Capitulo 4. El dragón y el zorro.

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Damian se encontraba echado ya en su cama, sus brazos cruzados tras su cabeza. No era capaz de dormir, era cierto que se encontraba de nuevo en su cama, su cama que había sido a lo largo de catorce años, pero ahora era incapaz de dormir. Se giro y vio como As, su compañero de cuarto, ya dormía placidamente. Siempre había tenido un sueño profundo.

Cerró los ojos, poco a poco el sueño le iba viniendo…

Se encontraba en medio del mar, no dentro del agua, flotaba sobre ella. El agua era tan cristalina, que se podía ver reflejado en ella. No muy lejos pudo divisar un conjunto de islas, en la isla central pudo divisar un gran volcán.

 

Entonces como si de una sirena  se tratase bajo sus pies, en el agua, había una chica, de largos cabellos negros de casi tres metros de largo. Iba buceando a una gran velocidad y no había salido a la superficie en ningún momento. Sus ojos se fijaron entonces, en las membranas que se hallaban en las manos de la chica y una gran aleta dorsal le cruzaba la espalda.

 

Iba en dirección hacia las islas y Damian no dudo en seguirla.

 

La vio salir del agua, tenía la piel pálida y llevaba unas ropas de tonos azulados, algo provocativas, parecidas a las de las bailarinas del desierto, en rápidos movimientos recogió su cabello negro en una trenza. Se dio la vuelta entonces, quedando enfrente de Damian, pero al parecer ella no le podía ver, pero él a ella sí.

 

Damian se sorprendió al ver que sus ojos eran azules como aquel océano. Lo que más le sorprendió fue el gran parecido que tenía con él mismo. Entonces la joven desconocida emprendió una rápida marcha hacia el interior de la jungla de la isla del volcán.

 

Era costoso seguirle el paso.

 

Las hojas de las palmeras chocaban contra su rostro y sus brazos.

 

La había perdido de vista, cuando oyó de pronto unas voces, estaba claro que una era femenina, a lo mejor de la chica misteriosa y otra de un hombre.

 

   - Xander…esta confirmado, la guerra comenzará dentro de tres días…−dijo la chica.

   − Maldición −dijo Xander.

   − Sabes que no nos queda otra que luchar −volvió ella.

   − Lo sé, Sagara, lo sé.

 

Hubo una pausa.

 

   − Adler nos espera junto con Zelda, al parecer ya se están preparando.

   − Menudo año 2000, así es como se comienza el milenio. Debemos impedirlo, es nuestro deber como los Psycos más poderosos que existen −dijo Xander.

   − No crees que eso es demasiado arrogante, ¿Xan?

 

Rió.

 

   − Puede ser, pero sabes que es verdad −volvió a decir.

   − Lo que tú digas, por cierto…tú ya has dejado descendencia.

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal. © [PRÓXIMA REEDICIÓN EN AGOSTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora