Nota: recuerden que todo el mundo está usando antifaces, a excepción de Jet que perdió la máscara del Espíritu Azul.
– ¡Sokka, detenlos! – pidió Katara.
– Katara, no podemos interferir. Si ellos quieren pelear, ¡Adelante! Se trata de un asunto de orgullo masculino que tú no entenderías.
– ¡Aich, Hombres! – gruñó molesta.
Toda la gente murmuraba alrededor de la pista. En ese momento Azula y Ty Lee aparecieron entre el público y al darse cuenta de lo sucedido, la princesa sonrió.
– ¡Estupendo! Dos personas que odio en combate. Sería maravilloso que los dos se asesinaran mutuamente. ¡Creo que realmente voy a disfrutar esto!
Mientras tanto, Zuko y Jet se colocaron en el centro de la pista y se prepararon para la pelea. Los dos caminaron en círculos, mirándose fijamente y estudiándose como dos tigres a punto de atacar.
Jet fue el primero en abalanzarse contra su oponente, esgrimiendo su espada, pero Zuko desvió el golpe con la suya. Jet contraatacó, pero Zuko se defendió bien. Los dos jóvenes lanzaban y detenían golpes con las espadas, a tal velocidad que era difícil seguirlos. El continuo choque de los metales hacía que saltaran chispas en todas direcciones.
Los dos guerreros eran formidables y sus habilidades eran iguales. La multitud los observaba en silencio, sin poder predecir cuál de ellos sería el vencedor. Jet arremetía con furia, pero no importaba cuantas veces lo intentara, Zuko siempre bloqueaba sus ataques. Jet atacaba desde arriba, abajo, por los flancos, al mismo tiempo o en secuencia, de frente o girando pero cada vez, su espada se encontraba con el acero del príncipe.
Entonces los dos espadachines hicieron una pausa. Pusieron terreno de por medio, mientras respiraban agitadamente, tratando de recuperar el aliento.
– Jet, ríndete. No tiene caso seguir con esto.
– ¡Nunca!
Jet ataco al príncipe de nuevo, pero éste lo estaba esperando. Ahora los ataques de Jet estaban llenos de ira. Eso lo hacía más peligroso y al mismo tiempo más vulnerable. El guerrero del reino tierra logró hacer varios cortes en los brazos de Zuko y también recibió varias heridas pequeñas que empezaban a acumularse, dejando un leve rastro de sangre en la pista.
El príncipe atacó con su espada, pero Jet utilizó el gancho de su arma para trabar la espada de su oponente, creyendo obtener la ventaja, pero hábilmente, Zuko encajó su espada en el piso de madera (ahora una espada de cada rival estaban en el suelo). Con la otra espada atacó a Jet alejándolo de su arma.
– Igual que en Ba Sing Se – dijo Zuko – parece que nunca aprendes.
– No importa, aún estamos iguales.
Los dos guerreros continuaron con la feroz batalla. Aunque ambos estaban exhaustos, ninguno cedía un milímetro de terreno. Los ojos de la multitud observaban absortos la mejor pelea que habían visto en sus vidas.
En ese momento Jet lanzó un ataque, pero Zuko, en vez de pararlo, giró su espada y con una maniobra hizo que su enemigo perdiera su espada. Ahora, Jet estaba desarmado, mientras que Zuko conservaba su espada en su mano.
– ¡Cobarde! – Espetó Jet – vas a atacar a un hombre desarmado.
– ¡Yo no soy ningún cobarde! – replicó Zuko – y puedo ganarte en cualquier terreno.
Dicho esto, Zuko arrojó a un lado su espada y asestó un puñetazo en el rostro de Jet, en respuesta, éste dio una patada al estomago del príncipe, arrojándolo a un lado. Zuko se levantó tan rápido como pudo, pero Jet ya estaba sobre él propinándole otro golpe.
En lucha cuerpo a cuerpo, los dos guerreros peleaban con puñetazos, patadas y llaves de lucha. Trenzados uno con otro, rodaban por el suelo, descargando golpes y gran parte de la furia que llevaban guardada desde hace mucho tiempo.
Ambos jóvenes sangraban de la nariz y los labios, pero continuaban luchando, a pesar de que ya no les quedaban fuerzas. Esta contienda ya había llegado muy lejos.
