Un Amor Imposible. Zuko & Kat...

By LynZWay6

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Zuko se ha unido al grupo del avatar, al principio Katara lo odia, pero al fin lo ha perdonado. ¿Podrá triunf... More

Capitulo 1. Encuentros y Reencuentros
Capitulo 2. Recuerdos
Capitulo 3. El Rescate
Capitulo 4. El Antidoto (primera parte)
Capitulo 5. El Antídoto (segunda parte)
Capitulo 6. Confrontación
Capitulo 7. La Explosión
Capitulo 8. El vuelo del Fénix
Capitulo 9. Los XV años de Katara
Capitulo 10. El festival
Capitulo 11. El túnel del amor.
Capitulo 12. El día de campo.
Capitulo 13. Uniones y Rupturas
Capitulo 14. El Duelo
Capitulo 15. Confesiones
Capitulo 16. El pasado de Zuko
Capitulo 17. La Adivina
Capitulo 18. La Traición
Capitulo 19. El triunfo de Azula
Capitulo 20. La Roca Hirviente
Capitulo 21. Zuko al Rescate
Capitulo 22. Escape de Prisión
Capitulo 23. La Venganza de Azula
Capitulo 24. El Congelador
Capitulo 26. Perseguidos
Capítulo 27.Sangre Control
Capítulo 28.Planes de Guerra
Capítulo 29. El Huevo Dorado
Capitulo 30. El bebé dragon
Capitulo 31. El Rey Dragon
Capitulo 32. Presentimiento
Capitulo 33. La Promesa
Capítulo 34. Ataque nocturno
Capitulo 35. Duelo de espadas (1ra Parte)
Capítulo 36. Duelo de Espadas (2da Parte) La Historia de Ursa
Capitulo 37. Duelo de Espadas (3ra parte) La Muerte de Azulon
Capitulo 38. El mejor espadachín
Capítulo 39. Enemigos del pasado.
Capitulo 40. La Emboscada
Capitulo 41. El Crepúsculo
Capitulo 42. El Amanecer
Capítulo 43. El cometa de Sozin (Primera parte)
Capitulo 44. el cometa de Sozin (Segunda Parte)
Datos Curiosos Avatar: The Last Airbender
Capítulo 45. El cometa de Sozin 3ra parte (Los refuerzos)
Capítulo 46. La técnica suprema
Capítulo 47. El consejo de los sabios
Capítulo 48. Sacrificio
Capítulo 49. Despedida (1ª parte).
Capítulo 50. La Despedida (2da parte).
Capítulo 51. Boda trágica.
Capitulo 52. El último Agni Kai.
Capítulo 53. Agonía
Capitulo 54. Viva el nuevo Señor del Fuego
Segunda Temporada?
Actualizacion del nuevo mini-fic
Zuko, el Cyrano de la Nación del Fuego. Capitulo 1- Decepción
Capítulo 2. Más decepciones.
Capítulo 3. La despedida.
Capítulo 4. La carta de amor.
Capítulo 5. El pacto.
Capítulo 6. La cámara de los secretos.

Capitulo 25. La Caída de la Roca Hirviente

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By LynZWay6

Por Crystal Violeta.

Ya estaba oscureciendo y los tripulantes de ambos barcos estaban listos para atacar. Iroh reunió a todos y repasaron el plan. El anciano no quería cometer errores si la vida de su sobrino estaba en juego.

– Todo está claro – dijo Sokka – pero me preocupa Azula.

– Sí, ella es demasiado peligrosa y en cuanto nos vea, tratará de matar a su hermano por eso es imprescindible neutralizarla de inmediato, pero no se preocupen por ella – dijo el anciano – yo la detendré. Si conozco bien a Azula, ella tratará de lanzarme el relámpago, cuando lo haga yo se lo regresaré con una técnica especial que inventé.

– ¡Es una locura! – replicó Sokka – Todavía no tienes tus poderes, no podrás hacerlo.

– Esa técnica consiste en crear un flujo de energía a través del cuerpo para desviar el relámpago, supongo que no es necesaria la capacidad de fuego control.

