Un Amor Imposible. Zuko & Kat...

By LynZWay6

214K 10.8K 6.4K

Zuko se ha unido al grupo del avatar, al principio Katara lo odia, pero al fin lo ha perdonado. ¿Podrá triunf... More

Capitulo 1. Encuentros y Reencuentros
Capitulo 2. Recuerdos
Capitulo 3. El Rescate
Capitulo 4. El Antidoto (primera parte)
Capitulo 6. Confrontación
Capitulo 7. La Explosión
Capitulo 8. El vuelo del Fénix
Capitulo 9. Los XV años de Katara
Capitulo 10. El festival
Capitulo 11. El túnel del amor.
Capitulo 12. El día de campo.
Capitulo 13. Uniones y Rupturas
Capitulo 14. El Duelo
Capitulo 15. Confesiones
Capitulo 16. El pasado de Zuko
Capitulo 17. La Adivina
Capitulo 18. La Traición
Capitulo 19. El triunfo de Azula
Capitulo 20. La Roca Hirviente
Capitulo 21. Zuko al Rescate
Capitulo 22. Escape de Prisión
Capitulo 23. La Venganza de Azula
Capitulo 24. El Congelador
Capitulo 25. La Caída de la Roca Hirviente
Capitulo 26. Perseguidos
Capítulo 27.Sangre Control
Capítulo 28.Planes de Guerra
Capítulo 29. El Huevo Dorado
Capitulo 30. El bebé dragon
Capitulo 31. El Rey Dragon
Capitulo 32. Presentimiento
Capitulo 33. La Promesa
Capítulo 34. Ataque nocturno
Capitulo 35. Duelo de espadas (1ra Parte)
Capítulo 36. Duelo de Espadas (2da Parte) La Historia de Ursa
Capitulo 37. Duelo de Espadas (3ra parte) La Muerte de Azulon
Capitulo 38. El mejor espadachín
Capítulo 39. Enemigos del pasado.
Capitulo 40. La Emboscada
Capitulo 41. El Crepúsculo
Capitulo 42. El Amanecer
Capítulo 43. El cometa de Sozin (Primera parte)
Capitulo 44. el cometa de Sozin (Segunda Parte)
Datos Curiosos Avatar: The Last Airbender
Capítulo 45. El cometa de Sozin 3ra parte (Los refuerzos)
Capítulo 46. La técnica suprema
Capítulo 47. El consejo de los sabios
Capítulo 48. Sacrificio
Capítulo 49. Despedida (1ª parte).
Capítulo 50. La Despedida (2da parte).
Capítulo 51. Boda trágica.
Capitulo 52. El último Agni Kai.
Capítulo 53. Agonía
Capitulo 54. Viva el nuevo Señor del Fuego
Segunda Temporada?
Actualizacion del nuevo mini-fic
Zuko, el Cyrano de la Nación del Fuego. Capitulo 1- Decepción
Capítulo 2. Más decepciones.
Capítulo 3. La despedida.
Capítulo 4. La carta de amor.
Capítulo 5. El pacto.
Capítulo 6. La cámara de los secretos.

Capitulo 5. El Antídoto (segunda parte)

5.8K 367 130
By LynZWay6

Disclaimer: Avatar, el último maestro aire y sus personajes no me pertenecen a mi, sino a sus creadores y a Nickelodeon.


Los dos jóvenes viajaban en el bisonte volador, mientras el viento acariciaba sus rostros, refrescándolos del agobiante calor. A media tarde llegaron a una zona selvática dividida por un enorme y caudaloso río.

Una gigantesca serpiente salió del agua repentinamente, haciendo que Appa perdiera el equilibrio y los dos chicos estuvieron a punto de caer al río, pero el bisonte logró recuperar el balance.

El monstruo era aterrador. Su boca era tan grande que podía engullir a una persona completa, sin mayor dificultad. Sus brillantes ojos negros resaltaban en las escamas blancas de su cuerpo.

– ¿Cómo vamos a combatirlo? – preguntó Aang.

– Tú puedes congelar el agua ¿verdad?

– Ya entendí.

Aang saltó del bisonte. Su caída fue amortiguada por una bola de aire, que le permitió congelar el agua, mientras tanto, Zuko distraía al monstruo arrojándole bolas de fuego desde la montura de Appa.

El avatar congeló gran parte del río, aprisionando a la serpiente entre una gran montaña de hielo.

