Path(po)etic; Frerard

By Angelicalexia

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Donde Frank está enamorado de un artista, pero hay un problema... Su mejor amiga también está enamorada de es... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo o Poema Final
Anexo

Capítulo 24

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By Angelicalexia

— Tenía la expectativa de un día distinto. — Me dijo una vez que estuvimos afuera. — Quería llevarte a algún sitio en mi nuevo auto. — Señaló el lindo BMW de color plata que estaba aparcado frente a nosotros, yo abrí la boca ligeramente debido a la sorpresa. — Papá tiene dos autos, uno de ellos, o sea éste, lo dejó en casa y prometió dármelo cuando obtuviera mi permiso de conducir, lo cierto es que estuve haciendo las pruebas de manejo, las pasé, me dieron mi permiso hace días y nunca le dije nada a nadie porque quería sorprenderlos a todos. Mi papá vino hoy a la ciudad y me entregó las llaves, estará en casa por tres días, pero ese no es el punto, el punto es que pasé por ti a tu casa y no estabas.

— ¿Y qué te hizo pensar que estaba aquí? ¿Eres adivino o algo?

— Me gustaría decir que sí... Pero no. Cuando fui a tu casa, tu mamá me dijo que estabas en casa de Andy, entonces fui para allá, pero me encontré con él y con Patrick en la parada de autobuses, me dijeron que recién te habías ido sin decir nada pero de todas formas ellos sabían que estabas aquí, era un poco obvio para ellos porque reaccionaste mal y simplemente te fuiste. Cuando pregunté qué fue aquello que te llevó a "reaccionar mal", ambos tuvieron una pequeña discusión sobre si mostrarme o no las cosas que dijo Lindsey, pero luego Andy le quitó el celular a Patrick y me lo mostró todo. — Ahora todo tenía sentido. — Patrick se disculpó conmigo aunque no esperaba una disculpa, es decir, en parte entiendo su posición al ser amigo de ambos, él mismo dijo que si me mostraba la conversación se sentiría como si traicionara a Lindsey pero que al no mostrármela sentía que me traicionaba a mí, es jodido, pero ya no importa. El punto es que les dije a los muchachos que debíamos venir por ti, pero ellos insistieron en que viniera yo solo.

— No era necesario que intervinieras.

— No, Frank, no era necesario que TÚ intervinieras. — Sacó el control con las llaves del auto, le quitó el seguro y me indicó que subiera al asiento del copiloto. — ¿Sabes? — Pregunta una vez que estamos adentro y enciende el auto. — Por ahora sólo quiero enfocarme en retomar el curso que tendría este día para mí en un principio.

— ¿Ah sí? ¿Cuál?

— Pues bien, la idea era que vinieras conmigo a un sitio genial que quiero mostrarte.

— ¿A dónde iremos?

Lo único que respondió fue un "ya verás", dejándome en suspenso. No tenía la menor idea de adónde quería ir, sólo supe que el camino sería largo.

Colocó un álbum de Joy Division, durante todo el camino no hicimos más que cantar las canciones, no sabía exactamente qué hora era, pero había anochecido. El camino se hizo tan largo porque él técnicamente nos había sacado de la ciudad, cruzamos el puente John A. Roebling y continuó conduciendo hasta que finalmente aparcó en un sitio donde obtuvimos la perfecta vista de la ciudad totalmente iluminada bajo el cielo nocturno, con todas sus luces reflejadas en el río Ohio, el paisaje parecía una de esas fotografías impactantes que ves por internet y te dices a ti mismo "quisiera estar ahí", no me contuve de sacar mi celular y tomar una foto. Años antes, tuve una etapa en la que me creía fotógrafo, supongo que todo el mundo ha pasado por ella, pues he de decir que ese día traje de vuelta esa etapa al tomarle fotos a todo lo que me pareciera hermoso a la vista, como aquel paisaje, que parecía estar allí sólo para que nosotros dos pudiéramos admirarlo, porque el auto de Gerard era el único aparcado en ese sitio, el cual estaba desértico, y la idea de que él y yo estuviéramos solos sin una sola persona a kilómetros, me hacía sentir en paz.

— Sabía que te gustaría ver esto. — Dijo mientras bajaba uno de los vidrios del auto, luego encendió un cigarrillo y me lo entregó, también encendió uno para él. Aún no había apagado la música, parecía tener todo un repertorio especial de canciones para ese día. — Me gusta ver la ciudad desde aquí, es como mi lugar feliz. Llevo mucho tiempo esperando tener mi propio auto para venir acá cuantas veces quisiera... ¿Pero sabes una cosa? Jamás pensé que querría compartir mi lugar feliz con alguien más, siempre lo sentí como algo muy mío, pero ahora te he traído hasta acá y me siento tranquilo con eso.

— ¿Qué se supone que queda responder? — Pregunto, siendo lo más directo posible. — Honestamente, no sé qué decir.

Me sentía como un tonto cuando no se me ocurría qué responder, pero a él no le importaba esto.

Realmente ¿Qué se suponía que debía decirle? Lo único que se me ocurría era: «Si no quieres que me enamore de ti, no me hables así de bonito».

— No tienes que decir nada si no quieres, muchas veces es mejor callar y ser sólo tú con el entorno y tus pensamientos. Yo estoy bien si estoy contigo, incluso si no estamos haciendo absolutamente nada.

— Entonces prefiero que hablemos de lo que sea, porque no quiero detenerme a pensar en todo lo que ha pasado hoy, que seguramente es lo que haré.

— ¿Por qué hiciste todo esto? — Le dio una calada a su cigarrillo y soltó el humo moviendo la boca como si quisiera hacer formas en el aire; sublime a la vista. — Me refiero a ir a casa de Lindsey y demás.

— Creí que estaba claro, odié las cosas que dijo sobre ti, creo que lo siguiente sucedió por impulso, porque quizás hablé demás y se me fue un poquito la mano, incluso la llamé "bruja cara de pus". — Aquel insulto lo había hecho reír, pero llevó a cabo esta acción mientras le daba otra calada a su cigarrillo, así que se ahogó con el humo y tosió un poco al final de su risa. — No sé de dónde vino eso, porque no es algo que se me ocurriría a mí.

— En algún momento se te ocurriría algo así, considerando que eres amigo de Andy... — Seguía riendo. — Como sea, no era necesario que fueras a defenderme.

— Yo quise hacerlo. Las cosas que Lindsey llegó a decir me afectaron más de la cuenta porque sabía cómo te sentirías al respecto, sé lo mal que te pone este tema y simplemente me pareció injusto que ella te convirtiera en el malo del cuento.

— Cuando leí los mensajes me sentí fatal, sí, pero más que eso, me sentí estúpido, porque mi relación con Lindsey, aunque yo la creyera de amistad, siempre fue muy tóxica e insana, lo fue desde mucho antes de que las cosas llegaran tan lejos; ella siempre se victimizaba por todo, me hacía pensar que era miserable, que pasaba por muchas cosas malas en su vida, que en realidad no era una mala persona sino alguien que sufría mucho y que quizás por eso tomaba tan malas decisiones. Pero pasaba el tiempo y yo me iba agotando poco a poco, me daba cuenta de lo egoísta que podía llegar a ser, que yo siempre iba a estar allí para ella siempre que me necesitara, pero cuando yo la necesitaba, ella nunca estaba para escucharme. Luego vinieron nuestras estúpidas peleas... Dejábamos de hablar, volvíamos a ser amigos, y así sucesivamente hasta que finalmente todo estalló. No sé por qué la soporté tanto.

— Quizás porque eres una buena persona.

— No tanto como lo eres tú. — Suspiró. — En parte, aunque tu intervención haya sido innecesaria, me hizo un poquito feliz, siento que te preocupas por mí y eso... Eso no es algo que me pase todo el tiempo, hace mucho que no sé lo que es que alguien se preocupe por mí de esa manera, que a alguien le afecte que quieran hacerme daño. Gracias, Frank. — Estiró su mano para buscar la mía, una vez que la tuvo, no la soltó.

— N-no es nada... — Respondí evadiendo su mirada, era increíble que incluso a estas alturas él siguiera poniéndome nervioso. — De todas maneras, odio las injusticias.

— ¿Sabes qué es una injusticia? — Apretó un poco mi mano, entonces me giré para mirarlo a los ojos, vi cómo apagaba su cigarrillo en el cenicero colocado frente a nosotros y luego volvió a subir los vidrios del auto. — Que no me hayas besado aún.

Gerard siempre tenía que decir esa clase de comentarios; "qué tal si nos besamos", creo que decía esas cosas y no actuaba sin hablar porque estaba consciente de que esa clase de comentarios me ponían nervioso y a él le encantaba provocar ese efecto en mí.

Apagué mi cigarrillo también y me incliné para recibir sus labios, en cuanto esto pasó, él, para profundizar más aquel beso que había comenzado como algo simple, se sentó sobre mí, siempre actuando como todo un experto, demostrando sus vastos conocimientos en el arte de la seducción. El beso se tornó húmedo, tosco y totalmente excitante, me prendía mucho el cómo movía lentamente sus caderas profundizando mi erección y me dedicaba aquellas miradas lascivas y sonrisas que brotaban falsa inocencia durante los escasos segundos que se separa de mí para luego volver a atacar mi boca.

Nos quitamos las camisetas a medida que acariciábamos nuestros cuerpos, Igual que las veces anteriores, Gerard era mi guía; él mismo se desabrochó los pantalones y los bajó hasta sus tobillos junto con su ropa interior, todo esto con un poco de dificultad debido al escaso espacio que teníamos, luego volvió a nuestra posición inicial. Tomó suavemente mi mano e introdujo dos de mis dedos en su boca, comenzó a chuparlos sin vacilar, sin dejar de mirarme a los ojos mientras movía su lengua hábilmente, provocándome un cosquilleo. Así como él mismo metió mis dedos en su boca, los sacó y los paseó paulatinamente desde sus labios, su barbilla, su cuello, sus pezones, bajó por su abdomen e inmediatamente cambió el rumbo, guiándome hacia sus glúteos, quise apretar su trasero y acariciarlo a mi antojo, pero él tenía otros planes; llevó mis dedos hasta su entrada, y yo ya sabía lo que tenía que hacer. Lo penetré con mis dos dedos, a lo que él soltó un largo gemido a la vez que dio un pequeño salto, yo comencé a mover mis dedos dentro de él, primero lo hice lentamente, luego aceleré el ritmo, él acallaba sus jadeos besándome, mientras tanto, todo este jugueteo previo solamente me estaba desesperando, la erección apretando en mis pantalones en esa incómoda posición ya me estaba molestando un poco, él pareció darse cuenta, pues, mientras mordisqueaba mi oreja, causándome cosquillas, desabrochó mi pantalón y con sus habilidosas mano liberó mi miembro.

Posteriormente, se dio la vuelta, se levantó un poco y entonces pude entrar en él, al momento del impacto, gemí su nombre, la voz me salió más ronca de lo normal. Estar con Gerard era único, adoraba cada pequeña cosa de él, el ritmo con el que movía sus caderas, en un perfecto patrón de ir en círculos y luego dar pequeños saltos, me encantaba escucharlo gemir, también adoraba cómo siempre trataba de tener el control, pero esta vez yo quería tenerlo, esta vez quería ser yo quien estuviera un paso adelante de él, con una de mis manos lo jalé del cabello, cosa que pareció gustarle porque a raíz de eso comenzó a moverse más rápido, seguidamente, para aumentar el estímulo, con mi otra mano tomé su erección y comencé a masajearla suavemente. Quería llevarlo al límite, quería darle tanto placer como fuera posible, así como él siempre me lo daba a mí. Quería que él amara tanto estar conmigo tanto como yo amaba estar con él, porque era indescriptible la manera en la que él me hacía sentir.

