Un Amor Imposible. Zuko & Kat...

By LynZWay6

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Zuko se ha unido al grupo del avatar, al principio Katara lo odia, pero al fin lo ha perdonado. ¿Podrá triunf... More

Capitulo 1. Encuentros y Reencuentros
Capitulo 2. Recuerdos
Capitulo 4. El Antidoto (primera parte)
Capitulo 5. El Antídoto (segunda parte)
Capitulo 6. Confrontación
Capitulo 7. La Explosión
Capitulo 8. El vuelo del Fénix
Capitulo 9. Los XV años de Katara
Capitulo 10. El festival
Capitulo 11. El túnel del amor.
Capitulo 12. El día de campo.
Capitulo 13. Uniones y Rupturas
Capitulo 14. El Duelo
Capitulo 15. Confesiones
Capitulo 16. El pasado de Zuko
Capitulo 17. La Adivina
Capitulo 18. La Traición
Capitulo 19. El triunfo de Azula
Capitulo 20. La Roca Hirviente
Capitulo 21. Zuko al Rescate
Capitulo 22. Escape de Prisión
Capitulo 23. La Venganza de Azula
Capitulo 24. El Congelador
Capitulo 25. La Caída de la Roca Hirviente
Capitulo 26. Perseguidos
Capítulo 27.Sangre Control
Capítulo 28.Planes de Guerra
Capítulo 29. El Huevo Dorado
Capitulo 30. El bebé dragon
Capitulo 31. El Rey Dragon
Capitulo 32. Presentimiento
Capitulo 33. La Promesa
Capítulo 34. Ataque nocturno
Capitulo 35. Duelo de espadas (1ra Parte)
Capítulo 36. Duelo de Espadas (2da Parte) La Historia de Ursa
Capitulo 37. Duelo de Espadas (3ra parte) La Muerte de Azulon
Capitulo 38. El mejor espadachín
Capítulo 39. Enemigos del pasado.
Capitulo 40. La Emboscada
Capitulo 41. El Crepúsculo
Capitulo 42. El Amanecer
Capítulo 43. El cometa de Sozin (Primera parte)
Capitulo 44. el cometa de Sozin (Segunda Parte)
Datos Curiosos Avatar: The Last Airbender
Capítulo 45. El cometa de Sozin 3ra parte (Los refuerzos)
Capítulo 46. La técnica suprema
Capítulo 47. El consejo de los sabios
Capítulo 48. Sacrificio
Capítulo 49. Despedida (1ª parte).
Capítulo 50. La Despedida (2da parte).
Capítulo 51. Boda trágica.
Capitulo 52. El último Agni Kai.
Capítulo 53. Agonía
Capitulo 54. Viva el nuevo Señor del Fuego
Segunda Temporada?
Actualizacion del nuevo mini-fic
Zuko, el Cyrano de la Nación del Fuego. Capitulo 1- Decepción
Capítulo 2. Más decepciones.
Capítulo 3. La despedida.
Capítulo 4. La carta de amor.
Capítulo 5. El pacto.
Capítulo 6. La cámara de los secretos.

Capitulo 3. El Rescate

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By LynZWay6

En un rincón apartado del templo de Aire del oeste, el avatar y el príncipe exiliado estuvieron hablando por largo rato, no como antiguos enemigos, ni como alumno y maestro, sino como amigos, quizás por primera vez.

– ¿Estás seguro? – preguntó Aang.

– Sí – contestó el príncipe – Lo he pensado mucho y es la única solución. Sé que ella tiene razón en odiarme y no la culpo... pero... es que pensé, que si me esforzaba, tal vez podría lograr que me aceptaran, pero es inútil – el joven suspiró mientras inclinaba la cabeza – ¡No sé en qué estaba pensando! Toda mi vida me esforcé tanto por qué mi padre me aceptara y estuviera orgulloso de mí, pero nunca lo conseguí. No sé por qué pensé que esta vez sería diferente. Ahora sé que no importa cuanto me esfuerce siempre terminare decepcionando a todos.

– Yo no estoy decepcionado – dijo el avatar colocando una mano en el hombro de su amigo – renunciaste a todo lo que tenías para enseñarme fuego control y enfrentaste a tu padre con tal de hacer lo correcto. Se requiere mucho valor para hacer lo que hiciste. Tal vez no te importe mi opinión, pero estoy orgulloso de ti.

– ¡Gracias! – Zuko tomó un poco de aire y añadió – Bueno, vamos a entrenar.

– Sigo pensando que deberías descansar.

– Estoy bien. Podemos entrenar un poco hasta que regrese Katara ¿Crees que tarde mucho?

– Supongo que sí. Acaba de irse y conociéndola, tardará horas. Probablemente este aquí a la hora de la comida o quizás tarde un poco más.

Los dos amigos empezaron a entrenar. Zuko le enseñaba al avatar algunos movimientos que el niño repetía hasta dominarlos. Aunque no quería admitirlo, el príncipe estaba haciendo un gran esfuerzo por entrenar a Aang, tanto que gruesas gotas de sudor escurrían por su cara, pero Zuko era demasiado orgulloso para admitirlo, sin embargo, el avatar notó el cansancio del príncipe y le dijo:

– ¿Podemos tomar un descanso? Ya tengo hambre.

– Está bien, pero si Sokka cocinó la comida debe ser horrible.

Cuando le dieron un tazón de arroz, el príncipe Zuko lo probó con desconfianza pero para su sorpresa su sabor no era tan desagradable.

– ¡No puedo creerlo! Realmente te superaste Sokka

– Yo no cociné – contestó el guerrero de la tribu del agua – fue Haru

– Ahora me explico – dijo Zuko sonriendo.

Cuando terminaron de comer Zuko y Aang regresaron a entrenar.

Esta vez los dos crearon dos largos látigos de fuego y comenzaron a pelear. El fuego crecía y los dos atacaban con fuerza, igual que en las catacumbas de cristal. Lamentablemente, en uno de los ataques, el fuego de Zuko no pudo detener el poderoso ataque de Aang, que lo golpeo directamente, haciéndolo caer pesadamente al suelo sobre su hombro lastimado.

– ¡ZUKO! – Gritó Aang corriendo al lado de su amigo – ¡Lo siento! no fue mi intención. Te dije que no era buena idea. Déjame ver.

– No es nada – dijo el príncipe apretando los dientes y sujetando su hombro herido.

– Está sangrando de nuevo. Tenemos que cambiar el vendaje. Tú quédate aquí.

Aang se alejó corriendo y regresó con vendas limpias. Mientras el niño cambiaba los vendajes del príncipe, el joven preguntó.

– Se hace tarde, Katara ya debería de estar aquí. Tal vez deberíamos ir a buscarla

– No. Ella es así. Cuando está molesta quiere estar sola.

– Aun así, pienso que deberíamos buscarla.

– No te preocupes, ella sabe cuidarse muy bien. ¡Listó! Al fin terminé – dijo Aang mientras terminaba de anudar el vendaje – Con esto estarás bien.

– ¡Gracias! Ahora podremos continuar con el entrenamiento.

– ¡ACASO ESTÁS LOCO! No puedes entrenar así.

– Pero el cometa...

– ¡BASTA! – Interrumpió Aang – ¡EL ENTRENAMIENTO TERMINÓ! Necesitas descansar y es justamente lo harás ¡QUEDÓ CLARO!

Zuko estaba sorprendido. Nunca había visto a Aang tan molesto. Así que a regañadientes aceptó. Fue a su habitación a dormir un poco y despertó cerca del anochecer. Al subir por las escaleras escuchó una fuerte discusión.

– ¿Qué ocurre? – preguntó el príncipe

– Katara aun no ha regresado – explicó Sokka.

– Vamos a buscarla ahora mismo – dijo Aang

– Yo les ayudaré.

– No Zuko – dijo Aang – no estás en condiciones de volar. Será mejor que esperes aquí.

– ¡Miren, allá vienen! – gritó Sokka cuando vio que Appa se acercaba volando.

– Ves, Zuko. Te dije que Katara estaría bien – afirmó Aang.

– Sí, tienes razón – sonrió el joven y dando media vuelta regresó a su habitación. En silencio, empezó a recoger todas sus cosas, pero en ese momento Aang llegó corriendo.

– Zuko, Katara no está. Appa regresó solo.

– ¡Rayos! Sabía que algo no andaba bien. ¡Tenemos que buscarla!

– Nosotros iremos. Tú quédate aquí con el resto del grupo.

– No. No podría quedarme aquí sin hacer nada. Quiero ir con ustedes – dijo el joven con determinación y Aang accedió.

Todos subieron a bordo de Appa. Aang tomó las riendas.

– Amigo, llévanos con Katara.

De inmediato el bisonte se elevo por los aires y llevó al grupo al río en donde había dejado a Katara. El grupo bajó e inspeccionó el lugar cuidadosamente. Entonces Aang encontró un pergamino amarrado con el collar de Katara. Lo desenvolvió y cuando sus amigos se acercaron, leyó el mensaje en voz alta:

Príncipe Zuko.

Si quieres volver a ver a tu novia con vida, entrégate voluntariamente. Nos encontraremos mañana al medio día en la isla que está a 10 kilómetros al norte de este lugar. Ven solo y sin armas.

No intentes ningún truco o tu novia pagará las consecuencias.

– ¿Por qué dice que Katara es tu novia? – replicó Aang molesto.

– Eso no importa – contestó Zuko – ahora tenemos que concentrarnos en rescatar a Katara.

– ¿Y qué vamos a hacer?

– Solamente hay una solución – respondió Zuko con seriedad – Voy a entregarme.

– Nosotros te acompañaremos.

– No – dijo el príncipe con firmeza – La carta dice que tengo que ir solo. Si los ven, podrían matar a Katara y no quiero arriesgar su vida.

A muchos kilómetros de distancia se encontraba Katara, sentada en la tierra, con las manos atadas a su espalda y recargada en el tronco de un árbol. El efecto de la parálisis ya había pasado, pero las sogas no le permitían moverse ni usar su control del agua. Jun atizaba el fuego en donde se cocinaba una pequeña ave.

– ¡Pierdes tu tiempo! – declaró la adolescente – ¡A Zuko no le importa nada, ni nadie! Él fue capaz de traicionar a su propio tío en Ba Sing Se ¡Qué se puede esperar de una persona así! Él nunca arriesgaría su vida viniendo por mí.

– ¡Vendrá! – dijo la joven sonriendo sin dejar su tarea – No dejará que lastimen a su novia.

Katara frunció el ceño molesta con el comentario.

– ¿Qué ocurre, te peleaste con tu novio? – preguntó Jun con tono burlesco – ¡Ah, ya sé! Apuesto a que te volviste a escapar de su lado. No me sorprende que lo dejes. Cómo dije antes, eres demasiado bonita para él – Katara miró a su captora con desprecio pero no dijo nada – Aunque cualquier chica es demasiado para él. Por eso se dedica a perseguir jovencitas ¿no es así? Después de todo, ninguna mujer podría fijarse en él, no con esa cara. ¡Es una lástima lo de la cicatriz! Si no la tuviera sería muy apuesto, pero así, nadie podría besarlo sin sentir... ¡asco!

– ¡CALLATE! – Gritó Katara molesta – Si hay alguien que de asco ¡esa eres tú! Cazar personas como si fueran animales sólo por dinero es... es...

– Es lo que hacemos los caza-recompensas, querida.

– ¡Pues es despreciable!

– Tal vez, pero es muy lucrativo. No te preocupes por tu novio, a tu edad encontrarás a otro muy pronto.

– Jun, ¿por qué piensas que Zuko y yo somos novios?

– ¿por qué te interesa saberlo?

– ¡No me interesa!. Es sólo... curiosidad.

– No tengo porque contestarte – dijo la caza-fortunas mientras se recostaba en el suelo, cerca del fuego – pero estoy aburrida y no tengo nada que hacer así que te lo voy a decir. He aprendido a conocer muy bien a las personas, después de todo es parte de mi trabajo. Estoy acostumbrada a detectar hasta el más mínimo detalle y te puedo asegurar que ese joven está enamorado de ti.

– ¡Zuko enamorado! – rió Katara – ¡pero qué tontería!... y... ¿y por qué piensas que está enamorado?

– Por la forma en que te mira, la forma en que te sujetaba para que no te cayeras de la montura del shirshu, en fin, incluso el tono de su voz cambia cuando está cerca de ti. Además, en el poco tiempo que lo conozco, me di cuenta que el "chico enfadado" siente ira por todo el mundo, menos por ti. Es más, te apuesto lo que quieras a que a ti no te ha gritado nunca.

Katara hizo un repaso mental de todos sus encuentros con Zuko. Desde el día que lo conoció lo vio gritarle a su tío, a su tripulación, a los aldeanos, a Aang, a Sokka, en fin, a todo el mundo, pero no podía recordar un sólo momento en que Zuko le hubiera gritado o estuviera furioso con ella, a pesar de que Katara se había burlado o lo había insultado en varias ocasiones. Ni si quiera se enojó con ella cuando lo amenazó de muerte o cuando lo atacó.

– Además – continuo Jun – la forma en que sostenía tu collar y lo cuidaba cómo si fuera algo muy valioso.

– ¡Claro que era valioso. Lo quería para atraparnos! – replicó Katara.

– Tal vez, pero debiste ver la expresión de su cara cuando le quite el collar para que mi shirshu lo olfateara. Se notó que no quería perderlo y en la primera oportunidad lo recuperó, a pesar de que ya no lo necesitaba y sabes que hizo, lo conservo en su manga derecha – Jun hizo una pausa para tomar un poco de café y continuo – Tal vez no estés enterada de las costumbres de nuestra nación, pero cuando una pareja se jura amor eterno y deben separarse porque los hombres deben ir a la guerra, ellos intercambian prendas. Ella le entrega un collar o un arete que el joven amarra en su manga derecha, así pensará en ella todo el tiempo y nunca cortejará a otra mujer mientras esté lejos. Él le entrega a ella una de sus armas, para que la guarde en la entrada de su casa. Esto tiene dos significados, el primero es que ella recuerde siempre que él está lejos peleando por ella y el segundo es que nadie se atreva a cortejarla mientras esté sola, porque hay un soldado valiente que un día regresará por su amada. Si el joven regresa de la guerra, ella le devuelve su arma y entonces sellan su promesa de amor ante el altar y con una hermosa boda.

– No tenía idea que en la Nación del Fuego existieran ese tipo de costumbres – dijo la joven conmovida – yo pienso que es una tradición muy hermosa, pero... ¿qué sucede si él no regresa nunca?

– Si hay dos o más hombres que se disputen su amor, deben pelear en duelo por ella, hasta que uno gane la contienda. Entonces la joven debe entregarle el arma de su amado y casarse con el vencedor.

– ¡Casarse!, pero... ¿y si ella no lo quiere?

– Antiguamente la mujer tenía dos opciones. Usar el arma para quitarse la vida o entregársela al vencedor y someterse a su voluntad, pero hace 100 años, una mujer eligió una opción diferente. Ella decidió pelear con el arma de su amado.

– Pero ¿que puede hacer una mujer peleando con hombres entrenados?

– Durante mucho tiempo el arte del combate fue exclusivo de los hombres y en algunos lugares aún lo es.

– ¡Es cierto! – confirmó Katara al recordar al maestro Pakku y su ideas retrógradas de sólo enseñarle a los hombres.

– Pero está joven aprendió a pelear en secreto sólo para que nadie la desposará y así poder esperar a su único amor. Desde entonces, muchas mujeres han seguido su ejemplo y por eso hoy tenemos escuelas en donde las mujeres aprenden a pelear. Algunas aprenden a luchar para ir a la guerra, otras para seguir esperando a su verdadero amor.

– Eso fue lo que te pasó a ti ¿no es así? Tu prometido no regresó de la guerra y por eso aprendiste a pelear, para que nadie pudiera vencerte y casarse contigo. Así podrías seguir esperando a tu gran amor.

– Es tarde – dijo Jun – Será mejor que duermas. Mañana tendremos un largo día.

Katara estaba sorprendida con lo que acababa de escuchar. Sorprendida y confundida. Siempre había pensado que la Nación del Fuego era malvada, fría y cruel. Pensaba que sus habitantes eran incapaces de amar o de expresar ternura y ahora se enteraba, de que al igual que todo el mundo, también estaban dispuestos a pelear y a morir, no sólo por dinero y poder, sino por proteger el sentimiento más valioso del mundo: el amor.

Entonces un pensamiento terrible cruzó por la mente de la Katara.

– Jun, ¿qué le va a pasar a Zuko si lo atrapan?

– Seguramente lo torturarán hasta morir.

– ¡Qué!, pero su padre es el dirigente de la nación del fuego ¡cómo podría su propio padre ser capaz de algo así!

– Ozaí es famoso por su crueldad, hasta con su propio hijo. Además, el ejemplo del príncipe puede inspirar a la gente y otros podrían seguirlo. El señor del Fuego no puede permitir que eso suceda y por eso necesita dar un escarmiento. Uno muy severo que sirva para que nadie más se atreva a traicionarlo.

