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26 de enero, 2019

No era más que una simple infección urinaria. El dolor que sentía provenía de mis riñones, así como la fiebre y los vómitos causados por la misma. Me dieron unas pastillas para tomar y me siento mucho mejor, pero tengo que seguir el tratamiento durante una semana y eso es lo que más me molesta.

Con Kevin no volvimos a hablar del test negativo ni volvimos a tocar el tema de un hijo, creo que por ahora es mejor dejar eso un poco de lado.

Julián decidió mudarse con Pablo, ya que en el departamento se sentía algo incómodo, así que es oficial que el lunes empezamos nuestras vacaciones. Lo malo es que hoy Kevin se fue a trabajar y yo me quedé en casa, él me dijo que todavía no estoy del todo bien como para ayudar en la pastelería.

El timbre suena y al instante entran Romina y Cinthia con sus cochecitos.

—Deberías aprender a cerrar la puerta con llave —dice la rubia dándome un beso en la mejilla—, sobre todo si estás sola y tu vecina quiere robar a tu novio.

Saludo a la colorada y juego un instante con sus bebés.

—Tienen razón, pero hace mucho que no la veo. La última vez fue en la fiesta de la piscina y... —comento. Hacen una mueca—. ¿Qué?

—Bueno, nosotras la acabamos de ver en la pastelería —manifiesta Romina con incomodidad—. Estaba hablando muy animada con Kevin, sinceramente no nos gusta nada.

Las miro con atención. Están tan serias que me preocupan, nunca tienen esa expresión a no ser que sea algo realmente grave. Les hago un gesto y nos dirigimos a la cocina para charlar, tomar café y comer.

—Ayer no fuiste a trabajar, ¿no? —interroga Cinthia, asiento con la cabeza—. ¿Y Laura está de vacaciones?

—Sí —replico, mordiendo mis uñas—. ¿Por qué?

—Al no estar ella, fuimos nosotras a ayudar a Kevin, por lo menos un ratito. Notamos que estaba con muchos clientes... El problema es que... —comienza a decir Romina, pero se detiene para buscar las palabras—. Bueno, creemos que tu vecina lo está ayudando. Tenía puesto tu delantal y atendía...

—¿Mi delantal? —cuestiono atónita. Ellas asienten con lentitud—. ¿Y Kevin no le dijo nada?

—No sabemos, pero esta mañana fue el colmo. Ella bajó a la cocina, detrás de él —dice la rubia. Retuerzo mis dedos con nerviosismo y se me forma un nudo en la garganta—. Volvió a subir enseguida, pero sin el delantal. Estaba furiosa y se fue.

—¿Estaba furiosa? —inquiero arqueando las cejas—. ¿Por qué? —Ambas se encogen de hombros.

—Tenemos la sospecha de que se le insinuó a Kevin y él dijo que no —replica nuevamente Cinthia. Romina le da un sorbo a su café.

—Tu prometido es muy inocente o no sé a qué está jugando, Oli, pero tené cuidado con esa zorra —murmura. Hago un gesto afirmativo y masajeo mi sien.

—Juro que me voy a morir si me engaña con esa, estoy seguro de que va a caer en la tentación, ningún hombre se resiste a semejante cosa —manifiesto con pesadez—. ¿Vieron que estaba con infección urinaria? Bueno, Kevin pensó que estaba embarazada. El test dio negativo, ¡y se puso a llorar!

—Pobrecito... —expresan a la misma vez.

—Me sentí tan mal, les juro. Soñé que iba con la rubia a hacerle un hijo. —Mis ojos se inundan de lágrimas al recordar eso y las miro—. ¿Creen que debería...?

—Eso está en vos, amiga —me interrumpe Cinthia—. Si es solo para retenerlo, no, pero si realmente lo sentís, podés tener un bebé.

—Estoy de acuerdo —se adhiere la otra haciendo un gesto afirmativo y come una tostada—. Pero mejor decidite rápido, Bellota. ¿Faltan dos meses para el casamiento? —Asiento—. Bueno, tranquilamente llegas perfecta, ni panza vas a tener todavía. —Me guiña un ojo—. Es más, si sos de las convencionales, de esas que primero se quieren casar y después tener un hijo, es lo mismo. Técnicamente, te casas embarazada, pero el bebé nace después. —Me río ante esa lógica porque es verdad.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Where stories live. Discover now