Nick
Rusia - años antes
Corro a toda velocidad mientras el helicóptero me está disparando. Adrik me traicionó, ese maldito, me vengaré. Ahora para el gobierno soy el que entrego la información, pero en cuanto arreglé esto, me las va a pagar.
Visualizo otro helicóptero más y como es mi costumbre sonrío.
—Para mi mala suerte.
¿Y ahora qué? ¿Muero y listo? Mejor fallecer con una hermosa sonrisa ¿no?
—Abajo —oigo esa bella voz que me acelera el corazón y sin pensarlo me agacho, obedeciéndola.
Escucho los tiros y cuando se deshace del vehículo volador, me giro para verla, está sobre otro helicóptero que desciende hasta mí. Su cabello rubio ceniza se mueve con el viento, su expresión sigue siendo la misma, fría como su color de piel que me recuerda a la nieve y sus ojos grises tirando al celeste, sólo me hacen sonreír.
—Aleshka.
Cielos, que estoy enamorado de mi compañera de equipo. Bueno, excompañera de equipo, yo desde ahora soy un traidor, aunque...
—Sube —ordena y lo hago —queda otro helicóptero —agrega y saca un lanza granadas.
—No puedo creer que me creas, te estás jugando tu puesto —y ese es alto, es una agente especial de las fuerzas rusas.
A mi forma de ver, una súper guerrera.
—No hay tiempo de sentimentalismos —apunta al objetivo —te dejaremos en un lugar seguro y te irás del país.
Miro al piloto que me señala la identificación falsa y la agarro mientras el helicóptero sigue volando.
Me río al ver el nombre.
—¿En serio? ¿Nick? ¿Sabes qué significa apodo en inglés? Que poco original —hago una carcajada —Aleshka.
—Deja de jugar Kovalev —Le dispara al enemigo y me empuja fuera del helicóptero.
Veo como explota todo mientras caigo y ruedo golpeándome en aquella pendiente. Me levanto cuando dejo de rodar, entonces corro en dirección al aeropuerto. Observo como pierdo de vista a la hermosa de Aleshka y simplemente decido olvidarlo todo.
Al llegar, visualizo los destinos y continúo con mi sonrisa intacta.
—Venezuela, Francia, Colombia, Italia, Estados Unidos ¿A dónde voy? —Miro el último para decidirme —Argentina —Muevo las cejas —¡Que copado! —me lo pienso —¿Así se dice? —Lanzo una carcajada y voy directo a mi avión que viaja justo a Buenos Aires. Un aeropuerto llamado Ezeiza, que raro nombre. Ah no, me equivoque. Es un barrio.
Entro al avión riéndome.
Cuando aterriza camino perdido, que bueno que hablo español y que bueno que mi nombre falso tiene una cuenta bancaria.
—Ay Aleshka, eres tan considerada, algo de dinero me dejaste —Me río y luego miro los tatuajes de mis manos.
"Lealtad" dice la derecha y "Muerte" la izquierda. Ambas palabras por obedecer a mi país y sin embargo, fui traicionado. Bueno, por ahora no tienen ningún valor.
Por ahora.
—No te tengo miedo —oigo al salir del banco y visualizo a una rubia despampanante, junto a un maleante que la apunta con un cuchillo, frente a su auto de lujo.
Tiene valor, ella sonríe aun cuando el hombre tiene el arma blanca muy cerca de su cuello.
Podría irme, pero esa actitud me fascina. Camino hasta el hombre, le pego un puñetazo, le robo el arma y este huye asustado.
Novato.
—Ni pienses que te voy a agradecer —Rueda sus ojos cafés la hermosa rubia y me causa gracia así que me río. Entonces ella frunce el ceño —¿Qué con ese humor?
—¿Quieres saber?
—No hablo con desconocidos.
—No soy uno, soy tu salvador. Exijo tu bello nombre, Reina.
Sonríe.
—Soy Crista Ricoy y no quieres conocerme.
—Su majestad, yo pienso que sí —Beso su mano —llámame Nick —se oye más mi acento ruso al decirlo.
—Genial Nick, viendo tu insistencia ¿Trabajarías para mí? No creo que sean un hombre común y corriente, notando tu habilidad, no pareces cualquiera.
—No, no lo soy y por supuesto que me encantaría.
Parece que encontré un nuevo valor para mis tatuajes.