Katara permaneció en silencio sin saber qué decir. Ahora, la adolescente estaba realmente preocupada por lo que pudiera suceder...

Bajo el sol de la mañana, Zuko sujetaba las riendas de Appa mientras surcaba los cielos. Cuando observó la isla que Jun había señalado, descendió sobre la playa y bajó del bisonte volador.

Junto a unas rocas, Jun lo esperaba pacientemente. A un lado se encontraba su shirshu y Katara estaba sentada en el suelo con las manos atadas a su espalda.

– ¡Zuko! – exclamó Katara al ver al príncipe.

– ¡Ves! Te dije que vendría – sonrió la caza-fortunas.

– ¡Ya estoy aquí Jun! Ahora suelta a la chica.

– Dije que vinieras sin armas – dijo la cazadora sonriendo y colocando un cuchillo en la garganta de Katara – Tira tus espadas o mató a la chica.

Zuko permaneció inmóvil por unos segundos. Luego, desenvainó sus espadas y soltó una de ellas.

– ¿Cómo sé que cumplirás tu promesa y que la dejarás ir?

– No lo sabes. Tendrás que confiar en mí – dijó Jun con una sonrisa.

Rápidamente Zuko colocó la espada que conservaba en su mano y la acercó a su propia garganta.

– ¡Suelta tu espada!

– ¡No!

– ¿qué vas a hacer? – rió Jun – ahorrarme el trabajo de matarte.

– Yo conozco muy bien a mi padre y estoy seguro de que paga mucho más dinero por entregarme vivo que muerto – Jun dejo de sonreír y entonces Zuko continuó – ¡Ahora déjala ir o perderás gran parte de tu recompensa!

– Muy bien. Acércate mientras la chica se aleja, caminen lentamente y te advierto que no quiero trucos.

Katara se puso de pie y empezó a caminar hacia Appa, mientras que Zuko caminaba hacia Jun. Los dos daban un paso al mismo tiempo y caminaban lentamente, sin decir nada. Cuando cruzaron sus caminos, Katara vaciló y se quedo inmóvil.

– Continúa Katara – dijo Zuko – camina hasta Appa y huye. El avatar y tus amigos te están esperando en donde siempre.

Katara asintió y los dos continuaron su trayecto. Cuando la joven llegó con Appa subió al bisonte. Entonces Zuko se detuvo frente a Jun y el shirshu.

– ¡Vete Katara, AHORA! – Fue lo único que Zuko alcanzó a gritar antes de que la lengua de la bestia tocara el cuerpo del príncipe. Al mismo tiempo Katara gritaba: – ¡Appa, yip yip!

Y mientras Katara se elevaba por los aires, el príncipe Zuko caía al suelo paralizado por el tóxico. La adolescente miró hacia atrás y vio como Jun encadenaba al indefenso príncipe Zuko. Ella inclinó su cabeza y con el corazón inundado de tristeza se alejó rápidamente, dejando atrás al príncipe de la Nación del Fuego.

Dentro de la silla de montar, Katara encontró la daga de perla de Zuko. Con dificultad sujeto la daga con sus manos atadas y cortó las cuerdas. Después de acariciar sus muñecas lastimadas tomó la daga de Zuko entre sus manos

– ¡No puedo creer que vinieras por mí!

Entonces Katara leyó la inscripción que decía:

"Nunca te rindas sin pelear"

Katara miró la daga. La empuño con fuerza y con una mirada de decisión corrió a sujetar las riendas y le dio la vuelta al bisonte.

Mientras tanto, Jun había terminado de poner los grilletes en las manos y en los pies de Zuko.

– Más vale que no intentes escapar – dijo Jun señalando un dardo que colocó en una cerbatana – ¿Ves esto? Está impregnado con veneno de la cobra real. Un veneno tan mortífero que es capaz de matar a una persona en 24 horas. Intenta cualquier movimiento y te aseguro que no dudaré en usarlo.

Jun iba a subir al príncipe Zuko al shirshu, cuando vio que Katara se acercaba volando.

– ¡Mira eso!, tú novia regresó. ¡Esto va a ser divertido!

– ¡Déjalo ir! – gritó Katara mientras saltaba del bisonte y caía en la arena lista para atacar.

– ¿Qué sucedió, regresaste para rescatar a tu novio?

– No me interesa lo que suceda con Zuko. Lo único que me importa es Aang y él necesita un maestro.