– ¿Supones?, ¿significa que no estás seguro?. Iroh te das cuenta que podrías morir.

– Sí, lo sé, pero no importa. Yo soy viejo y Zuko tiene una vida por delante. Vale la pena el riesgo, si con eso podemos salvar a mi sobrino.

Una capa blanca de escarcha cubría el cuerpo de Zuko. Había cristales de hielo en su cabello, cejas y pestañas. Su piel tenía un tono gris azulado. Sus labios se veían morados. Hacía mucho rato que ya no sentía sus manos, ni sus pies y a pesar de que temblaba como nunca, luchaba desesperadamente por mantenerse consciente, pero esto resultaba muy difícil, pues sus parpados, más pesados cada vez, se cerraban involuntariamente.

Sin darse cuenta, revivió aquél sueño que había tenido en Ba Sing Se... Zuko se vio sentado en el trono, como Señor del Fuego, con dos dragones a su lado. El dragón azul, con la voz de Azula, le decía:

Duerme señor del fuego Zuko. Te ves cansado... Duerme...duerme... duerme...

¡No, Zuko! No escuches al dragón azul – replicó el dragón rojo, con la voz de Iroh –. No te duermas. Tienes que mantenerte despierto.

Tío, estoy cansado – murmuró Zuko –. Tengo mucho sueño.

Entonces el dragón rojo le contesto:

Zuko, si te quedas dormido morirás. ¡Has un esfuerzo!... ¡DESPIERTA!

Zuko abrió los ojos, despertando súbitamente de su sueño. Cristales de hielo se había depositado en sus hombros y en parte de su piel. Con sus manos los sacudió y luchó por mantenerse despierto, aunque no sabía cuánto tiempo más, podría soportar.

La luna estaba casi llena y su luz alumbraba la oscuridad nocturna. Desde las torres de vigilancia, los soldados vieron tres barcos de la Nación del Fuego que se acercaban a toda velocidad. De inmediato le informaron a la princesa.

– Seguramente es una flota que recibió mi mensaje – dijo Azula –. Prepárense para recibirlos y ustedes, tengan listas mis cosas. En cuanto toquen puerto me marcharé a la Nación del Fuego. Necesito hablar con mi padre.

– Algo anda mal, princesa – dijo un guardia – las naves no están disminuyendo la velocidad. Parece que no tienen intenciones de desembarcar.

– ¿Cómo?

Con un telescopio, la princesa examinó los barcos con detenimiento. Vio que uno de ellos avanzaba con más velocidad y los otros dos se quedaban atrás. Entonces observó que en la cubierta de la nave, que venía a la cabeza, estaban el bisonte volador y el avatar.

– ¡No puedo creerlo! – Azula sonrió – Los muy estúpidos volvieron para atacarnos con sólo tres naves. ¿Cómo esperan ganar? Nosotros los superamos en número y estamos protegidos por la fortaleza. ¡Están perdidos!... Bueno, mejor para mí. Ahora tendré la oportunidad de destruirlos y así mi padre no se enfadará por la fuga.

La princesa se dirigió a su gente y les gritó:

– ¡Soldados, prepárense! En cuanto las naves desembarquen quiero que disparen a matar. No tomaremos prisioneros. Está vez quiero que los destruyan a todos.

Zuko seguía temblando pero ya casi no se movía. En realidad no podía. Había perdido por completo la movilidad y la sensación de sus brazos y piernas. La mayor parte del tiempo sus ojos permanecían cerrados, pero su mente se debatía entre la consciencia y el sueño.

En su delirio se vio en un gran campo verde. Los maestros dragones Ren y Sho volaban dando vueltas a su alrededor. Repentinamente, de un volcán emergió un tercer dragón. Un hermoso y gigantesco dragón dorado que volaba más alto y más rápido que los otros. Este dragón se elevó al cielo y luego bajó para colocarse enfrente del príncipe.

Zuko, te estoy esperando... Ven por mí...

El príncipe abrió los ojos, quería mantenerse despierto pero no podía. Zuko respiró pesadamente. Lanzó unas bocanadas de aire y finalmente se derrumbó sobre el suelo, vencido por frío.

