿Estás bien? —me pregunta por lo bajo, dándose cuenta de que su madre me contó la verdad. Asiento con la cabeza.

En este momento se ve tan lindo que quiero comérmelo a besos, pero todavía sigo enojada por lo de esta tarde.

Lorenzo le da una taza a su hijo y él se sienta en la otra punta. Guadalupe se pone de pie para continuar con la torta y la imito, necesito estar un poco alejada de Kevin. No sé si está más lindo de lo normal o las ganas que me quedaron después de lo que me hizo me están haciendo que lo vea más lindo para que no resista más.

Él me mira de arriba abajo, con mirada hambrienta y una sonrisa torcida que conozco muy bien, ya que es la que pone cuando tiene pensamientos subidos de tono.

—Te dije que se iban a llevar bien, hijo. —Escucho murmurar a mi suegro—. Al fin y al cabo, cumplen años el mismo día.

¿Pero qué...? ¡Esto es una desgracia! ¿Cumplo años el mismo día que mi suegra? ¡Noooo!

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