Las galletas de los deseos |E...

By MyCherryBomb

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Luego de varios meses de amor y dulzura, Olivia es asaltada por las dudas. Deseosa de saber si Kevin es el ho... More

Nota de autor
Prólogo
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Epílogo

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By MyCherryBomb

30 de enero, 2019

Un estruendo horrible me saca de mi ensoñación y doy un sobresalto junto con Kevin. El viento afuera es horrible y veo varios relámpagos intermitentes seguidos de truenos bastantes fuertes. Me pego al cuerpo de mi novio, él sabe que tengo algo de miedo a este tipo de tormentas.

—Voy a ver qué pasa —murmura poniéndose de rodillas—. Quiero ver si alguien más está despierto.

—No, Kevin, no salgas —le pido con voz temblorosa. Niega con la cabeza, abre el cierre de la carpa y se asoma. Escucho que dice algo, pero no logro distinguir qué. Al instante entra y vuelve a cerrar.

—El guardia dijo que nos quedemos adentro, parece que va a haber una tormenta bastante fuerte —comenta volviendo a acostarse y me abraza. Menos mal que compramos una tienda bastante grande y resistente o ya se hubiese volado.

El sonido del viento es feroz y ni cerrando los ojos dejo de ver las luces que nos rodean.

—Tranquila, aceituna —susurra al notar que tiemblo—. Estás conmigo. —Eso me hace relajar y me acurruco más contra sus brazos.

—La pasé bien hoy —admito. Siento que sonríe y hace un sonido afirmativo.

—Me di cuenta. Tenías una sonrisa tan hermosa que me derretí por dentro, sos perfecta —contesta acariciando mi pelo.

—Vos también tenías una sonrisa preciosa, hiciste que me enamorara aún más y no pensé que eso fuese posible.

—Todavía seguimos conociéndonos —expresa acariciando mi cintura con su pulgar. Asiento con la cabeza—. ¿Seguís queriendo casarte conmigo? —interroga, me apoyo sobre mi antebrazo y lo miro a los ojos.

—Por supuesto que sí, creo que no me arrepentiría jamás de eso. —Trago saliva—. ¿Vos ya te arrepentiste? —Esboza una sonrisa torcida.

—Para nada, aceituna, estoy tan seguro de que quiero casarme con vos, de que seas la madre de mis hijos, de que quiero envejecer a tu lado... —Un rayo cae bastante cerca y lo interrumpe. Me mira con preocupación y acaricia mi mejilla, sé que está intentando distraerme.

—Desde que estoy con vos me tomo las vacaciones en serio —comento. Arquea las cejas—. El año pasado salí a la playa a buscarte, ahora estamos en un campamento... En los años que fui pastelera en mis vacaciones me quedaba en casa durmiendo y a veces iba a trabajar.

—¿Pero qué clase de vacaciones son esas? —pregunta divertido. Sonrío y me encojo de hombros.

—Eran vacaciones de una solterona que no tenía nada que hacer en su vida. Ahora estás vos y sé que te gusta salir, pasear, jugar... Básicamente, llegaste a mi vida para darla vuelta. Pero me gusta.

Esboza una sonrisa tímida y lo acaricio. La lluvia ya comenzó a caer y se puede escuchar el ruido que hacen las gotas contra la carpa, espero que no entre agua ni nada por el estilo.

Siento los labios de Kevin sobre los míos y le devuelvo el beso con la misma pasión. Enreda su mano en mi pelo mientras con la otra aprieta mi cadera con suavidad.

—Te amo —murmura.

Le respondo con un beso y acaricio su espalda desnuda. Enseguida está sobre mí, besando mi cuello, acariciando mi cuerpo, haciéndome estremecer por el roce de su piel sobre la mía. El sonido de la lluvia se encuentra lejano, ahora solo escucho mi corazón, nuestras respiraciones lentas y pausadas y el ruido que dejan sus besos sobre mi piel.

Muerdo mi labio en cuanto me saca la remera y siento sus labios recorrer mis pechos con suavidad.

—¿Nos escucharán? —pregunto algo nerviosa por hacer esto en el lugar en donde estamos. Niega con la cabeza y sonríe.

—Y si nos escuchan, ¿qué? Todos saben que somos pareja, no nos pueden decir nada.

Hago una mueca. Apenas conozco a esta gente, pero sé que son capaces de burlarse de nosotros lo que queda de la semana.

Las caricias de Kevin me traen a la tierra nuevamente. Por suerte esta noche nos bañamos en un pequeño baño que queda cerca del campamento, así que no me incomoda el hecho de que cada vez baja más. Saca mi pantalón y la ropa interior de una sola vez, desesperado por poseerme. Ahogo un gemido al sentir su lengua recorrer mi intimidad, con caricias expertas en mi zona más sensible. No puedo evitar arquear mi espalda ni mover mis caderas, pero él me atrapa por los muslos y me mantiene para que no me sacuda, haciéndome más difícil resistir ante aquel simple acto que me llena de placer.

—Kevin... —murmuro con toda mi fuerza de voluntad posible e intento alejarme, pero me detiene. Siento un ligero cosquilleo formándose en la zona donde presta mayor atención y mis piernas comienzan a tensarse.

Se separa de inmediato y suspiro al quedarme con la sensación a flor de piel. En un movimiento lento, comienza a llenar mi interior y tengo que contenerme para no soltar un gemido que despierte a todo el campamento. Aunque gracias al sonido de la tormenta mi voz sonaría más lejana, pero aun así no quiero hacer ningún ruido.

