Londres, Casa Holland
9:23 pm
-¡Octavio, me has dado un susto de muerte!- mi corazón latía acelerado dentro de mi pecho, el aire se me había ido de golpe, pronosticando la llegada de un ataque de asma- ¿Qué crees que estás haciendo?-.
Octavio estaba delante mío, con su mítica barba de candado, sus mejillas rosadas y sus pestañas largas y negras resaltadas sobre su regordete rostro, se había sacado su cinturón de herramientas dejándose solo un ancho abrigo en color beige a juego con su gorrito.
-Estoy haciendo mi trabajo, me está tomando más tiempo con el invierno y sus constantes tormentas- se excusó sacando sus manos de los bolsillos, pude notar un moretón creciente sobre la cutícula de su dedo pulgar, algo debió haberlo lastimado- ¿estás bien?- preguntó con preocupación colando su mano en mi hombro-.
-Sí, solo necesito un poco de aire, realmente me asuste- me senté sobre el bordillo de las escaleras, rápidamente la nieve que las cubría me heló parte de la ropa- ¿Te quedas hasta tarde? ¿Tienes autorización para ello?-.
-No es tan tarde, ademas que sí, sí bien sabe ya la comadreja que me tengo que quedar más tiempo cuando llega el invierno, faltan dos semanas para navidad y yo no me presento a trabajar los días veinticuatro, veinticinco y veintiséis- saco del bolsillo de su abrigo un pequeño paño en color verde, sacando la nieve del escalón antes de sentarse a mi lado- tengo que dejar todo listo para que las flores aguanten esos días-.
-Yo podría cuidar de ellas los días que no estés, de todas maneras estoy siempre aquí sin hacer nada- desde mi posición podía escuchar los gritos encabritados de Keyslee que parecía desquitarse de todos sus males con "Yess"-.
-Cariño, sí no te deje ayudar con un par de costillas rotas ¿que te hace creer que te voy a dejar ahora? - puntualizo señalando mi manga desde donde se asomaba parte de mi palma, parte de mi venda- apreció mi trabajo y apreció mi vida- sonrió con emoción, haciendo que las arrugas en sus ojos se intensificaran-.
Alce la cabeza para darle un vistazo al jardín, si bien Octavio había quitado la mayoría de la nieve, protegiendo a las amapolas, las orquídeas, las margaritas y demás flores con pequeños toldos improvisados, la que mas se había encargado de cuidar era sin duda era aquel viejo rosal pinto.
Le había colocado barras blanquecinas de metal para que sus tallos no se aplastaran, ni se torcieran, un toldo formidable lo protegía de la nieve que continuaba cayendo, seguido de un pequeño velo de plástico que lo cubría sin aplastarlo.
-Me parece que le tienes más afecto a ese rosal que a toda tu vida y tu colección de discos de The smiths- apenas lo dije cuando Octavio me soltó un codazo, haciendo que le prestará toda mi atención-.
-Que grosera te has vuelto- intentaba hacerse el molesto, sin embargo su sonrisa lo delataba completamente- sabes porque es importante ese rosal, es de la señora Ni-.
-Sí sí, es de Nicola, lo sé...no hace falta que me lo repitas- lo interrumpí con fastidió, la nieve se me había colado en el zapato, mojándome los calcetines- maldición- Octavio había borrado su sonrisa, ahora miraba con seriedad como me sacaba las botas con torpeza solo usando la parte de enfrente de mis pies-.
-¿Estás bien?- me paso su paño sin despegar su vista de mis movimientos-.
-Gracias- respondí ignorando su pregunta, el pelinegro carraspeo esperando la respuesta de su pregunta-.
-¿Estas bien?- pregunto otra vez con cautela, temiendo de encender la chispa que comenzara el incendio-.
-¡No, no estoy bien! ¿para que quieres saber?- me había puesto de pie, dejando mis pies completamente descalzos sobre la nieve, que rápidamente entro por entre mis dedos, sepultándolos- ¡¿Vas a ir corriendo a decirle a Stanley?! yo no trabajo para el y no soy el juguete que puede usar cuando la modelo no esta disponible-la llama se había encendido y comenzaba a arder con fuerza por mis venas, quemando todo a su paso-.
-¿Que paso entre tu y el?- pregunto con tranquilidad, dejándome fuera del juego, apagando completamente el incendio, que ya había dejado chamuscado parte de mi cerebro-.
¿Como podría contestar eso? la verdad era que entre nosotros no había nada, no concordábamos en nada, nuestros puntos de vista eran diferentes, ni siquiera coincidíamos en los gustos por la ropa, el era fuego puro y formidable, yo era hielo quebradizo, no habían cosas en común además del gusto por dormir en los brazos del otro.
Entre nosotros no había absolutamente nada más que un par de besos y palabras al aire, no había nada al mismo tiempo que lo había todo, había tan poco y tan mucho, que ni siquiera era capaz de explicarlo.
