Custodio

By Karla5SOS1D

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Si no sigues las reglas, hay un castigo, si no comes tus verduras, hay un castigo, si no haces tu tarea, hay... More

Custodio
Prefacio
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
CapÍtulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capitulo XXV
Capitulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Aviso
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L

Capítulo XXXVIII

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By Karla5SOS1D

Jueves 5 de mayo del 2016

Las cosas ya estaba arregladas, el director llegó a un acuerdo con Jayden y sólo tendría que ir a presentar los finales el próximo mes, se supone que para ese entonces las cosas ya deberían haber vuelto a la normalidad.

En lo que concierne a mis padres las cosas se arreglaron casi automáticamente, iban a volar a Estados Unidos a cerrar un trato y volverían, según, en tres o cuatro semanas. Me pregunto si Jayden tuvo algo que ver con eso. En cuanto a Franny, Jayden no me dijo mucho, pero tampoco quería divagar, al menos las cosas estaban saliendo bien.

Eran las casi las 4 AM y yo no había pegado un ojo desde que Jayden se fue ayer por la noche luego de haberme hecho compañía casi todo el día hasta que mis padres volvieron.

La constante avalancha de pensamientos y emociones no permitía que mis párpados se cerraran para permitirme descansar, apenas cerraba los ojos una nueva inquietud se encendía en mi interior.

Me abracé a mis piernas e inhalé profundamente el aroma que se despedía de la prenda que llevaba puesta, el olor invadió mis fosas nasales y se esparció por todo mi sistema, exhalé el aire y con él, los problemas. Respirar su aroma siempre era como un abrazo que me decía que todo iba a estar bien.

El vuelo de mis padres era a las 6 AM pero habían dicho que tenían que terminar unos pendientes en la oficina (ajá, a las 4 AM) por lo que ahora están en la planta baja esperando a su chofer.

Me envolví una manta a los hombros y bajé las escaleras hasta llegar con ellos, dejaron de acomodar sus últimos detalles para girarse a mirarme con el ceño fruncido. Fue, obviamente, mi madre quien habló.

—¿Qué haces arreglada a las cuatro de la mañana?

Me encogí de hombros, no sé por qué le llama "arreglada" a una sudadera, unos leggings y el cabello a medio peinar.

—Si te refieres a que no tengo aire de madrugada —tanteé—, es porque me quedé haciendo un proyecto hasta tarde.

—Tienes que dormir, Kelsey —espetó mi padre.

Solté el aire que había retenido y asentí, supongo que fue fácil de creer cuando vieron mi cara de cansancio, y cómo no, no había dormido en veintidós horas.

El claxon afuera de la casa resonó avisándonos la llegada del chofer. Se apresuraron a cargar sus maletas y se detuvieron un segundo en la puerta.

—No causes muchos problemas, ¿quieres? O vamos a tener que llamar a Jayden de nuevo.

Me reí casi instintivamente—: No creo que eso sea necesario.

Me miraron con recelo y optaron por ignorar mi comentario.

—Te veremos el próximo mes —dijo mi padre mientras abría la puerta.

Asentí y, sin saber por qué un nudo comenzó a picarme la garganta.

—Disfruten su viaje.

Se miraron entre sí y al unísono dijeron "cuídate" para finalmente tomar sus maletas y salir de la casa dejándome completamente sola.

No conté los minutos que pasaron hasta que los golpes en la puerta me sacaron de mi pequeño lío mental, parpadeé un par de veces y sacudí la cabeza despejando mi mente para poder caminar hasta divisar la cabellera castaña y los bonitos ojos azules de Jayden a través de la pantalla, abrí la puerta y me quedé embelesada un segundo con su presencia, el cielo oscuro a sus espaldas, las luces artificiales de mi entrada y la bonita luz de la luna lo hacían verse casi irreal.

No fue hasta que sus ojos fueron a dar a la sudadera que traía puesta cuando los destellos azules y la sonrisa ensanchada le iluminaron el rostro de una manera que te derretía el corazón.

—Fue una buena decisión —murmuró mientras depositaba un beso en mi frente—. ¿Estás lista?

Asentí, me sonrió y se encaminó hacia las escaleras para desaparecer en la planta alta. Miré a los alrededores de la calle, completa oscuridad, no se escuchaba nada más que el sonido del aire helado moviendo las plantas y las hojas de los árboles, era una escena bastante tétrica. Los pasos a mis espaldas me obligaron a poner toda mi atención sobre Jayden quien iba bajando con las maletas en sus manos, me miró con suavidad y unos minutos después ya estábamos saliendo de la residencia.

El camino era tranquilo, Jayden estaba a mi lado concentrado en la calle mientras yo estaba absorta en mis pensamientos, miraba como las luces y los edificios se iban quedando atrás mientras nos alejábamos de mi casa y un extraño sentimiento crecía en mi interior.

Últimamente mis días pasaban como sueños, no tenía a nadie más que a Skyler, Ethan estaba desaparecido desde entonces y el Jayden que vivió conmigo tiempo atrás parecía más un recuerdo lejano que una realidad. Sentía mi vida pasar en cámara lenta y rápida a la vez, había una incertidumbre en mi interior al no saber si mi vida volvería a ser como era antes, sentía que el mundo ya no estaba mirándome, como si se hubiera olvidado de mi existencia. Estaba asustada, por mí, por Jayden y por el resto de los chicos, no sabía que podía llegar a pasar y me dolía verlos metidos en esto, conocía la historia de Jayden y ayer Mason me había hablado de cómo se había envuelto en todo esto cuando huyó del orfanato donde lo golpeaban; no dudaba que los demás tuvieran una historia igual de trágica.

Me sobresalté cuando sentí la mano de Jayden atrapar la mía, giré mi rostro topándome con su mirada enternecida, me sonrió—: Todo va a estar bien.

El aire en mis pulmones salió casi al instante y dibujó una sonrisa en mi rostro, porque siempre que escuchaba su voz sentía que nada podía salir mal; le dio un ligero apretón a mi mano y la soltó para volver a ponerla sobre el volante.

Minutos más tarde llegamos a su edificio, primero íbamos a reunirnos con los chicos para  perfeccionar unos "detalles del plan" y después nos iríamos todos juntos a donde sea que tengan planeado.

Subimos hasta su piso y nos apresuramos a entrar a su apartamento en dónde los chicos ya nos esperaban con sus maletas en el living, me saludaron efusivamente a lo que yo les sonreí, era extraño como me sentía feliz de verlos de nuevo.

—¿Quieres dormir un rato mientras nos vamos?

Negué—: Creo que sólo quiero recostarme.

Asintió y me acompañó hasta el sofá reclinable, se quitó a chaqueta y me la colgó en los hombros.

—No tardaremos mucho.

Asentí y lo miré alejarse hasta desaparecer de mi vista en la habitación de al lado.

Suspiré y sentí como de nuevo el peso de estar sola en la habitación recaía sobre mí, sin embargo el perfume de Jayden impregnado en la chaqueta dispersó cualquier inquietud que comenzaba a formarse en mi interior.

Me llevé la mano al rostro, el lado izquierdo me dolía con el recuerdo de la mano de Alec, pero me dolía más el pensar en Ethan, no lo había visto desde aquella vez después de la gala y la imagen que había quedado grabada en mi memoria, de él empuñando un arma, era algo que no podía sacarme de la cabeza. El corazón se me comprimía cada vez que su recuerdo volvía a mi memoria, era desconcertante como me dolía más pensar en él que en Alec. Aunque, bueno, Alec es un cretino.

—Hey —la repentina entrada de Jayden a la sala me sobresaltó, parpadeé un par de veces y enfoqué mi vista confundida en su rostro sonriente—, hay alguien que quiere hablar contigo.

Fruncí el ceño ante la confusión, no fue hasta que la figura masculina se asomó en la sala justo detrás de él que mi semblante cambió a uno de completa sorpresa y mi corazón comenzó a bombear sangre como loco.

Estaba parado justo detrás de Jayden, cabizbajo, con las manos escondidas en los bolsillos de su chaqueta y el cabello alborotado. Mi mirada viajó hacia Jayden, era extraño pensar que estábamos huyendo de ellos y él se veía tan tranquilo con la presencia del tercero en la habitación.

Alguien carraspeó en la entrada, mi mirada fue a dar ahora a Aaron quien se encontraba recargado en la pared junto al resto de los chicos.

—Sería muy estúpido de tu parte intentar un movimiento, Heron, te estaremos vigilando.

Su amenaza había sonado casi como una broma, todos, excepto yo, rieron.

Jayden avanzó varios pasos hacia mí y se inclinó un poco para poder susurrarme.

—¿Estás bien con esto?

La preocupación en su voz me tomó por sorpresa, sin embargo fue necesaria para poder sacarme de mi trance, miré sobre su hombro a Ethan y regresé mi mirada de nuevo a él para sonreírle—: Sí.

Curveó los extremos de sus labios y asintió, se alejó de nuevo de mí para por fin salir de la habitación y dejarme completamente sola con el chico quien no había dicho nada desde que entró.

Podía respirar sus nervios en el aire, el ambiente comenzó a tensarse por el peso de su inquietud y su mirada no se despegó del suelo por varios segundos.

—Siéntate, Ethan.

Instantáneamente volteó a verme con los ojos caídos y con una media sonrisa asintió y se encaminó hasta sentarse frente a mí. Al igual que Jayden, jugaba con los dedos de su mano mientras se decidía a hablar.

—Debes odiarme justo ahora.

La pesadumbre en su voz me removió el estómago.

—Nunca podría odiarte, idiota.

Levantó la mirada rápidamente y el brillo en sus ojos me hizo sonreír, aunque mi sonrisa no era tan grande como la que le adornaba el rostro, cerró los ojos y soltó un suspiro de alivio.

—Cielo santo, pensé que te había perdido —se llevó ambas manos a la cara y escucharlo hablar así me partió el corazón, porque pude escuchar el dolor y la tristeza que había en su interior.

—Oye —estiré mi mano para poder alcanzar la suya y se obligó a mirarme—, hemos sido mejores amigos por un largo tiempo, no puedes deshacerte de mí tan fácil —rió y con esa risa expulsó toda su aflicción—, sólo quiero saber qué estás haciendo aquí cuando se supone que estamos escondiéndonos de ustedes.

Se acercó un poco más a mí e inhaló profundamente—: No podía dejarte ir sin explicarte por qué estoy en esto —comenzó a jugar con los dedos de mi mano—. Quería hacerlo desde hace mucho tiempo, pero ni Jayden estaba listo para explicarte la situación ni yo lo estaba para confesarte la verdad. Estaba asustado, tenía miedo de que no quisieras escucharme y me detestaras el resto de tu vida.

—El resto de mi vida es mucho tiempo, Eth, aunque podría odiarte un par de años —bromeé a lo que él volvió a reír, esta vez un poco más animado—. Eres mi mejor amigo, no puedo juzgarte, y lo sabes.

—Sí, lo sé, pero es una situación tan fuera de lo común que no sabía cómo ibas a reaccionar.

—Sólo dímelo, Eth.

De nuevo sus ojos mostraron la pesadumbre en su interior, parpadeó un par de veces y dio un lento asentimiento.

—Cuando conocí a Alec en onceavo grado se volvió mi mejor amigo casi de inmediato cuando me ayudó con el lío de mi padre, tú y Sky ya sabían eso. Pero no conocen toda la historia —suspiró—. Aunque mi padre era un dolor en el trasero soporté los golpes y los insultos porque necesitábamos su dinero para el tratamiento de mi madre, yo tenía 16 y ningún trabajo me pagaba lo suficiente para cubrir los gastos... fue entonces que conocí a Alec, fuimos amigos durante varios meses hasta que me habló del trabajo que tenía, en aquel entonces sólo ayudaba a los chicos de Rick a pasar droga por Toronto, no era algo muy difícil pero no quería meterme en esto así que lo rechacé. Después las cosas con mi padre comenzaron a ponerse tan violentas que mi madre sólo empeoraba y Beth estaba tan asustada que no quería ni salir de su habitación, llegué a mi límite cuando intentó golpear a Beth, estaba tan enojado que lo saqué de la casa y le exigí que no volviera nunca más. Sin su apoyo económico y con el precio de las colegiaturas y los tratamientos de mamá no tuve otra opción... lo intenté, Kel, de verdad lo intenté, pero ningún trabajo me pagaba lo suficiente... cielos, soy un asco —soltó mi mano para volver a cubrirse el rostro y mi corazón se partía en mil pedazos al escucharlo.

Me esperaba una historia similar, sin embargo era muchísimo peor escucharlo decirla, porque Ethan jamás oculta sus sentimientos, y su voz quebrantada cargada de la más amarga aflicción me provocaba el vacío más doloroso que podía haber sentido jamás.

