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30 de enero, 2019

Un estruendo horrible me saca de mi ensoñación y doy un sobresalto junto con Kevin. El viento afuera es horrible y veo varios relámpagos intermitentes seguidos de truenos bastantes fuertes. Me pego al cuerpo de mi novio, él sabe que tengo algo de miedo a este tipo de tormentas.

—Voy a ver qué pasa —murmura poniéndose de rodillas—. Quiero ver si alguien más está despierto.

—No, Kevin, no salgas —le pido con voz temblorosa. Niega con la cabeza, abre el cierre de la carpa y se asoma. Escucho que dice algo, pero no logro distinguir qué. Al instante entra y vuelve a cerrar.

—El guardia dijo que nos quedemos adentro, parece que va a haber una tormenta bastante fuerte —comenta volviendo a acostarse y me abraza. Menos mal que compramos una tienda bastante grande y resistente o ya se hubiese volado.

El sonido del viento es feroz y ni cerrando los ojos dejo de ver las luces que nos rodean.

—Tranquila, aceituna —susurra al notar que tiemblo—. Estás conmigo. —Eso me hace relajar y me acurruco más contra sus brazos.

—La pasé bien hoy —admito. Siento que sonríe y hace un sonido afirmativo.

—Me di cuenta. Tenías una sonrisa tan hermosa que me derretí por dentro, sos perfecta —contesta acariciando mi pelo.

—Vos también tenías una sonrisa preciosa, hiciste que me enamorara aún más y no pensé que eso fuese posible.

—Todavía seguimos conociéndonos —expresa acariciando mi cintura con su pulgar. Asiento con la cabeza—. ¿Seguís queriendo casarte conmigo? —interroga, me apoyo sobre mi antebrazo y lo miro a los ojos.

—Por supuesto que sí, creo que no me arrepentiría jamás de eso. —Trago saliva—. ¿Vos ya te arrepentiste? —Esboza una sonrisa torcida.

—Para nada, aceituna, estoy tan seguro de que quiero casarme con vos, de que seas la madre de mis hijos, de que quiero envejecer a tu lado... —Un rayo cae bastante cerca y lo interrumpe. Me mira con preocupación y acaricia mi mejilla, sé que está intentando distraerme.

—Desde que estoy con vos me tomo las vacaciones en serio —comento. Arquea las cejas—. El año pasado salí a la playa a buscarte, ahora estamos en un campamento... En los años que fui pastelera en mis vacaciones me quedaba en casa durmiendo y a veces iba a trabajar.

—¿Pero qué clase de vacaciones son esas? —pregunta divertido. Sonrío y me encojo de hombros.

—Eran vacaciones de una solterona que no tenía nada que hacer en su vida. Ahora estás vos y sé que te gusta salir, pasear, jugar... Básicamente, llegaste a mi vida para darla vuelta. Pero me gusta.

Esboza una sonrisa tímida y lo acaricio. La lluvia ya comenzó a caer y se puede escuchar el ruido que hacen las gotas contra la carpa, espero que no entre agua ni nada por el estilo.

Siento los labios de Kevin sobre los míos y le devuelvo el beso con la misma pasión. Enreda su mano en mi pelo mientras con la otra aprieta mi cadera con suavidad.

—Te amo —murmura.

Le respondo con un beso y acaricio su espalda desnuda. Enseguida está sobre mí, besando mi cuello, acariciando mi cuerpo, haciéndome estremecer por el roce de su piel sobre la mía. El sonido de la lluvia se encuentra lejano, ahora solo escucho mi corazón, nuestras respiraciones lentas y pausadas y el ruido que dejan sus besos sobre mi piel.

Muerdo mi labio en cuanto me saca la remera y siento sus labios recorrer mis pechos con suavidad.

—¿Nos escucharán? —pregunto algo nerviosa por hacer esto en el lugar en donde estamos. Niega con la cabeza y sonríe.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Where stories live. Discover now