– ¡Lo siento, tío! – murmuró, antes de sumergirse en la inconsciencia.

Inmediatamente, el aire gélido depositó una escarcha de hielo en el cuerpo inerte del príncipe que perdía calor a cada segundo.

– ¿Cuánto tiempo lleva, adentro? – preguntó Ming.

– Casi ocho horas – respondió Lao.

– Nunca habíamos dejado a una persona tanto tiempo en el congelador. Voy a ver cómo está.

Ming abrió la ventana y vio al príncipe tirado en el suelo.

– Lao, el príncipe Zuko está inconsciente. Tenemos que sacarlo o morirá.

– No podemos. Si la princesa Azula se entera, nos ejecutará por desobedecerla.

– ¿Y si el príncipe muere por nuestra culpa?

Lao bajó la vista y se mordió los labios.

– ¡Prepárense para atacar! – ordenó Azula

El barco en donde venía el avatar, avanzaba a toda velocidad, sin intenciones de detenerse. Aang, con sus poderes de maestro agua, levantó una ola, para que la marea alta le diera más velocidad al barco.

¿Qué están tramando? – pensó la princesa.

Estando ya, muy cerca de la isla, Aang subió en Appa y los dos volaron por los aires alejándose del barco.

– ¡No puede ser! – exclamó Azula adivinando la intención de sus enemigos – ¡VAN A ESTRELLAR LA NAVE!

Los guardias corrieron a toda prisa para ponerse a salvo. La nave que venía a la cabeza chocó con gran estruendo contra la pared externa del volcán. Unos segundos antes del impacto, el fuego de las mechas hicieron detonar media docena de barriles con gelatina explosiva, colocados en el cuarto de máquinas. Esto provocó una explosión de gran magnitud que no sólo destruyó el barco por completo, sino que derribó una sección de la pared externa del volcán y también destruyo parte de las murallas exteriores de la prisión. Enormes bloques de tierra cayeron sobre el lago hirviente e inmensas columnas de humo se elevaban hacia el firmamento. Ahora, los guerreros tenían una puerta de entrada hacia la prisión.

– ¡Rápido! – gritó Azula – No los dejen pasar.

Entonces, la princesa recordó a su hermano. Ella apretó los dientes con rabia.

– Nunca permitiré que lo saquen con vida. ¡Ustedes! – gritó señalando a una docena de soldados – ¡Les ordenó que maten inmediatamente a Zuko! No quiero escusas. ¡Tráiganme su cabeza o yo cortaré las suyas!

Los soldados obedecieron y subieron por las escaleras, dispuestos a ejecutar al príncipe.

Unos segundos antes...

– No me importa lo que diga la princesa – dijo Ming – si no hacemos algo, el príncipe Zuko, morirá... ¡Voy a sacarlo del congelador!

Ming se disponía a abrir la puerta cuando la prisión se sacudió debido al choque del barco y a la subsecuente explosión.

– ¿Qué está pasando? – preguntó Ming.

– No sé. Voy a averiguar.

Lao corrió por el pasillo, pero se encontró con una docena de soldados que se acercaban corriendo.

– ¿Qué sucede? – preguntó Lao.

– El avatar y sus amigos nos atacan – respondió el soldado.

– Seguramente vienen a rescatar al príncipe – sugirió Ming.

– Por eso la princesa Azula nos ordenó ejecutar al príncipe traidor, antes de que escape con sus amigos.

Lao y Ming cruzaron una mirada.

– Apártense... ¿Qué no escucharon?

– No dejaremos que asesinen al príncipe heredero – declaró Lao y junto con Ming, se pusieron en guardia.

– Entonces, afronten las consecuencias – y empezó una feroz batalla, en donde los guardias leales, no tenían oportunidad ante la superioridad numérica.

En el patio de la prisión, varias filas de soldados y maestros fuego se colocaron en posición para acabar con los primeros soldados que se atrevieran a entrar a la fortaleza, pero les sorprendió que nadie se acercara.

Luego, vieron que una gigantesca ola, de varios metros de altura se acercaba por el mar. Katara iba en la cresta, controlando su dirección.

– ¡Cuidado! – gritaron algunos guardias, pero fue tarde. La gigantesca masa de agua arrasó con lo que quedaba del muro exterior de la prisión y cayó sobre los soldados, medio ahogándolos. De inmediato, Katara congeló el agua que había cubierto a los soldados, inmovilizándolos por completo. En seguida, usó el agua para crear un puente de hielo, por donde los rebeldes pudieran cruzar el lago hirviendo y entrar a prisión.

Los maestros fuego derritieron el hielo que los cubría y empezaron a combatir, en cambio, los que sólo eran simples guardias quedaron convertidos en estatuas de hielo, incapaces de pelear y esto, les dio una ventaja a los invasores.

Los dos barcos que circulaban alrededor de la isla, arrojaban bolas de fuego en catapultas. Aang volaba en su bisonte y desde lo alto, lanzaba barriles con explosivos que al tocar el suelo estallaban con violencia, destruyendo los muros de la prisión. Esto causaba un gran estruendo y confusión entre los soldados.

Azula estaba furiosa. De inmediato se integró a la lucha y su sola presencia inclinó la balanza a su favor. Sus ataques de fuego eran muy poderosos y estaba derribando a muchos de sus enemigos con facilidad. Entonces decidió destruir el puente, para impedir que entraran más rebeldes. La princesa estaba lista para atacar cuando vio que por el puente se acercaba su tío Iroh.

¡Perfecto! – pensó ella – destruiré el puente y a mi tío al mismo tiempo.

Azula se preparó para crear el relámpago. Iroh se dio cuenta, sabía que él era el único que podía desviar el ataque, pero no estaba seguro si podría hacerlo sin sus poderes, aún así, decidió arriesgarse y se preparó para recibir el impacto.

Azula separó las energías y las unió de nuevo creando un poderoso relámpago que dirigió justo hacia su tío, quien recibió el ataque con una mano, guió la energía a través de su cuerpo y con su otra mano, redirigió el relámpago a la pared que estaba a espaldas de Azula. El impacto provocó que el muro estallara en pedazos y se derrumbara sobre un grupo de soldados de la Nación del Fuego, incluyendo a la princesa. Con Azula fuera de combate, los rebeldes estaban tomando el control de la situación.

El calor del lago hirviente empezaba a derretir el puente de hielo de Katara, así que Haru y su padre formaron otro puente con las rocas que se habían desprendido en el ataque.

– Dime ¿En dónde está Zuko? – Iroh le gritó a un soldado, mientras lo sacudía con violencia.

– En los congeladores.

El anciano soltó al soldado y fue a buscar a su sobrino. Katara, Sokka y Haru, lo acompañaron.

Frente a los congeladores había cinco guardias tirados en el suelo. Dos soldados tenían aprisionada a Ming y tres más sujetaban al valiente Lao. Los dos guardias que quedaban libres sacaron sus espadas.

– ¡Alto! – gritó Ming – ¡No lo hagan!

– Nosotros cumplimos ordenes – declaro el soldado – el príncipe Zuko morirá por ordenes de la princesa y ustedes también, por traidores.

El guardia abrió la puerta del congelador y una gélida nube de gas escapó del interior. En ese instante, Iroh y los demás se acercaron corriendo.

– ¡Rápido!, ¡Deténganlos! – gritó Ming – ¡Van a matar al príncipe!

Katara usó el agua control para congelar a uno de los guardias. El otro, ya estaba en el interior del congelador con la espada en alto, dispuesto a descargar el golpe final, cuando Iroh detuvo sus manos y sin darle tiempo de reaccionar, lo golpeó, dejándolo fuera de combate. El anciano recogió el cuerpo de su sobrino y lo sacó al pasillo. Ahí verificó su pulso.

– ¡Está vivo! – Iroh respiró aliviado – ¡Zuko, despierta!, ¡Katara, ven rápido!

Katara, Sokka y Harú estaban ayudando a Ming y Lao a combatir al resto de los guardias. En cuanto Iroh la llamó, Katara corrió al lado de Zuko y usó sus poderes para derretir la escarcha de hielo que se había formado sobre el cuerpo del príncipe.

