Capitulo 7. Maestro y aprendiz.

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Hola de nuevo, siento el retraso, se suponía que iba a actualizar ayer, pero me puse mala y sigo mala, tengo gripe :( Lo bueno es que he conseguido terminar el capitulo, creo que es un poco de relleno, pero no se, si no os gusta lo sieto. He hecho lo que a estado en mis manos.

Adieu ;)

No sabían cuanto tiempo llevarían ya hablando, pero era su momento. Un momento de padre e hija; hablaban de cosas que les había ocurrido a cada uno, de sus aventuras y de algún que otro secreto.

Nadie les podía interrumpir era su momento.

   − ¿Y bien? Dijo entonces Paul.

   − ¿Bien, qué? −pregunto ella.

   − Cuando quieras explicarme los tatuajes que llevas a la espalda y en el brazo izquierdo −respondió Paul.

Scarlet chasqueo la lengua, temía que le regañase por aquellos tatuajes que se había hecho mientras estuvo en las islas del fuego; y todos los tatuajes se los hizo su maestro, ella se lo pidió. Sonrió de medio lado, al recordarle; en cierta forma le echaba de menos; habían estado viviendo codo con codo durante tres años y todo lo nuevo que había aprendido se lo había enseñado él.

   − Me los hice en las Islas del Fuego, fueron hechos por mi maestro −contestó al fin.

   − ¿Tu maestro? −pregunto su padre.

Ella volvió a sonreír, mientras se palpaba en tatuaje del brazo izquierdo −era un anillo grueso de tribales negros que recorría el grosor del brazo, y le acompañaban otros dos más finos a en cada lado−, a los de la espalda no llegaba y supuso que Paul, los vió cuando salió disparada volando la noche anterior, cuando se desgarró su camiseta por las alas.

Cada uno ocupaba un omoplato, de donde surgían sus alas, también eran unos tribales negros, pero estos tenían cierta semejanza con las de unas alas. A ella le encantaban.

   − Sí, mi maestro; el que me enseño muchas cosas, por ejemplo a controlar mi poder o ha desaparecer con la ceniza −dijo en un suspiro.

   − Entiendo.

   − ¿Sabes una cosa?

  

Paul la miró, ella miraba hacia el horizonte con algo de melancolía; se veía en su mirada, que a ese sujeto que desconocía le echaba de menos; estaba algo mosqueado al enterarse de que un completo desconocido había vivido con su hija, que la había entrenado y que encima le había hecho más tatuajes −para él ya era mucho que se hubiese hecho uno en el muslo de la pierna, el tatuaje oficial de su banda, el fénix rojo−, él suspiro resignado.

   − ¿Cómo se llamaba?

   − Adler Wind −respondió directamente, ni se lo había pensado. Pero el apellido Wind…

   − ¿Wind? ¿Es igual que el de…?

   − No digas nada, lo sé; y si piensas lo que estás pensando, es correcto. Se lo pienso decir, solo que estoy buscando el momento más oportuno.

Paul asintió, era increíble, lo que había descubierto en menos de un minuto. Volvió a mirar a su hija; ella no le miraba, era como si estuviese en otro lado mientras miraba al horizonte.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora