Disclaimer: Los personajes de Avatar, The last airbender. No me pertenecen a mí, sino a Nickelodeon y sus creadores.
Por Crystal Violeta.
Zuko se levantó muy temprano y sus amigos lo acompañaron.
– Te ves muy contento – dijo Katara.
– ¡Estoy tan emocionado! – confesó Zuko – Imagínense, después de tantos años al fin voy a volver a mi madre.
– Dime Zuko, ¿cómo convenciste a Ozai para que te revelara el paradero de tu madre? – preguntó Sokka.
– Le dije que si me decía la verdad disfrutaría de más atenciones y comodidades, pero si se empeñaba en guardar silencio le esperaba una vida muy difícil en prisión. Debo confesarles que me sorprendió que accediera tan fácilmente.
El grupo se detuvo ante una torre muy alta.
– Llegamos – Zuko suspiró – Ahora si estoy nervioso, ¿Qué le voy a decir después de todos estos años?
– No digas nada – dijo Katara – en cuanto la veas dale un fuerte abrazo y no te preocupes por lo demás.
Los chicos entraron en el edificio que era muy elegante.
– Esto es extraño – dijo Sokka –, ¿qué es este lugar?
– No sé – respondió Zuko – Parecen oficinas. Tal vez mamá trabaja aquí.
Zuko se dirigió a un trabajador con uniforme.
– Disculpe, estamos buscando a la señora Ursa de la Nación del Fuego.
El hombre revisó un libro y dijo:
– Ah sí, síganme. Los llevare con ella.
El grupo siguió al hombrecillo por varias escaleras, hasta llegar a una pequeña habitación.
– Aquí es – abrió la puerta y los invitó a pasar.
Zuko se sorprendió al encontrar un cuarto vacío, con un pedestal en el centro y muchas velas alumbrando una urna con la fotografía de Azula.
– ¡No puede ser! – Zuko se dejó caer sobre sus rodillas, mientras las lágrimas rodaron por su rostro.
– Este lugar es una especie de cementerio para gente rica – dijo Katara con tristeza – ¡Lo siento, Zuko!
Nadie más se atrevió a hablar.
Furioso Zuko avanzaba por las escaleras de la prisión hasta llegar a la celda de su padre. Katara lo seguía, temiendo que cometiera alguna locura.
– ¿POR QUÉ HICISTE ESO? – gritó Zuko furioso – DIJISTE QUE ENCONTRARÍA A MI MADRE EN ESE LUGAR PERO NO ME DIJISTE QUE ERA UN DEPÓSITO DE URNAS.
Ozaí estalló en carcajadas.
– ¡YA BASTA! VAS A PAGAR MUY CARO ESTA BURLA.
– ¿Y qué vas a hacerme?
– Ya pensaré en algo.
– Muy tarde. No te daré ese gusto.
Ozaí perdió el equilibrio y cayó al suelo. Zuko ordenó que abrieran la puerta y entró a la celda de su padre. Al verlo Ozaí se rio débilmente.
– Acabo de tomar un veneno mortal.
– ¿Por qué hiciste eso?
– Porque si voy a morir, prefiero que sea por mi propia mano y no por una orden tuya. Pude haberlo hecho antes, pero espere porque quería ver tu rostro al enterarte de la verdad – Ozaí se rió nuevamente, pero una tos lo interrumpió – Esperabas encontrarla con vida, Ja ja ja. Casi puedo ver la decepción en tu rostro al hallarla muerta – Ozaí tosió nuevamente – quería escupirte a la cara que tú fuiste el que la mato. Sí Zuko, a pesar de que tú seas rey y yo esté en prisión, te vencí. Finalmente, yo gané. Te quite a tu madre, a tú país y arruine tu vida. Marqué tu rostro y mientras vivas, cada vez que te mires en un espejo recordarás que yo te quité todo lo que era importante para ti.
Ozaí tosió ruidosamente y expiró. Zuko lo observó en silencio.
– Mi padre fue cruel hasta el último momento – dijo con amargura.
Katara colocó una mano en el hombro de Zuko y sabiendo lo mucho que necesitaba de apoyo lo abrazó con fuerza.
Ya habían pasado varios días desde el deceso de Ozaí. El grupo había decidido quedarse en el palacio, porque estaban preocupados por Zuko. Además, él insistía en que se quedaran e inventaba toda clase de pretextos y excusas para que sus amigos no se fueran. Sin embargo, los chicos comenzaban a sentirse incómodos en este lugar, especialmente Aang y Toph, que disfrutaban de la libertad.
Un día, en una lujosa habitación el palacio, Suki, Sokka y Katara estaban charlando, mientras llegaba la hora de cenar. Sokka empezó a burlarse de la vida ociosa de los nobles y después, imitó a muchos aristócratas, incluyendo al Señor del Fuego Zuko.
– Ya basta, Sokka – replicó Katara.
– ¿Por qué?, no me digas que ahora vas a abogar por el "cara marcada". Tú eras la que más lo atacaba y se burlaba de él.
– Lo sé, pero últimamente me da lástima. Si hubieras escuchado las cosas horribles que Ozaí le dijo de su madre y de su cara.
– Zuko tiene una enorme cicatriz en el rostro ¿y eso qué? Es rico y poderoso, el dinero hace que la gente no vea sus defectos.
– La cicatriz que tiene no es un defecto, es una deformidad, Zuko podrá tener todas las riquezas del mundo, pero seamos realistas, qué mujer en su sano juicio sería capaz de enamorarse de un hombre así.
Cuando Katara se dio la vuelta, vio al príncipe parado en la puerta, con los ojos muy abiertos, mirándola en shock.
– Yo... la cena esta lista y... – El príncipe carraspeo y tomó aliento para terminar la frase – debemos irnos, se nos hace tarde.
Zuko dio la vuelta y empezó a caminar apurando el paso.
– ¡Oh por Dios! – Katara se llevó sus manos a la frente – Sokka, ¿Crees que nos escuchó?
– ¡Acaso no viste su rostro!, por supuesto que nos oyó.
Los hermanos caminaron aprisa para alcanzar a Zuko. Aang y los demás ya estaban sentados a la mesa. Una sirvienta sirvió la sopa, en medio de un silencio incómodo. Aang empezó a hablar sobre sus planes futuros mientras Zuko meneaba la sopa con la cuchara, esforzándose por escuchar a sus invitados, pero claramente consternado. Entonces Aang les comentó sus planes de casarse en dos años.
– Disculpen – dijo Zuko poniéndose de pie – pero... tengo trabajo que hacer... Por favor disfruten la cena.
Y se retiró a toda prisa. Dejando extrañados a todos y haciendo que Katara se sintiera más culpable.
Al día siguiente, Katara fue a hablar con Zuko para disculparse por sus actitudes pasadas. Él aceptó sus disculpas y sintió un alivio al descubrir que Katara no lo odiaba. Los dos empezaron a conversaron cuando Aang los interrumpió, para informarles que todo estaba listo para partir al día siguiente y seguir con sus vidas, pero Zuko insistió en que se quedaran unos días más, para organizar una gran fiesta en honor del avatar. Aang accedió de mala gana.
El día de la fiesta, Zuko bailó una pieza con Katara. Aang los observaba en silencio. Cuando Katara descubrió la forma en que el avatar los miraba, decidió dar por terminado el baile con Zuko y fue a ver a Aang. Katara no se apartó de su lado en toda la noche.
Zuko salió al balcón, porque no soportaba ver a Katara y al avatar bailando juntos. El joven sintió el fresco de la noche acariciar su rostro y despejar sus pensamientos.
– Duele ¿no es así? – le dijo su tío.
– No sé de qué estás hablando.
