Capitulo 3. Reencuentros.

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Scarlet volvía a tener puestos sus guantes a prueba de fuego, de su invención  propia también. Después de ayudar a Elie, Guilliam le dijo que fuese a su cuarto que tenían que hablar de algo importante.

Ella trago saliva. Por el tono de voz que había puesto no le gustaba nada.

A pesar de haber pasado tres años desde la última vez que estuvo allí aún recordaba cada pasillo y cada sala, aunque su estancia no hubiese sido muy larga. Aunque ella mismas hubiese cambiado no iba a dejar atrás sus viejas costumbres.

Sin previo aviso al estar ante la puerta de su tío la abrió con una sonora patada. Al ver el interior estuvo como en un deja vú, estaba su tío Guil junto con la mujer de cabellos azules.

   − Veo que aunque seas más viejo tus hábitos no cambian, viejo verde −dijo Scarlet sin pelos en la lengua mientras entraba sin ninguna vergüenza y se sentaba o mas bien recostaba en uno de los sillones.

   − Solo tengo treinta años −dijo Guil, mientras se despedía de la chica de cabellos azules.

   − Mentiroso, tienes treinta y tres, deja de quitarte años −contesto Scarlet mientras colocaba a Naga en su regazo− ¿quién es? ¿es tu novia?

   − Eso no es de tu incumbencia, eres demasiado joven.

   − Ni que fuese una monja, claro que e tenido contacto físico con otras personas que no fuesen chicas.

Guil se giro en seco hasta mirar a su sobrina a los ojos, eran verdes esmeralda como recordaba, pero con un toque de malicia y astucia.

   − Esa es una mala broma Letty.

 

Aquel apodo le cruzo velozmente a Scarlet, en segundos su piel se endureció y sus pupilas se oscurecieron y agrandaron.

   − No me llames Letty, viejo verde −siseo con una voz inhumana.

   − Vale, vale, ha sido un pequeño error, lo siento.

Scarlet se relajo mientras que con una mano tocaba su limitador. Aquello había sido una gran ayuda al no tener la bufanda.

   − Y de que querías hablar, Guil.

   − Se que no te fuiste solo para ser más fuerte Scarlet. ¿Dime donde estuviste? ¿Y que averiguaste?

Sabía que le preguntaría algo por el estilo. Inspiro y suspiro, no dejaba de acariciar a Naga.

   − Estuve en las Islas del Fuego −sus ojos verdes se cruzaron con los azules de su tio− ya conoces ese nombre ¿verdad?

Guil vio como su sobrina en parte tenía todo esto preparado, se sentó en su camastro justo enfrente de ella. Apoyo los codos en sus rodillas, con el cuerpo hacia delante.

   − Allí me enteré de cosas, cosas importantes, Guil…

   − Con que lo sabes, sabes que….

   − No tienes porque darme explicaciones acerca de ello. Pero lo que más me extraño fue que conocí a un amigo de ya sabes quién que supuestamente debió morir hace mil años. Tienes explicación para eso, Guilliam la Fe; hijo de Eldur la Fe, antiguo sucesor de Dovah y maestro psyco del dragón de fuego, entre otras, mi abuelo.

− Esto va para largo…

*** 

No muy lejos de allí, dos siluetas vestidas de negro observaban la nave. Sin decir palabra alguna, es como si estuviesen esperando algo o más bien a alguien.

   − Crees que detectará nuestra presencia.

   − Por supuesto, después de todo es mi mujer.

   − Que posesivo Silver, cuanto hace que no la ves…seis u siete años.

Silver chasqueo la lengua y miro a su acompañante.

   − Volt, cierra el pico −entonces de golpe volvió a fijar la vista al frente, hacia el cielo, justo al aerodeslizador.

Vio un destello rojo aproximarse a una velocidad anormal. Entonces sonrió complacido.

   − Te dije que vendría, Volt.

Este chasqueo la lenga y silvo.

   − Hace un par de años que no veo a Salamandra, ¿estará guapa?

   − Ahora lo veremos, Rayo Bicolor.

*** 

Scarlet salió del cuarto de Guil y suspiro con fastidio. A grandes zancadas por los pasillos llegó hasta el cuarto que compartía con Elie. Allí ya estaban sus cosas, sus ojos verdes se detuvieron en una prenda que yacía sobre la cama.

   − Ey Scar, ¿ya has hablado con Guil? −dijo Elie, pero Scarlet no la escuchaba.

Todo su ser estaba pendiente de esa prenda, su preciada bufanda negra. Aquella bufanda que la había acompañado, pero que ya no necesitaba.

   − Perdona Elie decías algo.

   − No nada importante, deberíamos cambiarnos, ¿no crees?

   − Si…

Scarlet fue quitándose sus prendas una a una, entonces Elie se fijo por primera vez en el cuerpo de su amiga. A parte de estar moldeado a la perfección, estaba recubierto de profundas cicatrices que marcaban su blanca piel. Scarlet se coloco unos pantalones negros e iba a colocarse una camiseta negra de tirantes cuando noto ese olor.

Un olor que podría reconocer a perfección, el que sacaba sus instintos más oscuros a la luz.

Sin pensarlo dos veces, se coloco rasgando de los laterales la camisa y salio corriendo, sin importarle el haber echado la puerta abajo.

Corrió por los pasillos con los pies desnudos, hasta salir a la cubierta y salto por la borda.

Sus alas surgieron y su cuerpo se envolvió en llamas como una antorcha. Allí les vio, a Rayo Bicolor y a alguien que no conseguía distinguir.

Su aroma pasó por sus fosas nasales, entonces se dio cuenta, conocería ese olor a lirios y mandarinas. Cayó al suelo, sin importarle el daño de la caída.

Ante ella se encontraba su primer amor, Oriel.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora