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17 de enero, 2019

Después de cerrar la pastelería, con Kevin nos dirigimos a comprar algunas cosas para la fiesta del sábado.

Estamos en la parte del cotillón, mi novio no para de agarrar cosas innecesarias como gorritos de cumpleaños infantiles, velas multicolores, globos y esas cosas.

—Mirá, amor, para cuando nos casemos —dice, mostrándome una guirnalda negra que dice "feliz casamiento". Me río y asiento con la cabeza.

—Aunque es medio fea por el color que tiene. Parece más de un funeral que de un casamiento.

Nos reímos y continuamos buscando cosas. Ni siquiera sé qué vamos a comprar y Kevin me distrae cada vez más con sus comentarios sobre fiestas.

—¿Qué te parece esta? —interroga. Infla un globo amarillo que dice "compromiso".

—Está buena. Podemos agarrar un par para que se saquen fotos. Y quizás podríamos conseguir uno de esos cuadros selfie que digan algo así como "nuestro compromiso".

Kevin asiente distraídamente con la cabeza mientras agarra una vincha con cuernitos y me la pone con expresión divertida.

—Sos un diablo vestido de ángel —dice con tono pícaro. Luego me toma de la mano y me atrae hacia él para darme un intenso beso en los labios—. Lo bueno es que eso es solo en la cama y sos un diablito exclusivo para mí —susurra en mi oído, haciéndome estremecer. Suelto una risita nerviosa.

—Para vos soy lo que quieras —respondo con tono coqueto. Arquea las cejas.

—¿Lo que quiera? —interroga. Asiento con la cabeza aunque trago saliva. Creo que metí la pata al decir eso—. ¿Podrías cumplirme una fantasía?

—Uf, depende —contesto sonriendo y alejándome de él para seguir mirando cosas—. No voy a entregar la parte de atrás —agrego rápidamente y él se ríe.

—No, no era eso, pero gracias por aclararlo. —Se aclara la voz—. Es algo muy sencillo.

—A ver, decilo de una vez.

—Quiero que me hagas un striptease al ritmo de You can leave your hat on mientras comes crema con la mano —dice rápidamente y veo que se sonroja. Yo también siento mi cara arder al imaginarme en esa situación.

—Cuando nos casemos lo hago —prometo con seguridad. Creo que voy a tener que prepararme mentalmente para aquella escena tan vergonzosa.

—¿En serio? —pregunta con desconfianza—. ¿Y por qué no esta noche?

—Porque va a ser como un regalo en la luna de miel —contesto con naturalidad. Él asiente con lentitud y sonríe.

—¿A dónde querés ir de luna de miel? —cuestiona con interés y volviendo a depositar la vincha que me puso en su lugar. Me quedo callada por un instante, esa pregunta me tomó bastante por sorpresa.

Tomo su mano y nos dirigimos a la parte de textiles. Quiero un mantel blanco porque creo que eso pega con el compromiso.

—No sé —digo finalmente—. Acá en junio hace frío, podríamos ir a un lugar cálido...

—¡Vamos a la playa nudista! —grita y varias personas a nuestro alrededor se giran a mirarlos con una sonrisa burlona en el rostro—. Lo hablamos el año pasado, ¿te acordás? —comenta ahora con tono más bajo. Hago una mueca.

—No sé, lo dije como una broma. No creo aguantar andar desnuda por todos lados y menos que te vean a vos desnudo. Sobre todo, porque los hombres tienen mucho para envidiarte y las mujeres tienen mucho para mirar —respondo mirándolo a los ojos. Él esboza una sonrisa torcida y acaricia mi mejilla con su pulgar.

Las galletas de los deseos |EcdC#2|Where stories live. Discover now