BANG ll: Explosion of love.

By iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... More

«Prologo»
«Introducción»
«Prefacio»
«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Segunda oportunidad»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
«Caída»
«Feliz cumpleaños, Blake.»
«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Charlie Everson» (Parte dos)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«Tengo miedo»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
«Dinero y explosión»
«No otra vez»
«Oscuridad»
«Todo estará bien»
«Ideas, sobornos y abogados»
«Juicio»
«Sensaciones»
«Sólo amor»
«¡Olvide su cumpleaños!»
«Adelantos»
«Accidente»
«Isaac»
«Locuras»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
«Si»
«Matricidio y nuevos jefes.»
«Deja vu»
«Despedida»
«Huida»
«¿Celoso?»
«Golpes y anuncios de compromiso»
«Hoteles, trajes, y vestidos.»
«Ciudad del pecado»
«Impedimentos matrimoniales»
«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
«Sorpresas y más sorpresas»
«Pequeños cambios»
«Amenazas»
«Peligro»
«Familia»
«Los Dean»
«Rusos y Australianos»
«Espionaje»
«Vergüenza»
«Estamos listos»
«El trabajo de nuestras vidas»
«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Preparativos, dieta, y más preparativos»

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By iherebelieber

Capitulo cuarenta y nueve.


Un mes después.

Leah's POV.

Ya nos encontrábamos en abril y el día de nuestra boda se acercaba cada vez más. Como John nos comunicó, sería el veinte de mayo en el Caesars Palace en Las Vegas. Justin y los chicos eran los más emocionados por el lugar. Y Ashton, seguía con la idea de tener un tigre a su lado.

Me gustaba ver a Justin así. Parecía un niño, y se emocionaba por muchas cosas. Miré como un montón de novias apuntaban con su aparato las cosas que querían. Justin estaba igual o peor que ellas.

—¡Mira Leah, una pantalla gigante! —exclamó corriendo hacia ella. Tomé aire y lo seguí. Se parecía a los críos de seis años cuando paran en las tiendas con sus padres y se vuelven locos con los juguetes de navidad.

Miré el precio. Joder.

—Justin, es cara. —dije.

—¿Y qué? Tus padres son ricos.—se encogió de hombros.

Suspiré.

—Ya, pero igual, ¿Dónde piensas meter esto? —pregunté—Ni si quiera tenemos casa.

Lo pensó unos segundos.

—¿En este lugar venden casas? —preguntó. Solté una carcajada. Las mujeres lo miraban, algunas con deseo y otras como si fuera el amigo gay de la novia. Se estaba comportando como una niña en este lugar. Sonreí y tomé su rostro para besarlo y demostrarle a todas esas tontas con el hombre que me casaría, y que era mejor que cualquiera de los demás que ni si quiera estaban aquí.

Cuando me separé de él sonrió.

—¿Marcando territorio, muñeca?

—Siempre.

Tomó el aparatito y apunto a la pantalla.

—Podrás ver Friends con Damon como estando en el cine.

Me reí. Yo llevaba algunos set de vajillas, toallas y cosas que sabía que nos servirían más que una pantalla del porte de una pared. Pero también era su boda, y Justin a lo más había elegido un par de flores azules para la decoración del salón, que aún no estaba totalmente terminada.

Organizar una boda no era tan fácil como creí. 

De pronto Justin se me perdió.

Cuando logré divisarlo, abrazaba a una mesa de billar como si fuera una mujer. Me miró con cara de cachorrito abandonado y suspiré, caminando hacia allá.

Si seguía colgándose de ella los guardias vendrían y lo sacarían de la tienda por loco.

—Justin no te cuelgues. —susurré media avergonzada.

—Me amarraré a ella si es posible. —dijo decidido.

—¿Para que la quieres? Sueles ir a jugar con los chicos a los bares.

—¡Si la tenemos no iré a otro bar! —gimió. —Por favor. Seré el más envidiado de mis amigos.

Se me acercó y me tomó por la cintura.

—Te tendré a ti como esposa y a esta belleza en una sala para hombres. Todos querrán tener mi vida.

