Crónicas Elementales 2: Agua...

By Marsiposa

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Segunda parte de crónicas elementales More

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal.
Prólogo.
Capitulo 1. Dragón de Agua-Hielo y Dragón de Viento.
Capitulo 2. Dragón de Fuego.
Capitulo 3. Reencuentros.
Capitulo 4. El dragón y el zorro.
Capitulo 5. Pasado y Presente.
Capitulo 6. Amor u Odio.
Capitulo 7. Maestro y aprendiz.
EXTRA 1#
Capitulo 8. Luna llena plateada.
Capitulo 9. Blanco y Negro.
Capitulo 10. Fuego, Tierra y Futuro.
Capitulo 11. Algo inesperado.
Capitulo 12. I see fire. Parte I.
Capitulo 13. I see fire. Parte II.
EXTRA 2#
Capitulo 14. El momento más duro.
Capitulo 15. Adler y Scarlet.
Capitulo 16. Rojo, Verde y Azul.
Capitulo 17. Llamas en la tormenta.
EXTRA 3#
Capitulo 18. París. Parte 1.
Capitulo 19. París. Parte II.
Epílogo.
ACTUALMENTE RESCRIBIENDO

Capitulo 20. Adiós.

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By Marsiposa

Y aquí está el último capitulo de la segunda parte, *lagrimitas salen de los ojos* a sido un gran honor que comentaseis y votaseis la historia.

Sinceramente no esperaba que llegase a teer más de 5000 visitas,no la veía muy buena, pero bueno al parecer a gustado, sobretodo los personajes (unos más que otros -pero no voy a decir nombres. coff...coff...Damian...coff...cof- ¿eh? pillines) y todavía sigo recibiendo comentarios relacionados con el incidente de la piña, en el tercer libro se desvelará, pero no antes jo.

Espero qeu os haya gustado y por el final, tranquil@s que hay epílogo.

Ya sabéis comentad, quiero saber vuestras opiniones.

Adieu ;)

–       No le voy a coger de las manos –dijo Scarlet roja, pero roja, hasta balbuceaba.

–       Scarlet confía en mí, es un ataque que confeccionaron Xánder y Sagara, es más que potente.

–       Pero…

–       Nada de peros, es eso o nos detendrán.

   Era duro decidir aquello, justo después de la conversación que habían tenido Damian y ella la noche anterior. Los dos se miraron y a la vez apartaron sus miradas.

Tenían vergüenza de hacer algo como aquello.

Pero no había otra alternativa, como había dicho Adler, era eso o nada.

Chasqueo la lengua con mucha fuerza.

Ella bajó la cabeza, se puso en pie y cogió por el pescuezo a Damian, los dos salieron del callejón a grandes zancadas. No sin soltar por el camino grandes palabrotas no aptas para ninguna edad.

Ellos dos eran los más indicados para acabar con los soldados que les perseguían, aunque ninguno de los dos lo admitiese, formaban un gran equipo de hielo y fuego.

Una combinación extraordinaria.

De la cual, Elie no formaba parte.

Elie los iba a seguir, pero las fuertes manos de Adler se lo impidieron, sus ojos grises se chocaron con los de él.

–       ¿Pero qué…? ¡Déjame ir!

–       No, saldrías lastimada.

–       ¡Y ellos también!

–       Hazme caso, les estorbarías.

Elie apretó los labios, odiaba ser a veces tan débil.

En cuanto a Scarlet y Damian salieron a la calle, los rodearon; parecía como si supiesen donde habían estado todo el tiempo.

Un disparo.

Acertó en el tobillo derecho de Scarlet.

Ella rugió de dolor, su mente se retomó a años atrás, cuando en República le dispararon con aquellas balas, todavía se acordaba del dolor. Y también fue la primera vez que su vida se cruzó con la de Damian, pero aquel no era el mejor momento de pensar en aquellos ojos azules que la miraron desde arriba mientras se desangraba.

Tenía que estar en el presente y seguir hacia delante.

Pero ahora las sentía de nuevo contra su piel. Aquellas balas malditas.

La perforaba por dentro y le desgarraba la carne.

Contuvo sus ganas de gritar a todo pulmón.

Apretó los dientes.

Entonces notó la mano de Damian con la suya, al principio pegó un respingo a causa de los nervios, pero luego se calmó, era normal era lo que les había pedido Adler.

Espalda contra espalda.

***

Elie sintió una gran punzada en su corazón, ella quería ser la que estuviese haciendo eso con Damian.

Incluso desde esa distancia sintió el inmenso poder que se estaba formando.

Pero ella no se podía comparar con Scarlet en ningún aspecto.

Ella era mejor en casi todo.

