46

3.3K 361 69
                                    

4 de marzo, 2019

Pablo y Julián vinieron a casa a cenar, así que ahora estamos sentados alrededor de la mesa, con dos cajas de pizza vacías ocupando lugar, tomando vino y relajados después de un largo día de trabajo.

Mi hermano no podía creer cuando le conté que la vecina es la hermana de Juliana y me dijo que tengo que ir a una especie de brujo para que limpie mi energía porque estoy atrayendo cosas malas. Yo solo me reí, no creo en esas cosas ni mucho menos pienso en que atraigo cosas negativas, creo que el destino es bastante traidor y provoca estas cosas, no mi energía.

Siento como si tuviese el muñeco maldito de nuevo, como cuando me pasaban cosas malas, pero con final feliz. ¿Será que las galletas de la suerte están haciendo esto? Suena gracioso que no crea en energías, pero sí en una galleta. Debo estar loca.

Kevin me ofrece más vino, pero me niego. La verdad es que estoy algo preocupada por el tema del supuesto embarazo, no voy a decir nada ni ilusionarme hasta notar más síntomas, como la ausencia de menstruación, pero como me tiene que llegar en dos días todavía no noto nada más aparte de la hipersensibilidad en todo mi cuerpo. De hecho, estoy tan nerviosa por el casamiento que no me sorprendería que se atrase por ese motivo y no por un embarazo.

—No sabemos si ir a la despedida de soltero tuya o de Oli —comenta Pablo entre risas—. Porque si hay strippers nos gustaría ir más a la de Oli, pero como somos hombres deberíamos ir a la tuya.

—¿Va a haber strippers en tu fiesta? —pregunta Kevin mirándome y frunciendo el ceño. Me encojo de hombros.

—No tengo ni idea, ni siquiera sé cuándo va a ser —respondo—. Pero estaría bueno que vinieran a mi fiesta, sobre todo porque no creo invitar a mucha gente. Quizás pueda invitar a Juliana, pero después le va a contar todo lo que hago a María, así que no puedo confiar mucho en ella.

—La verdad que nuestra nueva hermana no me inspira confianza —opina Julián, llevándose la copa a los labios para tomar un trago—. ¿Y si en realidad no es nuestra hermana y es todo un invento de la rubia?

—No, porque vi que Juliana tiene el apellido Vega, así que mentira no es... Lo que es turbio es el hecho de que María haya estado encima de mí todo el tiempo, quizás me tiene algo de odio porque soy la hermana de su hermana y quizás por eso quería sacarme a Kevin, no tengo idea. Solo sé que está medio loca —contesto comiendo una aceituna que quedó. Mi acompañante me mira con diversión, siempre le da risa cuando como mi apodo.

—Deberían investigar más —expresa él—. No creo que Juliana sea tan mala como piensan, la están juzgando solo porque miran a María y ven sus cosas malas, pero no ven sus cosas buenas.

Los tres nos quedamos en silencio, mirándolo. ¿Qué tiene de bueno esa mujer? ¡Nada! Al menos a mí no me lo demostró jamás. Por el contrario, cada vez que la veo me doy más cuenta de que es una arpía.

—A lo que me refiero es que seguramente algo bueno deben tener, no pueden ser malas así porque sí —agrega para defenderse—. Los hijos son como los padres, técnicamente, así que quizás su madre es como ellas, medio creída. Así como ustedes son como sus madres, yo como mi padre y Pablo... bueno, no sé cómo es tu familia.

—Mamá, papá, hermano mayor y hermana menor. Simple. Soy el del medio y por ende al que menos bola le dan —responde mi cuñado encogiéndose de hombros—. El mayor es favorito por ser el primero, la menor es favorita por ser la más chica y la única mujer, porque aunque me gusten los hombres no cuento como mujer, así que yo soy el que está de relleno.

No puedo evitar soltar una carcajada y me siento mal por él.

—No tengan hijos impares —comenta mi hermano—. Ahora que me doy cuenta, también soy el del medio y quizás por eso el más odiado.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Where stories live. Discover now