– ¡Bien hecho! – dijo el príncipe, cuando aterrizó en el hielo que Aang había formado.

– ¡Eso no fue tan difícil!

El monstruo se movía con furia y el hielo empezó a cuartearse rápidamente.

– ¡Oh, oh! Creo que hablé muy rápido – dijo el avatar.

Aang se disponía a reforzar la capa de hielo, pero antes de que pudiera hacerlo, la serpiente se liberó, haciendo añicos su prisión helada. Con sus fauces abiertas se disponía a tragarse a Zuko, pero éste lanzó una ráfaga de fuego directo a la boca abierta del monstruo, que con un desgarrador gruñido se hundió en el agua. Los chicos se observaron preocupados sin saber que hacer o por donde atacaría la serpiente.

Repentinamente, el hielo sobre el que estaban parados, se quebró en mil pedazos. La serpiente emergió de en medio del hielo con tanta fuerza que lanzó a los dos jóvenes por el aire. Appa consiguió volar, justo a tiempo, pero los jóvenes recorrieron varios metros en el aire, antes de caer de golpe en el agua. Ninguno de los dos pudo reaccionar a tiempo, pero cuando Zuko se hundió en el agua logró recuperarse y emergió a la superficie, tosiendo y recuperando el aliento. Lamentablemente, el impacto sobre el agua, golpeó a Aang en el estómago, sofocándolo y haciéndole perder el sentido, ocasionando que hundiera en las aguas. El niño se hubiera ahogado si no fuera por que Zuko lo sujetó de la ropa y lo sacó a la superficie.

El príncipe observó que Aang estaba respirando, pero aun recuperaba la conciencia. Desafortunadamente, la corriente era muy fuerte y los estaba arrastrando río abajo. Zuko hacía lo que podía para mantenerse a flote con un brazo, mientras que el otro sostenía a Aang. En cuando la serpiente vio a los dos jóvenes indefensos, abrió sus poderosas fauces y se dispuso a devorar a sus víctimas y lo hubiera logrado si no fuera, porque Appa intervinó golpeando con su cuerpo el cuello de la serpiente.

Brevemente se desarrollo una intensa batalla en el aire. La serpiente lanzaba mordiscos, pero Appa volaba con rapidez rodeando al monstruo y evitando los ataques. Entonces la serpiente dejó de atacar y permaneció inmóvil por unos segundos, estudiando los movimientos del bisonte. Repentinamente la serpiente lanzó un mordisco y cuando Appa lo esquivó recibió un poderoso golpe, de la cola de la serpiente.

El impacto derribo al bisonte y fue suficiente para lastimarlo seriamente, impidiéndole volar. Appa cayó en el agua, levantando una gran ola a su alrededor. Afortunadamente, Appa nadaba muy bien y después de emerger, se mantuvo flotando con más facilidad que los chicos. Zuko nado hacia el bisonte a toda prisa, pero el monstruo se acercaba a gran velocidad.

El príncipe logró depositar a Aang sobre la montura de Appa, unos segundos antes de que el monstruo, se lanzara sobre ellos. Zuko a penas tuvo tiempo de lanzar una poderosa ráfaga de fuego sobre los ojos de la serpiente, que por unos momentos chilló furiosa.

Aprovechando el momento, Zuko subió al bisonte y sacudió ligeramente al avatar, quien despertó un poco aturdido. En ese momento, Zuko observó a su alrededor y vio que sus cosas no estaban en la montura.

– ¡No está! – gritó el príncipe alarmado – ¡El antídoto no está!

– ¡Allá va! – gritó Aang cuando vio que la botella era arrastrada por la corriente y se hundía lentamente en el agua.

Zuko saltó al río y se hundió en las aguas, buceando y luchando contra la corriente, en un desesperado esfuerzo por alcanzar la botella, antes de que se perdiera para siempre.

La serpiente furiosa emergió de golpe entre las aguas y se disponía a zambullirse detrás del príncipe, pero Aang en un desesperado intento por detenerla, le arrojó ráfagas de aire, que lograban desviar los ataques de la serpiente, pero no conseguían detenerla. Al ver que sus ataques de viento eran inútiles, Aang levantó una gran ola que golpeo a la serpiente, arrojándola lejos, pero en ese instante, Zuko salió del agua con la botella en la mano.