Y de alguna manera u otra, inconscientemente siempre acaba atrayendo a los hombres.

Elie sentía celos de ella y no lo podía detener eran muy fuertes, podían con ella.

Adler vio la mirada de frustración de la pequeña Elie, entristecía de solo mirarla, era de idiotas no saber que a ella le gustaba Damian, pero al ojiazul le gustaba la macabra de Scarlet.

Un duro triangulo amoroso, del cual algunos saldrían muy dañados.

***

Cada uno de los dos concentró su máximo poder, apretaron su agarre de las manos; los dos sentían unos acelerones en sus corazones.

Sin percatarse el cabello de Scarlet fue convirtiéndose en una gran llamarada; su color dorado fue adquiriendo un color escarlata, parecía una fogata; en cambio Damian su cabello negro fue adquiriendo un tono azulado verdoso y formándose en punta.

Lo que no estaba formado por una alineación de hierro y zafiros comenzó a derretirse a causa del calor. El suelo alrededor de Damian y Scarlet se formó una fina capa de hielo duro.

Damian sintió un horrible dolor, como si tirasen de sus entrañas hacia abajo, como si las venas de sus brazos fuesen a estallar.

Gruñó.

Para Scarlet no era diferente, ella sentía como se le quemaba el cerebro y parecía que el corazón se le iba a escapar por la boca.

Sus pieles fueron cubriéndose de escamas, rojas y azules. Sus ojos antes humanos, eran de reptil al igual que muchos de sus rasgos. Scarlet volvió a sentir aquella punzada en las sienes, aquellos cuernos pretendían salir al exterior, al igual que su monstruo interno, lo impidió.

Tomó aire.

Entonces llegó el golpe de gracia.

Una espiral los envolvió a los dos, una mezcla del fuego más ardiente y el agua más helada.

De la fuerza los dos se elevaron sobre el suelo y arrasaron todo a su paso.

***

Desde lejos, Adler lo contempló todo; era idéntico al de Xánder y Sagara, eran como dos copias idénticas, pero había algo diferente en ellos, su ataque combinado era aún más fuerte.

Se percató de la intensidad del ataque, volteó u protegió a Elie con su propio cuerpo. Fuego e hielo no tardaron en chocar contra su espalda.

Volviendo a Damian y Scarlet, los dos posaron de nuevo los pies en el suelo.

Miraron a su alrededor, todos los soldados estaban fuera y la parte de la calle no había salido muy bien, estaba destrozada por completo.

Damian calló sobre sus rodillas del agotamiento.

Grandes gotas de sudor surcaron su frente.

Tosió algunas gotas de sangre.

Se sentía como una basura en aquellos momentos, él era ajeno a lo que acababa de hacer.

Aunque no lo creyese él tenía un gran poder en su interior, al igual que lo tuvo su madre.

Sus garras membranosas se clavaron en el asfalto, veía doble y aquello no era bueno, su sangre bombeaba con fuerza.

A su lado apareció Elie y le ayudo a ponerse en pie, su mirada tenía una gran preocupación y…tristeza.

–       Vámonos de aquí cuanto antes –dijo Adler serio.

Los cuatro comenzaron a correr.

Adler miró hacia atrás.

–       ¡Scarlet date prisa!

–       ¡No te preocupes por mí! ¡Os voy resguardando las espaldas!

Scarlet fue la última del grupo, se sentía horrible y aquel dolor en su tobillo no paraba, notaba como la sangre fluía con fuerza y no era capaz de correr adecuadamente, pero no quería ser un lastre innecesario.

Mordió su labio inferior.

No quería decir nada, para ella Damian estaba en peores condiciones, para poder correr necesitaba la ayuda de Elie y Adler, estaba perdiendo la consciencia.

Scarlet notó algo húmedo bajo su nariz.

Se llevó las manos y pudo contemplar sangre, estaba teniendo una hemorragia.

Limpio la sangre con la manga de su camiseta y siguió.

***

Voces no muy lejos de ellos se aproximaban a gran velocidad.

Scarlet lo sabía, los otros tres no les importaban mucho.

Iban a por ella.

La rubia apretó los puños cuando una bala pasó cerca de su oreja y otra que chocó en su hombro derecho.

Aquella vez no pudo evitar gritar de dolor, pero siguió.

Miró al frente, para ellos era costoso correr con un chico de casi noventa kilos medio inconsciente.

Entonces frenó en seco.

Los soldados ya podían divisarse.

Adler se giró y la vio allí parada.

Si tuviesen la energía suficiente podrían salir volando, pero en aquél ataque estaban indispuestos, y Adler al darle en la espalda no era capaz de usar sus alas de ángel.

Sus ojos grises fueron a los esmeraldas de Scarlet, esta le sonrió con tristeza.

Él enseguida lo supo, negó con la cabeza.

–       ¡NO LO HAGAS! ¡SCARLET!

Ella negó con la cabeza y le miró con seriedad.

–       ¡ADLER OS ESTOY CONCEDIENDO UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD, HUÍD, ELLOS ME BUSCAN A MÍ! ¡POR FAVOR CORRED!

Adler negó con la cabeza.

–       Ya es la hora, sálvales a ellos que aún están a tiempo, por favor…–con la voz quebradiza dijo–. Es lo que Xánder hubiese hecho…

   Adler era incapaz de hacer algo como aquello, no podía dejarla allí, no quería que muriese, era su alumna, la nieta de su mejor amigo, parecida a una hija que nunca disfruto, su amiga única amiga después de tantos años…

Al mirarla a los ojos lo vio con claridad, ese dolor que había sufrido, la culpabilidad que sentía, ella se estaba sacrificando para que ellos pudiesen vivir.

Pero aquello debería hacerlo Adler, él había vivido casi dos siglos y ella apenas había llegado a la mitad de su vida.

No quería hacerlo.

–       Por favor… –suplicó.

Adler apretó los puños y cerró los ojos con fuerza.

Les daba una última oportunidad.

Con mucha dificultad volteó la cabeza y concentró todo el poder que le quedaba; los tres desaparecieron.

Ella sonrió débilmente, con los ojos húmedos, pero no brotaba ninguna lágrima.

Scarlet se dejó caer de rodillas y puso las manos tras su cabeza.

Ella cerró los ojos.

Los pasos estaban parados, ellos estaban justo a sus espaldas, oyó como cargaban sus armas y la apuntaban con ellas.

Solo sería un momento.

Entonces los balazos comenzaron uno tras otro, perforándole todas las partes de su cuerpo.

Sonrió por última vez, había llegado la hora de pagar por sus crímenes.

Dispararon con balas de zafiro.

Hasta que el inmóvil cuerpo cayó al suelo.

***

Adler junto con Elie y un inconsciente Damian aparecieron en la cubierta. Se tiraron al suelo del cansancio, los arroyaban con preguntas, las cuales ninguna respondieron.

Adler estaba adolorido, había usado la teletrasportación, que no había usado desde hacía novecientos años, estaba rendido y dolido.

No quería mirar a nadie no hablar con nade.

Se sentía humillado de una gran manera.

***

Doc vino corriendo y con ayuda de otros tres rebeldes cargaron a los otros dos, Elie se desangraban por momentos.

No tardaron en atender a Elie y Damian.

Cuando Adler se puso en pie, As se le colocó enfrente.

–       ¿Y Scarlet?

Lo ignoró, dolido y siguió caminando.

Doc le dijo que fuese a curarse, pero no lo hizo, se curaba con rapidez.

En cambio Adler en vez de curarse fue directo a donde Guil.

Este pregunto por su sobrina,  Adler le contó todo lo que habían presenciado.

Guil tuvo que sentarse en la silla más cercana, no quería culpar a Adler, pero sentía rabia, su única sobrina estaba muerta.

Adler se sentía igual o incluso peor, a pesar de tener unos grandes poderes no había hecho nada al respecto. Se sentía inútil e impotente.

Ella había muerto.

Ya no notaba su olor por la zona, había desaparecido para siempre.

La noticia no tardo en propagarse por la aeronave.

Ni Guil ni Adler salieron de aquella habitación.

Hasta que llamaron a la puerta.

Entró As con una carta y la bitácora de Scarlet entre sus manos. Sus ojos estaban rojizos, acababa de enterarse de la noticia, Guil le invitó a sentarse en una de las sillas.

–       ¿Cómo lo supieron? –preguntó al fin Guil–. Es imposible que lo supiese nadie de fuera. Solo era una pieza para la radio, solo una y a costado esto.

Los ojos grises de Adler se clavaron en los de Guil.

–       Guil…¿Quién sugirió ir a Francia a por las piezas?

–       Scarlet…

   Todo comenzaba a cobrar sentido. Pero era improbable que ella hiciese algo como aquello, no era tan demente ¿o sí?

–       ¡QUERÉIS DEJAR DE IGNORARME! –los dos se voltearon y vieron allí a As, se habían olvidado completamente de él, la carta que traía entre sus manos se había arrugado–. Es importante, antes cuando la he leído no la entendía, pero ahora sí.

–       ¿Qué quieres decir, Roxas?

–       Que la trampa y todo esto lo planeó ella…Scarlet lo planeó.

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