OASIS

By SukiiHerondale

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Una sociedad distópica, donde la gente es separada. Tener o no una marca puede decidir tu destino. Tener la... More

OASIS
Ally
Romeo y Julieta
Nathan & Shelly
Deja de llamarme así
Una noche muy larga
Secretos
Diferencias
Eres de los nuestros
Cumpleaños
Regalo de cumpleaños
Una noche en la playa
Chica misteriosa
Seguridad
Te quiero, mamá
Otra noche con Evan
Cena
Alison Cooper
El plan perfecto
Informes
Testigos
Muertes
Experiencia traumática.
Chico nuevo
Problemas
Sorpresas
Confesiones y una invitación
Baile
El otro lado
Enfrentamiento
Cena con Evan
Imposible
Samantha
Conversaciones
Verdades
Inevitable
Marinelli
A la mínima
Noticia
Conversación telefónica
Precipitaciones
Final de Romeo y Julieta
Y si...
No te prometo las estrellas.
Buenas noticias.
En peligro
Revelaciones
Promesa
Funeral
Venganza impartida
Un principio
Epílogo.
Evan
Orígenes.
Avicii

Mamá y su historia

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By SukiiHerondale

—¿Cómo es mamá? — Inhalo con fuerza por lo repentina que es la pregunta. Ally nunca me había preguntado por ella, es algo que siempre hemos evitado.

—Ally... — La miro con tristeza.

—Noah, si prefieres no hablarlo...—Termina por bajar la voz.

—No es eso, es que no quiero hacerte daño. —Sigo sinceramente. No creo que hablar de la mujer que nos dio la vida a las dos y que abandonó a una de nosotros sea precisamente bueno para mi hermana pequeña.

—Solo tenía curiosidad de saber como es. — Responde con una sonrisa intentado quitarle importancia, pero veo que su sonrisa es triste.

— ¿Qué quieres saber de ella? — Cedo al final.

—Bueno, tía Juli, me ha contado como es físicamente, basándose únicamente en las pocas veces que ha podido verla... Aunque yo quiero saber como es, de personalidad. —Explica Alison.

Cuando tía Juliette tenía la edad de Ally mamá solía ir a verla (solo tenía once años) y sin que los soldsdos la vieran le traía comida a Juli y se la tiraba por encima de la verja.

En aquella época no había tanta seguridad.

Un día la pillaron, la cogió un soldado, no la denunció, porque era demasiado pequeña, pero si que la llevó a su casa y se lo explicó a sus padres, mis abuelos. 

Desde ese día mi madre no volvió, ni visitó a Juliette ni se acerco a la verja. La ultima vez que Juli vio a mi madre fue cuando le entregó a Ally, hizo como si no la conociera para nada.

Obvio que todo esto me lo contó mi tía, de la boca de mi madre nunca ha salido nada parecido, a lo que ella le respecta yo soy ajena a toda esta información. 

—Bueno... Ella es... No sé como explicártelo, es muy diferente a lo que es tía Juliette.  Mamá es estricta, en casa se debe hacer lo que ella diga, si ella decide que me tengo que poner un vestido que a mi no me gusta, me lo tengo que poner sin discusión. Aunqud intenta ser una buena madre, cree que si tengo todo lo que quiero seré feliz, cree que si me da todo lo que pido olvidaré que ha abandonado a mi hermana pequeña. —No quería que mis palabras sonaran con el tono de resentimiento que lo han hecho.

—¿Te ha hablado alguna vez de mí? - Pregunta con tristeza, hemos llegado al punto donde no quería ir a parar.