– Sí, como digas – dijo Jun con indiferencia.

Las dos mujeres se estudiaron cuidadosamente, mientras Appa se enfrentaba al shirshu. Katara atacó a Jun lanzando varias dagas de hielo, pero la joven las derribó con su látigo. Después Katara formó dos látigos de agua y atacó a la caza-recompensas pero Jun se defendía bastante bien utilizando su látigo de cuero. Las dos jóvenes saltaban de un lado a otro, esquivando los golpes y lanzando ataques constantemente.

– ¡Katara! – dijo el príncipe Zuko haciendo desesperados esfuerzos por levantarse – a tras... de ti.

Katara no tuvo tiempo de voltear. La lengua del shirshu la había tocado por la espalda y ahora ella también caía al suelo paralizada. Jun observó a los dos adolescentes inmóviles al igual que al bisonte volador. Ella pudo matarlos a todos, pero decidió llevarse a los prisioneros y dejar al bisonte tendido en la arena.

Lejos de ahí, en el templo de aire del oeste, Aang y Sokka esperaban alguna noticia de Katara.

– ¡Están tardando mucho! – exclamó Sokka – deberíamos ir a buscarlos.

– ¿Cómo? Zuko se llevó a Appa – dijo Aang preocupado.

– ¡pero no podemos quedarnos aquí!, yo aún no confío totalmente en Zuko.

– Me temo que no tenemos otra alternativa

Jun corría a toda prisa en su shirshu, llevando en la parte trasera a sus dos víctimas. La bestia avanzaba cubriendo terreno a gran velocidad. Cuando llegaron a un claro, Jun se detuvo.

– Acamparemos aquí. Levantaré el campamento antes de que oscurezca.

Mientras Jun armaba la tienda de campaña, Zuko y Katara permanecían sentados en el suelo, con las manos encadenadas a la espalda y amarrados a dos árboles, de tal manera que los dos adolescentes podían verse de frente.

– ¿Por qué sonríes? – preguntó Zuko.

– Porque acabo de descubrir que sí existe justicia en el mundo – contestó ella en tono burlesco – Nunca pensé que te vería a ti, "al gran príncipe de la nación del Fuego" atado a un árbol como cualquier campesino de la tribu del agua.

– Realmente estás disfrutando esto ¿no es así?

– ¡Oh sí! – suspiró ella – con tal de verte amarrado a ese árbol, no me importa que me hayan atrapado a mi también.

– ¡Fuiste una tonta, al permitir que Jun te atrapara!

– Supongo que tú fuiste muy listo al entregarte voluntariamente. ¡Por Dios! dime ¿En que rayos estabas pensando?

– No podía dejar que te lastimaran.

– ¿y luego qué? – dijo ella con sarcasmo – ¿Cuál era el brillante plan?

– Yo escaparía más tarde.

– ¿Cómo?

– Pensaría en una manera. Aunque no lo creas soy capaz de escapar de cualquier prisión sin ayuda.

– Pues en Ba Sing Se, no estabas haciendo un buen trabajo. Si tu tío y Aang no nos hubieran rescatado aún seríamos prisioneros en las catacumbas.

– Yo estaba pensando en la forma de escapar de esa prisión.

– ¡no me digas! Si eres tan listo entonces porque no estas pensando en la forma de escapar de aquí.

– ¡Quieres dejar de criticarme! Tú tampoco fuiste muy lista hace un rato. ¡Por Dios, Katara! Ya estabas libre ¿por qué regresaste?

– ¡Ya te dije! Sólo lo hice por Aang. Ayudar al avatar es lo único que me preocupa en la vida y él necesita que le enseñes fuego control. ¡Ojalá que aprenda pronto para que te vallas y te mantengas lejos de mi vida para siempre!

– Primero tenemos que escapar de aquí.

– ¿y cómo lo vas a hacer?

– Estoy pensando.

– ¡Genial! Entonces estamos perdidos.

– No necesariamente. Ya empiezo a recobrar la movilidad, así que esa cosa no tarda en venir para darnos otro lengüetazo y dejarnos paralizados.

– ¿Y entonces qué? Tienes las manos atadas cómo yo. ¡No puedes atacar a nadie así!

– ¡Ssshhhh! Aguarda.

En pocos minutos, el shirshu se acercó al joven príncipe, pero Zuko estaba preparado. Cuando el animal saco la lengua para escupir el veneno, el príncipe se adelantó y de su boca salió una ráfaga de fuego que quemó la lengua de la bestia.

