Narra Zayn:
Había algo definitivamente diferente en ________.
Lo supe al verla regresar a su casa el sábado por la mañana. No el domingo en la noche, como últimamente acostumbra. Llegó usando un vestido rojo vino que parecía adherido a su piel. Mi corazón amenazó con dejar de latir y no fue exactamente por mi atracción hacia ella. Sabía que había bajado de peso pero jamás me imagine que sería de esta manera. Ya no poseía todas esas curvas que lograban jugar con mi cordura. No parecía lo suficientemente delgada como para preocupar a cualquiera, solo a aquellos que verdaderamente la conocieron. No me sorprendía que ahora tuviera ese deseo obstinado de usar enormes suertes a diario. Una ingeniosa idea para ocultar la reducción en su masa corporal.
Mi paciencia se encontraba al límite.
Estaba seguro que con el tiempo ella sería capaz de abrirse hacia mí. De volver a confiar en mí lo suficiente como para decirme cuál es su maldito problema. Sabía que tenía que ser paciente debido a sus antecedentes con su grupo de amigas, quienes la presionaron lo suficiente como para que ella se sintiera con la necesidad de alejarlas con esa fría decisión que ahora la caracterizaba. No quería cometer el mismo error que ellas. Mi plan consistía en acercarme a ella, soportar sus insultos y desprecios, mostrarme sereno pero constante. Porque eso era lo que más deseaba. Volver a ser alguien constante en su vida. Pero todo se fue directamente a la mierda cuando por un estúpido impulso la besé por sorpresa. Sabía que estaba condenado en el momento en que mi corazón se agitó con el pánico ante la idea de perderla. Verla hablarme con esa voz vacía no fue lo que me impulso a besarla. Fue el hecho de que sus ojos me miraran con una tristeza tan profunda y agotante como para alguien de su edad. Como si todo el fuego de su corazón apasionado llevara semanas extinguido bajo una capa gélida de hielo. Fue el hecho de que a mi mente llegaran imagines de ella mirándome con ojos cálidos y desbordantes de alegría. Como un recordatorio de lo que ella había sido, como un recuerdo agonizante de lo que mi indecisión había logrado. Esa forma en la que las esquinas de sus ojos se arrugaban ligeramente mientras que sus ojos brillaban con vida cada vez que la miraba, tocaba o besaba. Y, entonces, solo en eso podía pensar.
Mirarla. Tocarla. Besarla.
Mi mente se adueñó de mis deseos y el pánico que amenazaba con consumir hasta el último gramo de mi cordura. Había maldecido por la pérdida absoluta de control de mi parte antes de tocarla, arrinconarla y besarla con los sentimientos a flor de piel. Pensando solo en ella y en mí. En ahuyentar la tristeza y dolor de su precioso corazón. En demostrarle lo que no era capaz de expresar con palabras. Y por un momento, creí que ella lo había comprendido. Me devolvió el beso con la misma pasión incontenible que tanto la caracterizaba en el pasado. Su cuerpo frio se llenó de calidez como si el fuego parpadeara en su interior.
Entonces me alejó de ella.
Y ciertamente me habría sentido horrible de no ser por la ira en sus ojos. La única prueba del fuego que, después de varias semanas, había sobrevivido a pesar de la frialdad que lo rodeaba. Fue eso y el color que inundó sus mejillas pálidas; otro signo que formaba parte de su esencia en el pasado. Y esta vez realmente tuve que contenerme o sería capaz de besarla de nuevo a pesar de la clara advertencia en sus ojos marrones. Aún no había calidez en ellos. Ni de cerca. Pero yo mismo me encargaría de convertir ese dolor en ira y después la obligaría a soltarlo. A deshacer el mundo en pedazos si es que se le apetecía. Haría que se desahogara, que gritara y maldijera a todos. Que soltara esa carga que le arrebataba la vida con cada día que pasaba. Quería lograrlo. Estaba completamente confiado en que lo lograría.
Entonces me volvió a alejar de ella.
Me evitó en el instituto a lo largo de la última semana. Durante esos días solo llegaba a casa y se encerraba hasta el día siguiente. Nada de salidas entre semana además de ese par de días en el que salió de su casa con un bolso y ropa deportiva, regresando un par de horas después como la viva imagen del cansancio. Incluso se las ingeniaba para terminar con los entrenamientos con las porristas mucho antes de que el idiota de Harry nos diera la salida. Estuve realmente tentado a salirme del equipo solo para poder mandarlo a la mierda. Pero levantaría rumores que terminarían implicando a _______ y eso era lo último que deseaba. Quería alejarla del drama del instituto. Eso se convirtió en un nuevo hobby estos últimos días, en realidad. Terminar con los rumores sobre ella. Enterarme de lo que la gente pensaba sobre ella... No existía nada que hirviera más mi sangre que eso. Odiaba la forma en la que la llamaban. La forma en la que la miraban. Muchos la tomaban como un caso perdido. Rumoreaban sobre cualquier clase de mierda que la perjudicara. Sobre ella metiéndose con distintos chicos en cuestión de días o siendo vista en lugares públicos haciendo el ridículo por haber ingérido sustancias ilícitas. No sentí ninguna clase de remordimiento cuando calleé la mayoría de esos rumores a través de amenazas. Mi furia era tan palpable que en más de dos ocasiones estuve a punto de caer en golpes con idiotas que creían tener una oportunidad con ella. Y no para una cita o alguna mierda romántica. No. Ellos solo la querían para tener algo que alardear. Lo único que me contuvo de moler la mierda fuera de ellos fue el recuerdo de lo mucho que _______ detestaba la violencia. Su rostro horrorizado cuando presenciaba una pelea. El miedo es sus ojos cuando yo era el que iniciaba una pelea. Así que me controlé. Y, de nuevo, fui paciente.
Hasta ahora.
Verla regresar mucho antes de lo normal de sus habituales salidas de viernes a domingo me sorprendió como la mierda. Su rostro, como siempre, no mostraba ninguna expresión. Y ella podría engañar a cualquiera. Menos a mí. Para empezar, no parecía cansada. De hecho, su postura era rígida mientras que caminaba firmemente hacia su casa. No miraba hacia el suelo, como si quisiera ocultar cualquier clase de emoción que sus ojos pudieran transmitir. Lo que significaba que ya no le preocupaba eso... o simplemente había aprendido a controlarlo. No había tensión en su cuerpo. No había tristeza. No había dolor.
No había nada.
Llevaba una enorme bolsa de deporte consigo (la cual claramente se encontraba llena de ropa debido a lo abultada que estaba), sin embargo, no usaba un cambio de ropa apropiado para un sábado por la mañana. Casi como si no hubiera tenido tiempo de cambiarse antes de regresar a casa. Incluso me pregunté si había pasado la noche en casa de alguien. Porque, como dije, no parecía cansada.
Deje de analizarla una vez que entró a su casa. Suspiré. Oficialmente me había convertido en un acosador. Sobre todo por lo que estaba a punto de hacer.
Narra ______:
Escuché sonar el timbre justo cuando terminé de quitarme los tacones. Me levanté de la cama y salí de mi habitación. Bajeé las escaleras y pareé en seco al ver de quien se trataba. Mi puerta de entrada está compuesta de hierro con un enorme espejo de una sola dirección. Lo cual significa que mientras que los de afuera ven su reflejo, los de adentro los vemos a ellos. Algo muy útil en una sala de interrogatorio de La Ley y el Orden. A mí me ha servido a lo largo de los años solo para hacerme saber quién se encuentra afuera mucho antes de abrir la puerta. Si era alguien desconocido me ponía más presentable, si era alguien conocido salía sin siquiera mirarme en un espejo. Ahora mismo la única utilidad que me ofrecía era la de permanecer en cubierto ante Zayn.
Después de un par de minutos dejó de tocar el timbre. Pensé que sería lo suficientemente listo como para dar la media vuelta e irse. Pero, por supuesto, no lo hizo. Miró hacia el espejo y por primera vez en la historia pensé que esa cosa había dejado de funcionar, porque me vio. Sus ojos apuntaban exactamente en mi dirección, como si supiera que yo me encontraba aquí, mirándolo en silencio. Me miró con tanta intensidad que incluso me sentí atraída a la idea de mirar hacia otra parte. Aunque no lo haría. Porque sabía que en realidad no podía verme y porque ya no me importaba lo que él hiciera.
Así que le regresé la mirada. Entonces, él habló.
-Sé que estás ahí- dijo. Ladeé mi cabeza, el único signo de reconocimiento que le daría. Suspiró –Necesito que me abras la puerta. No puedo... Necesito verte, _______. Sé que estás ahí. Te escuché bajar las escaleras. No pido que me dejes entrar, solo... déjame verte.
No respondí. Zayn dejó caer sus hombros y su rostro adoptó una expresión preocupada.
-Abre la puerta. Necesito saber que estas bien.
No estaba bien, pero eso él ya lo sabía. Así que, ¿por qué venir ahora?
-Te vi al llegar- contestó mi duda –Parecías... No te veías bien. Te veías diferente.
Soy diferente.
-Algo cambio.
Todo cambio, Zayn.
Recargó su frente sobre el espejo y cerró sus ojos. Solo entonces decidí acercarme. Caminé con lentitud y en silencio. Él ni siquiera se movió. Me detuve cuando mi rostro se encontraba a unos centímetros de su rostro. Lo estudié en silencio. Parecía realmente cansado. Llevaba una semana sin arreglarse el pelo. Lo sabía porque mis ojos siempre lo buscaban en los pasillos al ir a clases y en las canchas al entrenar, para después asegurarme de evitarlo, ya que él también me buscaba. Siempre lo hacía. Me pregunté si haría lo mismo después de lo que había hecho.
Después de lo que seguiría haciendo.
Me pregunté si siquiera me importaría. Su mano derecha se alzó y su palma se extendió sobre el espejo.
-Por favor- murmuró, de su boca salió un vaho que empaño ligeramente el espejo –Ábreme.
No quiero hacerlo.
Sin embargo, alcé mi mano izquierda y con mucho cuidado conecté cada uno de mis dedos con los suyos. Mi palma se recargó con lentitud sobre el espejo frio. Zayn abrió sus ojos, como si me hubiera sentido.
-Por favor- susurró.
Pero no hice nada. Y fue así por varios minutos, hasta que él finalmente se rindió, dando media vuelta y alejándose de mí.
***
Los días pasaron. Zayn tenía razón. Al parecer, había algo diferente en mí. La gente incluso me lo decía a la cara. Sobre todo las animadoras. Pensaban que me veía más relajada, menos preocupada o triste. Lo cual al parecer era bueno porque ahora atraía la mirada de más chicos. Cuando preguntaron por Zayn les di un encogimiento de hombros como única respuesta. No lo he visto desde el sábado. Dejé de buscarlo en los pasillos o durante los entrenamientos. Al parecer si dejó de importarme. Todo parecía ser de esa forma. Incluso las clases. La mayoría de las veces ni siquiera escuchaba lo que mis profesores decían. Solo miraba al frente y pensaba en... nada.
Era como estar desconectada pero a la vez más conectada que nunca.
Y esto era solo porque, como dije antes, los chicos del instituto comenzaron a acercarse. Comencé a preguntarme si incluso llevaba un letrero en la cara que digiera: Disponible. No era como si yo me sintiera de esa manera. Solo ya no me importaba. Ellos me hacían cumplidos y yo solo los aceptaba. Probablemente otra de las razones por las que ahora era tan popular entre los chicos era mi apariencia. El lunes, después de pasar la mayor parte de la noche despierta, decidí que dejaría de pasear por los pasillos con cara de zombi. Para empezar, me deshice de las manchas bajo mis ojos y de la horrenda cicatriz de mi frente con una exagera cantidad de corrector y base. Delineé mis parpados con una fina línea negra, le di un poco de color a mis mejillas y me pinteé los labios color sangría. Dejé mi cabello al descubierto, libre de cualquier gorro que pudiera ocultar la cicatriz en mi frente y lo alacié para que luciera más largo. Usé un suéter negro ajustado con cuello V, un par de jeans ajustados del color de mis labios y unos botines negros con tacón. Como esa, más ropa había recibido como obsequios de parte de mi abuela. Supongo que ya era hora de darles provecho. Recibí algunas repasadas al llegar al instituto, incluso de chicas. No me importó. Tiffany silbó de forma vulgar al verme en receso, incluso Naomi me lanzó cumplidos. No me importó. Fue un poco de lo mismo los días siguientes. Yo me ponía un poco más que presentable y todos pensaban que estaba bien. Ya no preguntaron por mi bienestar. Ya no me miraron con preocupación. Ya no les importó.
Y a mí tampoco.
Recibí un par de invitaciones de fiestas para el fin de semana. Las animadoras estaban emocionadas, ya que eran sobre el día de San Valentín. Lo cual significaba que todas presumirían de sus parejas. Yo no tenía pareja. Lo cual, según Tiffany, suponía algo bueno ya que tendría mucho de donde elegir. No elegí, ellos me eligieron a mí. Un chico me dio una rosa roja durante el receso del viernes. Otro me invitó a salir a través de mensajes, ignorándome cuando le pregunté como había conseguido mi número. Incluso uno que parecía de primer año me detuvo cuando me dirigía a mi clase de Historia y balbuceó durante unos minutos algo sobre ir al cine, se alejó mucho antes de que pudiera responderle. Y a pesar de todo, no acepté ninguna invitación.
El viernes, al salir de clases, le envié un mensaje a Jessica.
Me había terminado la mercancía a lo largo de la semana y necesitaba más. Jessica se puso furiosa cuando salimos del club. Me lanzó el sobrecito con coca y me dijo que hiciera con él lo que se me viniera en gana. Y así hice. Lamentablemente, necesitaba más y no tenía los contactos de Jessica como para poder conseguirla. Así que le envié un largo mensaje donde me disculpaba por todo. Tardó un par de horas en responder, pero finalmente hizo las pases conmigo. Otro par de horas después me preguntó si quería ir a una fiesta Anti San Valentín que al parecer seria en un almacén abandonado. Acepté de inmediato. Me coloqué un vestido negro de manga de tres cuartos que se ajustaba a mi cuerpo como una segunda piel y que dejaba gran parte de mi espalda al descubierto. Este regalo era de parte de mis primas, por supuesto. Me hice un moño alto con algunos rizos estratégicamente colocados alrededor de mi rostro. Mi maquillaje fue un poco más complicado. Intenté imitar el maquillaje que me hizo Jessica hace una semana. Y al parecer, lo hice bien, ya que me inspeccionó con aprobación cuando, mas tarde, paseé por ella a su departamento. Durante el camino, mencionó que algunos de sus contactos se encontrarían en la fiesta. Todo parecía ir bien. Incluso mejor que bien. Ella no mencionó nada sobre la noche anterior y yo no fui lo suficientemente estúpida como para hacerlo. Por primera vez en lo que me pareció una eternidad, todo parecía ir de acuerdo al plan.
Entonces llegamos a la fiesta y nos tropezamos, literalmente, con mi antiguo círculo de amigas. Y algunas de sus parejas y amigos.
Entre ellos Zayn.
WOOOOW. Ya sé. Siempre tardo. Creo que ese es uno de mis más grandes problemas con la novela. Ese y probablemente que algunos piensen que la historia no avanza. Lol, si lo hace. Odio cuando todo sucede en un par de capítulos, así que decidí alargarlo para que luciera más real. Para que puedan apreciar el cambio. Ahora mismo no está estancada, lo que pasa es que la protagonista tiene un montón de mierda con la que lidiar y claramente no lo hará en solo tres capítulos. Tranquilas, la verdad se acerca. Créanme y pónganse atentas por las pequeñas pistas que iré dejando.
BTW, me acabo de mudar y es lo meJOR QUE ME HA PASADO. Amo el lugar donde ahora vivo, donde estudio y Dios, la gente incluso es totalmente diferente. Me enamoré de este lugar y enserio temo que algún día me vea obligada a irme de aquí. No lo sé. Es solo que hay tanta... paz. Me siento muy feliz.
YA SABEN QUE LAS AMAOADORO Y LES DESEO LO MEJOR DEL MUNDO.
-MIRANDA.