Zuko sujetó la muñeca de Jet y la torció tras su espalda, haciéndolo caer al suelo con esta llave de lucha que su tío le había enseñado. Esta era la mejor manera de terminar con esta pelea absurda sin lastimar a su oponente.
– ¿Te rindes? – gritó Zuko.
– ¡No! – replicó Jet. Lo único que el príncipe tuvo que hacer fue ejercer más presión en el brazo de su enemigo para incrementar el dolor.
– ¿Te rindes ahora? – preguntó de nuevo.
El guerrero del reino tierra trató de liberarse pero fue inútil. Zuko tenía el control y no había forma de escapar. Jet apretó sus dientes con fuerza, hizo lo posible por contenerse, por aguantar el dolor, pero al fin, no pudo más.
– Tú ganas – declaró Jet en voz baja – me rindo.
Entonces Zuko soltó a su rival, en medio de una explosión de aplausos y gritos vitoreándolo. Katara corrió a los brazos de Zuko y celebró su victoria con un beso. La mayoría aplaudió a la feliz pareja. Jet no tuvo más remedio que bajar de la pista en silencio sumido en la más profunda humillación.
En cuanto a Azula, la mirada de expectación que tenía hace unos momentos por la posible muerte de su hermano, (igual que en el Agni Kai), había desaparecido y fue sustituida por una mirada de decepción.
Tratando de pasar inadvertido, Jet se alejó de la multitud, pero Abejita y Long Shot siguieron a su líder sin pronunciar palabra alguna. En medio del camino y albergados por la oscuridad, la siniestra voz de Azula se escuchó.
– Es una vergüenza que te hayas dejado vencer por Zuko – increpó Azula furiosa.
– ¡Cállate!
– ¿Eso es todo?, Vas a dejar que termine así. Él te quitó a tu chica, te avergonzó, te humilló en frente de todos y te quedas tan tranquilo, sin hacer nada.
– ¿Y qué puedo hacer?
Azula colocó una daga en las manos de Jet y le dijo con la mirada encendida.
– ¡Mátalo!
Jet se estremeció al escuchar la frialdad de las palabras de Azula.
– ¡Mátalo! – repitió ella – sólo así podrás vengarte. Tú eres como yo, la gente como nosotros no perdemos jamás.
– ¿Por qué lo odias tanto?
– Tengo mis motivos, pero tú deberías odiarlo más que yo. ¿Sabes quién es Zuko realmente? Es el príncipe de la Nación del Fuego.
– ¡No, no es cierto!
– ¡Sí, es el hijo de Ozaí y el heredero al trono de la nación que tanto odias! Zuko será el próximo Señor del Fuego y continuará con la guerra, seguirá matando y destruyendo a tu gente hasta que haya reducido a cenizas al Reino Tierra – Con los ojos rabiosos y una voz que helaba la sangre Azula dijo – ¿vas a permitir que extermine a tu gente?, ¿vas a dejarte humillar por tu enemigo más odiado?
Azula apretó las manos de Jet contra el cuchillo y él sintió la frialdad de la hoja mortal.
– Zuko es muy confiado. Finge que vas a hacer las paces con él y cuando te estreche la mano, apuñálalo en el costado derecho. Mátalo en frente de todos. Demuéstrales que tú eres superior.
Jet palpó el frío de la daga en sus manos. Impulsado por una fuerza superior a él, escondió el cuchillo en su manga y se alejó con decisión, mientras Azula sonreía satisfecha.
– Ty Lee – ordenó la princesa – vámonos.
– pero... y Jet vas a...
– ¡Vámonos! Repitió Azula molesta y su amiga no tuvo más remedio que seguirla.
En el baile, Katara se había llevado a Zuko a un lugar apartado para curar todas sus heridas, aunque ninguna era de gravedad.
– ¡Gracias! – le dijo el príncipe cuando ella terminó – El barco con los prisioneros está listo para zarpar. Tal vez deberíamos irnos de una vez, antes de que sea tarde y todo el mundo se quite los antifaces.
– Pero todos nos están esperando para el baile de los reyes del festival – explicó Katara – No sería justo dejarlos plantados. Podemos quedarnos sólo una pieza más y después nos iremos en silencio.