– Me refiero a lo que sientes cuando ves a Katara y a Aang juntos. Zuko porque no le dices que estas enamorado de ella.
– No tío. Katara no debe enterarse – Zuko tocó su cicatriz y bajo el rostro – ¡por favor! Que ella no lo sepa nunca.
– Está bien, será como quieras – y se alejó, dejando a su sobrino solo con sus pensamientos.
Aang y Katara encontraron a Zuko en el balcón y le dijeron que pensaban marcharse al día siguiente, pero el señor del fuego les pidió que se quedaran un poco más. El niño se entristeció con esta nueva petición, pero no dijo nada. Entonces, Zuko sacó de su ropa un hermoso anillo de diamantes que le obsequió a Katara. El avatar bajó la vista y se alejó en silencio, dejando a Katara a solas con Zuko.
– Es una joya muy hermosa, pero no puedo aceptarla.
– ¿Por qué no?
– Zuko, se lo que estás tratando de hacer y tengo que pedirte... que no lo hagas más.
Zuko sintió que un torrente de agua helada recorría todo su cuerpo. Avanzó hacia la baranda, colocó sus manos en el mármol y contempló la luna, dándole la espalda a Katara.
– Aang no dice nada, pero sufre cada vez que nos ve juntos y no quiero hacerle daño. Por eso quiero pedirte que te alejes de nuestras vidas.
Zuko tragó saliva y bajo su cabeza.
– Voy a decirle a Aang que nos marcharemos mañana como habíamos acordado – continuó ella – Zuko, sé que esto suena cruel pero... no quiero volver a verte nunca más.
Zuko quería decirle que no se preocupara, que nunca la volvería a molestar. Hubiera querido mentirle y decirle que estaba equivocada con respecto a sus sentimientos, que él no la amaba, pero no pudo. Sus palabras se atoraban en su garganta. Así que permaneció inmóvil en el balcón, haciendo enormes esfuerzos por fingir indiferencia a pesar de tener el corazón roto.
– ¡Lo siento, Zuko! Tampoco quise lastimarte a ti, pero tú tienes tu reino y a tu tío, y Aang no tiene a nadie. Él me necesita más que tú y yo también lo necesito a é. ¡Adiós, Zuko!
Ella dio media vuelta y se alejó. Zuko no dijo nada por temor a que su voz lo traicionara. Con su mano tocó su cicatriz y recordó los hirientes comentarios de Ozaí...
"Arruine tu vida. Marqué tu rostro y mientras vivas, cada vez que te mires en un espejo recordarás que yo te quité todo lo que era importante para ti"
Después, vino a su mente el comentario de Jun, la cazarecompensas...
"Así que ésta es tu novia. Con razón te dejó. Es demasiado bonita para ti"
Finalmente, el recuerdo de las palabras de Katara se clavaron como espinas en su corazón...
"La cicatriz que tiene no es un defecto, es una deformidad, Zuko podrá tener todas las riquezas del mundo, pero seamos realistas, qué mujer en su sano juicio sería capaz de enamorarse de un hombre así"
En el balcón, Zuko cerró los ojos con la esperanza de contener el llanto, pero a pesar de su esfuerzo, un par de lágrimas corrieron por su rostro, mientras permanecía inmóvil en la soledad de la noche.
Nota: Este fic se basa en el Cyrano. Cómo saben, Cyrano era un espadachín francés que estaba enamorado de Roxana, pero él tenía un defecto (una enorme nariz que deformaba su rostro), acomplejado Cyrano nunca le revela a Roxana que lo ama, sobre todo porque ella ama a Cristian, un apuesto joven falto de elocuencia y lenguaje poético. Roxana ama la poesía y la literatura, así que Cyrano le escribe cartas de amor, pero las firma con el nombre de Cristian. Esta es una bellísima historia de amor, de donde me inspiré para escribir este fic.
Saludos.