¡LA TENGO! – gritó el joven antes de que él también fuera arrastrado por la turbulenta corriente que se había generado, como consecuencia de la ola que Aang había formado. Sin lograr controlarse, Zuko se estrelló contra una formación rocosa que se encontraban en medio del río. El golpe lo resintió más su hombro herido, impidiéndole nadar libremente.

¡ZUKO! – gritó Aang – ¡TOMA MI MANO!

¡AANG, TOMÁ EL FRASCO! – gritó Zuko estirando el brazo derecho, en donde la sostenía el antídoto que Katara necesitaba.

¡DAMA LA OTRA MANO! – Gritó Aang

¡No puedo!

Aang estiró la mano y sujeto la botella. Después intentó atrapar la mano del príncipe, pero no lo conseguía. Afortunadamente, ahora Zuko podía mantenerse a flote con su brazo derecho. Appa intentaba volar pero no podía, así que únicamente nadaba siguiendo la turbulenta corriente que a cada momento se hacía más rápida y violenta.

Sin darse cuenta, habían llegado a una zona de rápidos, en donde Appa, la serpiente y Zuko eran arrastrados sin que pudieran salir. Para complicarlo todo, Aang alzó la vista y vio una cascada a la cual se estaban acercando con rapidez.

– ¡APPA TIENES QUE VOLAR! – gritó Aang y aunque el bisonte lo intentó no consiguió elevarse.

– ¡TIENEN QUE NADAR PARA SALIR DEL RÍO! – gritó Zuko, esforzándose por mantenerse a flote.

– ¡NO VOY A DEJARTE!

– ¡APPA NO PUEDE VOLAR! SI NO LO SACAS MORIRÁ EN LA CASCADA Y NO PODREMOS SALVAR A KATARA.

Al escuchar el nombre de Katara, el niño reaccionó y retirando su mano, tomó las riendas y le ordenó al bisonte salir del río. Lamentablemente ya era tarde. La corriente era tan rápida que ni siquiera Appa conseguía alcanzar la orilla. Aang empezó a congelar el agua para que el bisonte tuviera un poco de soporte y pudiera salir, pero ni siquiera el hielo que formaba Aang, lograba detener el paso del caudaloso río, aunque si le permitía al bisonte tener más apoyo y soporte. Haciendo un titánico esfuerzo, el bisonte logró llegar a la orilla, en donde se dejo caer, agotado por el esfuerzo.

Mientras tanto, la serpiente y Zuko eran arrastrados corriente abajo del río. La serpiente llegó al filo de la cascada y se precipitó al inmenso abismo. Segundos más tarde, lo mismo le sucedía a Zuko, quién caía sin remedio hacia una muerte segura.

– ¡ZUKO, SUJÉTATE! – gritó Aang que volando en su planeador había logrado emparejarse a la altura del príncipe. Zuko se esforzó por alcanzar al avatar, manoteando en el aire, y a unos cuantos metros de las enormes rocas que se encontraban en el fondo de la cascada Zuko logró asirse de Aang y juntos bajaron con dificultad al suelo.

En cuanto tocaron tierra, los dos chicos se desplomaron el suelo, mientras respiraban agitadamente.

– ¡Lo logramos! – exclamó el avatar

– Aun no – dijo Zuko.

Los dos amigos se levantaron y buscaron a la serpiente blanca. La encontraron tirada cerca de la orilla del río. El monstruo aún estaba vivo, pero no era seguro si viviría o no.

– ¿Cómo vamos a extraerle el veneno? – preguntó Aang.

– No lo sé. Porqué el veneno se desliza por los colmillos cuando muerden, pero... ¡Tengo una idea!

Zuko se quitó la camisa y cuidadosamente se acercó a la serpiente. En cuanto la anaconda sintió que Zuko se acercaba, se levantó con dificultad, tratando de defenderse. Rápidamente, Zuko saltó a la cabeza del monstruo, que abriendo sus fauces trataba de atacar, pero el joven deslizó su camisa entre las fauces del monstruo, atorando la tela en sus colmillos.

La serpiente agitó su cabeza tratando de liberarse del príncipe, pero estaba muy débil, después de la caída, y rápidamente perdió su fuerza, desplomándose en la arena de la orilla. Con una rama, el príncipe levantó la camisa que había quedado impregnada con veneno y le pidió a Aang que usara su control del agua, para extraer las tres gotas del veneno azul que necesitaban y que los añadiera en el frasco. Zuko agitó el antídoto que cambió de naranja a violeta.