Lo miré ofendida.

—¿Y yo no soy una belleza?

Se mordió el labio, mirando la mesa, y luego a mí.

—Por supuesto que sí, mi amor. —tocó la mesa unos segundos—pero ella también lo es. Vamos, no mires el precio. Charlie la paga.

Me reí. Charlie también estaría encantado con una mesa de billar.

—Vale. —suspiré.

Justin me plantó un beso gigantesco, y la apuntó con una sonrisa.

—Cariño, tómame una foto con el amor de mi vida.

Rodé los ojos y tomé mi celular. Sonrió apuntando con la máquina y luego se me perdió otra vez. También marcó un par de sets de bolas, y los tacos. Justin siguió jugando por la tienda. Tenía que darle rienda suelta al tema. Elegía cosas bastante inútiles, pero sus invitados las comprarían. Además, Justin pagaba poco más de la mitad de la boda, y el resto mis padres.

—¡Miraaaaaaa! —gritó—¡Una estufa que se enciende sola!

Tomé aire por décima vez y fui con una sonrisa hacia allá. Justin me encanta. Un par de cosas más y decidí que tenía que sacarlo de aquí antes de que eligiéramos más regalos que los invitados que teníamos.

Almorzamos con Ken y Damon ese día. Justin no paraba de hablar de la mesa de billar y lo genial que había sido apuntar con la máquina y llevar todo lo que él quería. De pronto, mi mejor amigo se aferró al brazo de Ken y la miró con cara del gato con botas.

—Ay Ken—alargó la n—yo también quiero una mesa de billar.

Kendall se rió y bebió un poco de su soda. Seguimos conversando de los inconvenientes con los vestidos de las madrinas y las corbatas de los padrinos.

Justin y yo no habíamos elegido el mismo tono azul para ambas cosas, así que teníamos que cambiar las corbatas, porque era más fácil. Miré alrededor del restaurant y noté como las personas hacían su vida relajadamente. Justin se aclaró la garganta y miró a Damon.

—Oye amigo... Leah y yo estuvimos hablando, y queremos que des el discurso en la boda.

Damon se atraganto, y por un segundo creí que sus ojos tomarían la forma de un corazón.

—¿De verdad? —preguntó emocionado.

—Si, —contestó Justin—Eres nuestro amigo más cercano, y serás el padrino principal, con la madrina principal.

—Oh Justin—Damon lo miró e hizo un gesto desinhibido con la mano—me halagas tanto.

Kendall y yo nos reímos.

—Oye, pero ustedes saben que de repente sacaré algunos chistecitos no concordantes con los invitados.

Justin y yo nos reímos.

—Lo sabemos—dije. —Pero no te pases. Nada de nombrar a personas que no nos agradan.

Damon se rió.

—Claro. Pero contaré anécdotas.

—Vale, pero... no lo arruines. —terminó Justin por decir con una sonrisa. Miré la hora y me atraganté.

—¡Debemos irnos! —chillé.

—¿Porqué? —preguntó Damon. Miré a Kendall con complicidad.

—Sólo... debemos irnos. Es tarde.

Damon se ofreció a pagar el almuerzo y Justin estuvo de acuerdo. Según Damon comería mucho en nuestra boda, así que estaba saldado. Salimos del restaurant y conduje con Kendall a mi lado mientras arrastrábamos a los chicos a algo que no sabíamos si les gustaría o no.

Hace una semana estábamos tomando clases de danza, para hacerlo bien el día de la boda.

Las clases eran un paquete, los novios llevaban a sus padrinos principales para no pasar la vergüenza de su vida, y como no le habíamos dicho a los chicos aún porque seguramente se negarían, Ken y yo estábamos bailando allí un par de días a la semana. Me estacioné fuera del gimansio y tomé a Justin de la mano.

Damon observó el lugar y me miró ofendido.

—¿Me estás diciendo gordo?

Me reí y lo miré sin entender

—¿Por qué lo dices?

—Porque nos trajiste a un gimnasio. Por si no te lo he informado, el traje de padrino aún me queda perfectamente bien.