– ¡Por Dios! – exclamó Katara horrorizada – ¡Su espalda!

– La princesa Azula lo mando azotar – explicó Ming con tristeza.

– Zuko está muy frío. Necesitamos calentarlo rápido o morirá – declaró Iroh – pero yo no puedo producir fuego.

– Escuchen – dijo Sokka – afuera hay un lago de agua caliente. Podemos usarla para calentarlo.

– ¡Tienes razón!

Haru golpeo el suelo con sus pies, para formar una gran masa de rocas que lanzó con fuerza al interior del congelador, abriendo un boquete en la pared. De inmediato, Haru se paró en el borde y con la tierra y rocas sueltas formó una rampa de piedra, por donde Iroh, cargando a su sobrino, y el resto pudieron deslizarse hasta llegar a la orilla del lago.

En la orilla del lago, Harú, golpeo el suelo y cuatro paredes de piedra emergieron del suelo, formando una tina de roca. Katara la llenó con el agua hirviente del lago, pero la enfrío un poco para hacerla tolerable. Entonces, Iroh colocó el cuerpo de su sobrino en el agua caliente, mientras Katara curaba las heridas que el látigo había dejado en la espalda de Zuko.

Iroh humedeció un trapo con agua caliente y envolvió la cabeza de Zuko, quería calentar su nariz y orejas, pues conocía las consecuencias que la hipotermia produce en estas partes. Después, empezó a frotar con fuerza sus manos, que se habían vuelto moradas y muy hinchadas. El resto, aguardaba con impaciencia la reacción del príncipe.

El ataque continuaba en el patio principal de la prisión. Los fugitivos peleaban contra los guardias con furia. Había explosiones, llamas, golpes, en fin, reinaba un completo caos.

Varios guardias, removían los escombros de la pared que se había derrumbado sobre sus compañeros. Ya habían rescatado a muchos de ellos, pero aún no aparecía la princesa. Al fin, la encontraron. Estaba atrapada bajo una pila de escombros. De inmediato, se dieron a la tarea de liberarla.

La luna incrementaba los poderes de sanación de Katara. Las heridas en la espalda de Zuko ya casi se habían cerrado y aunque aún necesitaría tiempo para sanar por completo, ya estaba en condiciones de viajar. Ahora Katara se estaba enfocando en las manos y pies de Zuko, que tenían el doble de su tamaño y un color oscuro, nada saludable.

– mmmh.

– Miren, está reaccionando – indicó Sokka.

Lo primero que Zuko vio al abrir los ojos, fue a su tío, que lo sostenía en sus brazos y lo miraba preocupación.

– Ttt... tío – dijo Zuko con voz temblorosa – vo...vol...viste.

– Sí, Zuko – Iroh abrazó a sobrino con fuerza – Yo nunca podría dejarte.

Este comentario, lejos de alegrar a Zuko, lo llenó de tristeza.

Tú regresaste por mí – pensó el príncipe – yo en cambio, te dejé abandonado en prisión por meses.

Sokka le hizo señas a Aang, que al verlos se acercó en pleno vuelo.

– Encontramos a Zuko – le gritó Sokka – ordena la retirada y luego regresa por nosotros.

Aang sobrevoló el interior de la prisión y gritó con fuerza.

– RETIRADA... RETIRADA... MISIÓN CUMPLIDA... RETIRADA...

En seguida, los rebeldes iniciaron el regreso a los barcos.

– ¿Retirada? – murmuró Azula aturdida, mientras terminaba de volver en sí – y recobrando el control, ordenó – ¡No los dejen escapar! Cierren todas las salidas. ¡Impídanles la retirada! – entonces repitió en voz baja – ¿misión cumplida?, ¿Será que encontraron a mi hermano? – Azula dirigió su vista hacia los congeladores – ¡No, eso no lo permitiré, jamás!

Azula intentó correr, pero al dar un paso, sintió que todo empezó a girar a su alrededor y se dejó caer al suelo. La princesa no comprendía porque se sentía así. Con una mano intentó secarse el sudor de su rostro, pero al observar su mano, se dio cuenta que no era sudor lo que escurría por su cara, sino sangre. Fue entonces cuando descubrió que tenía una herida en su cabeza, debido a las rocas que le habían caído encima. Furiosa, apretó los dientes y gritó:

– ¡VIEJO, ESTÚPIDO, JURO QUE PAGARÁS POR ESTO! USTEDES DOS, VENGAN CONMIGO.

Azula y dos arqueros entraron corriendo a la prisión con la intención de detener a Iroh y a los demás.

Desde los barcos, los rebeldes arrojaban bolas de fuego para distraer a los guardias y ayudar al escape de sus amigos. En la confusión, Chey había colocado varios barriles de gelatina explosiva en varios puntos estratégicos de la prisión. Incluso, colocó uno en el polvorín de la fortaleza y sólo esperaba la señal de Aang para encender la mecha, pero el avatar estaba muy ocupado cuidando que su gente escapara a salvo.

Aang salvó a más de tres guerreros que resbalaron del puente de roca y hubieran muerto si no fuera porque él los rescató con ayuda de Appa, impidiendo que cayeran en el agua hirviente. Aang no podía recoger a sus amigos hasta que toda la gente estuviera a salvo.

Zuko ya se sentía mejor, incluso había recuperado su color normal, aunque seguía temblando ligeramente. Iroh lo ayudó a salir del agua caliente y Katara se encargó de secarlo.

– Quédate aquí – le dijo Iroh a su sobrino.

Mientras sus compañeros buscaban en el cielo, Zuko se quedó sentado en el borde de la tina de roca, con Iroh a su lado. El anciano se puso de pie al ver algo en el cielo.

– Allá está – dijo Iroh – señalando un punto que se alejaba de la isla – probablemente va a uno de los barcos. Tenemos que esperar a que venga por nosotros.

Cuando Azula y los arqueros llegaron a los congeladores, vieron a varios guardias tirados en el suelo y un gran boquete en la pared. Azula se acercó al borde y vio que Iroh y sus amigos estaban distraídos, observando el cielo.

– ¡Maten al anciano! – ordenó.

Los arqueros se colocaron en posición y apuntaron directo al corazón y a la garganta del viejo. Todos estaban de espaldas a los Yu Yan, menos Zuko, que al alzar la vista, palideció.

– ¡Arqueros Yu Yan! – exclamó, al descubrir que apuntaban directamente a su tío – ¡Cuidado! – gritó el príncipe, pero fue tarde. Las flechas ya habían sido disparadas. Si Zuko hubiera tenido sus poderes, habría podido calcinar las flechas en el aire, pero ahora, no podía hacerlo.

Iroh apenas tuvo tiempo de dar media vuelta, pero las flechas ya se habían impactado contra su víctima.

Todos se quedaron inmóviles, mudos ante el horror. Iroh estaba pálido, mejor dicho, lívido, mantenía los ojos muy abiertos a causa de la impresión.

– ¡Zuko! – fue la única palabra que salió de su boca, cuando sus brazos extendidos recibieron el cuerpo de su sobrino, que un segundo antes había saltado sobre él.

Las rodillas del príncipe se colapsaran por la ausencia de fuerza, pero su tío no lo dejó caer. Lo abrazó con firmeza y lo recostó en el suelo. El anciano no pudo reprimir un estremecimiento, al descubrir dos flechas clavadas en la espalda de su sobrino.

– ¡No te preocupes! – dijo Iroh con voz ahogada y con lágrimas en los ojos – ¡saldremos de esta... como siempre!

Con el rostro desencajado y la mirada perdida Zuko le dirigió a su tío una pequeña sonrisa antes de perder la consciencia.

Continuará...


Notas: Espero que les haya gustado el fic. El próximo capítulo se titula: Persecución.

Por favor sigan escribiendo, todos sus comentarios son bien recibidos y me ayudan a mejorar. Me paso todo el día abriendo la página a cada rato para ver que me han escrito.

Saludos y hasta la próxima.

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