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Por suerte el tener bebés no hizo que cambiaran este ritual, así que en media hora están en mi casa.

—¿Dónde están Mica y Fede? —cuestiono.

—Con sus padres —responde Romina dándome un beso en la mejilla—. Es una reunión de emergencia y ellos pueden cuidar a sus bebés.

—¿Y Kevin? —pregunta Cinthia frunciendo el ceño. Al ver mi cara se dan cuenta de todo.

Les hago un gesto para que me acompañen a la cocina y comienzo a preparar café mientras ellas toman asiento. Cuando está listo, les sirvo y me siento para hablar con ellas.

—Lo eché de la casa solo por hoy. En el campamento pasó algo y... No sé qué hacer —comento. Ellas me miran con las cejas arqueadas para que prosiga con la historia—. Bien, el anteúltimo día tuve que acompañar a Benjamín a una cabaña, se me insinuó y logré apartarlo. Cuando volví a la zona del campamento, estaba la vecina haciéndole masajes, ambos estaban en ropa interior.

—¿¡Qué!? —chilla la colorada con los ojos desorbitados—. ¡Qué mierdas que son! ¡No lo puedo creer!

—Pará, que la saqué a la rubia de los pelos. Después de eso, Kevin intentó explicarme, pero no quise escucharlo. Al otro día, todo transcurrió medianamente bien hasta que Benjamín me preguntó cómo estaba ante el supuesto engaño de Kevin y la rubia saltó diciendo que mi novio la besó.

—Ay, no... —murmura Cinthia.

—A todo esto —prosigo—, el idiota salió como loco a decir que es mentira. Desde ese momento que no para de decirme que le crea y que la rubia miente y ya no sé qué hacer.

—Dios, Olivia... Esto no me lo esperaba. ¿Vos le creés a Kevin? —interroga Romina. Asiento con la cabeza—. Bueno, supongo que esa es la parte perdonable. Ahora, ¿por qué mierda estaban haciéndose masajes semidesnudos?

—Según él y un chico que conocimos ahí, cuando yo me fui con Benjamín, Kevin comentó que le dolía la espalda y la rubia, como trabaja de masajista, le insistió tanto ofreciéndose para masajearlo que él se cansó y terminó aceptando, pero no sé porqué ella estaba en ropa interior, para provocarlo nomás —replico antes de darle un sorbo a mi bebida. Suspiro y muerdo mis uñas.

—Tu novio es un idiota —expresa Cinthia rodando los ojos—. Bien podría haber dicho que no y punto, pero es tan tonto que quiere quedar bien con todo el mundo y terminó haciendo este desastre.

—¿Se van a casar? —me pregunta la otra preocupada. Me encojo de hombros.

—No tengo idea, no sé qué hacer. Para colmo, hace un rato vino Benjamín y... y me besó.

Las dos abren los ojos de par en par y la boca con sorpresa.

—¡Olivia, no! Con eso tirás todo tu enojo abajo, no podés estar enojada con Kevin cuando acabas de hacer lo mismo, ¡o peor! Porque yo creo que él no miente con lo que no besó a María —manifiesta la rubia agarrándose la cabeza con incredulidad—. ¿Y qué hiciste con ese?

—¡Nada! Lo alejé, le di una cachetada y le dije que nunca más me toque ni se acerque a mí. Para colmo, de lejos venía Kevin y mi ex le dijo que estaba en casa para traerme una cosa, no le comentó del beso. ¡Me siento tan culpable! —exclamo con voz temblorosa. Ellas se miran entre sí y suspiran.

—Vos tenés que hacer dos cosas —opina Romina—. Uno, decirle a Kevin que Benjamín te besó y dos, perdonarse mutuamente. Esto es una idiotez, son grandes, Olivia... No tienen que dejar que nadie los separe, es obvio que quieren alejarlos. La confianza es la base de toda relación, Bellota.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Where stories live. Discover now