Sentado, con los pies en el sofá y mis rodillas pegadas a mi pecho, miraba a la puerta, marrón, sin el seguro puesto, a la luz del atardecer que se asomaba por mi ventana. Dallen tenía todo de mi, absolutamente todo, y aunque en éste momento decida parar, detenerme y alejarme para siempre de él; será sólo mi cuerpo lo que esté sin él, porque mi alma, mi mente, mi corazón
Son totalmente suyos
Bajé la mirada, sintiendo mis párpados arder por llorar bajo el chorro de la regadera, estaban irritados, y estaba seguro que así permanecerían por un largo tiempo.
Consideré regresar al psicólogo, pero pensaba que si un día llegaba y me sentía muy bien, me daría el alta y en algún momento volvería a caer, un círculo del que no podría nunca escapar >>No pienso gastar dinero sólo en hacer que alguien me escuche llorar<< pensé, tomando el control de la televisión, encendiéndola, buscando algo con qué entretener a mi cabeza. A pesar de saber, que no había una respuesta a tanto dolor más que separarme de todo tipo de relación con Dallen, sabía que no me atrevería a alejarme de él; no sé cómo es vivir sin él, y a pesar de los años que pasé sin su compañía, sin saber nada, mi corazón seguía perteneciéndole, llorando por él y su regreso y estadía eterna
Dejando el control de la televisión en el sofá, caminé a la cocina y me preparé un sándwich, milagrosamente quería comer algo en casa, cosa que casi nunca sucedía, ya que, si no comía algo antes de ensayar o salir a caminar, no lo hacía durante el resto del día. Tomé lo necesario para prepararlo y también abrí una lata de cerveza, andando a una de las encimeras para hacer el sándwich pero, se veía triste >>Hay que darle más carácter<< pensé, encendiendo el fogón de la estufa, calentando el jamón y el pan, cortando más verdura, buscando algunos aderezos, dando sorbos a la lata de cerveza
Una vez estuvo listo el sándwich, que aunque sencillo, se veía muy bien, le di un mordisco y un quejido de placer salió de mis labios, sabía delicioso. Desde la cocina miré el programa que había en la televisión, un show de talentos, a ser sincero no lo veía desde el instituto, pero parecía que año con año la gente tenía talentos cada vez más exóticos, sin embargo, cuando salían grupos de baile siempre me emocionaba más, fui al sofá cuando terminé el sándwich, llevando conmigo la lata de cerveza, escuchando a los jueces explicar lo que sentían al ver las presentaciones de cada uno de los participantes, fue ahí cuando la duda de por qué nunca intenté participar en esas cosas vino a mi mente
Era sencillo de responder, durante mi vida académica en el conservatorio de danza no salía, no veía mucho la televisión y mi tiempo en internet era para investigar sobre grupos de danza, sus presentaciones, o buscar música que pudiera usar para alguna interpretación con la idea de pasar mis clases de expresión corporal y; estaba en un estado de depresión, todo a mi alrededor era tan monótono, tan falso, que no llenaba mis ojos, mis ganas por gritarle en la cara a Dallen, y al mismo tiempo por abrazarle, evitaban que viviera >>Ahí se me fueron muchos años<< y ahora me sentía bastante arrepentido, sin embargo, mi corazón aún quería saber de Dallen, escuchar su voz y sentir sus brazos alrededor de mi, cuidándome, consintiéndome, evitando que el frío me invadiera y besando mis labios hasta que el aire nos hiciera falta
Solté un largo suspiro -Estúpido Dallen, si tan solo no hubieras aparecido en mi vida quizá todo sería totalmente diferente ahora- dije al terminar la lata, dejándola en la mesita de té, viendo la televisión, escuchando el timbre de mi casa, antes de ir a abrir vi el calendario, hoy debía pagar la renta del departamento, así que fui a un cajón en unos estantes del librero y saqué el dinero y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, caminando a la puerta para abrirla
-Sr. Clement, buen día, ¿Cómo... está?- mis ojos no creían lo que veían
-Hola Kenneth, ¿puedo pasar?- dijo, con la intención de entrar
-No lo sé- notando en su mirada sorpresa, e incluso incomodidad, seguí viendo sus ojos -No sé si quiero que vuelvas a venir aquí; la última vez no lo pasamos muy bien-
-Kenneth, no te estoy entendiendo-
-Vienes sólo cuando discutiste con ella, cuando ya no toleras a Emmet, cuando te urge tener sexo conmigo ¿qué hay del resto de esos días? ¿por qué nunca te puedo tener en un buen día?- sus ojos me vieron con un poco de coraje, parecía más bien impotencia, quería entrar, pero no lo dejaría moverse de ahí si su respuesta no me convencía
-Maldición Kenneth ¿en serio estás hostigándome con ésto?- fruncí mi ceño, no era realmente lo que esperaba -¿Me vas a joder en el pasillo? ¿Es en serio?- sin moverme ni decir nada, quise darle en silencio una segunda oportunidad -Bien, me largo, no tengo humor para ésta mierda- dijo antes de enderezarse, golpeando mi pecho con una mochila, pesaba un poco -Te amo- gritó antes de cerrar la puerta
El momento en que dijo que se iría, mi pecho ardió con fuerza, no creí que fuera a irse así sin más, dejando esa mochila aquí. Fui al comedor, abriendo ésta, mirando en ella un montón de cosas que, no esperaba encontrar. En ella había un álbum de fotos del instituto, suyas, mías y juntos; también había un sobre con un montón de cartas ¿qué es todo ésto?. Me senté y comencé a leerlas, eran cartas de fechas recientes, cartas que él había escrito para mi en el tiempo en que aún no nos habíamos vuelto a encontrar, pidiéndome perdón, pidiéndome una última oportunidad, hablándome de la enfermedad terminal de su esposa, de las complicaciones emocionales que su hijo estaba sufriendo, y de lo infeliz que era en una familia donde él no sentía ser productivo por el simple hecho de no amar realmente a su esposa y no ser el mejor con los niños. Dentro de la mochila venía una pequeña caja, era la cámara digital que Dallen usaba cuando ambos salíamos a caminar o pasear por la playa, tenía en la correa una nota adhesiva pegada ''Empacar''
-¿Empacar?- en ese momento fui al álbum de fotografías, abajo en la parte de atrás tenía la misma etiqueta, y el sobre donde venían las cartas también ¿qué significaba todo ésto?. Seguí mirando en la mochila; loción, perfumen, crema facial, cepillo de dientes, hilo dental, un par de tenis y un cambio de ropa ¿estaba huyendo? >>¿PERO QUÉ MIERDA?<<
Tomé mi teléfono celular, tenía que llamarle, ¿qué estaba planeando? -Dallen ¿Por qué traes cosas personales en ésta mochila? ¿planeas escapar? ¿qué te está pasando?- dije al ir a la ventana, tal vez no estaba tan lejos y podría alcanzarle
-Ya no soporto ésta vida Kenneth, ya no puedo seguir haciéndome cargo de dos personas que están mal, te extraño demasiado cada día, y si me voy diciéndole a mi hijo que será sólo por un tiempo sería una tontería ¿crees que no me duele saber que él también tiene una enfermedad, que aunque sé que no le quitará la vida, es bastante frágil aún así?- mis ojos buscaban su silueta entre la gente que cruzaba por las calles, también la que estaba pie en el teléfono o simplemente ahí -Te extraño, te necesito para vivir, no puedo ignorar el pensamiento de que cuando llego a ti estoy harto de mentir, de poner una cortina y fingir que estoy bien y puedo liderar la inevitable muerte de la madre de mi hijo y que seré fuerte para demostrarle a Emmet que nada me puede parar- una silueta muy familiar estaba parada en una esquina, no cruzaba la calle a pesar de que podía hacerlo
-No seas imbécil Dallen- dije, tomando mi chaqueta y mis llaves, tenía que llegar a él -No seas idiota diciendo todas esas barbaridades; eres alguien ingenuo, tu mente sigue siendo un poco inmadura, pero todo éste tiempo le has podido dar a tu familia una estabilidad que no todos pueden tener, esa estabilidad es la de saber que al regresar a casa te podrán cuidar a pesar de que ellos están mal ¿Qué acaso no te das cuenta del amor tan incondicional que te tienen?- casi tropezando en los últimos escalones, salí corriendo hasta el exterior, tratando de llegar a él -Te aman, tanto como yo- colgando la llamada, llegué hasta él y lo abracé por la espalda con fuerza, agitado -No menosprecies el amor que alguien tiene por ti-
-He menospreciado el tuyo muchas veces Kenneth ¿Por qué me dices todo ésto?- dijo, girándose para verme a los ojos
-Porque ellos no han hecho nada mal, y lo sabes- sus ojos me miraban, queriendo decirme con ellos que ya no podía más -Debes volver a casa, y hablar con ella, sé que está muy mal ¿pero no crees que sería mucho más doloroso para ella morir en una mentira?- mis manos tomaron las ajenas, quería que en verdad lo hiciera -Tira la cortina, rómpela, demuéstrale que la persona que ella conoce es real, pero una parte no lo es, y sin embargo permanecerás a su lado hasta el último de sus días- su boca estaba a punto de decirme algo en forma de reproche -No me reniegues, sabes MUY bien que tengo razón- soltó un largo suspiro y bajó la mirada a nuestras manos
-Ven conmigo, hablemos con ella los dos- si era yo una condición para que lo hiciera, bien, lo haría
-Vamos-