Capítulo 93

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Londres, Casa Holland
9:23 pm

-¡Octavio, me has dado un susto de muerte!- mi corazón latía acelerado dentro de mi pecho, el aire se me había ido de golpe, pronosticando la llegada de un ataque de asma- ¿Qué crees que estás haciendo?-.

Octavio estaba delante mío, con su mítica barba de candado, sus mejillas rosadas y sus pestañas largas y negras resaltadas sobre su regordete rostro, se había sacado su cinturón de herramientas dejándose solo un ancho abrigo en color beige a juego con su gorrito.

-Estoy haciendo mi trabajo, me está tomando más tiempo con el invierno y sus constantes tormentas- se excusó sacando sus manos de los bolsillos, pude notar un moretón creciente sobre la cutícula de su dedo pulgar, algo debió haberlo lastimado- ¿estás bien?- preguntó con preocupación colando su mano en mi hombro-. 

-Sí, solo necesito un poco de aire, realmente me asuste- me senté sobre el bordillo de las escaleras, rápidamente la nieve que las cubría me heló parte de la ropa- ¿Te quedas hasta tarde? ¿Tienes autorización para ello?-.

-No es tan tarde, ademas que sí, sí bien sabe ya la comadreja que me tengo que quedar más tiempo cuando llega el invierno, faltan dos semanas para navidad y yo no me presento a trabajar los días veinticuatro, veinticinco y veintiséis- saco del bolsillo de su abrigo un pequeño paño en color verde, sacando la nieve del escalón antes de sentarse a mi lado- tengo que dejar todo listo para que las flores aguanten esos días-. 

-Yo podría cuidar de ellas los días que no estés, de todas maneras estoy siempre aquí sin hacer nada- desde mi posición podía escuchar los gritos encabritados de Keyslee que parecía desquitarse de todos sus males con "Yess"-.

-Cariño, sí no te deje ayudar con un par de costillas rotas ¿que te hace creer que te voy a dejar ahora? - puntualizo señalando mi manga desde donde se asomaba parte de mi palma, parte de mi venda- apreció mi trabajo y apreció mi vida- sonrió con emoción, haciendo que las arrugas en sus ojos se intensificaran-.

Alce la cabeza para darle un vistazo al jardín, si bien Octavio había quitado la mayoría de la nieve, protegiendo a las amapolas, las orquídeas, las margaritas y demás flores con pequeños toldos improvisados, la que mas se había encargado de cuidar era sin duda era aquel viejo rosal pinto.

 Le había colocado barras blanquecinas de metal para que sus tallos no se aplastaran, ni se torcieran, un toldo formidable lo protegía de la nieve que continuaba cayendo, seguido de un pequeño velo de plástico que lo cubría sin aplastarlo.

-Me parece que le tienes más afecto a ese rosal que a toda tu vida y tu colección de discos de The smiths- apenas lo dije cuando Octavio me soltó un codazo, haciendo que le prestará toda mi atención-. 

-Que grosera te has vuelto- intentaba hacerse el molesto, sin embargo su sonrisa lo delataba completamente- sabes porque es importante ese rosal, es de la señora Ni-.

-Sí sí, es de Nicola, lo sé...no hace falta que me lo repitas- lo interrumpí con fastidió,  la nieve se me había colado en el zapato, mojándome los calcetines- maldición- Octavio había borrado su sonrisa, ahora miraba con seriedad como me sacaba las botas con torpeza solo usando la parte de enfrente de mis pies-.

-¿Estás bien?- me paso su paño sin despegar su vista de mis movimientos-. 

-Gracias- respondí ignorando su pregunta, el pelinegro carraspeo esperando la respuesta  de su pregunta-.

-¿Estas bien?- pregunto otra vez con cautela, temiendo de encender la chispa que comenzara el incendio-. 

-¡No, no estoy bien!  ¿para que quieres saber?- me había puesto de pie, dejando mis pies completamente descalzos sobre la nieve, que rápidamente entro por entre mis dedos, sepultándolos- ¡¿Vas a ir corriendo a decirle a Stanley?! yo no trabajo para el y no soy el juguete que puede usar cuando la modelo no esta disponible-la llama se había encendido y comenzaba a arder con fuerza por mis venas, quemando todo a su paso-.

Sálvame [Tom Holland y tú]Where stories live. Discover now