– Será como tú quieras – dijo Zuko con una sonrisa y Katara le correspondió.
– Jet ¿A dónde vas? – preguntó abejita mientras seguía a su amigo de vuelta al baile – no estás pensando es matar a Zuko ¿o sí?
– Abejita, regresa al hotel – ordenó Jet.
– Jet, no lo hagas. ¡Zuko salvó tu vida en Ba Sing Se, no puedes asesinarlo! – Abejita quiso detenerlo pero él la empujo y siguió adelante.
Entonces Abejita corrió al hotel, subió precipitadamente las escaleras y entró al cuarto de Song.
– ¡Por favor, tienes que ayudarnos! – gritó la niña alarmada – ¡Jet va a cometer una locura!
– Abejita, cálmate y dime que sucede.
– Fue esa chica de la Nación del Fuego. Ella... ella le estuvo calentando la cabeza a Jet y ahora va a matar a Zuko.
– ¡QUÉ!
– traté de detenerlo pero no pude – gimió Abejita – Tienes que hablar con él, ¡eres la única persona a la que escucha!
Azula se encontró con Mai en el muelle.
– Los barcos ya están a la vista – explicó Mai – llegaran aquí en aproximadamente media hora.
– ¡Perfecto! – dijo Azula – quiero que destruyan toda la isla. Mientras yo viva, este será el último festival de los enamorados que se realiza en toda la Nación del Fuego.
– Ese odio repentino por el festival – dijo Mai – ¿tuvo algo que ver con el diario de tu madre?
– ¡Eso no es de tu incumbencia! – replicó la princesa furiosa – Lo único que importa es que cuando la flota llegue ataquen la isla.
– pero Azula, ¿Qué va a pasar con Jet? – preguntó Ty Lee.
– Correrá la misma suerte que los otros.
– Entonces – dijo Ty Lee con los ojos llenos de lágrimas – ni siquiera a él quieres. Creí que lo... que te importaba.
– No seas melodramatica – dijo Mai – Tú no sabes lo que duele una traición. Yo vi a Jet abrazar a otra chica y decirle que la amaba. Si Zuko me hiciera eso a mí, sería capaz de matarlo.
Ty Lee y Azula se observaron en silencio. Las dos habían visto a Zuko con Katara, pero no se atrevieron a decirle nada a Mai. Este fue, quizá, el único gesto bondadoso que Azula había tenido en toda su vida con su amiga Mai.
Zuko y Katara caminaron del brazo hasta el centro de la pista. Fueron recibidos con un aplauso de la multitud y en cuanto los músicos estuvieron listos, comenzó el baile.
El príncipe Zuko se movía con gracia y elegancia. Katara se dejaba llevar y juntos bailaban como si fueran uno solo. Los candiles de colores, las luciérnagas a su alrededor, la música y el cielo estrellado, crearon un ambiente de ensueño, en donde todo parecía detenerse. Katara reclinó su cabeza sobre el hombro del príncipe y todo lo demás desapareció. Ella sentía que flotaba entre nubes como en un sueño del que no quería despertar.
Mientras tanto, Jet estaba de regreso y entre la multitud observaba a Katara bailando con el príncipe. Con amargura, el joven apretó el cuchillo y aguardo el momento oportuno.
Song bajo las escaleras del hotel a toda prisa, rogando porque no fuera demasiado tarde.
Katara giró tres veces y se dejo caer en los brazos del príncipe, que la sostuvo de la cintura y así, terminó el baile. Entonces Zuko la beso ante la aclamación de la gente. Andrea, bola de arroz, Heartilz, Lolipop, Kata, Mabel, Krizty, Zutaralovebener, Murtilla, Zutara4life, NollasBlack, Rashel y mucha gente más, aplaudían con euforia y observaban con emoción a la pareja ganadora, besándose con pasión frente a todos.
Delaied observó a Jet mirar fijamente el beso y sintió tristeza, le hubiera gustado mucho que Jet y Katara fueran los reyes del baile, pero no había nada que pudiera hacer.
Aang, inclinó su cabeza y se apartó para no ver a Katara besar a Zuko. Caraan vio al niño y le dijo:
– Yo quería que tú y ella ganaran el festival – dijo Caraan – pienso que hacen una pareja excelente. Si yo fuera tú, no dejaría que me la quitaran tan fácilmente.