Esa noche en su auto, me sentí infinito, podía pretender que todo era perfecto. Podría haber estado así para siempre, era como si hubiésemos creado nuestro propio mundo allí dentro; un pequeño mundo donde sólo existían nuestras reglas y nuestras condiciones, donde podríamos hacer lo que quisiéramos, ser lo que quisiéramos y que las cosas ocurrieran a nuestra manera. Estábamos en pleno otoño, afuera estaba haciendo mucho frío, sin embargo, dentro de ese auto, hacía calor como en verano.

Nuestro acto sexual no se limitó sólo al asiento del copiloto, después de haber llegado al primer orgasmo, nos mudamos a los asientos de atrás y allí continuamos, esta vez yo sobre él, besando cada centímetro de su piel, su dulce y adictiva piel, totalmente extasiado entre nuestros cuerpos sudorosos ardiendo, la manera en la que sacudíamos el auto, nuestros gemidos mezclándose con la música de Cigarettes After Sex.

No sabía qué hora era exactamente, habíamos perdido por completo la noción del tiempo, al final terminamos acurrucados allí en los asientos traseros, yo estaba sentado y él estaba sobre mí, abrazándose a mi cuello, posando la cabeza en mi hombro, se había quedado dormido durante un largo rato, no sabía qué hora era, pero podía medir el tiempo según las canciones que iban sonando, y habían sido muchísimas. Gerard despertó sin que me diera cuenta, por eso me tomó desprevenido cuando susurró suavemente a mi oído la letra de la canción que estaba sonando en el momento; Apocalypse. Él ya me había mostrado esa canción semanas antes, me había gustado un poco, aunque no era precisamente mi estilo, así que la consideré como una buena canción para escuchar sólo esa vez, sin embargo, pasando más tiempo con Gee tuve que escucharla de nuevo, una vez más, otra vez, y al final agarrarle más el gusto, pero cuando sonó esa noche en el auto, esa canción recobró otro significado para mí.

— Tengo la música en ti, cariño, dime por qué. — Yo ya me estaba quedando dormido, pero su susurro me obligó a espabilar. Estaba recitando el coro de la canción. — Has estado atrapado y simplemente no puedes decir adiós. — Luego viene el puente. — Tus labios, mis labios; apocalipsis.

No le respondí, sólo giré mi cabeza ligeramente para encontrarme con sus ojos fijos en mí, tan hermosos, tan brillantes. Él sonrió y yo sonreí de vuelta antes de darle un beso en la frente.

— ¿Sabes, Frank? — Musitó.

— ¿Ajá?

— Es que... — De repente se quedó callado por un largo rato, lo cual me pareció extraño, pues él no era de decir algo y luego frenarse de esa manera, Gerard era más bien del tipo directo, que si quería decir algo lo decía y ya. — Este... — Y finalmente no dijo nada.

— ¿Pasa algo? — Pregunto un poco confundido.

— O-olvídalo... No era importante. — Simplemente dijo esto y me dio un beso en la mejilla, esperando que esa respuesta fuera suficiente para mí, pero claro que no lo era, él tenía que saber que me había dejado con la gran intriga y las ansias de saber lo que él quería decirme, fuera importante o no.

Luego me cambió el tema por completo, con la intención de que me terminara de olvidar de las palabras que evitó decir, me dijo que el viernes habría un evento en un restaurante del cual jamás había escuchado, donde aparentemente iba mucha gente del tipo de Gerard, "artistas", y allí siempre se presentaban bandas de garaje y así, entonces él quería que lo acompañara a uno de esos toques. Aunque le dije que sí y luego él me habló de esos eventos y de otros más donde me quería presente, yo no podía apartar toda la intriga que tenía por saber qué era eso que quería decirme, tampoco podía dejar de pensar en la forma en la que él me trataba, es decir, no es que me quejara, pero me costaba entender por qué me trataba tan bien, por qué me hablaba tan bonito y por qué últimamente quería incluirme cada vez más en su vida permitiéndome conocer los sitios que le gustaban y hacer las cosas que a él le gustaban hacer y al mismo tiempo no esperar que me enamorara de él. Es ilógico.

Si era por mí, podíamos quedarnos en ese auto para siempre, porque no había nada que adorara más que estar así con él, en nuestro propio mundo, en nuestra propia burbuja, y no había nada que quisiera más que las cosas fueran así todos los días, que sólo pudiéramos estar juntos y por supuesto, que él se sintiera igual que yo, que él quisiera lo mismo, que estuviera igual de feliz por estar allí conmigo y tuviera el mismo deseo de un "para siempre". Esa noche en particular, me facilitó la tarea de creerme que él sentía por mí lo mismo que yo.

Eran las doce cuando al fin nos vestimos y decidimos irnos. Llegamos a casa de Andy poco antes de la una, llegamos justo a tiempo para ver cómo él y Patrick estaban afuera con una fogata, quemando los regalos de Pete.

— ¿Qué están haciendo? — Me pregunta Gerard.

— Un ritual satánico. — Respondí conteniendo la risa.

Él sólo respondió "ya veo" a la vez que soltó una pequeña carcajada, luego los chicos lo invitaron a quedarse y él aceptó. No hicimos nada más que estar ahí parados observando cómo Patrick era quien tiraba el montón de cosas al fuego. Hacer aquello era algo liberador para él, porque más que triste, parecía enojado cuando se deshacía de los regalos de Pete, se estaba descargando, diciendo en voz alta cómo ahora se sentía como un idiota por haber soportado tanto tiempo en una relación tóxica donde más fueron las veces que estuvo llorando que siendo feliz. A pesar de todo, pienso que aquel acto fue bastante "bonito" y mostró un poco más de madurez en Patrick, la verdad, no pensé que sería capaz de deshacerse de todas aquellas cosas tan representativas en la relación que tuvo, relación que, aunque no fue para nada sana, significó todo para él en su momento, y representó muchos sacrificios también. Honestamente, me esperaba que Patrick le pidiera Andy que desechara los regalos por él, porque no iba a tener el valor de hacerlo, porque quizás aún estaban tan enamorado de Pete que pasaría meses llorando pero no, él mismo fue lo suficientemente capaz de tomar todos esos recuerdos, lanzarlos a la hoguera y perderlos para siempre.

Patrick no soltó ni una sola lágrima, ni siquiera cuando ya no quedó ni un sólo objeto. Me alegró que el momento no se tornara "emocional" y todo se volviera triste, porque usualmente me siento mal si alguien está triste mientras que yo estoy muy feliz, sobre todo si se trata de algún amigo mío, y lo cierto es que ese día había sido el mejor para mí, había ido totalmente en contra de mis expectativas, porque no me esperaba nada de lo que pasó. Cuando me desperté por la mañana no pensé ni por un segundo en que terminaría yendo a casa de Lindsey con ganas de matarla y que luego viviría uno de los mejores momentos con Gerard, no me esperaba tampoco que él se quedara con nosotros durante la quema de los regalos de Pete, sosteniendo mi mano todo el tiempo, viendo cómo las llamas se avivaban a medida que iban alimentándose con aquellos objetos, luego me abrazó por detrás, posando su mentón en mi hombro, y yo estaba feliz, tan feliz que, como siempre ha sido costumbre mía, estaba agradeciendo internamente aquel día, que todo hubiera salido bien. Deseaba más días así y adicional eso, poder saber lo que estaba pensando Gerard justo en ese momento, quería saber si él estaba tan feliz como yo.

Me frustraba un poco que la mente de Gerard fuera toda una cueva de enigmas imposibles de descifrar, porque para mí era tan sencillo saber cómo se sentían mis amigos y lo que estaban pensando; sabía cómo se sentía Patrick porque lo había dicho en voz alta; él sentía que se había quitado un peso de encima, que estaba renaciendo. Andy no nos quitaba la vista de encima a Gerard y a mí, así que estaba más que seguro que, en su mente, estaba muy emocionado por el "Frerard" y estaba diciendo: «Malditos homosexuales, ámense ya». Pero cuando se trataba de adivinar cómo se sentía Gerard y en qué estaba pensando, simplemente era imposible, no se me ocurría nada.

Cuando ya no quedó nada de lo que fue aquella fogata, Gerard se despidió de los chicos, pero pidió hablar un momento a solas conmigo, entonces Patrick y Andy entraron a la casa y nos dejaron solos afuera.

— ¿Pasa algo? — Pregunté.

—... Frank... ¿Puedo preguntarte algo?

— ¿Qué cosa?

— Es que... No encuentro la manera de preguntar esto sin que suene raro pero es que...

— Sólo dilo. — Acaricié su hombro para darle un poco más de seguridad para que terminara de hablar y no me dejara con la intriga, quizás esa "pregunta" tenía que ver con lo que me iba a decir en el auto y no dijo.

— ¿Cómo reaccionas cuando alguien se termina enamorando de ti?

Esa pregunta llegó a descolocarme un poco.

— ¿Cómo que...? — Estaba un poco atónito. — ¿Cómo reacciono? — Y claro, me puse nervioso. — Tú... Deberías saberlo, tu hermano se enamoró de mí y sabes lo que pasó.

— Pero no creo que eso te pase todo el tiempo... ¿O sí?

— Algo parecido. — Me encogí de hombros. — Normalmente les gusto a chicas o chicos que no tienen ninguna oportunidad conmigo, esos que es imposible que me gusten por cualquier motivo, sin embargo... Nunca obtengo la atención de quien verdaderamente me gusta. — Y esa fue una gran indirecta. — Es patético, pero... ¿A qué se debe esa pregunta tan extraña?

— Sólo quiero saber si estoy perdiendo mi tiempo.

Arqueé una ceja.

— ¿P-perdiendo el tiempo? — Pestañeé bastante rápido, sin dejar de expresar confusión en mi rostro.

— Una pregunta más antes de irme... ¿Qué tan rápido crees que una persona pueda cambiar de opinión?

— No lo sé, Gerard ¿Por qué haces preguntas tan raras?

— No te lo voy a decir. — Esbozó una sonrisa burlona.

— ¿Por qué no? — Insistí tomándolo de las caderas, sin parar de reír, él daba unos pasos hacia atrás con la intención de alejarse, pero yo no lo solté ni por un segundo, hasta que chocamos contra la puerta del auto, fue así que lo dejé sin escapatoria.

— Te lo diré luego ¿Sí? — Me dio un beso rápido. — Después lo sabrás.

— ¿Cuándo es después?

— Buenas noches, Frank. — Me tomó de las mejillas y depositó un pequeño beso en la punta de mi nariz. — Nos vemos en el colegio.

— Descansa. — Suspiré, resignándome a que pasaría mucho tiempo antes de saber qué había sido todo aquello. No quería ilusionarme con nada, pero, oh, ya lo estaba.

Él subió a su auto, lo encendió y antes de arrancar, me hizo un poco más feliz de lo que ya estaba, no lo creía posible, pero lo logró.

— ¡Hey, Frank! — Exclamó antes de irse. — Gracias.

— ¿Por qué?

— Porque hoy fue uno de los mejores días... — Sentí que mi corazón estaba por estallar. — Ojalá podamos estar así... Siempre.  

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