Me abalancé sobre él y rodeé su cuello con los brazos, él instantáneamente se abrazó a mi cintura, podía sentir sus sollozos contra mi hombro, no pude resistir más y dejé que las lágrimas que se acumulaban en mis ojos corrieran por mis mejillas.

Los largos segundos pasaban y sus sollozos se volvían cada vez más inaudibles hasta que dejé de sentirlos, se removió ligeramente bajo mi cuerpo y poco a poco comenzamos a separarnos, sus ojos estaban rojos y los míos, bueno, empapados. Me dedicó una sonrisa alicaída y limpió mis mejillas con sus pulgares.

—¿Por qué no lo dejas? —balbuceé entre sollozos.

Me sonrió con pesar y soltó un corto y afligido suspiro—: No es tan fácil, cielo, una vez que entras con Rick no puedes salir. Me mataría antes de dejarme ir con todo lo que sé.

Escucharlo decir eso me hizo sentir aún peor y las lágrimas amenazaron con caer de nuevo, él acunó mi rostro entre sus manos y me miró con ternura.

—No llores, Kel —bisbiseó—, estoy bien, estaré bien.

—¿Cómo puedes decir eso?

Sabía que estaba reaccionando mucho más sentimental con él pero lo conozco desde siempre y hemos sido amigos desde hace mucho tiempo, lo he visto crecer y hemos estado el uno para el otro en los momentos más difíciles, siempre lo he amado tanto como amo a Sean y estaba tan asustada.

—Prométeme que vas a cuidarte, Ethan —murmuré—, por favor...

—Te lo prometo, Kel —sonrió—, voy a estar bien.

Asentí y volví a abrazarlo, quería respirar su aroma como si fuera a desaparecer, quería guardar este sentimiento para siempre y abrazarlo para no perderlo nunca.

Llevé mi mirada hacia el umbral en la habitación y divisé a Jayden recargado en el marco mirándonos con las expresiones más neutras que había visto desde hace un largo tiempo, aún así podía ver la inquietud en sus ojos.

—Las cosas van a salir bien, Kelsey —me dijo al oído—, sé que estás en buenas manos.

Apenas dijo eso se separó de mí y nos levantamos del sofá para mirar al castaño en la entrada, casi insantáneamente el resto de los chicos se asomaron en la habitación.

—Rick y los otros no tienen idea de a dónde se irán así que tienen un par de horas para alejarse lo más posible de aquí.

Caminó un par de pasos para salir de la habitación y acercarse a la puerta de entrada.

—No tengo idea de lo que tengan planeado hacer, pero Alec está detrás de esta operación casi tanto como Rick, y con Alec nunca es nada bueno —tomó su chaqueta y se la colgó en los hombros—. Cuiden bien a Kelsey o voy a encargarme de todos ustedes yo mismo.

La carcajada de Jake sobresalió de las demás.

—Vas a tener que hacer fila detrás de Jayden y Barrett.

La cara de Ethan se iluminó brevemente antes de soltar una risa, negó y luego se acercó a mí para besar mi mejilla por última vez.

—Te veo en la universidad, Blakeman.

Asentí mientras sentía como un frío recorría toda mi espina dorsal, aunque no entendí por qué.





Minutos después de que Ethan abandonó el edificio los chicos y yo nos encontrábamos en el estacionamiento a punto de salir de la ciudad. Cada quien se montó en su auto y pronto nos encontrábamos avanzando en la calle, con Jayden encabezando la fila y los chicos detrás de él.

—¿No crees que es un poco extraño ver seis carros negros avanzando uno detrás de otro en la misma dirección?

Soltó una risa que le sacudió los hombros.

—¿Qué sugieres?

Fruncí el ceño—: Que no avancen uno detrás de otro en la misma dirección.

Esta vez soltó una risotada, asintió y presionó un botón en el volante.

—Ya la escucharon.

Miré por el retrovisor como los autos se separaban en los diferentes carriles y se perdían entre los pocos autos que comenzaban a llenar la calle.

—¿Están escuchando todo lo que decimos?

—No —alargó—, pero sabía que ibas a decir algo como eso.

Rodé los ojos y negué un par de veces.

—¿A dónde vamos?

Me miró por el rabillo del ojo y vi como una sonrisa divertida se le formaba en los labios.

—A Quebec.

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