– ¡Ya está! – dijo Zuko – Ahora tenemos que regresar.

– ¿Qué hacemos con la anaconda?

– No podemos dejarla aquí – dijo Zuko al ver al animal herido que los miraba con ojos suplicantes – después de todo sólo defiende su territorio. ¿Crees que puedas regresarla al río, usando tu agua-control?

– Sí – respondió el niño y cuando la serpiente fue colocada en el agua, nadó débilmente alejándose de los chicos.

Aang llevó a Zuko en su planeador a lo alto. Ahí encontraron a Appa, pero aun no podía volar.

– Parece que sólo fue el golpe – dijo Zuko después de examinar al bisonte – estará bien en unas horas, pero por el momento tiene que descansar.

– ¡Pero ya no tenemos tiempo! – exclamó Aang – ¡el sol empieza a ocultarse!

– ¡Es cierto! Parece que la única solución es que vueles en tu planeador y le lleves el antídoto a Katara. Yo me quedaré cuidando de Appa.

– Pero no puedo dejarlos aquí – dijo Aang al notar que el príncipe no movía su brazo izquierdo – ¡tú estás lastimado y Appa también!

– Estaremos bien. Esto fue sólo un golpe y en cuanto a Appa, te prometo que lo protegeré bien.

– ¡pero...!

– Escucha Aang, en este momento tú eres el único que puede volar hasta el templo y salvar a Katara. Ella confía en nosotros y no podemos fallarle – Zuko le entrego el frasco al avatar – Tienes que volar lo más rápido que puedas y darle el antídoto a Katara.

– ¿Cómo se lo administro?

– Debes darle a beber media botella, pero en sorbos pequeños. ¡Ahora apúrate! Yo te alcanzaré en cuanto Appa pueda volar.

Aang asintió, extendió su planeador y se fue volando. Mientras el avatar surcaba los cielos vio con desesperación que el sol empezaba a descender. El niño volaba lo más rápido que podía, hasta que finalmente pudo ver el templo del aire. Lamentablemente el sol empezaba a ocultarse en el horizonte.

Cuando el avatar aterrizó en el templo del aire, corrió hacia la cama de Katara. Sacó el frasco y le dio a beber el antídoto, al mismo tiempo que el último rayo de sol se desvanecía en la oscuridad de la noche.

Katara alcanzó a pasar unos tragos, pero no reaccionó. La joven seguía dormida sin que hubiera algún cambio aparente. Esta situación alarmó al niño.

– ¿Qué sucede? – preguntó Sokka – ¿por qué no reacciona?

– No lo sé.

– ¿En cuánto tiempo hace efecto el antídoto?

– No sé. Zuko no me dijo.

– ¿y qué hacemos ahora?

– Creo que sólo podemos esperar.

Era cerca de media noche cuando Zuko llegó al templo del aire. Rápidamente fue a ver a Katara, pero la encontró inmóvil, pálida y tendida en la cama.

– ¿Qué sucedió? – preguntó Zuko desconcertado.

– Katara no está reaccionando – declaró el avatar consternado – ¿en cuanto tiempo hace efecto el antídoto?

– No sé. El pergamino no dice nada – confesó Zuko – ¿le diste el antídoto antes del anochecer?

– Estaba oscureciendo cuando se lo di. ¿Crees que haya sido muy tarde?

– No lo creo. Si hubiera sido muy tarde ya estaría... – Zuko contuvo sus palabras horrorizado por el pensamiento que cruzó su mente – Ella no estaría viva, pero aún respira. Yo pienso que necesita más tiempo.

Todo el grupo se quedo alrededor de Katara, esperando que hubiera algún cambio, pero no pasó nada. En la madrugada ya todos se habían quedado dormidos, a excepción Zuko, que sentado en una silla no dejaba de observar a la joven en búsqueda de algún signo que les devolviera la esperanza.

El grupo hacía turnos para cuidar de Katara, pero Aang, Zuko y Sokka no quisieron apartarse de su lado, pero a veces, Sokka y Aang se quedaban dormidos, vencidos por el sueño. Transcurrió un día entero y otra noche y la joven no despertaba. En todo este tiempo, Zuko se negó a dormir o a comer, pues no quería apartarse del lado de la joven, porque decía que sentía culpable por lo sucedido. Así que el príncipe se quedaba en silencio observando a la joven con el rostro lleno de preocupación. A veces sostenía su cabeza con ambas manos, como si sostuviera una intensa lucha mental.

Ya había llegado la tarde, cuando la joven empezó a moverse lentamente. Sus ojos empezaron a parpadear ligeramente como si tratará de despertar.

– ¡VENGAN TODOS! – gritó Zuko lleno de esperanzas – ¡KATARA ESTÁ DESPERTANDO!

El grupo llegó corriendo y rodeo a la joven, que lentamente empezó a abrir los ojos. Su vista estaba empeñada pero empezó a enfocar poco a poco y observó a todos sus amigos a su alrededor.

– ¡IKatara, estás bien! – exclamó Sokka dandole un fuerte abrazo a su hermana.

– ¡Me alegra mucho que estés a salvo! – exclamó Aang.

Mientras todos rodeaban a Katara, Zuko se quedó atrás y sin que nadie lo notara, se marchó. Mientras tanto, todos estaban tan contentos que no dejaban de hablar formando un gran barullo.

– ¡Gracias chicos! – dijo Katara – A mi también me da gusto verlos a todos, pero... ¿Dónde está Zuko?

– Estaba aquí hace un momento – dijo Aang.

– ¡Es el tipo más malagradecido que conozco! – gruñó molesta – después de que regresé para liberarlo y que arriesgue mi vida por él, resulta que ni siquiera es capaz de venir verme. ¡Es tan egoísta!

– ¡Eso no es cierto!

– ¡No lo defiendas Aang! – Sé muy bien que Zuko es incapaz de preocuparse por otra persona que no sea él mismo.

– ¡El se preocupa por ti! – dijo Toph.

– ¡Mentira! – replicó Katara.

– ¡Es cierto! – admitió Sokka – lleva dos días sin comer y sin dormir, cuidándote. Dijo que no quería apartarse de tu lado hasta que estuvieras bien.

– ¡Qué! – exclamó Katara sorprendida.

– ¡Es verdad! – afirmó Aang – Además, fue Zuko quien descubrió que existía un antídoto para curarte y los dos fuimos a conseguir los ingredientes.

Aang, le contó a Katara y al grupo, con lujo de detalle, todas sus aventuras y los peligros que habían tenido que atravesar para completar el antídoto. Todos escuchaban con atención la interesante narración del avatar. Katara estaba atónita, pues no podía creer que el arrogante del príncipe Zuko, fuera capaz de arriesgarse tanto por ayudar a otra persona.

– Sí de verdad hizo todo eso, entonces ¿por qué no está aquí? – preguntó Katara confundida.

– Seguramente fue a dormir – respondió Sokka – cómo te dije, no había dormido en dos días.

– Tres – aclaró Aang – porque la primera noche la pasamos buscando el antídoto.

Katara estaba conmovida, pero no dijo nada. Intentó levantarse, pero los demás no la dejaron. Pensaron que después de su convalecencia, sería mejor que descansara al menos todo el día.

Esta tarde, Katara estuvo recostada en la cama de su habitación, pensando en su situación. La joven estaba llena de dudas y pensamientos encontrados. Sus cavilaciones fueron interrumpidas por unos golpes en la puerta.

– ¡Adelante! – dijo ella, alisando y recogiendo sus cabellos, pero no pudo evitar un gesto de desilusión en su rostro cuando descubrió que el que estaba en la puerta era su hermano.

– ¿Qué pasa, no te da gusto verme?

– Sí, pero es que pensé que sería...

– ¿Zuko?

– ¡Sí!... quiero decir... ¡No!... Bueno...

– Katara – interrumpió Sokka – ¿qué es exactamente lo que sientes por Zuko?

– ¡NADA! – gritó ella – ¿por qué la pregunta?

– Cambiaste mucho desde el día que te quedaste a solas con él en Ba Sing Se. Siempre estabas triste y llorando. Nunca te dije nada porque pensé que con el tiempo se te pasaría, pero desde que Zuko se unió al grupo, te has comportado muy extraña. Siempre estás enojada y molesta con todo el mundo, especialmente con él, y tú no eres así ¿Katara qué es lo que está pasando?

– ¡Nada, ya te lo dije! – replicó ella – ¿Qué cosa podía pasar? Él es el príncipe de la Nación del Fuego y yo sólo soy una campesina de la tribu del Agua. Además, Zuko y yo somos totalmente diferentes y no tenemos nada en común.

– Yo no me refería a eso – dijo Sokka preocupado – yo solamente quería saber ¿por qué lo odiabas tanto?

– ¡Eh! – exclamó ella sorprendida al darse cuenta de lo que había dicho – ¡ah, eso! Bueno, pues porque... somos enemigos.

– Ya no – Sokka sostuvo la mano de su hermana – Katara, si Aang, que fue el principal afectado, ya lo perdonó porque tú no puedes hacer lo mismo.

– ¿Por qué lo estás defendiendo?

– No lo estoy defendiendo, pero pienso que si vamos a trabajar en equipo, tenemos que confiar en cada uno de los miembros del grupo.

– ¡Es que es tan difícil! Sokka ¡No sabes cuanto miedo tengo de volver a confiar en él y que me decepcione de nuevo! – ella inclinó su cabeza – ¡Mi corazón no lo soportaría!

– Creo que Zuko ya ha probado su lealtad al grupo, pero si no quieres confiar en él, no lo hagas, pero al menos intenta ser un poco más amable con él.

– ¡No puedo! Es que estoy segura de que si cedo, aunque sea un poco, volveré a... bueno... ¡El punto es que no quiero caer de nuevo en sus encantos! ... digo... ¡engaños!

– ¿Entonces, no lo odias?

– ¡Claro que no, al contrario!, por eso es que no debo bajar la guardia. Tengo que seguir siendo ruda y cortante con él, tengo que evitar verlo o hablarle y lo más importante, tengo que formar una barrera infranqueable, para impedir cualquier relación entre los dos. Si no lo hago podría enamorarme de él ¡y no quiero hacerlo!

– Si es así como te sientes, mi consejo es que sigas tratando mal al príncipe.

– Lo haré – dijo Katara con ligera tristeza. Sokka se levantó y se dirigió a la puerta. Entonces se detuvo y le dijo.

– Aunque... a veces no está mal dejar que tus sentimientos decidan... – Sokka inclinó su cabeza – Cuando conocía Yue, sabía que esa relación era imposible y que nunca podríamos estar juntos. Después de todo, ella era una princesa y yo un simple campesino. No sabes cuanto sufrí cuando ella murió, pero a pesar de todo, no me arrepiento de haberme enamorado de ella y con gusto volvería a vivir todo de nuevo con tal de verla una vez más – Sokka suspiró – Realmente valió la pena el gran dolor que sentí con nuestra separación, a cambio de los pocos momentos que vivimos juntos.

Sokka salió de la habitación y cerró la puerta, dejando a su hermana muy confundida. Por horas, Katara estuvo pensando en las palabras de su hermano y finalmente pensó que sería buena idea darle otra oportunidad a Zuko. Sonriendo, la joven se dejó caer en la cama y se dispuso a dormir.

A la mañana siguiente, Katara se levantó muy temprano. Se vistió y se arregló un poco y después, encaminó sus pasos a la habitación de Zuko. Primero, tocó la puerta, pero al no recibir respuesta, entró en la habitación.

Para su sorpresa, el cuarto estaba vacío. La cama estaba tendida y sobre ella un pergamino enrollado. La joven se acercó, tomó el pergamino y lo leyó.

– ¡Oh no! – exclamó Katara al leer la carta y de inmediato subió corriendo las escaleras – ¡Chicos, ha pasado algo horrible! – gritó con voz ahogada – ¡Zuko se ha ido!


Continue Reading

You'll Also Like

9.4K 944 11
Aemma Hightower ha sido el punto de mira de el dios Apolo desde que la vio en el campamento a la edad de ocho años de edad, pues que mas que hacer s...
86.1K 8.9K 18
El verdadero amor es algo que lleva tiempo encontrar, o tal vez solo unos movimientos para darse cuenta en dónde esta aquel amor. Minseok está cansad...
5.8K 537 28
La familia Monkey D. y Newgate son de la alta mafia y han organizado un matrimonio, el problema es que...Con Marco y Sabo, ambos se oponen a esta uni...
154K 9.1K 51
¿Cual es la peor parte de la traición? Que nunca viene de los enemigos. Y pensar que por un estúpido malentendido he acabado sola de nuevo. De nada...