– ¿Y qué puedo hacer? – preguntó el avatar con melancolía – ella lo prefirió a él.
– No necesariamente. Tal vez sólo se dejo deslumbrar por el festival. Después de todo, la gente vota por una pareja y tienen que besarse por tradición, no necesariamente significa que sean novios. No pierdas el ánimo. Tal vez mañana, cuando todo pase, tendrás tu oportunidad.
– ¿Tú crees?
– Por supuesto, si la quieres deberías pelear por ella.
– Tienes razón, no voy a rendirme – dijo Aang con renovadas esperanzas – ¡Gracias!
– ¡UN MOMENTO! – Se escuchó un grito entre la multitud – Tengo un anuncio que hacer – todos observaron a Jet.
– ¡Y ahora qué! – exclamó Zuko.
– Me ganaste limpiamente – dijo Jet – y yo.... yo quiero pedirte una disculpa por mi comportamiento.
Zuko sonrió.
Song corría con todas las fuerzas que sus piernas se lo permitían, pero sus pies tropezaron debido a la oscuridad del camino. Ella se levantó y continuó su desesperada marcha para evitar una tragedia.
Jet subió a la pista y con la mirada fija en el suelo dijo:
– Sólo quería estrechar tu mano y hacer las paces contigo.
– Está bien – dijo Zuko.
Entonces Jet se acercó a la pareja. Zuko ofreció su mano. Jet la observó y dudó un poco. Cegado por las palabras de Azula, que se repetían en su cabeza, Jet estrechó la mano del príncipe, con fuerza. Su mano izquierda sintió el frío del acero. Sujetó el puñal con fuerza y entonces...
– ¡NOOOO! – un gritó femenino se escuchó entre la multitud.
Zuko abrió los ojos de par en par. Katara no comprendía lo que estaba sucediendo.
– ¡Por favor, Jet, no lo hagas! – suplicó Song, aferrada a la espalda de Jet – ¡Zuko salvó tu vida y la de tus amigos! – gimió la joven con lágrimas en los ojos – cuando estuviste enfermo en Ba Sing Se, juraste que serías una persona diferente, que nunca volverías a lastimar a nadie. ¡Tú no eres un criminal!, ¡Tú eres un libertador, que lucha contra la injusticia!, Jet, ¡Te lo suplicó!
Jet se sentía aturdido, pero escuchar el llanto de Song lo había hecho recapacitar. El cuchillo resbaló de sus manos sin fuerzas y cayó al suelo, ante el asombro de todos.
– ¡ibas a matarme! – exclamó Zuko con furia, sujetando la camisa de Jet, pero éste ni siquiera levantó las manos y simplemente miraba el suelo. Si Zuko no lo golpeo fue por Song.
– ¡Gracias, Jet! – exclamó Song con un suspiro – Ya sabía que no podías hacerlo. Sabía que no eras un criminal.
– ¡CUIDADO! – gritó Aang y arrojó una ráfaga de viento haciendo que Song, Jet, Zuko y Katara calleran fuera de la pista, justo a tiempo para impedir que fueran golpeados por una inmensa bola fuego que cayó en el centro de la pista.
– ¡Es un maestro aire! – gritaron algunos – ¡Es el avatar!
– ¡Rápido, tienen que salir de aquí! – gritó Aang – ¡Nos están atacando!
De inmediato, el pánico se apoderó de todos. La gente corría en todas direcciones, había gritos, lamentos y gente asustada.
– ¿Estás bien? – le preguntó Jet a Song. Ella respondió con un movimiento de cabeza. Él la sujetó de la mano y corrió con ella, alejándola del peligro.
– ¿Qué vamos a hacer? – preguntó Katara.
– Tú y Sokka lleven a todos los que puedan al barco, tenemos que llevarlos a un lugar seguro. Aang, Toph y yo distraeremos a los guardias.
– ¿y qué va a pasar con ustedes?
– Cuando todos estén a salvo, vengan por nosotros en Appa, ya no hay razón para mantenerlo ocultó en el barco.
Bolas de fuego caían por todas partes. Toph levantaba murallas de piedra para proteger a la gente que podía. Aang desviaba los ataques para que no lastimaran a nadie y Zuko combatía fuego con fuego.