Él pone su cuerpo sobre el mío, sosteniéndose con las manos apoyadas en el suelo, pero rodeo su espalda con mis brazos y lo hago quedar completamente acostado sobre mí, con su respiración en mi cuello y sus manos entrelazándose con las mías.

Toma mayor impulso, embistiendo con mayor dureza y provocando que esa sensación que perdí hace unos instantes vuelva con más fuerza. Besa mi cuello, sube por mi mandíbula hasta llegar a mis labios.

—Oli —susurra contra mi boca—. Voy a...

No escucho lo que me dice, porque cambia de posición y quedo en ángulo completamente favorable para terminar. Agarra mis caderas y las sostiene mientras él mueve las suyas con velocidad.

—Gritá mi nombre —me pide con sus ojos en los míos. Sacudo la cabeza.

—No puedo... —murmuro. Me da demasiada vergüenza hacer eso en medio del bosque con gente extraña.

—Dale, Oli. —Se detiene y gimoteo por la repentina desaparición del nuevo orgasmo. Lo hace a propósito. Apoya sus labios en mi oído—. ¿Sigo?

—Sí, sí. —Comienza muy lento e intento apurarlo, pero sonríe con picardía—. Kevin... por favor.

—Gritá mi nombre —repite.

—Dame más fuerte —pido sin pensarlo, solo quiero sentir lo que tanto busco. Empuja con fuerza y suelto un gemido.

—¿Así? —interroga en un gruñido.

—Más. —Incrementa la velocidad y cierro mis ojos cuando siento que ya estoy al borde—. No pares —digo. Como si fueran palabras mágicas, saca fuerza de algún lado y continúa aún más fuerte.

—Oli —me llama con una voz completamente llena de deseo—. Mirame, Oli.

Abro los ojos para observarlo y clava su mirada en la mía. Él también está a punto, puedo sentirlo. Sin dejar de mirarnos, se mueve manteniendo el ritmo hasta que finalmente me dejo ir, embriagada por la sensación, fuera de mí misma, escuchándome pronunciar su nombre inconscientemente.

—Dios —susurro más recuperada.

Kevin gruñe con su cabeza en mi hombro, aún latiendo en mi interior. Se nota que el suyo también fue bastante fuerte. Cuando finalmente su respiración ya está más relajada, se incorpora y me da un dulce beso en los labios.

—Sí, soy tu Dios —comenta haciéndome reír—. Qué excitante, deberíamos hacerlo más seguido en lugares así —agrega. Suelto una carcajada y lo miro con una mueca pensativa.

—Mejor no, me da vergüenza. Además, estábamos excitados porque hace más de una semana que no lo hacemos.

—Es cierto, con el tema de tu hermano golpeado, tu infección y esas cosas, no lo hacemos hace rato. —Se queda callado por un instante—. Y lo de la vergüenza... No te creo. Gritabas que te diera más y al final terminaste haciendo lo que te pedí. —Sonríe travieso. Arqueo una ceja.

—¿Qué hice?

—Gemiste mi nombre de una manera tan sexy qué no me aguanté más y exploté. Si no te cuidaras sería un embarazo seguro.

Nos quedamos en silencio, mirándonos.

—Realmente deseas ser padre, ¿no? —digo con tono suave. Suspira y asiente con la cabeza.

—Como no te imaginas, aceituna. —Acaricia mi mejilla—. Y quiero que seas vos la mamá de mi bebé. —Clava sus ojos en los míos—. Dame un bebé, Oli —ruega.

Mi corazón late con fuerza y mi garganta se cierra por la emoción. Me mira con tanta sinceridad que no puedo evitar sentirme mal. Lo acaricio y asiento con la cabeza.

—Te lo prometo —susurro—. Vamos a tener un bebé.

Sonríe y apoya su frente sobre la mía antes de besarme.

Nos volvemos a vestir, la tormenta ya pasó, pero el rugido del viento sigue siendo feroz. Intentamos dormir, él se duerme al instante, pero yo no dejo de dar vueltas.

¿Debería embarazarme antes o después del casamiento? No falta mucho, además quizás la inyección sigue haciéndome efecto hasta un tiempo después y no quedo embarazada hasta dentro de unos meses. Sí, supongo que el mes que viene ya no me cuidaré y que sea lo que Dios quiera.

Estoy quedándome dormida cuando un grito me despierta. Es la chillona de María gritando el nombre de mi novio. Bufo, la que falta es que se esté tocando acá.

—¡Kevin! —grita agudo. Mi acompañante se mueve y chasquea la lengua con los ojos cerrados.

Abro el cierre y me asomo.

—¡Ssshh! —la callo—. Está durmiendo, loca. ¿Qué te pasa? Llamalo a Benjamín, no le rompas las bolas a mi novio.

Benjamín sale de su carpa con un bufido y la mira a la rubia con mala cara.

—¿Qué? —le pregunta con brusquedad.

—Hay un bicho horrible en mi colchoneta —comunica—. Y no, no es Olivia. —Ruedo los ojos y le muestro el dedo del medio.

Mi ex entra para ver qué hay y termina sacando a una pequeña lagartija. La pone en el suelo y sale corriendo.

—¿Tanto escándalo para eso? Despertaste a todos —me quejo. Le doy las buenas noches a Benjamín y cada uno vuelve a su lugar.

—¿Qué era? —pregunta Kevin arrastrando las palabras por el cansancio.

—Una lagartija. Es una tonta esa tipa, Dios mío. —Suelta una risita y al instante está roncando de nuevo.

Me alegro muchísimo de que no haya salido para ver qué le pasaba a la otra, eso demuestra que le importa poco y nada.

Termino durmiéndome con una sonrisa en la cara, las galletas están a mi favor.

Oli-2, Rubia-0.

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