Crónicas Elementales 2: Agua...

By Marsiposa

269K 16.8K 2.2K

Segunda parte de crónicas elementales More

Crónicas Elementales 2: Agua de Cristal.
Prólogo.
Capitulo 1. Dragón de Agua-Hielo y Dragón de Viento.
Capitulo 2. Dragón de Fuego.
Capitulo 3. Reencuentros.
Capitulo 4. El dragón y el zorro.
Capitulo 5. Pasado y Presente.
Capitulo 6. Amor u Odio.
Capitulo 7. Maestro y aprendiz.
Capitulo 8. Luna llena plateada.
Capitulo 9. Blanco y Negro.
Capitulo 10. Fuego, Tierra y Futuro.
Capitulo 11. Algo inesperado.
Capitulo 12. I see fire. Parte I.
Capitulo 13. I see fire. Parte II.
EXTRA 2#
Capitulo 14. El momento más duro.
Capitulo 15. Adler y Scarlet.
Capitulo 16. Rojo, Verde y Azul.
Capitulo 17. Llamas en la tormenta.
EXTRA 3#
Capitulo 18. París. Parte 1.
Capitulo 19. París. Parte II.
Capitulo 20. Adiós.
Epílogo.
ACTUALMENTE RESCRIBIENDO

EXTRA 1#

9.1K 552 61
By Marsiposa

Aquí nos iremos al primer capitulo del primer libro (Fuego Escarlata) no se porqué escribo esto, posiblemente porque estoy de exámenes finales y estoy hasta el *****, y por ello me he tomado la libertad en mis pequeños descansos en escribir un capitulo extra.

 

No se si a algun@ se a preguntado de cómo en el primer capitulo capturaron a Guil, nuestro tío favorito.

 

Por ello de vez en cuado voy a hacer un capitulo extra (algunas veces de los que se me ocurran a mí y otras por si vosotros tenéis alguno en especial

 

P.D: La mayoría de los capítulos extras serán narrados en primera persona

 

Empecemos:

 

1.    En la mente de un tío playboy.

Los rayos del sol entraron por la pequeña ventana −si eso se podía llamar ventana− de mi cuarto, una habitación grande y espaciosa, lo que yo quería desde un principio. Estiré mis fibrosos músculos entonces recordé a quien tenía al lado, bueno ella ya no estaba.

Gruñí y me estiré por toda la cama. No debían ser más de las diez, joder…

Arrastre mi cuerpo fuera de la cama a regañadientes, odio madrugar. Mis pies chocaron con un par de botellas  de Ron, por Dios ayer me puse fino con quien sea. Del armario saque una de las camisas blancas y unos pantalones piratas de color caqui; sinceramente me importa un comino como combinar mi ropa, todo me da igual con la resaca que tengo. Debería dejar de beber, pero da igual, voy a volver a caer en cualquier momento, así que me ahorro el esfuerzo.

Cojo un par de zapatillas y salgo de la habitación, más tarde la limpiaré...si eso. Veo a mucha gente por los pasillos, cuanto ajetreo tan pronto en la mañana, sigo sin creer que halla gente tan activa a estas horas. Paso una mano por mi cabello rubio.

Seguramente se están preparando para el aterrizaje en…creo que Paul dijo en República, hacia tiempo que no pasábamos por aquella cuidad desde…el incidente de Angélica. Aunque no lo aparentase, yo también la echaba de menos, es normal es mi hermana mayor y estoy convencido de que sigue viva, a pesar de que ya casi todos habían perdido la esperanza. Yo no. Eso es lo que ella siempre me enseñó.

Abrí la puerta que daba a la cubierta, sentí la agradable brisa con olor a…puagg…que pestilencia de olor, ¿de donde viene esa pestilencia?

Que mas da, menos mal que no he desayunado, si no ya lo hubiese devuelto. Que asco. Entonces ví como una mata de cabello peliazul se me acercaba a gran velocidad.

Chasqueé la lengua, no era ni la persona ni el momento adecuado, pero entonces ví como traía de la oreja a cierta personita, suspiré. Menos mal que no tenía hijo y que no quería tenerlos, daban mucho la lata y si en algún momento de mi vida los tenía espero que no sean como ese criajo moreno.

Sin darme tiempo a escapar esa mujer se interpuso entre mí y la puerta.

Mierda.

Sus ojos castaños me miraban con ira; encima por una vez que no había sido yo, hubiese hecho o no hecho lo que fuese.

   − Ginger… que agradable sorpresa −mentí.

   − Deja atrás esa sonrisa de idiota Guilliam, por una vez no es por ti, si no por este mocoso al que as acogido como tu aprendiz, supongo −dijo ella con algo de desprecio, que falsa, fue muy diferente la otra noche.

   − ¿Aprendiz? Yo no tengo de eso, soy un lobo solitario, y a este menos −dije señalando a Damian, verás la que te espera.

   − ¿A sí? Pues deberías saber que hace un rato mientras cierta persona dormía a pierna suelta, este chaval a robado un sostén de una de mis chicas y lo a alzado de alguna manera al lado de nuestra bandera −dijo señalando nuestra bandera, y a su lado bailaba junto a ella un sujetador fucsia neón. No puede aguantarme la risa y chocar los cinco con Damian− ¿te hace gracia?

No podía dejar de reír y cuando lo hiciese tendría que buscar a la dueña de ese sujetador, que par de peras tan enormes.

   − Que mas da, me enfermas −y soltó una roja e hinchada oreja de Damian− y tú mas vale que no te vea volver a hacer nada semejante, ¿entendiste?

   − Si… −dijo él con la cabeza baja, por Dios, que marica.

   − Ginger, eres una amargada, solo era una broma −dije entonces, a los segundos me arrepentí de haber dicho aquello. Estaba muerto.

   − Como has dicho La Fe −sus ojos chispeaban− me a parecido oír lo que creo que he oído.

   − No se, a lo mejor estás un poco vieja ¿no crees?

   − ¡COMO TE ATRECES! −dijo alzando la voz, rara vez se ponía así− tú eres mayor que yo, maldito treintañero.

Ahora los ojos que chispeaban eran los míos.

   − Eso es una blasfemia, maldita arpía peliazul, mi edad es un tema tabú −ya ni siquiera me daba cuenta de que Damian se encontraba entre nosotros.

   − Vaya, vaya, vaya, el maldito playboy pervertido se ha enfadado.

   − Gracias por el comentario, arpía garrapatuda −¿esa palabra existía? Da igual. Tragué saliva y la miré lascivamente− ¿nos vemos esta noche?

Ella fría como un témpano me miró y encarno las cejas.

   − Por supuesto. ¿Qué creías? −y se comenzó a marchar− me aburres y al contrario que otros algunos tenemos que ganarnos el pan.

Maldita mujer, pero era…bueno…era…Ginger McCarter.

Caí en la cuenta de que Damian seguía allí, maldito mocoso. Sin pensarlo le dí una colleja.

   − ¡¿Y A TÍ QUE TE PASA?!

   − Con los sujetadores de las mujeres no se juega.

   − Pero te ha hecho gracia.

   − Eso es una cosa a parte, que pasa ¿querías impresionar a la del sujetador? −le revolví el pelo, lo odiaba− si querías consejos sobre mujeres en un principio haberme preguntado mocoso.

Damian puso cara de horror.

   − En mi sano juicio se me ocurriría preguntarte a ti −y se marcho− NUNCA.

Volverá, siempre vuelven al nene. Ugg…eso se puede malinterpretar.

Ahora lo mejor será ver pasar las horas hasta que pase algo interesante.

***

El aerodeslizador aterrizó justo a las afueras de Republica, daba gusto volver por aquí, la última vez fue cuando estaba con Angy. La hecho de menos, pero debo ser fuerte, por mí y por Paul, mi mejor amigo.

Estoy deseando ir a la ciudad y bueno hacer cosas de hombres. Intento contener mi sonrisa.

Será mejor que busque a Paul.

Todos se encuentran trabajando en diversas cosas, como por ejemplo transportar las cajas de comida vacías, y yo como buen servidor contemplo como hacen el trabajo, hoy me he levantado con ganas de hacer…nada y eso voy a hacer.

 

Llego hasta el despacho de Paul, como es habitual estará con el papeleo. Que hombre más aburrido. De una patada abro la puerta y está como me temía, con papeleo.

Hago una mueca.

   − Eres aburrido Pollie.

El encarna sus cejas pelirrojas.

   − No me llamas Pollie a no ser que quieras algo, ¿Qué quieres?

   − Nada en especial, solo vengo a ver a mi amigo.

   − Eres muy previsible, ve al grano.

Chasqueo la lengua, siempre me pilla.

   − Pollie hoy vamos a salir.

   − ¿Perdona?

   − Sip, aunque no salgas con nadie, necesito un compañero de ligues ¿y bien que dices?

   − No.

*** 

Tras mucho insistir, no paso nada y me tuve que ir solo; como era de esperarse. Paul es un amargado y un aburrido, pues ale, mas mujeres para mí.

La cuidad de República seguía siendo tan escandalosa como siempre, tanta gente, tanta gente. Pero es extraño, la última vez que estuve no había tanta gente de patrulla, por lo menos ya me he encontrado con cinco escuadrones de patrulla. A lo mejor puede ser que haya por aquí un criminal.

No es que me importe, pero da igual.

Veo a la gente de mí alrededor, la mayoría van cabizbajos, como si estuviesen realmente asustados.

¿Pero que estaba pasando aquí?

Entonces alguien chocó conmigo, a pesar de llevar una chaqueta con capucha de gran tamaño, se podía vislumbrar una figura femenina, su rostro estaba oculto. Pero por las pintas solo aparentaba ser una niña más de la cuidad.

   − Tu olor…−dijo una voz femenina y algo ronca.

   − ¿Qué?

Pero ya se había ido, en serio, este lugar es cada vez más raro. Ver a la gente tan triste, me deprime.

Decido entrar en una de las tabernas, hay demasiadas y casi todas están a rebosar.

Pido un whisky doble, noto como ese líquido quema al bajar por mi garganta y ahí comienza mi larga noche.

*** 

Al abrir los ojos me encuentro en una celda con un olor a algo que no quiero saber y sin camisa. Mi cabeza duele, puta resaca y por alguna razón me duelen los huevos. Noto como mi garganta está carrasposa, es como si me hubiese tragado las cenizas y colillas de un cenicero; miro a mis pies, tampoco llevo zapatos.

¡¿DÓNDE COJONES ESTÁN MIS ZAPATOS?!

Lo de la camisa pasaba, pero los ¿zapatos?; me incorporo un poco y oigo crujir mi espalda, Dios…Pero ¿qué hice anoche? Mi mano toca algo puntiagudo, ¡ay!, giro mi cabeza y si achino los ojos en la oscuridad lo veo con más claridad, es…es…es ¡¿una piña?!

¡¿QUÉ HAGO CON UNA PIÑA?!

Me muevo por este cubículo al que llaman celda, noto mis pies húmedos y biscosos −pero que ez eso− mi cara pone una mueca de asquerosidad; hecho mis mechones rubios hacia atrás, debería cortarme el pelo.

¡CENTRATE GUILLIAM! No es momento para pensar en cortarse el cabello.

Mira que a veces soy…

Entonces oigo como no muy en la lejanía se acercan unos pasos, que causan eco por toda la instalación. Aquellos pasos se acercan cada vez más, por la oscuridad no consigo distinguir nada, veo entonces una ligera luz, como la de una linterna de poca potencia.

Esa linterna me enfoca entonces, hace daño a mis ojos. Joder.

   − Al parecer el bello durmiente se ha despertado −dijo una voz gruesa, posiblemente de hombre o una mujer con grabes problemas de voz.

   − Si…¿me podría decir que hago aquí?

   − Eso es lo que dicen todos, serás idiota −vale ese hombre es irritante.

Carraspeo la garganta, hay algo en mi garganta que me molesta, noto como al toser algo se posa en mi mano, es una…¡¿colilla?! Al final no iba tan desencaminado, pero es asqueroso.

Vuelvo a tener pinchazos en la cabeza, puta resaca. Tengo que dejar de beber, en serio, pero no lo voy a dejar. Por Dios…

   − No te acuerdas ¿eh? −dijo el soldado con sorna.

A regañadientes asentí.

   − Deberías replantearte intentar tirarte a la esposa del gobernador mientras estás borracho, pervertido…

Como si de videos se tratasen, las imágenes de la noche anterior fueron apareciendo en mi cabeza: Yo bebiendo el primer trago de whisky; hablando con unas encantadoras señortias-pechugonas.

De cómo estoy en uno de los baños mientras una de las pechugonas me quita la camisa −eso explica lo de la camisa−;  subido en una barra ya sin zapatos, ¿Dónde están mis zapatos?, bailo como un poseso. Una ¿chica rubia? me dice algo a cerca de que no beba más por mi propio bien y la mando a la mierda, y ella a cambio me da una patada en los huevos −menudo genio tiene la chica y parece solo una niña−…

Y las últimas imágenes son de hablar con una mujer terriblemente atractiva junto con un hombre viejo y canoso; coqueteo con la mujer y ella me responde. Entonces el viejo me dice algo que no consigo recordar y yo le doy un puñetazo. Lo último es ver como unos soldados me traen aquí y creo que vomite en los zapatos de alguno, en los míos no; todavía no consigo recordar lo de los zapatos y la piña.

El soldado se va, no sin antes escupirme a la cara. Será cerdo, a caso su madre no le ha enseñado educación. Tiro de mis pantalones un poco hacia abajo, todavía me duelen los huevos.

Y paso allí perdiendo la noción del tiempo.

No se si han pasado minutos, horas o incluso días; pero si recuerdo que me acabo de despertar y de cómo se vuelven a oír pasos, pero que no vienen a mi celda.

Son uno, dos, tres, cuatro, cinco…hasta ocho soldados solo para llevar a ¿una niña tapada con un trapo la cabeza?, la dejan a un par de celdas de mí y se vuelven a marchar.

En lo que me puedo fijar es en todas las magulladuras de estos hombres, que les ha pasado.

Están patéticos.

Oigo chillar a la niña de nuevo, me da hasta lástima, creo que está teniendo algún tipo de pesadilla; es triste oír chillar a esa pequeña, posiblemente la hayan atrapado mientras robaba alguna fruta o algo por el estilo…no imagino nada más.

Los soldados pasan de mi celda y van directos a la celda de la niña, oigo gruñidos de parte de ella y de cómo uno de los dos soldados que la escolta se ríe. Hijos de perra.

Como si el tiempo se detuviese pasan por mi celda. Unos cabellos rubios como el oro junto con un remolino en lo más alto de la cabeza −al igual que el mío− unos ojos verdes brillantes y amenazadores, su cara está recubierta de pecas y su rostro forma un mohín de enfado, hasta tiene aquellos hoyuelos en las mejillas. Es como si hubiese retrocedido casi veinte años al pasado.

   − Angy…-dije como en un susurro, pero que ella lo oyó, me miraba con aquellos ojos verdes que no eran de ella, pero que era una ilusión para mí, es idéntica- …Angélica…

Me tiré a los barrotes de la celda, quería tocarla y abrazarla, notaba mis ojos humedecerse débilmente. El otro soldado se gira hacia ella y la mira con desprecio, vuelve a tirar de su larga trenza.

    − Ves los que les pasa a los que se revelan contra el Nuevo Gobierno acaban siendo rebeldes y acaban e sitios como este o incluso peores.-Dijo el guardia dirigiéndose a aquella muchachita de la que desconocía el nombre, después se giró hacia mí-. Y a ti no te da vergüenza, pervertido, puede que ella sea una niña, pero es mucho más peligrosa que tú.

Por quién me está tomando, no soy un pedrastra. Enfermo.

Entonces de la ventanita que tenía encima de mí cayó una piedra con un papel, al parecer los guardias no se habían dado cuenta, pero ella sí. Me sonrió, hasta su sonrisa era igual. Yo le sonreí igual.

Leí el papel.

Vamos a por ti en menos de cinco minutos

 

Por fin.

Los soldados y la niña ya se habían ido, pero entre los murmullos pude distinguir la palabra “ejecución”, y eso no lo iba a permitir, que alguien idéntica a mi hermana muriese.

Iba a rescatarla si o si.

Continue Reading

You'll Also Like

4.2K 325 12
Las cicatrices se aseguran de que los recuerdos nunca desaparezcan.
1.8M 309K 68
Elena Novak mal vive en un reino gobernado por Eleanor Abularach, una reina sanguinaria que castiga a los traidores enviándolos a la Rota, un anfitea...
555K 61.4K 23
Alex sólo quería hablarle a su guapa vecina y amiga de la infancia. Naomi esperaba con ansías que el lo hiciera. Perfecto cover por @myblxckempire♡