-No se- dije en un susurró vencido, Octavio me dio una débil sonrisa antes de tirar con suavidad del trapo y las botas de mis manos, limpiándolas el mismo, sin entrar más en el tema- lo siento, no quise gritarte- me senté a su lado una vez mas, viéndolo hacer su labor, era realmente ágil con las manos-.
-No pasa nada, entiendo que estés irritada y en desconfianza por el asunto del traidor- lo mire al instante incapaz de preguntar, el interpretó con rapidez mi rostro- a todos los trabajadores se nos ha estado sometiendo a una serie de interrogatorios y vigilancia extensa... por cuestiones de seguridad, hasta hay un toque de queda-se explico antes de dejar de lado el calzado, sacudiendo su paño antes de guardarlo de vuelta a su bolsillo-.
-¿No hay indicios de quién podría ser el traidor?- pregunté más por instinto que por curiosidad, sí bien Octavio mismo podría ser el traidor, después de todo es de las pocas personas que ha estado desde la época de Nikki, Dom y los demás Holland-.
-Eso no nos lo dicen a nosotros- soltó una risa divertida ante la estupidez de mi pregunta, inclinándose hacia atrás hasta recargarse en el filillo de la escalera detrás suyo - pero estoy seguro que de tener idea de quien se trata ya te lo habrían dicho- puede que tuviera razón, pero tambien puede que no la tuviera, tal como dijo James, no podía confiar en nadie- sí me preguntas de quien creo que se trata te daré un solo hombre y el porque - mi atención se concentro totalmente en él hombre regordete, que miro detrás suyo para asegurarse que nadie pudiese escucharlo-.
-¿Quien?- involuntariamente revise el perímetro junto a él, que se inclinó con complicidad antes de hablar-.
-Santiago Simons- dijo en un susurro, me parecía que ya había escuchado su nombre con anterioridad- tras la muerte y cremación del cuerpo de Dominic hubo mucho revuelo entre quien iba a ocupar su puesto, inmediatamente señalaron al joven Thomas, "esta mas que preparado" repetían con insistencia, Tom se negó a seguir los pasos de su padre, dejándole el camino libre al segundo mejor preparado, Santiago, cuando todo por fin el estuvo listo para recibir los honores...- miro una vez mas detrás suyo, sentía un dolor recorrerme los pies descalzos y adormecidos por la frialdad del invierno-.
-Tom regreso tras el asesinato de su madre dispuesto a tomar el cargo- dije con la vista perdida comprendiendo las palabras de Octavio que asintió con lentitud-.
- Exacto, hubo un gran escándalo, desafió a Tom a varias peleas, varias pruebas, combate cuerpo a cuerpo, incluso a un juego de ruleta rusa, todos los gano Tom, era el más apto- el ruido de la nieve quebrándose bajo unas pisadas sonó a unos cuantos metros, en cierto punto que no podíamos ver por lo que Octavio se apresuro a terminar su teoría, inclinándose aún mas- estoy seguro que Santiago se hace el idiota inocente solo para hacer que ellos bajen la guardia, esta dispuesto a todo para recuperar aquello que Thomas le quito-dijo en susurro molesto-.
-¡Arriba con las manos donde pueda verlas!- gritaron en la oscuridad de la noche y patio-.
Rápidamente salio a nuestro encuentro un hombre alto, pálido completamente rapado con expresión de pocos amigos, apuntándonos con su escopeta, su ropa oscura lo había hecho pasar desapercibido.
-Tranquilo amigo...ella esta viviendo aquí y yo soy el jardinero- se explico Octavio nervioso y con suavidad poniendose de pie, ayudandome a levantarme, la nieve me habia adormecido los pies, impidiendo que pudiera ponerme de pie en su totalidad-.
-Mierda, no siento mis pies- maldije por lo bajo mientras daba pequeños saltos, intentando entrar en calor, Octavio carraspeo nervioso, antes de bajar las manos para tomarme de los brazos-.
-¡Deja de moverte y tú sueltala!- el hombre de apariencia militar se acerco con rapidez atinandole un golpe en la cara con la base de su escopeta a Octavio, obligandolo a soltarme hasta caer en el suelo-.
-¡Octavio!- intente acercarme arrastras hacia él que habia caído de nuevo sobre las escalerillas, sosteniéndose el puente de la naríz-.
-¡Atrás zorra!- sin esperar mas me atizo un golpe en el estomago, apenas pude recobrar aire para sentir el frió cañón de su escopeta en mi cabeza, al lado de mi sien-. ¡¿Quien eres?!-.
Es increíble lo que puede pasar en cuestión de segundos, tan solo en pequeños instantes, tras un estruendo el hombre alto que me amenazaba con su arma ahora estaba en el suelo, había dejado pequeños rastros de su sangre sobre la nieve, mientras se retorcia sujetandose el brazo con fuerza, intentando parar el sangrado.
-¿Apuntarle a ella?- dijieron a mi espalda seguido de una risa burlona- no lo hagas ni por error-.
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Gracias por leer, disculpen la tardanza 😥❤