«Engaño»

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Dieciocho.

Ambos nos encontrábamos en silencio. Solo nos mirábamos, y el único ruido que se podría haber percibido en la habitación era el de nuestras respiraciones y el fuerte latido de mi corazón. Él esperaba a que yo dijera algo, lo sabía.

—Quiero hacerlo. —le dije.

Justin sonrió.

—¿En la cama o en el sofá? —preguntó mordiéndose el labio inferior.

—¡No me refería a eso Justin! —Exclamé. Se echó a reír, tirando su cabeza hacia atrás en un gesto como lo hacen los tipos de las películas. Luego me miró, ya serio.

—Si eso es lo que quieres, —suspiró. —por mi está más que bien.

Asentí ligeramente.

Si, era lo mejor.

Era lo mejor si quería dejar de pelear con él. Era lo mejor si quería que Meredith no se le acercara. Hace cerca de cuarenta minutos estábamos peleando, cuando Charlie nos llamó a ambos. Quería hablar sobre algo, y ese algo eran nuestras discusiones.

Le había pasado a Justin unos papeles. Isaiah tenía una propiedad a media hora de esta casa, una linda casa, bastante grande para mí, él, Damon y Kendall y además estaba amoblada debido a que él se encargaba de mantenerla. Ahora esa casa era de Justin.

Charlie nos había dado la explicación. Que no le molestábamos, ni nada por el estilo, pero según él era mejor cambiar de aires. Pidió un minuto a solas conmigo, y hablamos sobre Meredith y las miraditas junto a palabras que le lanzaba a Justin, y este de vuelta. También estuve de acuerdo en que no quería estar ahí.

Me había dejado claro que cualquier cosa siempre podríamos volver. Pero yo estaba feliz de que se le hubiera ocurrido ofrecernos otro lugar. Estaba algo cabreada. De repente, deseaba un novio, una relación fortalenciente y normal, estabilidad, seguir con mis clases físicamente y no a través de explicaciones y pruebas online. Quería poder... tal vez pasearme por el centro de Sydney sin el miedo de que pudieran arrestar a quién me acompañaba.

Lo peor de todo es que me sentía incapaz de alejarme, y ya había elegido.

Él había sido mi elección, sobre todo lo demás.

Eran las seis de la tarde y nos estábamos yendo a la casa que había sido del padre de Justin. Iba sentada en el asiento de atrás, al lado de Kendall, y Damon adelante jugando con una cámara.

—¿Cómo conseguiste eso? —pregunté sonriendo. Él se giró, enfocándome con su cámara de video.

—La robó. —dijo Kendall mirándose las uñas. Abrí mis ojos, y me reí. La risa de Justin me acompaño.

—¿Cómo fue? —preguntó Justin. Me dio una mirada por el espejo, y me sonrojé ligeramente.

—Hoy cuando salimos, —comenzó Kendall. —Habían unos turistas españoles. Estaban tomándose fotos y esas tonterías. Ya sabes, para el recuerdo. Los idiotas dejaron sus mochilas en el piso, y le pidieron a Damon si podían grabarlos dándole un saludo a su familia.

Rompí en risas en ese momento.

—Damon tomó la cámara de video, me tomó la mano y me hizo correr por cinco calles. —concluyó mi amiga.

—¿No que iban al centro comercial? —dije riéndome como loca. Justin también lo hacía. Damon tan solo sonreía, y grababa todo lo que estaba pasando.

—Fuimos después de eso. Antes tan solo paseábamos, tomamos helado, compramos algunas cosas y Damon aprendió a usarla.

—Acabas de robar un casino. Tienes un montón de dinero y en vez de comprar una maldita amara de video te la robas. ¿Qué lógica tiene? ¿Tan solo maldad?

BANG ll: Explosion of love.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum