Crónicas Elementales 2: Agua...

By Marsiposa

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Segunda parte de crónicas elementales More

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal.
Prólogo.
Capitulo 1. Dragón de Agua-Hielo y Dragón de Viento.
Capitulo 2. Dragón de Fuego.
Capitulo 3. Reencuentros.
Capitulo 4. El dragón y el zorro.
Capitulo 5. Pasado y Presente.
Capitulo 6. Amor u Odio.
Capitulo 7. Maestro y aprendiz.
EXTRA 1#
Capitulo 8. Luna llena plateada.
Capitulo 9. Blanco y Negro.
Capitulo 10. Fuego, Tierra y Futuro.
Capitulo 11. Algo inesperado.
Capitulo 12. I see fire. Parte I.
Capitulo 13. I see fire. Parte II.
EXTRA 2#
Capitulo 14. El momento más duro.
Capitulo 15. Adler y Scarlet.
Capitulo 17. Llamas en la tormenta.
EXTRA 3#
Capitulo 18. París. Parte 1.
Capitulo 19. París. Parte II.
Capitulo 20. Adiós.
Epílogo.
ACTUALMENTE RESCRIBIENDO

Capitulo 16. Rojo, Verde y Azul.

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By Marsiposa

Hola!!!!!!, que pasa XD. A pasado tiempo desde la última vez y lo lamento, pero como veréis e comenzado los exámenes finales del año y estoy que me quedo calva. Por eso e tardado tanto y puede que vuelva a tardar ya que me voy a concentrar de lleno en ellos (es lógico si quiero pasar a bachillerato) hoy es mi último día de libertad :'(

Que triste.

Pero a lo que iba, este capitulo va especialemente para los fans de la pareja Damlet o Scariam (no sé, eso tengo que perfeccionarlo, si se os ocurre alguno decirmelo pliss) el cap es un poco "hot", pero bueno que se le va a hacer.

Cada vez se va desvelando más de los sentimientos de nuestra pareja favorita y del pasado que esconde Adler, nuestro queridísimo Adler.

Por cierto no se si lo habréis visto, pero estoy preparando una historia a parte, sería de la generación de Adler, dividida en cuatro partes.

1º La de Xánder (el abu de Scarlet)

2º La de Sagara (la .... de Damian)

3º La de Zelda (la tatara tatara etc de Terra)

4º Y Adler (lo dejo el último porque es el más importante en todo esto)

(¿qué os parece la idea?)

Y bueno eso es; y también quería deciros que traigo una mala noticia o buena -eso depende-, solo quedan CUATRO capitulos + el epílogo -si hago, eso todavía no está confirmado-, ahora las cosas se ponen interesantes XS.

Y una última cosa, voy a volver a rescribir una de mis historias "Reencarnaciones" hasta ahora e subido la reseña, si queréis os podéis pasar y me dáis vuestra encantadora y maravillosa opinión.

Eso es todo.

Disfrutad de la lectura y cuidado de que en una escena no os de un paro cardiaco.

Adieu ;)

Scarlet contempló como Damian, ese arrogante y petulante chico de ojos azules se sentaba a su lado, no había pedido permiso para estar allí, aquel era un sitio en el que Scarlet le gustaba estar sola.

Ella quería disfrutar de su soledad.

Era como su antidepresivo, pero no ahí estaba la única persona que le había plantado cara, Damian, en el fondo lo agradecía que Damian estuviese allí con ella. Aunque le daba vergüenza estar allí con él, después de apoderarse de uno de sus besos, el tercero para ser exactos, ella solo había besado a tres personas y dos de ellas había sido Damian.

Él no dijo nada y se sentó a su lado.

Ella rodó los ojos y aguanto una ligera sonrisa que se avecinaba por la comisura de sus finos labios rosados. Aquella noche soplaba un aire marino, era normal ya que la aeronave había aterrizado en una playa deshabitada.

La rubia podía odiar el agua y todo lo que provenía de ella, pero en verdad adoraba ese olor marino que entraba por sus fosas nasales.

Su larga melena caía por su espalda, era una cascada rubia que caía con furia y no paraba de revolverse a causa del viento.

Junto con la luz de la luna su cabello brillaba al igual que sus ojos esmeraldas, era preciosa, Damian no era capaz de dejar de contemplarla. Incluso cuando la vió por primera vez con esas pintas desaliñadas y sucias le pareció guapa, no, guapa no, preciosísima.

En los últimos días no había dejado de estar preocupado por ella, quería verla, dejarla llorar en su hombro y abrazarla con todas sus fuerzas. Pero no lo hizo, aparte de que era un cobarde que no es capaz de afrontar sus sentimientos, ella no había llorado, ni una sola lágrima para su padre.

Aquellas cosas habían pasado factura en su cuerpo.

Se encontraba más delgada de lo normal, incluso las ropas que llevaba ahora le quedaban muy holgadas y bajo sus ojos se podían distinguir dos gruesas bolsas.

Había dormido poco o directamente no había dormido nada en las últimas noches.

Al parecer desde que había aparecido Adler a ella se le veía más animada y con ganas de vivir, aquel hombre de alguna manera u otra les había ayudado mucho.

Ninguno dijo nada.

Los minutos seguían transcurriendo sin cesar, y al parecer ninguno de los dos tenía intenciones de romper aquel silencio que era capaz de palparse.

De refilón el ojiazul volvió a mirarla, sus labios rosados y agrietados estaban entreabiertos y tuvo grandes deseos de cortar sus distancias y volverla a besar como si no hubiese mañana.

Desde el incidente del beso no era capaz de olvidarla, estaba en sus pensamientos día y noche, incluso tuvo esa clase de sueños con ella que le avergonzaba recordar. No veía a Scarlet hacer aquellas cosas y encima con tanta maestría. Era un pervertido.

Quería cogerla de la mano y no soltarla, quería conocerla y si ella se lo permitiese amarla, por fin estaba aceptando aquellos sentimientos que no le dejaban pegar ojo.

Tenía su gracia, porque él desde hacía años la había odiado, su forma de ser, de cómo vestía, como trataba a las personas y en aquellos años en los que había estado solo sin ninguna compañía, no se la había quitado de la cabeza.

A pesar de odiarla hasta la locura, no la conocía para nada.

No sabía sus gustos, sus aficiones –bueno puede que algunas sí, tenía una extraña afición a la mecánica por lo que había visto y unas ganas tremendas de tener un subidón de adrenalina pura–, su color favorito, una canción o incluso algún libro. JÁ.

Quería saber todo, quería conocerla y si era posible, que llegasen a ser amigos en vez de enemigos.

Vio como ella sujetaba con fuerza unos papeles en su regazo, no los soltaba, se aferraba a ellos como si su vida dependiese de esos papeles.

–       ¿Qué es eso? A caso me escribes una carta de amor –dijo con sorna, él había dado el primer paso para romper el hielo.

   Ella se giró hacia él y con aquellos ojos verdes deslumbrantes y dilatados a causa de la oscuridad, le miró. Su boca marcaba repugnancia y sus ojos odio.

–       No, ¿quién te escribiría a ti una carta? Qué asco –respondió ella tajante– y lo que haga con estos papeles no es asunto tuyo, maldito marujo.

Damian sonrió.

Hubo de nuevo un silencio.

Mientras tanto ella había guardado aquellos papeles –ahora arrugados– dentro del bolsillo trasero de sus vaqueros desgastados.

El joven chasqueo la lengua y se acercó a Scarlet, entre ellos solo quedaba dos palmas de distancia.

–       ¿Sabes una cosa?

–       No, si no te dignas a decírmela como quieres que lo sepa, idiota.

Damian encarno sus cejas, formando dos úes negras invertidas.

–       Como decía, quiero aprovechar esta ocasión y conocernos mejor, porque me he dado cuenta de que prácticamente no nos conocemos y si vamos a trabajar codo con codo no vamos a lograr nada.

   En parte el joven esperaba que ella se negase rotundamente, pero lo que no se esperaba era que ella dijese:

–       Me parece buena idea –soltó, volteó hacia Damian con una media sonrisa que no llegaba a sus mejillas– una ronda de preguntas y respuestas, ¿te parece?

–       Fantástico, empiezo yo –se frotó las manos y cruzó las piernas, ahora estaba sentado como un indio, solo le faltaba la pipa de la paz–. Ya sé que odias a muerte el pescado y todo lo que provenga del mar, pero ¿cuál es tu comida favorita?

Ella puso una mueca divertida y puso un mechón tras su oreja.

–       Chico listo, como debes saber a estas alturas los primeros años de mi vida fueron en los suburbios y luego me adoptaron de la alta aristocracia, mi plato favorito es aquella sopa de pollo con taquitos de verduras que hacía la cocinera de vez en cuando, me encantaba, en cierta manera me recordaba a las comidas que me preparaba mi madre cuando vivíamos juntas, la adoraba –Damian vio los ojos de Scarelt con añoranza, quería abrazarla de nuevo, contuvo las ganas–; me toca, ¿la cosa más vergonzosa que hayas hecho nunca?

Él bufó.

–       Por favor, yo soy perfecto, no he tenido ningún momento vergonzoso nunca, escoge otra pregunta.

–       A veces eres insufrible, pero de acuerdo: ¿color favorito?

–       Esa es muy fácil, deberías pensar un…–cerró su enorme bocaza al ver la mirada de Scarlet sobre él– está bien, pero por favor no me mires con esos ojos asesinos; mi color favorito debe de estar claro ¿no? –ella asintió en verdad era una pregunta algo estúpida– es el azul, pero no el típico azul cielo, ese azul oceánico cuando hay tormenta, me encanta es una mezcla de azul oscuro intenso y verde musgo, me encanta, Dios…

Scarlet sonrió, él era como un niño pequeño.

–       Me toca rubita, y dime ¿cuál es el tuyo?  Me refiero al color claro.

–       Al igual que a ti, está claro, el rojo, bueno los colores cálidos. Son los que más me gustan, esos y el verde.

   Los dos siguieron haciéndose preguntas y respondiéndolas, en ningún momento se pelearon, algo que era muy extraño y raro de ver, bueno nadie los veía.

–       Dime, ¿cuál es tu momento más vergonzoso? –pregunto Damian, ella abrió la boca en forma de “o”, aquella pregunta la había hecho ella momentos atrás.

–       Eres un jodido y malnacido tramposo, yo te he hecho esa pregunta y no has querido responder.

–       Ya te lo he dicho no tengo ninguno, yo soy perfecto –arqueo las cejas– acéptalo, tú también lo sabes.

–       ¿A sí? ¿y eso como lo sabes?

–       Es fácil, muchas veces te he visto mirar mi perfecto trasero.

   Las mejillas de Scarlet se sonrojaron intensamente, aquello era una gran mentira, nunca le había mirado sus partes traseras a Damian; en cambio Damian a Scarlet sí, aquello era inevitable.

–       Estúpido Aliento de Besugo –murmuró.

Entonces Damian se puso en pie y comenzó a desvestirse.

–       Se puede saber qué coño haces –quiso saber Scarlet, no pudo evitar recorrer con la mirada el magnífico cuerpo de Damian.

–       Nos vamos a dar un baño en el mar y por favor deja de comerme con los ojos.

–       Por favor no te estaba comiendo con los ojos, recuerda, me repugnas y además cuando he dicho que nos vamos a bañar.

–       En mi cabeza lo has dicho –giró su rostro hasta dar con el de Scarlet, sonrió– venga será divertido y por aquí no hay tiburones.

   Ella a regañadientes se puso en pie y se quitó sus zapatos. Desde donde se encontraba solo les hacía falta dar un salto y caerían en el mar, era sencillo, pero para Scarlet era incómodo quedar con poca ropa delante de Damian y para ella era desconcertante, se había quedado en sostén ante As varias veces y no se sentía de aquella forma. Era confuso.

–       Un momento no habrás puesto la excusa de darnos un baño para verme en ropa interior –pregunto ella alzando una de sus cejas rubias.

Damian se mantuvo callado por unos momentos, luego rió.

–       En parte sí, pero vamos, será divertido, ahora que estamos empezando a llevarnos bien.

–       Qué remedio –se había rendido, pero aquello era muy incómodo para ella.

   Scarlet comenzó a quitarse su fina blusa y aquellos vaqueros desgastados. Damian sonrió. Iba a lanzarse al agua, cuando una Scarlet en ropa interior negra pasó corriendo a su lado y se zambulló en el agua.

Lanzó un par de carcajadas y corrió también.

Dio un gran salto, por lo menos hasta su colisión con el agua quedaban unos cinco metros y medio, era un gran golpe, pero no para ellos dos. En especial para Damian, el agua era incapaz de hacerle daño.

Al sentir aquellas aguas sobre su piel se estremeció durante un segundo, estaban frías y el aire frío no ayudaba mucho, lo mejor era nadar hasta entrar en calor.

Buscó con la mirada a Scarlet, no encontró ninguna cabellera rubia sobre el agua.

Pasaron largos minutos y no vio nada, y la oscuridad de la noche no ayudaba. Comenzó a asustarse.

–       ¡Scarlet! ¡Scarlet! –la llamó alarmado.

Pasó una de sus manos por su cabello mojado, apretó los dientes.

En verdad se estaba preocupando.

Entonces sintió como lo agarraban de los pies y lo empujaban hacia abajo hasta sumergirse al menos un metro.

Abrió los ojos en el agua como si estuviese en la superficie, aquello no era ningún problema.

Alguien le dio un puñetazo en el hombro izquierdo, se giró y la vio, le estaba sacando la lengua. Maldijo mentalmente, le había hecho preocuparse mucho, se iba a enterar.

De repente se quedó paralizado.

La luz de la luna pasaba por el agua y vio con claridad a Scarlet.

En verdad tenía una muy buena figura algo delgada pero una muy buena figura. Su cabello rubio estaba esparcido por el agua, parecían hermosos hilos de oro brillante, al igual que su cabello sus ojos brillaban –aunque estuviesen achinados bajo el agua, al parecer le molestaba estar bajo el agua– y entonces examino su ropa al menos la poca que llevaba, era negra con algunos encajes de flores negras y se adherían a la perfección al cuerpo de Scarlet; gruñó bajo el agua.

Scarlet con grandes brazadas fue hacia la superficie, al parecer se había quedado sin aire; Damian sonrió él era capaz de respirar bajo el agua.

Con grandes brazadas Scarlet consiguió salir a la superficie, poco a poco fue recuperando su respiración, lo acababa de pasar fatal.

Suspiro.

Damian apareció a su lado de repente, con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

–       ¿Qué pasa no puedes aguantar una miseria de minuto? –se estaba burlando.

–       Cállate imbécil, creía que me iba a morir.

–       Exagerada, vamos a nadar que el agua está fría.

Esta vez fue Scarlet la que sonrió ampliamente.

–       ¿Qué pasa tiritas por nada de frío? Friolero…

   Damian alzó sus cejas y salpico de agua a Scarlet para después salir nadando a gran velocidad, era imposible que le alcanzase, el agua era su territorio.

Pero no había contado que la rubia era capaz de volar, sintió a alguien por encima de su cabeza, y allí la vio batiendo con fuerza sus alas rojas escamosas.

Guil camino con paso inseguro por los pasillos, todavía tenía las palabras de Adler en su cabeza, lo había dicho muy serio y eso le asustaba, quería saber la razón que se escondía tras aquellas palabras tan serias y frías.

Scarlet ya no se sentía incómoda de estar en ropa interior ante Damian; guardo sus alas y volvió a zambullirse en la fría agua.

Al salir hecho sus cabellos hacia atrás y tomo una gran bocanada de aire, al volverse chocó contra Damian; su respiración era agitada, por lo visto había nadado a gran velocidad para poder alcanzarla.

Su aliento olía a menta fresca.

Scarlet tragó saliva, estar tan cerca de él la ponía nerviosa por alguna razón, los latidos de su corazón eran acelerados, sería por ¿su odio hacia él? ¿Asco? ¿Repugnancia? No lo sabía.

–       ¿Qué haces? –quiso saber ella.

–       Nada –sentenció, se acercó un poco más.

–       Yo creo que sí, estás invadiendo mi espacio personal…otra vez –intento nadar para separarse de él, pero con sus fuertes brazos la envolvió y la acerco hacia así– ¡Q-qué haces!

–       Nada. Por favor, sabes la cantidad de chicas que se morirían por estar en tu lugar –finalizó con una media sonrisa arrogante.

   Las mejillas de Scarlet estaban rojas al igual que las llamas que solía soltar o que su mechón rojo escarlata, gracias a la luz no se podía notar tanto, pero igualmente sentía sus mejillas arder con intensidad.

Guil se decidió y llamó a la puerta que correspondía al cuarto de Adler.