Jet corría de la mano de Song. Cuando llegaron al puerto, Jet le dijo a Katara.
– Se que no tengo derecho a pedirte esto, pero ¡por favor!, lleven a Song a un lugar seguro.
– No hay problema – dijo Katara – ¡Song sube al barco con el resto!
– pero Jet, ¿no vas a venir con nosotros? – preguntó Song.
– ¡Lo siento! Pero hay algo que tengo que hacer.
– ¿Qué va a pasar contigo? – preguntó Song con preocupación.
– No te preocupes por mí. Te encontraré más tarde.
Jet se alejó corriendo rumbo al sitio del ataque.
Mientras tanto, el barco con los prisioneros rescatados y la gente de la isla que logró llegar a tiempo, zarpó rumbo a mar abierto. Del otro lado de la isla, la flota de barcos atracó en el muelle y docenas de soldados descendieron dispuestos a atacar.
El infierno se había desatado en la villa. Muchas casas ardían en llamas, la gente que no alcanzó a escapar en el barco, corrían tratando de ocultarse.
Los chicos peleaban con valor, pero sus enemigos eran muchos. Para complicar las cosas, Azula estaba entre ellos. Cuando ella observó a su hermano peleando contra un grupo de soldados sonrió.
Zuko lanzó una bola de fuego que derribó a los cinco maestros fuegos que tenía en frente, pero no vio a su hermana, preparando un relámpago para atacarlo por la espalda. Ella lanzó el ataque mortal sobre su hermano. Rápido como el rayo, Jet saltó sobre Zuko, salvándolo del ataque de Azula. Los dos rodaron por el suelo, lejos del peligro.
– ¡Atrápenlos! – ordenó la princesa.
Zuko y Jet corrieron con todas sus fuerzas y se ocultaron en unos arbustos.
– Jet, me salvaste ¿Por qué?
– Porque te debo una – dijo Jet – sabes tu hermana está realmente loca.
– Lo sé.
– ¡y realmente te odia! No descansará hasta verte muerto.
– Tal vez, pero yo no voy a rendirme tan fácilmente.
– Tenemos que separarnos para distraerlos – dijo Jet – Si corremos en direcciones diferentes podremos escapar ¿Todavía tienes la máscara del espíritu azul?
– Sí, ¿por qué?
Jet sonrió.
Los soldados de la Nación del fuego buscaban al príncipe, cuando vieron al espíritu azul correr entre las sombras. De inmediato lo siguieron y empezó el ataque.
Aang y Toph peleaban hombro con hombro, cuando el avatar vio a su bisonte volador aterrizar a unos metros de ellos.
– ¡Ya llego Appa! – gritó Aang – ¡Tenemos que irnos!
– ¿y Zuko? – preguntó la niña ciega – no podemos dejarlo.
– lo buscaremos desde lo alto.
Los dos niños corrieron al bisonte y éste emprendió el vuelo.
El espiritú azul peleaba con sus espadas contra una docena de guerreros, pero a pesar de su destreza fue sometido por sus contrincantes, que lograron desarmarlo. Con los brazos en su espalda, el espiritu azul permanecía inmóvil en el suelo.
– ¡Vaya, vaya! – sonrió Azula – Zuzu, que apropiado que lleves la ropa del espiritu azul. Así morirás como el traidor que eres.
Ella lanzó una llama de fuego Azul, sobre el pecho de su odiado adversario, y éste cayó al suelo en un grito de dolor. Aunque intentaba levantarse, sus fuerzas lo abandonaban y ahora estaba indefenso ante la ira de Azula.
– ¡Finalmente, vas a morir Zuzu! – se carcajeo la princesa y con esa mirada de lunática preparó el ataque del relámpago, acumuló la energía en sus manos y dirigió sus dedos contra el espíritu azul...
CONTINUARÁ...
Nota:Muchas gracias a todos por sus comentarios. Por favor sigan escribiendo. Tomo en cuenta todas sus sugerencias. Los review me ayudan a saber si les gusta la historia o no.
Nota 2:Disculpen si habia tardado tanto tiempo en subir capitulo, tenia que entregar mis trabajos y estudiar para los exámenes. gracias por esperar :) subire más capitulos en unos momentos.