Path(po)etic; Frerard

By Angelicalexia

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Donde Frank está enamorado de un artista, pero hay un problema... Su mejor amiga también está enamorada de es... More

Prólogo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo o Poema Final
Anexo

Capítulo 1

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By Angelicalexia

Después de la primera semana de clases, yo era el recién llegado en el grupo de amigos de Lindsey, ellos eran geniales, siempre hablaban de los sitios a donde iban los fines de semana, las reuniones que hacían con amigos fuera de la escuela y toda clase de cosas increíbles. Yo, por supuesto, aún no formaba parte de aquello, y como aún no conocía a nadie en la ciudad, mi vida se había tornado muy aburrida. En Jersey pasaba mis fines de semana con amigos, en cambio, en Cincinnati, los pasaba solo en mi cuarto matando el tiempo escribiendo o haciendo la tarea mientras escuchaba música, patético en verdad; me volví mejor estudiante al no tener nada mejor que hacer con mi tiempo libre.

La primera vez que nos reunimos fuera de la escuela, fue cuando fuimos a casa de Patrick para hacer un proyecto que nos habían asignado en biología, esa vez, Lindsey fue quien me ofreció estar con ellos en la tarea, y para mí era todo un honor. Ellos no eran los más populares de la escuela ni de chiste, pero aun así, me parecían las personas más geniales y ese era el grupo al que yo quería pertenecer.

Hicimos la tarea con buena música de fondo, era extraordinario coincidir en gustos musicales, eso no me pasaba con mis anteriores amigos, quienes escuchaban pura música comercial. Entre mis amigos habituales, yo era "el emo" del grupo, y esa diferencia (creía yo) nunca nos afectó. En mi nuevo grupo, sin embargo, todos teníamos el mismo gusto en música, series, películas, libros y básicamente en todo.

Hasta entonces, cuando estábamos juntos en la escuela, yo era un simple oyente de sus conversaciones, me perdía cuando comenzaban a hablar de gente que yo no conocía. Lindsey siempre me insistía en hablar más y yo le decía: «Es que no tengo nada bueno que decir». Fue durante esa reunión para "estudiar" que los tres por igual me atacaron con muchas preguntas sobre mí, sobre mis intereses, mi familia, cómo era mi vida en Jersey, mi otro colegio... Eran muchas preguntas, pero aun así no me abrumaban, pues las hacían con verdadero interés en conocerme.

— Oye, Frank. — Me dijo Andy cuando terminamos el proyecto. — El sábado es el cumpleaños de un amigo, va a dar una fiesta y creo que tú le agradarás. Se llama Mikey, es menor que nosotros, es muy genial.

— ¿Quieres ir? — Completó Patrick.

— Seguro. — Respondí feliz. — Allí estaré.

— Geniaaaal. — Lindsey me rodeó con su brazo. — Lo vamos a pasar muy bien.

— Sobre todo tú. — Patrick le guiñó un ojo.

— Ojalá... — Suspiró ella. — Mikey me lo confirmó, Gerard no estará.

— Será para la próxima. — El rubio hizo un puchero. — Yo de verdad quiero que ustedes tengan algo.

Sintiéndome fuera de lugar, vi cómo ella esbozó una sonrisa boba y se ruborizó.

— ¿Quién es Gerard? — Pregunté para no sentirme excluido.

— Alguien. — Respondieron todos al unísono y no quisieron hablar más del tema.

Comprendí perfectamente que no quisieran decírmelo, después de todo, yo era el recién llegado y tomaría tiempo tener un lugar fijo en el grupo y ganarme la confianza de todos.

— ¿Qué tal tu vida amorosa, Frank? — Preguntó Patrick.

— Patética. — Me encogí de hombros. — Me han friendzoneado, es un asco, pero el año pasado tuve una novia, salvo terminamos en buenos términos cuando cumplimos como cuatro meses juntos.

— ¿Por qué terminaron? — Pregunta Lindsey.

— ... Pues... — Rasqué mi nuca. — Simplemente no funcionábamos, eso es todo. Pero somos buenos amigos ahora.

La razón por la que esa relación se había acabado era porque a partir de ella descubrí que soy gay, las mujeres no me interesaban y me di cuenta de ello cuando con mi noviecita no podía hacer nada más que no fuera abrazarla, pues hasta besarla era un poco incómodo para mí, no sentía nada. A la larga comprendí que no era ella el problema, eran cosas mías, a fin de cuentas, me había hecho su novio sólo porque era bonita. Las chicas pueden parecerme bonitas, pero no es lo mismo pensar que alguien es lindo a que te guste, porque a la hora de la verdad, no me imagino teniendo contacto físico más allá de un abrazo con una. 

Desde que era niño me pasaban cosas con los hombres. De pequeño, obligaba a un amiguito mío a jugar al doctor; un juego aparentemente inocente en el que hacía que el otro niño se quitara la camiseta mientras que yo hacía mis "chequeos". Pero yo, como un pequeño inocente, no sabía que me gustaban los otros niños, sino hasta que, como a los nueve años, ese mismo niño me dijo que ya no quería jugar más al doctor porque "eso lo jugaban los gays". Yo no tenía ni idea de qué significaba ser gay, había oído la palabra alguna vez, pero ésta a mis oídos era tan vacía e insignificante. Así que después de eso, decidí googlear la palabra en busca de una definición. Me encontré con imágenes y vídeos de chicas besando chicas y chicos besando chicos, todo lo referente a chicos con chicos llamó mi atención en sobremanera. Después de aquel día, yo veía seguido esas cosas en internet y no le contaba a nadie, para mí era como "mi pequeño secreto" y pensaba que estaba mal por gustarme esas cosas, igual era sólo un niño en un mundo donde se supone que los hombres van con las mujeres y lo demás es "antinatural". 

Más tarde crecería con la idea de que esos gustos "extraños" eran una etapa y me dejé regir por lo que decía la sociedad; "los chicos con las chicas, las chicas con los chicos", por lo cual me obligaba a mí mismo a tener crushes con distintas chicas que me parecían lindas, y sólo por eso pensaba que me gustaban, pero cuando tuve una novia, me di cuenta de que la cosa era más compleja. Sólo porque una chica me pareciera bonita físicamente, no significaba que quería estar besándola y haciendo esas cosas con ella... Pero con los chicos me pasaba otra cosa, claro está. Poco a poco acepté que, desde un principio, los chicos siempre fueron lo mío. Jamia, que así se llamaba mi novia, en vez de enojarse y odiarme por eso, lo entendió muy bien y luego se convirtió en una buena amiga.

El verdadero reto era contarles a mis padres sobre mis "desvíos sexuales". Pensé que me matarían, pero para mi sorpresa, lo tomaron bastante bien, me dijeron que no era lo que esperaban pero, después de todo, soy su hijo, así que tienen que aceptarme tal y como soy. Eso fue un alivio para mí.

Aún así, a pesar de tener el apoyo de mis padres, yo llevaba mi homosexualidad con cautela. Por miedo al rechazo social, no se lo contaba a todo el mundo. Eso pasó ese día con mis nuevos amigos, no quise contarles que soy gay porque, así como ellos no confiaban en mí del todo porque recién nos conocíamos, yo tampoco confiaba mucho en ellos, y tenía miedo de lo que pudiera pasar si se enteraban de que me gustan los hombres, temía que ese fuera el fin de lo que podría ser pertenecer al grupo de los chicos cool.

— ¿Y tú qué tal? — Le pregunté al rubio.

— Estoy comprometido... — Sonrió con timidez.

— Él y su pareja llevan casi un año de novios. — Dijo Andy. — Yo, por mi parte, estoy más solo que Will Smith en Soy Leyenda ¿Sabes las fotos de parejas goals? Bien, yo siempre soy el que toma la foto... — Llevó su dedo a su mejilla como si estuviera limpiando una lágrima.

— ¿Y tú, Linds?

— También estoy sola... Me gusta un chico, y todos lo saben... Excepto él.

— Auch. — Dije. — Adivino ¿Es ese tal Gerard?

Asintió.

— Estudiaba con nosotros pero este año se mudó a Nueva York con su tía porque hay una escuela súper genial y cara a la que está yendo. La próxima vez que nos veamos será en diciembre cuando venga por navidad y yo... — Suspiró. — No puedo esperar tanto.

— Oh vaya... Ese Gerard te tiene loca ¿Huh?

— Loca es poco. — Agregó Patrick con una risita.

Los próximos días en el colegio habría más cercanía entre nosotros, hasta que llegó el sábado y con él, la fiesta del tal Mikey. El plan era llegar a casa de Patrick para irnos juntos a la fiesta. Me llevaron a un edificio, el cumpleañero vivía en un amplio departamento, pero la fiesta no era tan grande, éramos sólo nosotros y como siete personas más, todos eran chicos de quince a dieciocho años, Mikey estaba cumpliendo catorce, era un niño flacucho y muy alto, usaba gafas, tenía el cabello largo e igual que Patrick, tenía cara de bebé.

Estaba acostumbrado a ir fiestas con música de moda a todo volumen, muchísimo alcohol y miles de adolescentes hormonales bailando indecentemente, esta reunión era más tranquila y amena, no faltó el alcohol, pero estaba acompañado con buena música, conversaciones agradables con esas personas, y juegos como "yo nunca nunca". Fue una nueva experiencia para mí. Allí conocí a Pete Wentz, uno de los tipos más increíbles que he conocido, él era un año mayor que nosotros, su carisma era contagioso, te hacía reír con sus ocurrencias y no le daba vergüenza pararse a bailar y hacer el ridículo, él era muy unido a Patrick y a Andy, y fue el primero en hablarme y hacer unas cuantas bromas conmigo para ayudarme a entrar en confianza con aquellos desconocidos. Mikey también me ayudó mucho con eso, él y yo pasamos mucho tiempo juntos poniendo música y hablando sobre superhéroes. Los muchachos tenían razón, era menor que nosotros pero era súper genial hablar con él.

— ¡Ven acá, Frankie! — Yo estaba sentado en el suelo con Mikey cuando Lindsey llegó y me tomó bruscamente de las manos haciendo que me levantara. — ¡Baila conmigo!

Pete ya estaba dando vueltas alrededor de nosotros haciendo movimientos ridículos mientras gritaba: — CAN YOU SAVE. CAN YOU SAVE MY. CAN YOU SAVE MY HEAVY DIRTY SOUL? FOR MEEEEEEE! FOR MEEEEEEE!

Con el tiempo, cada vez que escuchara esa canción, me acordaría de él.

Lindsey tampoco tenía miedo a bailar como idiota y hacerme a mí bailar como idiota con ella. Si ella decía "Ballet", bailábamos la canción fingiendo tontos movimientos de ballet en los cuales se lanzaba hacia mí y yo la levantaba con toda la gracia del mundo, luego, de repente, ella decía tango y nos tomábamos de las manos y fingíamos bailar tango con la canción, y así cambiábamos los ritmos sucesivamente, no pude haberme reído más en ese momento. Definitivamente con ellos descubrí que la felicidad está en la estupidez. Esa noche fue cuando dejé de extrañar mi vida en Jersey y agradecí este cambio de ambiente. Estaba convencido de que todo había pasado por mi propio bien. 

En la fiesta de Mikey fue cuando realmente conectamos, luego comenzaron a invitarme a todas sus salidas. La próxima se dio el siguiente fin de semana en un parque bastante bonito, justamente fueron Mikey y Pete. Estuvimos caminando por los alrededores, conversando sobre cosas que nos pasaban en la escuela y asuntos banales. Hasta que de un momento a otro, Andy, Mikey y Lindsey se fueron por un helado y me quedé solo sentado en un banco con Pete y Patrick.

— Una pregunta. — Me dijo Pete así de la nada, de manera muy random. — ¿Qué orientación sexual crees que tengo?

«What the fuck, dude?». Pensé.

— ¿P-por qué me lo preguntas?

Sólo lo había visto una vez y habíamos compartido un poco esa tarde, pero eso no me daba indicios de que fuera gay o hétero, para mí, Pete era sólo Pete.

— Sólo responde. — Me miró con seriedad por primera vez.

— P-pues... — No supe qué decirle. — Si eres gay... A mí realmente no me importa, es decir, soy muy de mente abierta y...

— Frankie. — Me cortó Patrick. — Él es mi bebé.

Se tomaron de las manos de repente.

Y entonces quedé en shock. No porque fuesen gays, sino porque eran pareja y yo, que era tan observador, no me había dado cuenta.

Patrick siempre hablaba de su "bebé", haciéndome pensar que tenía una novia, nunca daba detalles y era muy cerrado al respecto, hasta ese día.

— Pero no se lo puedes decir a nadie. — Alegó Pete.

— Sí, Frank. Tienes que tener mucho cuidado en la escuela, en todos lados, porque mis padres son muy homófobos y tengo miedo de lo que pueda pasar si se enteran. Por eso es que nunca te conté que soy gay, pero ahora que tienes mi confianza...

— Nuestra confianza. — Añadió Pete.

— Exacto, nuestra confianza. Ahora que la tienes, decidimos contarte.

— No te preocupes, no se lo diré a nadie. No quiero arruinar la amistad que tenemos. Además, yo también soy gay.

— QUÉEEEE. — Gritó Pete. — ¡¿De verdad?! ¡Maldición! ¡No me di cuenta! 

Al momento en que me encogí de hombros, nuestros demás compañeros llegaron, cada uno con dos helados en las manos, Lindsey le entregó uno a Patrick y Andy uno a Pete porque ellos se los pidieron, Mikey me llevó uno a mí aunque no se lo pedí.

— No sabía qué sabor te gustaba así que pedí este que es un arcoíris. — Dijo extendiendo el helado hacia mí. — Aquí tienes, Frankie-kun. 

— Gracias pero... ¿Cómo me llamaste? ¿Frankie... Qué? — Fruncí el ceño. — ¿Qué? 

— Así decidí decirte ahora. — Respondió él con una sonrisita. 

— Así te diremos ahora. — Dijo Lindsey burlándose de mí. Ella sabía lo ridículo que era ese apodo, y ya que era una mierda en persona, lo aprovecharía para molestarme.

El "Frankie-kun" no me había hecho ni un poquito de gracia, pero como había sido Mikey quien me había colocado ese mote, se lo permití porque él era adorable, como un niño a quien no le puedes decir que no. Habría tenido las bolas de decir cuánto odiaba ese apodo si me lo hubiese colocado Lindsey o Andy, a Patrick sí le lo hubiese permitido también.

— Adivina. — Le dijo Patrick a Andy mientras que todos comíamos tranquilamente nuestros helados.

— ¿Qué?

— Le dije que Pete y yo somos novios.

— ¡¿Qué?! — Le gritó a Patrick en la cara, luego se acercó muchísimo a mí, invadiendo mi espacio vital. — ¡Si llegas a decírselo a alguien y le arruinas la vida a Patrick, te descuartizaré! ¿Lo entiendes?

Andy era más sobreprotector con Patrick. En un grupo de amigos siempre hay dos que son más unidos, esos eran Andy y Patrick, ellos eran prácticamente familia, se conocían desde el preescolar, y siempre fueron ellos dos hasta que Lindsey llegó en la secundaria a unírseles, por esos tiempos también conocieron al tal Gerard, quien es hermano de Mikey, (me enteré durante la fiesta) y al resto de sus amigos. Ellos dos básicamente eran los padres fundadores del grupo.

— Déjalo tranquilo, Andrew. Frank también es gay.

— ¿En serio? — Dijo boquiabierto. — ¡Pero si no me había dado cuenta!

«Qué mierda». Pensé. Y yo que creía que se me notaba mucho.

— Es cierto. — Dije. — No me gustan las niñas.

— ¿Por eso fue que no funcionó aquella relación?

Asentí.

— ¿Qué piensan tus padres? — Preguntó Mikey. — ¿Lo saben?

— Ajá. — Asentí antes de darle una probada a mi helado antes de que se derritiera. — Se lo tomaron mejor de lo que esperaba, y me apoyan con eso.

— No me pasa. — Alegó Patrick. — A mí seguro me llevarían a un reformatorio o algo así, si no me entierran vivo primero.

— Eso mismo pensaba yo, y mira. — Dije tratando de aportarle seguridad.

— Pero los padres de Patrick son otro nivel de estrictos. — Dijo Andy. — Te aseguro que sí serían capaz de todo, hasta de echarlo de la casa sólo por ser gay.

—Eso es muy triste... ¿Tú también eres gay?

— No soy gay, soy Andy. — Se encogió de hombros. — Ya, hablando en serio, Lindsey y yo somos los únicos héteros. Aunque a veces Patrick me molesta shippeándome con chicos a pesar de que odio eso.

— ¿Y qué esperas si a ti todos los gays te persiguen? — El rubio soltó una carcajada. 

— Sí. — Me explicó el pelinegro al ver cómo me confundía. — Tengo como una especie de maldición, sólo atraigo tipos, es lo peor... Aunque también atraigo a puras locas, y no sé qué es peor. 

«¿Y se supone que eso es algo normal?». Pensé, cuando lo único que hice fue reírme a carcajadas. Mis nuevos amigos estaban locos, eran unos raros y eran de lo más interesante. 

Nunca me imaginé que el primer paso para ganarse la confianza de alguien era compartir tu orientación sexual, pues, después de esa salida, comenzamos a conocernos verdaderamente, a un nivel más profundo. Así fueron pasando los meses y tuvimos millones de aventuras y situaciones que nos unían cada vez más como mejores amigos.

Volví a Jersey por las vacaciones de navidad, y fue cuando me di cuenta de la rapidez con la que dejé de extrañar mi hogar, allí nací y tenía mi vida, pero esa vida no era nada comparada con la que había hecho en Cincinnati. Mis viejos amigos ya no eran los mismos conmigo, cuando llegué, se comportaron como si yo fuera un desconocido para ellos, y me lo esperaba, a fin de cuentas ni siquiera hicieron el esfuerzo de comunicarse conmigo cuando nos separamos.

Cuando regresé en enero, Lindsey estaba más feliz que nunca.

— Gerard volverá a vivir aquí. — Dijo suspirando como tonta. — No puede ser.

Ella estaba tan feliz e ilusionada que no pude evitar sentirme feliz por ella, pues era mi amiga de todos modos, y el hecho de que le gustara alguien y que ese alguien fuera a estar más cerca de ella era genial para mí.

Antes de cambiarme de colegio, tenía las ilusiones de enamorarme y conocer al chico perfecto, pero eso no pasó, no conocí a nadie que llamara mí atención de esa manera durante ese año escolar. 

Tenía ganas de enamorarme pero no tenía de quién, por eso me sentía feliz por Lindsey, porque ella sí tendría a quién amar. Yo quería eso, por lo menos enamorarme de alguien, tener a alguien a quien escribirle mis estupideces, eso quería. Hasta entonces, no había escrito tantos poemas como antes, por alguna razón, la poesía fluye mejor cuando estás triste o enamorado (o ambas a la vez), cuando eres feliz, no hay mucho que expresar, y durante esos tiempos, yo me sentía feliz, no me sentía completo, pero sí estaba en un buen momento.

Durante el resto del año escolar, supe que Lindsey vivió más situaciones con Gerard en las cuales acababa o súper feliz o deprimida, me ponía muy mal que no me las contara, que esa clase de cosas las tratara más con Patrick que con cualquiera. Lindsey era demasiado hermética, pero eso me daba igual, aunque debía admitir que a veces me molestaba, pues sentía que yo podía confiarle mis cosas a ella pero ella nunca compartía sus cosas conmigo. De todos modos, ya me estaba dando cuenta de que me estaba uniendo cada vez más a Andy y a Patrick, ellos eran como los principales para mí, pero Lindsey seguía siendo de mis mejores amigas. 

El problema con Lindsey era que a veces sus aires de grandeza me hacían enojar. Yo la soportaba, e incluso me reía y la acompañaba cuando se ponía en plan cizañera y molestaba a los demás, pues yo también soy así después de todo, pero ella era otro nivel, a veces se ponía insoportable, y en ocasiones yo era el blanco de sus bromas pesadas, podía reírme y todo pero si esas bromas me pillaban estando molesto por cualquier motivo, de verdad me daban ganas de matar a esa niña, y su excusa siempre era: "Tienes que soportar que te moleste porque eres el nuevo".

En ocasiones Lindsey se hacía la líder del grupo, su papel de Queen B llegaba a molestarme porque a veces quería mandar sobre mí y yo no lo permitía.

Otra cosa que le encantaba a Lindsey era que todos estuvieran detrás de ella, si se enojaba contigo, no iba directo a contártelo, tú mismo tenías que averiguar e insistirle, e insistirle muchísimo hasta que ella se dignara a hablarte y decirte por qué se enojó, además, se creía que tenía la razón en todo, tú opinión no vale.

Ser amigo de Lindsey era una experiencia agridulce, así como tenía cosas malas, también tenía cosas buenas, ser su amigo implicaba tener una protección inmensa de su parte, a Ballato era mejor tenerla a favor que en contra, pues tenía la capacidad de destruirle la vida a cualquiera sólo con palabras, de modo que, si alguien se metía con ella o con alguno de sus amigos, ella los defendía con todo su arsenal de veneno. Hasta entonces, eran más las veces que estaba bien y feliz con ella que las que lo hacía enojar, así que estaba bien.

Llegó el verano, lo cual significaba, salir a pasear casi todos los días y mi oportunidad de conocer a toooodas las personas que mis amigos conocían en la ciudad. Vivíamos en muchas fiestas, salidas a centros comerciales, reuniones en casa de alguno de los cuatro... Prácticamente nos seguíamos viendo todos los días.

Cierto día de agosto, Mikey me invitó a su casa para probar un nuevo videojuego que se había comprado. Cuando llegué a su edificio, lo llamé al celular para que bajara a abrir el portón. No me contestaba el celular por más que insistía. Me estaba impacientando, seguro de que pasaría mil horas allí parado esperando, y así habría sido de no ser porque alguien bajó.

Era un muchacho alto, de cabello negro, ojos verdes y la nariz más linda que he visto. Cuando lo vi, mi corazón como que se detuvo, eso me pasaba siempre que veía un chico lindo, y ese en particular era más que lindo.

«Joder... — pensé — esos ojos... Esa carita... Dios... Es jodidamente lindo, es...».

— Hey. — La voz del muchacho interrumpió mis pensamientos.

— ¿S-sí? — Respondí tratando de que no se notara la forma en la que me atonté por culpa de su belleza.

— ¿Vas a visitar a alguien?

— Sí, a un amigo, pero él no me atiende el celular.

— ¿Quieres que abra el portón para ti? — Sacó el control de su bolsillo.

— Sí, por favor, te lo agradecería mucho.

— No hay problema. — Presionó el botón del pequeño control y el portón comenzó a abrirse lentamente.

— Gracias... — Sonreí.

— No hay de qué. — El pelinegro me sonrió de vuelta.

Entré al edificio.

¿Para qué mentir? Ese niño me dejó prendado. En el ascensor, iba pensando en ese él, fue el típico caso de cuando te enamoras de un desconocido en la calle, cosa que era triste para mí, porque sentía que no iba a volver a ver a ese chico.

Y así comenzaba a imaginarme cómo sería conocerlo y poder estar con él en un futuro, la clase de cosas estúpidas que uno puede llegar a pensar. Me preguntaba cómo sería la personalidad de ese muchacho, físicamente me había impactado, tanto que esperaba que ojalá por dentro también fuera hermoso, que ojalá fuera divertido, que no fuera un cabeza hueca y tampoco resentido, deseaba que él fuera tal como yo lo imaginaba... Pero dadas las circunstancias, al menos me hubiera conformado con saber su nombre, así quizás habrían más probabilidades de un segundo encuentro. Estaba comenzando a pensar que debía visitar a Mikey más seguido sólo para ver si ese encuentro casual se daba alguna vez, pero estaba seguro de que no iba a tener la misma suerte de volver a encontrármelo por el edificio, además, después de ese día, no volví a tener la oportunidad de ir a casa de Mikey.

Así que jamás volví a ver a ese chico. 

Hasta que empezaron las clases nuevamente.

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