—No puede hacerlo, va en contra de las normas y no sabes cuanto le importan las normas a mamá. —Le digo. —Bueno, una vez cuando tenía diez años, la oí hablar con papá sobre ti, estaban discutiendo, ella le dijo que era normal que se sintiera culpable que ella era tu madre y papá le decía que dejara el tema, que alguien podía oírla y la encerrarían, que ya habían pasado dos años, entonces mamá se puso a llorar. —Termino explicando. —Desde ese día no los he vuelto a oír hablar sobre el tema. Ellos no saben que los oí, esa semana empecé a llevarme mejor con mamá, llevaba dos años sin realmente perdonarla, y aún así, ahora todavía no sé si lo he hecho.—Termino por confesar.

—¿Y cómo es vivir en la ciudad?—Cuestiona.

—Una caca. —digo y ella se ríe. —¿Por qué crees que estoy siempre aquí? —Pregunto con una sonrisa.

—Creía que por mí. —Me dedica su tierna sonrisa.

—Vaya Ally, qué egocéntrica, yo vengo aquí para escaparme de allí. —Las dos nos reímos.—Ally cariño, levanta la cabeza quiero sacar el móvil para ver qué hora es.— Ella lo hace y se incorpora, meto las manos en los bolsillos de los shorts y no encuentro nada, pruebo con los de atrás y nada. Me empiezo a poner nerviosa.

—¿Qué pasa? —Pregunta Alison viendo mi cara de ansiedad.

—No encuentro el móvil.

—A lo mejor se te ha caído en el bosque.

—Voy a buscarlo. —Digo y me levanto. —Quedate aquí, volveré pronto. — Ella asiente.

Salgo a la superficie y empiezo a dar vueltas por el bosque sin verlo, sigo caminando unos diez minutos más hasta llegar detrás de la piedra donde me he escondido antes, cuando estábamos jugando al escondite. Y con alivio lo veo en el suelo, suspiro con una sonrisa, no me imagino el tener que contarles a mis  padres sobre su pérdida. 

Lo cojo y lo reviso, ninguna llamada de mamá, pero si una de Shelly.

La llamo y mientras suenan los tonos, me siento en la piedra.

—Noah. —Responde alegre.

—Hey Shelly, ¿me has llamado?

—Sí, tu madre me ha llamado, para saber si te ibas a quedar a dormir en mi casa. — Me pongo nerviosa. —Le he dicho que estabas en la ducha, y que si que te quedarías, así que si quieres y cuando termines de donde sea que vas, puedes pasarte por mi casa y te puedes quedar. —Sonrío satisfecha.

—Eres la mejor, Shelly.

—Dime algo que no sepa. —Nos reímos.

—Bueno vale, me paso. Adiós. —Cuelgo y me bajo de la piedra.

Cuando me doy la vuelta, ahogo un grito. Delante mío veo un jabalí gigante, con unos colmillos muy grandes.

Me quedo quieta sin querer moverme. Doy tres pasos lentos hacía atrás.

El jabalí no se queda atrás y empieza a moverse hacia mí.

Asustada intento avaluar que hacer. Si me quedo quieta no creo que él también lo haga, además, ¿que haré, quedarme quieta hasta que venga alguien y me rescate?

Mi única posiblidad es correr. Aunque es una idea pésima, es peor la alternativa.
Cierro los ojos mientras regulo mi respiración antes de contar mentalmente hasta tres.

Uno, dos y... Tres!

Me pongo a correr como si mi vida dependiera de ello, aunque puede que así sea.

Corro hacía la dirección contraria a la fábrica, alejandome todo lo posible, porque allí hay demasiados niños y ancianos y no quiero correr el riesgo de que alguien salga herido por mi culpa.
Oigo al animal seguir mis pasos de cerca, pero no me doy la vuelta para comprobar lo cerca que está de mí.

Me adentro en el bosque, intentando encontrar una salida.
Me empieza a faltar el aire pero antes de que tenga tiempo a pensar en alguna solución me doy cuenta de que me he metido en una zanga de barro y que no puedo ni moverme ni seguir avanzando. Intento sacar mis pies, pero cuanto más esfuerzo hago más me hundo.

El jabalí ha frenado cerca del barro siendo más inteligente que yo, y sigue todos mis movimientos con la mirada.

Cuando me doy cuenta de que la tierra empieza a engullirme es cuando comprendo que no es barro sino arenas movedizas.
Me quedo totalmente quieta, porque una vez leí que cuando más te mueves más rápido te hundes.

Maldigo por mi mala suerte.

—Cabrón. —Le espeto al jabalí que sigue mirándome.

Intento cogerme a una raíz de un árbol e impulsarme hacia fuera, pero no puedo, la arena me arrastra hacía abajo.

Me aferro a la raíz todo lo que puedo, empiezo a resbalarme, me agarro con las uñas y me cojo a la raíz, sin soltarme.

Ya no siento mis pies y empiezan a entumecerse mis manos de tanto aferrarme a la raíz.  Noto como la tierra me arrastra hacia abajo.

¿Es esto el fin?

¡Socorro! —Grito con la esperanza de que alguien ande cerca y pueda oírme.

Me niego a rendirme y me agarro con más fuerza a la raíz e intento impulsarme hacia arriba pero cuanto más esfuerzo hago más me hundo. El barro me tapa los ojos y mis manos me escuecen y duelen pero me niego a soltar el árbol, es mi única esperanza. Siento como si fuera un tira y afloja. Me agarro fuerte y quiero quitarme el barro de la cara para poder ver mejor pero corro el riesgo de hundirme. De pronto noto que alguien me coge del brazo y me arrastra hacia arriba.

Me cojo a su brazo como si fuera un bote salvavidas y no lo suelto hasta que estoy fuera de las arenas movedizas.

—Gracias.— Agradezco a mi salvador mientras me limpio la cara de la arena y barro.

—No hay de que, Julieta.— Oigo la voz de Evan. Todo el alivio que había sentido es remplazado por un ceño fruncido mientras levanto la vista para encontrármelo con un carcaj de flechas colgado del hombro, un arco en la mano y con la otra mano arrastrando las patas del jabalí, muerto, que no hace ni tan solo unos minutos quería atacarme.

—No sabía que las princesas se ensuciarán así. —Se burla por mi aspecto.

—Eres un idiota, a tiempo completo. — Digo poniéndome las ropa, mojada y sucia, todo lo bien que pueda estar.

—Eso no se le dice a tu héroe.—Se regodea.

—No tienes nada de héroe. —Espeto poniéndome a caminar cerca de él.

—Tendrías que ponerte a darme besos y abrazos. —Dice como si yo no hubiese hablado.

—¿Sabes dónde estamos? —Cuestiono ignorando su comentario estúpido.

—Sí, estamos muy alejados de la fábrica. —Gracias, genio eso ya lo sabía. — ¿Qué haces por aquí?

—Intentaba despistar eso. —Digo señalando al jabalí.

El se ríe.

—Has hecho bien de no ir a la fábrica, hay muchos niños.

—Lo sé, casi me cuesta la vida, por si no te has dado cuenta. — Le contesto irritada.

—Suerte de tu héroe.

—¿Qué haces tu por aquí?— Pregunto evitando prestar atención a su comentario anterior.

—He salido a cazar, va a llover y necesitamos provisiones. —Habla apartando una rama de nuestro camino.

Y como si respondiera a su llamada, empiezan a caer gotas de agua.

Evan se pasa el arco a la mano por donde sujeta al animal y con la que tiene libre me coge del brazo y me arrastra fuera del camino que estábamos siguiendo, la lluvia empieza a ser más fuerte, llegamos a una especie de cueva con la entrada tapada con una piedra gigante, Evan la aparta un poco y entramos.

Dentro está todo oscuro.

—La lluvia empeorará el camino para volver y creará mucho barro, hay varios kilómetros de camino hasta la fábrica y se nos va a hacer de noche antes de llegar, lo cual dificultará mucho nuestras posibilidades de llegar a salvo. —Me explica él.  —Vamos a tener que pasar la noche aquí.

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