Scarlet tragó saliva y miró a los ojos azules de Damian, de cerca los pudo ver mejor: eran azules claros como ese mismo mar y con motas azules aún más claras, casi celestes y otras algo más oscuras, posiblemente del color que le gustaban a Damian.

–       Pues deja de hacer nada y déjame ir, necesito aire.

–       Scarlet…

–       Damian.

Los dos mantuvieron sus miradas, una unión de verde y azul.

La voz de Adler desde el otro lado de la puerta le permitió entrar, cerró la puerta tras de si.

Adler por su parte dejo de leer un libro que tenía en las manos y prestó atención a Guil, sonrió con tristeza era igual a su padre, Xánder la Fe, su mejor amigo.

–       ¿En qué te puedo ayudar Guil?

–       Creo que sabes por qué estoy aquí, ¿qué has querido decir esta mañana?

–       Lo de Scarlet y Damian, ¿te refieres a eso?

–       Sí.

   Adler suspiro y se puso en pie, para estar al mismo nivel que Guil. Adler aparentaba ser mucho más joven que Guil, aunque en verdad era al contrario, el ojigris le sacaba a Guil más de mil años, cosa que no sabía nadie en la aeronave excepto Scarlet.

–       Te lo contaré, por favor ponte cómodo.

Guil se mantuvo en pie.

Siguieron con aquellas miradas, Damian tragó saliva y clavo sus ojos en los finos labios de Scarlet, bajo ellos había una fina cicatriz, justo en su barbilla; la recordaba, se la había causado él mismo, al igual que ella le había hecho una en su mejilla derecha.

–       Damian…apártate…–soltó ella con una voz ronca.

–       ¿Y si no quiero?

   Los ojos de Scarlet se abrieron de par en par, sus pupilas al igual que las de Damian estaban dilatadas, no se sabía con certeza que fuese por la oscuridad de la noche o por otra razón a parte.

–       Como quieras –Adler chasqueo la lengua– la razón por la que Damian y Scarlet no pueden estar juntos viene desde mucho antes de su nacimiento, incluso del tuyo.

–       ¿Qué me estás queriendo decir con ello?

–       Todo empezó con dos psycos dragones, adivina, de fuego y agua. Uno de ellos se había enamorado perdidamente del otro, pero el otro digamos que sentía algo pero no de la misma forma.

–       ¿Y qué con eso? Ni que fuese a desencadenar una guerra.

–       No, porque la guerra ya estaba sucediendo. Siempre se ha oído el dicho de “los opuestos se atraen” ¿no? –Guil asintió con la cabeza– no en todos los casos es así, cuando dos elementos naturales se atraen sucede algo malo, pero que muy malo, tal es la colisión de aquellas fuerzas que pueden cambiar el curso del planeta. Esas dos personas casi lo hacen.

   Guil quedó en silencio, no conseguía entender nada de aquellas palabras, lo que ocurría era que los sucesos que le estaba desvelando Adler tenían una historia más profunda que aquella; incluso, el mismo Adler la había contemplado con sus ojos.

–       Esas dos personas, si hicieron daño la una a la otra y si los manuscritos que leí eran ciertos…mejor no quieras saberlo.

Guil alzó sus cejas.

La brisa marina seguía soplando, pero ninguno de los dos la notaba.

En menos de dos segundos los labios de Scarlet habían colisionado con los de Damian, ella había desencadenado el beso en esa ocasión.

El joven no la había rechazado, había aceptado aquel beso con pasión.

Bajo el agua Damian creo un suelo acuático para poder posar sus pies y no tener que estar moviendo sus piernas todo el rato. Con sus musculosos brazos alzó a Scarlet mientras que seguían besándose, ninguno de los dos quería detenerse.

Era al igual que una lucha, ninguno de los dos quería ceder primero.

Las manos de Scarlet se enredaron en los cabellos de la coronilla de Damian, el tacto de su piel le hizo estremecerse.

–       ¿El qué?

Adler no quiso responder a aquello.

–       ¡DÍMELO!

Apartó los ojos y susurró:

–       Con aquel caos de elementos que nunca deberían haberse relacionado, aquellos portadores con el tiempo correrían el riesgo de morir a manos de esa persona.

–       No…

Las manos temblorosas de Damian recorrieron la espalda de Scarlet, no podía creer aquello; entonces los dos se separaron al mismo tiempo. Apoyaron sus frentes la una con la otra, Scarlet fue la que hablo.

–       ¿Por qué? Se supone que nuestro destino es de odiarnos de por sí, somos fuego y agua, elementos opuestos –susurró.

Damian recuperó el aire y aún con los ojos cerrados dijo:

–       Choradas…el destino es como un papel en blanco, en el que cada uno de nosotros escribe su propio destino, tonta…

Él la besó y poco a poco fue adentrando su lengua.

Scarlet nunca se había sentido de aquella manera y no podía dejar de sentirse así, pero había una buena razón para dejar de hacer aquello…

–       Sí…y tu sobrina lo sabe de antemano, sabe que si ninguno de los dos quiere morir debe alejarse de Damian y odiarlo, ella lo sabe.

Guil apretó los puños, aquello era injusto.

–       ¿Cómo sabes todo esto?

Adler suspiro, el momento había llegado.

–       Porque yo mismo lo contemplé con mis ojos, como mis amigos Xánder y Sagara casi se matan el uno al otro; tu padre y la madre de Damian.

La joven mordió con suavidad el labio inferior de Damian, no quería parar; entonces recordó las palabras que años atrás le había dicho Alder.

Se separó de él con la respiración agitada.

–       ¿Qué ocurre?

–       Esto no está bien –murmuró–; no lo está.

–       Pero si eres tú la que me ha besado, yo te gu…

–       ¡NO! No sé con claridad por qué te he besado –debajo del agua apretó sus puños, dolía lo que iba a decir–, pero yo no te quiero, nunca te he querido y jamás, pero jamás voy a quererte.

Sintió aquel leve dolor cuando surgieron sus alas y comenzó a volar lejos de Damian, sentía un gran dolor en el pecho; no iba a permitir que sucediese aquello, además ella quería a Oriel no a su némesis, aquello estaba mal y no debía repetirse.

Aunque sintiese un gran dolor en su pecho que le desgarraba por dentro.

No desde muy lejos, en la aeronave, alguien había observado todo con claridad.

Elie miraba al borde de las lágrimas como su supuesta mejor amiga y su amor de la infancia se habían estado besando como si no hubiese mañana; ella también sentía un gran dolor en su corazón, estaba roto en dos, la persona que le había confesado todo su romance la había traicionado.

Los ojos de Elie chispeaban de dolor mezclado con tristeza e ira.

–       Esto no quedará así…no lo hará –y rompió a llorar.

Pero ella no era la única que había contemplado aquello, desde el aire.

Un espía los había estado siguiendo todo el rato, su cabello de rayo brillaban contra la luna, con las manos en el interior de sus bolsillos había contemplado todo.

Chasqueo la lengua y suspiró lánguidamente.

–       Mira que serás idiota…voy a tener que intervenir antes de tiempo…–él comenzó a ir en dirección por donde había desaparecido Scarlet.

Damian en cambio seguía en el mismo sitio donde le había dejado Scarlet plantado; ella le había besado y luego había huido como un perro con el rabo entre las piernas.

Aunque ella dijese que no, algo pasaba y no se pensaba rendir.

Ahora lo sabía con claridad.

Estaba más que claro.

Él estaba enamorado de Scarlet.

Y ella a lo mejor también de él, o puede que no de la misma forma.

–       Guil, por el bien de todos esperemos que Scarlet sea una chica lista y se mantenga alejada de Damian, es lo mejor para todos.

–       Pero Adler, tanto tu como yo sabemos que a Scarlet le…

–       ¡Lo sé! –le cortó– aunque le duela, aunque se sienta vacía, ella misma me lo dijo, no quiere tener nada que ver con él, a pesar de que eso la vaya destrozando por dentro.

SPOILER DEL PRÓXIMO CAP: TÍTULO DEL CAP..."LLAMAS EN LA TORMENTA"

Scarlet miró con ojos dudosos a Volt y por fin dijo:

   - ¿Eso es todo lo que debo hacer para irme con vosotros?

   - Sí -Volt cruzó los brazos sobre su pecho y la miró a los ojos- ¿qué dices lo tomas o lo dejas?

Y YA ESTÁ, RECONCOMEOS LA CABEZA GENTE GUAPA, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO, LO OLVIDÉIS COMENTAR.

ADIEU;)

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