Capitulo 13. I see fire. Parte II.

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Por favor, lamento no haber actualizado antes, pero traigo buenas noticias, a partir de hoy tengo un puente hasta el lunes icluido, eso significa que a lo mejor actualizo un par de veces. La mala noticia o buena, eso depende, que ya hemos llegado a la mitad de la segunda parte *.* que emosión, la carne se me pone de gallina.

Bueno ahora os dejo con el cap. (PD: reconozco que e llorado al final de revisar el capitulo y por favor no me matéis)

Adieu;)

–       Hola, Padre.

Al verle lo primero que vio ella, fue cuando se conocieron por primera vez:

Scarlet sujetaba sus piernas con fuerza, no dejaba de tiritar de pánico; la sangre se había secado sobre su piel con fuerza, así era imposible no despegarse de aquel fuerte olor a muerte.

Su cabello corto de color del oro estaba enmarañado y encrespado, sucio por la sangre. Sus ojos verdes estaban vacíos y sin vida; ni siquiera oyó las voces de los soldados y Flitcher’s que se iban acercando a la casa derruida. Lo único que quedaba de su casa era las cenizas, esparcidas a su alrededor, al igual que anillos grises gigantes.

Cuando por fin se percató de que había gente a su alrededor fue cuando un hombre de cabellos rizados y castaños como el otoño, ella elevó la mirada y se cruzó con unos ojos marrones pardos. Aquella mirada le sonrió, tenía unos dientes blancos y una sonrisa resplandeciente, aquel hombre parecía ser buena persona.

–       Hola –dijo él con una voz grabe, pero encantadora. Scarlet ni se inmuto y bajo la mirada.

   Ella no respondió y siguió abrazada a sus piernas, mientras aquellos hombres inspeccionaban los que quedaba de casa.

Aquel incendio causado por una niña había conseguido destruir la mitad de la cuidad, el fuego que en un principio había estado en la casa se había ido extendiendo por las calles causando heridos y un par de muertos, pero claro, aquello era desconocido para la pequeña Scarlet.

Lo único que había quedado de la casa, era la bitácora que le había regalado aquella señora y la llevaba oculta debajo de su vestido chamuscado, no quería que nadie se llevase lo único que le quedaba, era como su tesoro, compartía un secreto con aquella mujer de ojos azules, que en un futuro se olvidaría de ella.

–       Veo que no eres muy habladora, linda señorita –dijo el hombre de nuevo. Ella hizo un mohín y le volvió a mirar con un rostro triste, algo que en la cata de una niña no se debía de ver–. Tranquila solo vengo a ayudarte, princesa.

Ella sonrió por una milésima de segundo, nunca antes la habían llamado princesa, solo era una niña que vivía con su madre en una pequeña casa de una habitación de los barrios bajos de República, no una princesa.

–       Yo…–se calló durante un momento–…yo no soy una princesa.

–       ¿Cómo qué no? Que yo sepa he venido expresamente a recoger a una princesa, que por lo que veo eres tú.

–       Yo no puedo ser una princesa, tonto, he matado a mi mamá, las princesas no hacen eso.

   Aquel hombre la miró con pena y sintió lastima por la niña, no sabía lo que era y algo que no podía presenciar un infante era la propia muerte de su padre, o en este caso de su madre, encima por sus propias manos.

Scarlet contrajo los pies desnudos, hundiéndolos más en las cenizas. Ahora era huérfana, sería llevada a un orfanato donde la tratarían como mano de obra infantil. Ella no quería aquello.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora