Seokjin no sabía que hacer con sus manos, la lista de compras temblaba como hoja al viento y se mordisqueaba los labios con nerviosismo. Se metió en la tienda e inspiró con fuerza cuando vió al muchacho detrás del mostrador hablando acaloradamente con una ancianita que parecía muy molesta. Sonrió para sus adentros, cómplice, y finalmente se metió entre las góndolas de los snacks.
¿Cómo podía ser tan, pero tan, lindo? ¡Parecía un príncipe! Él jamás había visto a un chico más delicado, que al mismo tiempo fuera tan masculino, tan... ¡Arrrghhhh!
Cuando alguien dió unos toquecitos en el hombre de Seokjin, éste sintió que sus latidos se aceleraban a un ritmo desbocado. Apretó los labios para ocultar una sonrisa tonta, y se giró...
... Llevándose una enorme decepción.
-¡Hola! -saludó Namjoon. La sonrisa del mayor se desvaneció muy lentamente-. Qué coihincidencia, ¿no? Bonitas, bonitas todas ellas -le pellizcó una mejilla y el otro se lo sacudió de encima.
-¿Qué haces aquí? -inquirió, a la defensiva.
-¿Qué? ¿Compraste esta tienda, o algo así?
Seokjin rodó los ojos, Namjoon era un imbécil, y se giró para meter mirar la comida. La verdad es que ya ni sabía que iba a comprar o no, el yeti gigante de pelo rosa le ocupaba todo el campo visual.
-¿¡Te quieres mover!? -exclamó, furioso.
Namjoon dejó de sonreír, extrañado, y se rascó la nuca.
-¿Por qué estás enojado ahora, princesa?
-¡Porque no dejas de llamarme de formas estúpidas!
-No, no; yo sólo dije una -sonrió ladino-. Princesa.
-¡Ya vete! ¡Fuera! ¡Fiú!
-¿Esto es por la noche que dormimos juntos?
-¡¡¡No dormimos juntos!!!
-Definitivamente dormimos juntos.
-¡Porque eres un pervertido!
-Y tu un borracho.
Seokjin abrió mucho la boca porque él definitivamente no había dicho eso, y el otro muchacho pareció muy divertido al respecto. Estiró un brazo, de modo que acorraló al mayor contra la estantería, y se inclinó hacia adelante con la vista fija en sus labios justo cuando...
-¡Eh! -exclamó una voz al final de las góndolas.
Era el chico de la tienda. Seokjin empujó a Namjoon lejos y abrió la boca para responder, pero se quedó de piedra al comprender que el chico le hablaba al yeti y no a él.
-¡Jackson! -exclamó el pelirosa. A Jin se le salían los ojos de sus órbitas.
El ch... Jackson se rió y se acercó a él para darle uno de esos saludos tontos bien macho que se daban algunos chicos.
No, no, ¡no! ¿¡Cómo era eso posible!? ¡Se conocían! El imbécil y el chico lindo se conocían, y parecían llevar una relación de amistad bastante agradable. ¡Eso dejaba totalmente en desventaja a Seokjin! Porque si Jackson llegaba a preguntarle a Namjoon por él, éste... Bueno, vaya a saberse qué podía llegar a decirle. ¡Él no lo podía permitir! No, no. Lo mejor sería huir.
El mayor se encogió y comenzó a caminar lentamente, pero inmediatamente Namjoon lo notó y lo detuvo agarrándolo del hombro.
-¡Éste es Seokjin, mi novio! -dijo.
Jackson sonrió y enarcó las cejas y el aludido negó con la cabeza tan rápidamente que seguro parecía un imbécil sin personalidad.
-¡No es verdad! -se apresuró a responder.
-Lo sé -respondió el chico lindo-. Namjoon no sería capaz de tener novio; seguro que eres demasiado para él -le guiñó un ojo, y Seokjin casi se derrite.
Casi pudo sentir como si todos se convertían en chibis y Jackson disparaba una flecha que traspasaba a Jin de lado a lado. ¡Qué flechazo! Pero, de repente, se encontró mirándolo tan embobadamente que la única forma que encontró de salir de aquella ensoñación fue darse una fuerte cachetada.
Namjoon lo miró con ojos muy abiertos.
-¿¡Por qué hiciste eso, jodido loco!? -soltó. Seokjin lo miró sin comprender, y luego algo más alterado cuando el pelirosa levantó su barbilla con un dedo para examinar mejor su mejilla enrojecida por el golpe-. No vuelvas a hacer eso, ¿lo entiendes? No me gusta.
Los ojos del mayor pestañearon, confundidos, y luego se dirigieron a un Jackson que había agachado la mirada, algo avergonzado.
Oh no. OH NO.
Manoteó para sacarse al pervertido de encima y retrocedió tanto que se terminó dando la cabeza contra una góndola.
-¡Au!
Un par de paquetes de papas fritas cayeron al suelo, pasando sobre su cabeza, y cuando Seokjin creyó que ya no podía meter más la pata Namjoon pisó una bolsa y resbaló, y en el proceso lo tiró a él también al suelo.
-Oh, rayos -murmuró Namjoon, su voz sonó algo apagada porque Seokjin tenía un codo sobre su cara.
-¡Ah, imbécil! -el mayor se paró rápidamente, rojo de la vergüenza y de la furia, y cuando vió que Jackson no sabía dónde meterse le entraron unas serias ganas de sacar al yeti de allí y darle con los puños en la cara.
Ya estaba. Estaba todo arruinado, todísimo; no sólo había hecho el tonto, sino que Namjoon había aludido a que entre ellos había más que amistad con su acercamiento y luego había soltado una palabrota. Es decir, ¿¡no podía quedar aún peor!? ¿¡Por qué tenía tan mala suerte en cuánto a los muchachos!? ¡¡¡Él también tenía necesidades de hombre, por Dios Santo!!!
Salió de la tienda hecho un manojo de furia y frustración y comenzó a caminar con paso ligero por la avenida. Hacía un frío terrible ese día, nevaba justo en ese momento, y él sólo podía pensar en llegar a casa y ponerse a hornear galletitas para distraerse un rato y no pensar en lo mal que había salido todo. Y es que si sólo hubiese llegado un poco antes, o un poco después... No se habría encontrado con Namjoon, y entonces, a lo mejor, hasta habría conseguido una cita con Jackson. ¡Pero noooo! Tenía que ir el pelirosa y arruinarlo todo. ¿¡Por qué, universo!? ¿¡Por qué no me dejas encontrar a un chico lindo y simpático con el que compartir un par de doramas y quizá un par de besos también!? ¿¡Es tanto pedir!?
-¡Jin! -exclamó una voz grave, aunque juvenil, detrás suyo.
No tuvo que girarse para saber que se trataba del apestoso, ni tampoco tuvo que hacer demasiado esfuerzo en notar que estaba corriendo sobre la vereda congelada y 3... 2...
-¡Ah!
... 1.
Seokjin se giró, hecho un basilisco, y vió a Namjoon de culo en el suelo con cara de no saber qué acababa de pasar. Cuando vió su rostro se paró rápidamente, aunque parecía que le dolía, y se acercó medio rengo.
-Oye, ¿estás bien? -inquirió.
-¿Por qué lo preguntas, eh? ¡Estoy de maravilla! ¿¡No me ves!? -el mayor señaló su propia cara.
Namjoon parpadeó un segundo, con una mano se quitaba la nieve de sus partes traseras.
-Te veo, y sí que estás de maravilla, pero pareces furioso -sonrió divertido, pero borró aquella sonrisa estúpida cuando vió que al otro no le hacía gracia-. Lo siento.
-¿Qué sientes?
-¿Que se te haya caído todo el estante de papas fritas? -se rascó la cabeza-. La verdad es que no sé por qué estoy disculpándome.
-¡Discúlpate primero por...! ¡Por...! -Jin parpadeó y Namjoon enarcó una ceja, algo irritado.
-¿Por arruinarte el polvo?
Ah no. Eso sí que no.
-¡¡¡CIERRA LA JODIDA BOCA PEDAZO DE... ATÚN!!!
-Atún, buau -el pelirosa se giró para ver a toda la gente que se había girado a mirarlos-. ¿No pudiste encontrar algún insulto más... no sé... ofensivo?
-No puedo ni pensar si te tengo cerca.
-Vaya, ¿así de intenso soy?
-N-no... -el mayor se sonrojó-. No me refería a eso. No de ese modo.
-¿De qué otro modo?
-No arruinaste ningún polvo, no pensaba...
-¿No te gustaba Jackson?
-¿No es tu amigo?
-Pero no me gusta Jackson...
Seokjin parpadeó.
-¿Así como... novio?
-¿Novio? -repitió Namjoon, risueño-. No me gusta ni como amigo.
-¿Qué? Pero parecían conocerse bien en la tienda, ¿¡acaso eres así de hipócrita!?
-No me gusta que jueguen con mi comida, eso es todo.
Seokjin era listo, muy listo, pero sinceramente tardó en entender lo que Namjoon decía. Cuando lo hizo ya era tarde, puesto que el mejor se había regocijado en su propia broma de mal gusto y había pasado un brazo sobre sus hombros para luego arrastrarlo en la dirección contraria a su casa.
-¿Q-qué haces? -inquirió rápidamente.
-Te llevo a tomar algo caliente.
-¿¡QUÉ!?
-Tranquilo, princesa. Hablaba de café, o algo así. Aunque no me molestaría si prefieres...
-¡YAHH!
Namjoon casi se cae de culo.
-¿Yah? -repitió, anonadado. Frunció el entrecejo-. Tú no me "yah" a mi, ¿entendido?
-¿Entendido? -Jin ladeó la cabeza, malicioso-. ¿Quién es el mayor aquí, eh? -Namjoon empalideció-. Ya me parecía que no me estabas tratando con respeto. Más te vale llamarme "hyung" a partir de ahora.
-¿Hyung? No puedo llamarte así.
-¿Por qué no? ¡Eso es lo que soy para ti!
-Para mi eres una princesa, no un hermano mayor -le pellizcó la mejilla y Seokjin pataleó como un pez fuera del agua-. Aunque tú si quieres puedes llamarme hyung.
-¿¡Yo a ti!?
-Aunque si prefieres decirme oppa...
-¡¡¡YAAAAAH NAMJOON-AH!!!
¿Na...? ¿¡Nam...!? ¿¡Namjoon-ah!? ¿¡Por qué rayos había dicho eso!?
Namjoon sonrió tan grande como un tiburón a punto de morder a su presa.
-Sólo déjame invitarte algo caliente.
-No quiero.
-Estás congelándote.
-No es cierto.
-Claro que sí -Namjoon suspiró con resignación y Seokjin pudo ver verdadero cansancio en su mirada-. Mira, si no quieres entonces...
-Está bien -respondió al fin. Vió como el menor lo miraba bastante sorprendido y se obligó a mirar el suelo y permanecer serio y enojado-. Es lo menos que puedes hacer por mí.
-Es lo justo -el menor asintió y volvió a rodear a Jin por los hombros para llevarlo hacia alguna cafetería que encontrasen por el camino.
Y, ésta vez, Seokjin no se lo sacó de encima. La verdad es que si se estaba congelando.
Pero era solo eso...
¡De verdad!...
¡YAH!
¿¡Por qué era tan jodidamente complicado convencer de algo a Seokjin!? ¿¡Por qué él era tan frío!? Jincha, en ningún momento había hecho nada lo suficientemente indecente como para ponerlo de tal mal humor (y eso que Namjoon era un tipo bastante indecente por lo general) y sin embargo... ¡Aigoo! ¡Pero qué difícil que era! Y ahora que lo tenía en frente, con la punta de la nariz roja de frío y el ceño marcado, bebiéndose en el más sumo silencio su taza de mocachino caliente, le entraba un miedo terrible de decir algo y volver a ponerlo de un humor horrible. ¡De verdad, qué insoportable!
-No he podido... -comenzó, y cuando Jin le miró tragó saliva con fuerza y apartó la mirada-... felicitarte por... el exámen.
-Ah, eso -respondió el otro con demasiada sequedad.
Namjoon se lo quedó mirando, pensando internamente en las divertidas formas en la que le azotaría con fuerza el trasero por hablarle de tal forma.
-Soy un buen tutor, ¿no? -alerta roja, ¡alerta roja!-. ¡Y tu un buen estudiante!
-Supongo que sí -la princesa se encogió de hombros y siguió tomando.
-Oye, ¿qué no estás feliz?
-Lo estoy.
-¿Y no me lo agradeces?
-Ya lo he hecho.
-Aún así, visto y considerando que no te cobro nada por las clases...
-¿Quieres dinero? -Seokjin frunció el entrecejo-. ¿Es eso?
-¿Qué...? ¡No! ¡Nononono! ¡No, no es eso! No necesito dinero, Jinnie.
El mayor le miró con los ojos un poco más abiertos, como si se sorprendiera por el apodo que acababa de ponerle, y eso a Namjoon le gustó. Le gustaba cuando su princesa se veía sorprendido.
Se mordisqueó el labio, nervioso.
-Oye, princesa...
-¿Mmmh? -el muchacho bebió otro sorbo de su taza, sin prestarle atención.
-¿Puedo confesarte algo?
-¿Qué cosa?
-¿Quieres mirarme a los ojos antes?
-¿Por qué? -el mayor seguía sin mirarlo.
-Porque tus ojos son muy bonitos -ahora sí, había llamado la atención del mayor que lo miraba con mucha intensidad y él podría llegar a jurar que hasta le hacía ojitos. Sonrió. Era muy dulce, pese a todo el mal humor que emanaba de todos sus poros-. Te encuentro muy bonito, ¿lo sabes?
-Sí.
-¿Qué?
-Que soy bonito.
Namjoon se quedó un segundo boquiabierto, y luego se rió ampliamente. ¿¡Por qué todo el mundo siempre se mostraba tan a la defensiva cuando se trataba de quererse a sí mismo!? ¡Era mucho más agradable demostrar lo mucho que te gustas a ti mismo! Y por ese motivo, y un par más, Kim Seokjin lo tenía tan absolutamente embelesado.
-Ya tenemos algo en común -Namjoon apoyó el codo sobre el borde de la mesa para luego descansar su barbilla sobre la palma. Frente a sí aún tenía un café que se había comprado por puro trámite, porque no tenía ganas de beber absolutamente nada más que los labios de su acompañante-. ¿Qué más tendremos en común?
-Nada.
-¿¡Nada!? Yo creo que sí. Déjame pensar, mmmh...
-¿Por qué te esfuerzas de ésta manera? -el castaño había dejado con fuerza, quizá demasiada fuerza, la taza de porcelana sobre la mesa y ahora lo miraba con muchísima curiosidad. Y un poco de enfado, también-. Estoy evitándote y tratándote de imbécil todo el rato, ¿por qué sigues acercándote a mí?
-Bueno... soy tu tutor.
-Eso no tiene nada que ver: el que seas mi tutor no está para nada ligado al hecho de que quieras tener citas conmigo.
-¿Crees que ésto que tenemos es una cita?
Seokjin se sonrojó, pero su expresión no cambió ni un poco.
-No lo sé, dímelo tú. ¿Por qué me invitas a beber?
-Ya te lo dije: te estabas congelando -el mayor ladeó la cabeza y Namjoon ya no pudo contenerse más-. Porque me gustas, Jin.
Le vió tragar saliva rápidamente y mirar hacia otra parte.
-Bueno... ya lo sabía -se limitó a responder.
-No, no lo entiendes: a lo mejor estás acostumbrado a que los chicos te digan que les gustas, pero...
-¿Por qué sería diferente? -Seokjin lo miró fijo-. ¿Acaso... me quieres?
Namjoon sonrió.
-No lo sé, ¿tal vez? ¿Sería eso muy terrible para ti?
-Pues sí, me gusta tu amigo. Vaya drama -soltó, aunque sonreía también. Sonreía como un tonto, a decir verdad; ese tipo de sonrisa que pones cuando alguien te gusta y simplemente no puedes evitar el hecho de sonreír. ¡Bingo!-. Ya deja de mirarme.
-No puedo.
-¡Deja de hacerlo!
-¡Pero no puedo!
-¡Namjoon! -Seokjin le arrojó una servilleta a la cara y comenzó a reírse, y al pelirosa casi le sale un gemido. Su risa, su sonrisa, era totalmente adorable, era hermoso, era... Era una princesa. ¡Una de verdad! Era, era...-. Eres tan molesto, jincha.
-Pero aún así te gusto, ¿verdad?
-¿Y cuándo dije eso?
-Bueno, pensé que como yo te gustaba... -Namjoon se mordisqueó el labio inferior y el mayor siguió aquel movimiento con la mirada-... tal vez tú... gustases de mí.
-Pues pensaste mal.
-All right, fine; entonces... -lo señaló con un dedo-. Puedo hacer que te guste.
-¿Y cómo vas a hacer eso?
-Dame una oportunidad -Namjoon entrelazó sus dedos frente a Seokjin, suplicante-. Por favooooor hyung.
El mayor se rió.
-Tienes razón -sacudió la cabeza y tomó la taza entre sus manos-. No me gusta que me digas de esa manera. Me quedo con princesa.