Kendall casi lloraba de la risa.

—Ay, amor...—suspiró—Vamos, ya va a comenzar.

Nos metimos por la puerta principal y subimos a la segunda planta. Era una sala gigantesca con miles de espejos por todos lados, y ya habían un montón de parejas. Y los instructores ya estaban ahí arreglando en una esquina lo de la música.

Uno de ellos me recordaba mucho a Marcus. Ambos instructores se notaban abiertamente homosexuales y bailaban como si no hubiera un mañana. Uno, eso sí, me comentó que era bisexual.

Cuando Justin comprendió porque estábamos ahí me soltó la mano.

—Oh no, muñeca. Me largo. Applewhite vámonos.

Damon estaba por girarse cuando Ken lo retuvo.

—Ambos se quedarán aquí. —dijo ella. Asentí dándole la razón.

—¡Leah, Kendall! —Germán, el bisexual se nos acercó con los brazos abiertos y una sonrisa. Me dio un beso en la mejilla para repetirlo con Kendall. Miró a los chicos y luego a nosotras con una sonrisa sincera.

Germán lucía como cualquier otro chico. Pero el otro instructor, Fernando, era como una niña. Una igual.

—¿El prometido y el padrino? —preguntó. Tomé la mano de Justin y sonreí.

—Mi prometido. —presenté y luego tomé a Damon—Y mi padrino.

—Es un gusto. —Germán le tendió la mano a Justin, siendo más masculino. Justin la tomó con seriedad. Oh, ¿Por qué tanta pesadez? Si él con Damon se juraban amor eterno estando borrachos.

—Igualmente—murmuró Justin.

La clase comenzó. Cada pareja se colocó en un lugar e intenté guiar a Justin mientras nos movíamos al compás de la canción. Me piso tres veces y a la cuarta, gemí de dolor.

—Me duele. —me miré el pie.

—Lo siento muñeca. —hizo una mueca.

Media hora después, Fernando se acercó a saludarnos. Teníamos un pequeño descanso de cinco minutos. Fernando me dio dos besos y se rió.

—¡Que guapa que estás hoy, Le! —sonreí.

—Gracias, Fernando.

—Y tú también Ken—sonrió. Kendall le lanzo un besito y este se alegró más. Fernando miró unos segundos los chicos y chilló.

—¡Al fin conozco a tu prometido!

Fernando se acercó a Justin y paró.

—¿Justin, cierto? —preguntó. Le dio dos besos también y vi como mi prometido hacia una mueca.

—Es un placer conocerte bebito. —le dijo. Se presentó con Damon de la misma manera y me miró.

—¿Te encuentras bien? —preguntó.

Negué y volví mi vista hacia Justin.

—Me pisó—dije riendo.

—Ay chica, si es normal. A ver Justin, ven.

Justin frunció el ceño.

—¿Qué? ¡No!

—¡Que vengas chico! Baila una canción conmigo.

Justin me miró en busca de ayuda. Sonreí y me hice la tonta.

—Eh no, yo... estoy bien aquí.

—Ven.

Fernando lo tiro del brazo.

—Yo soy Leah, ¿vale? Menos rubia, peros soy Leah. —dijo riendo. Colocó una mano en el hombro de Justin y este se quedó ahí, quieto.

—No quiero hacer esto. —dijo incómodo.

—Solo es un baile. —miró a Damon—después vienes tú.

Hizo que Justin colocara una mano en su cintura y tomara la otra. Entonces comenzó a moverse.

—Mira, es el día más importante de su vida para tu mujer. ¿Comprendes? Tienes que bailar con ella, quererla y disfrutarlo, porque son cosas que solo pasan una vez.

Justin suspiró y le siguió el ritmo a Fernando.

—Y uno dos tres, y uno dos tres. ¿Ves que es fácil pachoncito?

Solté una carcajada.

—Si. —contestó Justin.

Luego de la excéntrica clases, Justin venía más tranquilo. Se había relajado, y ahora conducía él.

—No quiero ir más. —dijo. —Ya tomé como se hace.

Me reí.

—¿No deseas bailar más con Fernando?

—No.

—Ni yo. —Agregó Damon desde atrás.

***

Justin's POV.

Leah se sentó a mi lado, con su madre y un papel gigante en sus manos.

—¿Cariño?

—¿Si? —dejé de ver un documental sobre el robo más grande de la historia y me giré para verla.

—Tenemos la lista de invitados aquí. —dijo. Asentí.

Le dio una mirada a su madre.

—¿Importa que mamá este aquí? —preguntó de repente.

—No, ¿porqué?

—Porque... —suspiró—De pronto me sentí mal, porque la mayoría de los invitados son de mi familia y tu lista es... pequeña.

Miré unos segundos a la mujer que más quería en el planeta y el corazón se me ablandó. Demonios, ¿Por qué era tan tierna? ¿Por qué siempre pensaba en todo? No me la merecía. Para nada.

—¿Invitaste a Aline? —pregunté.

—Por su puesto.

—¿A Charlie? —asintió.

—¿Los chicos vienen?

—Ashton, Cassadra, Adrián, Megan, Adam, Alan, Gavin y por supuesto Damon Ken.

—Vale, esos son mis invitados.

—Pero... ¿estás seguro?

Asentí. Charlie cumpliría el rol de padre del novio en esta boda, y Aline había hecho el papel de madre toda mi vida. No tenía a alguien más para invitar. Pensé en los chicos. Oh, joder.

Tenía que invitar a Dan, a Darían y por consecuente, Meredith también se enteraría de mi boda. Mierda, Leah no querría invitarla. No es que la quisiera por ahí, pero todos en Australia recibirían una y...

—¿Podemos hablar un momento los dos? —pregunté.

—Claro.

Su madre me dio una pequeña sonrisa y se levantó.

—A los chicos de Charlie. Y a Spencer. ¿Lo recuerdas?

—¿El de los tatuajes, y las expansiones?

Asentí.

—Si. Es mi amigo. Aunque haya intentado ligar contigo. —Ella se rió.

—Entonces, agregamos a Spencer, y a Dan con Darian. ¿Cierto?

—Oye...

—Ya se lo que piensas. —dijo.

Suspiré.

—¿Lo sabes?

—Si. Estás pensando en que Meredith se enterará de la boda y no recibirá invitación. —me mordí el labio. Ella suspiró.

—¿Quieres invitarla? —preguntó.

—Sólo... por cortesía. —respondí.

—Joder Justin. Te besaste con ella estando conmigo. —Se tapó la cara.

—Muñeca, eso ya pasó. Me casaré contigo, te elegí a ti.

—Lo sé. —dijo aun con las manos en su rostro. Estaba a punto de llegarle el periodo y lo sabía porque me lo dijo ayer. Tal vez ya le había llegado y por eso andaba tan sentimental.

—Ay Justin—me miró—Hasta preferiría que Dominic fuera el que viniera y no ella.

—Dominic sigue en la cárcel. —respondí.

—Lo sé. —repitió en el mismo tono en que antes.

—Ya, entonces, ¿no?

—No puedo negártelo—dijo. —Son tus invitados.

—Vale, comportémonos como malas personas y no la invitemos.

Su rostro pareció iluminarse, y sonreí. Me gustaba verla feliz. Su felicidad era la mía. Y si no quería verle la cara a Meredith—cosa que entendía—así iba a ser.

—¿Enserio? Pero... no me quiero sentir mal por hacerte decir que no.

Besé su frente.

—No me obligas muñeca. —dije. —No vendrá. Tranquila.

—¿Tienes primos con los que hables? —preguntó.

—Uhm sólo me llevé bien con uno.

—¿Quieres invitarlo? —preguntó.

—Vale.

Me mostró los planos y estuve de acuerdo. En la mesa más grande nos sentaríamos con Kendall, Damon, sus padres, John, y Mónica, y además Charlie con Aline.

Entremedio metimos a Liam con Amanda, y tuvo que poner a Zoey y a Mark. También colamos a Adam con Megan, que eran los amigos más civilizados que teníamos.

***

Llegamos al departamento, y la miré de arriba abajo.

—¿Entonces aún no tienes el periodo?

Negó sonriendo y mordiéndose el labio.

—Joder, ven aquí.

Una hora después estábamos en la cama, desnudos. Toque su abdomen, notando como las costillas se le marcaban, demasiado. No quise decir nada. Las mujeres son criaturas extremadamente raras y me daba miedo decirle que estaba muy delgada así como así. Tal vez se ofendería. Suspiré y con suavidad besé su cuello y su mejilla.

—Muñeca... ¿no crees que estás demasiado delgada? —pregunté con suavidad.

—Estoy haciendo una dieta. —contestó.

—¿Y te alimentas de aire? —pregunté—Nena, quedarás en los huesos.

—No—respondió—estoy bien así. Tengo que mantenerme así para poder entrar en el vestido.

Leah tenía el vestido escondido en casa de su madre, en una caja gigante, elegante y negra. Aún no había podido husmear, porque cuando lo intenté, esta lo guardo bajo llave en un armario.

—Bien. —suspiré—Pero ten cuidado. No quiero que te enfermes o algo así.

Ella negó con una sonrisa, y besó mis labios mientras se subía encima de mí.

—Uhm...—suspiró—¿Qué te parece otra ronda?

—Perfecto. —susurré mordiendo su labio inferior.

A las dos de la mañana me levanté por un vaso de agua y me asusté al no ver a Leah a mi lado. Pensé que tal vez estaría en el baño, pero al llegar a la cocina me dio el susto de la vida.

Estaba apoyada en la encimera con un tarro de papas fritas. Se debatía entre comérselo o no, y me dediqué a observarla. Oh no. Hablaría de eso con ella. Tal vez le dijeron alguna estupidez y ahora estaba contemplando ser anoréxica.

—Leah—la llamé.

Ella me miró y encendí la luz.

—Hey. —dijo.

—Amor, ¿Qué haces?

Se me acercó.

—Llamame muñeca. —susurró.

—Muñeca... ¿Qué ocurre?

—Me debatía entre si comer otra papa o no. —dijo riéndose. —Me como una al día. Es una tortura, Justin.

—¿Estás bien?

—Si, ¿porque?

—No quiero que de repente te pongas enferma.

Ella soltó una risa.

—Justin, amo la comida. Si te complace me comeré todo lo que encuentre en la boda, pero primero tengo que caber bien en el vestido.

Asentí.

—Bien.

Me miró unos segundos. Paseo sus ojos por mis hombros, y por mi torso.

—¿Sabes? Creo que tienes que unirte a mi dieta.

Recordé a Damon y la miré indignado.

—¿Estás diciéndome gordo?

—No.

—Vale.

—¿Lo harás?

—No.

—Vamos, hazlo por mí.

Suspiré.

—Bien. Sólo por ti.

Esto de la dieta estaba volviéndome loco.

De verdad.

Una semana después, Leah me tenía con cero carbohidratos, y mucha mucha agua. Si seguía así terminaría igual de delgado que el tipo que me hizo bailar, Fernando. Una mañana que ella no estaba en casa, decidí pedir una pizza. Un chico llegó con ella media hora después. Pagué y me senté en el sofá a ver televisión.

La abrí y me drogué con el aroma a calorías. Oh dios.

Yo era como esos cachorritos que comen y comen y no saben cuándo parar. Podía comerme la comida de tres días y aun así estar bien. Estúpida y encantadora adicción.

Comí el primer trozo de pizza y sentí que, por primera vez en la semana, estaba lleno. Eran las seis de la tarde cuando me quedaban dos pedazos y algunas orillas. Leah ya iba a llegar, estaba con Kendall y su madre solucionando lo de las invitaciones. Me di cuenta entonces de que había pasado el día, desde las doce, sentado en el sofá dormitando y comienzo pizza.

La cosa con las invitaciones es que habían estado todas listas, unas de estas noches donde Leah no supo que bebí demás, Damon y yo les hicimos pipí encima. Fue un reto en el que terminamos ambos meando las invitaciones, y parte del balcón del departamento que nos hicieron limpiar.

Cuando las vio, me llegó un zapato a la cabeza. Literal, ella lo arrojó. Y luego, dos paños para que yo y mi mejor amigo limpiáramos y perfumáramos la zona.

Noté que a Leah se le quedaron las llaves, y justo en ese momento oí la voz de ella y de Kendall detrás de la puerta. Miré la caja y los dos trozos de pizza como si fuera mi amante, y la cerré de golpe.

—No me arrepiento de nada. —gemí tomando la caja.

Corrí por el pasillo sin saber qué hacer y solté una maldición. Si la tiraba en la basura, Leah la vería. Y si la tiraba por el retrete...

Esa no era una opción. La pizza era demasiado deliciosa como para desperdiciarla de esa forma.

¿Por la ventana?

No. Podía caerle a alguien. Llegué a nuestra habitación y tiré la caja al closet. Me mordí el labio y lo cerré.

—Volveré por ti cariño. —susurré.

Abrí la puerta como si nada, y evité besar a Leah en los labios.

—¿Cómo te fue con... eh, eso? —pregunté. Kendall soltó una carcajada.

—Bien. Aquí están de nuevo.

—¿Fue mucho dinero?

—No, eran amigos de papá. No cobrarán.

Asentí.

Leah me miró unos segundos. Intuía que algo me pasaba.

Oh joder, ¿Qué no me arrepentía de nada? La culpa me mataba por dentro. Es decir, la grasa, me mataba por dentro. Intenté parecer normal. Avancé con ellas a la cocina. Kendall cerró el refrigerador y sonrió.

—¿Tú también estás con eso de la dieta? —pregunté queriendo ser casual. Se notaba un poco más delgada de lo que solía ser.

—Si. —contestó con una sonrisa. —Si seguía como estaba iba a llegar rodando a tu boda.

Me reí.

—¿Y Damon?

—Nos acompañó y después se fue al hotel.

—¿No quiso venir a verme? —pregunté ofendido. Kendall soltó una carcajada.

—Pues al parecer no.

Tomé mi chaqueta que estaba en una silla, y mi billetera.

—Amor, iré a ver a Damon.

Ella asintió distraída. Habían comenzado a hablar con Kendall sobre cosas sin sentido. Salí del departamento más relajado. Esperaba que Leah no se metiera en mi ropa y viera el cuerpo del delito.

Volví a las diez, cuando Kendall llegó al hotel donde se quedaba con Damon. Abrí la puerta y Leah me esperaba amorosamente en ropa interior acostada en el sofá. Sonreí y me acerqué al instante. Teníamos que pasarla bien de alguna manera.

Al día siguiente salí con los chicos a recorrer la ciudad. Llegue aproximadamente a las seis. Cuando entré, Leah estaba en la cocina cantando una canción de Taylor Swift y moviéndose al compás de esta.

—Hola muñeca—besé sus labios. Estaba intentando cocinar algo, y tenía literalmente la cagada.

—¿Quieres que siga yo? —pregunté con dulzura.

—Vale—respondió. —Me voy a dar una ducha.

Asentí y ella comenzó a quitarse la ropa al instante en que salió de la cocina. Sentí un tirón en mi entrepierna. Tenía muchas ganas de ir con ella, pero teníamos que cenar algo. Veinte minutos después corrí a la puerta de nuestra habitación cuando un grito ahogado por parte de Leah inundó la casa.

—¡Justin Drew Bieber Mallette! —gritó. Ella jamás me había llamado por mi nombre completo.

Estaba en ropa interior, con mi camiseta que le gustaba ponerse en la mano, el cabello mojado y la caja de la pizza en la otra.

—¿Si cariño?

Oh,mierda. 

__________________________________________

Ayyyy, espero que les haya gustado este capitulo, voten y comenten:(, en el capitulo anterior bajaron un poco:( Espero subir pronto algo mejor!♥

Digo que espero porque entré a clases, y se me viene pesado, entonces no puedo escribir tanto como lo hice en mis vacaciones.

Las quieroooooooo. xoxo♥

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