El shirshu gritó y empezó a correr de un lado a otro sin control. Con otra bocanada de fuego, Zuko quemó las sogas que lo ataban al árbol y corrió hacia Katara. Con su aliento de fuego quemó las sogas y derritió las cadenas que sujetaban a su compañera y ahora ella estaba libre.

– ¡Muchacho tonto! – gritó Jun furiosa y sacudió su látigo que dirigió contra Zuko, el joven logró apartarse de un salto, pero Katara ya estaba en posición de ataque y tomando agua de las plantas que estaban cercanas a ella, formó varias estacas de hielo que le arrojó a la caza-recompensas, pero ésta, destruía los proyectiles con su látigo.

Mientras tanto, Zuko utilizó su aliento de fuego para derretir los grilletes de sus pies. El shirshu furioso porque aún tenía la lengua quemada atacó al joven con su cola, pero los rápidos reflejos del príncipe lograron evitar el golpe. Ahora se estaban enfrentando la bestia y el príncipe en un ataque sin tregua.

El shirshu embistió primero y aunque Zuko tenía las manos encadenadas, seguía siendo un formidable enemigo. El joven daba patadas con bolas de fuego que la bestia esquivaba saltando con agilidad de un lado a otro. Mientras tanto, Katara y Jun se enfrentaban en una feroz batalla. Katara era una poderosa maestra agua, pero Jun era muy ágil. Sus movimientos eran tan rápidos y letales como los de la serpiente. Quizás por eso llevaba un tatuaje en su brazo de ese reptil.

Zuko corría y saltaba esquivando los ataques de la fiera, pero ya no arrojaba bolas de fuego y respiraba muy agitadamente. En un descuido, la cola del shirshu golpeo al joven que cayó pesadamente al suelo. Entonces la bestia saltó sobre él, pero con sus dos pies juntos, Zuko arrojó una enorme bola de fuego que golpeo a la bestia haciéndola caer. Rápido como el rayo, Zuko se puso de pie y con varias patadas, lanzó varios ataques de fuego, provocando que el shirshu huyera perdiéndose en la profundidad del bosque.

Mientras tanto, las dos mujeres peleaban afanosamente. Jun era muy ágil y se estaba acercando peligrosamente a Katara. De un saltó la caza recompensas se colocó a tras de la adolescente y sacó una daga que iba a enterrar en su espalda, cuando una bola de fuego la golpeo lanzándola lejos de Katara. Zuko dio otra patada y de su pie salió una enorme bola de fuego que golpeo a Jun contra el tronco de un árbol dejándola inconsciente.

– ¡Vaya Zuko, tengo que darte crédito por esto! Realmente lograste liberarnos – dijo Katara mientras contemplaba el cuerpo inmóvil de Jun. Entonces ella se acercó al joven príncipe que estaba sentado en el suelo respirando con fuerza – ¡Zuko, tu hombro está sangrando!

– Estoy bien.

– ¡No, no es cierto! – Katara tomó un poco de agua del campamento y la utilizó para sanar la herida del príncipe – ¿cómo esperas recuperarte si no dejas de pelear? Deberías estar descansando, en lugar de venir a...

– De venir a rescatarte.

– No debiste venir.

– No quería que te lastimaran por mi culpa.

Los dos adolescentes se miraron fijamente. Durante unos segundos reino el silencio. Bajo la luna llena Katara se veía tan hermosa que Zuko tuvo que romper el contacto visual, mirando al suelo para no cometer una imprudencia. Por su parte, Katara había reaccionado y continuó con la curación. Ella estaba absorta en su tarea cuando vio que una sombra pasó sobre ellos. Los dos jóvenes alzaron la vista y vieron que se trataba de Appa, que volaba cerca de ellos.

– ¡KATARA! – gritaba Sokka desde el cielo.

– ¡Sokka y Aang! – exclamó ella – ¡vinieron por nosotros!

– Seguramente Appa volvió al templo del aire, en cuanto pasó el efecto de las toxinas.

– ¡SOKKA, ESTAMOS AQUÍ! – gritó Katara

– No nos escuchan, están muy lejos. Quítame las esposas y enviare una señal de fuego.

Katara se acercó a Jun y le arrebato el conjunto de llaves que llevaba en su cintura, pero con el movimiento Jun abrió los ojos, sin que la adolescente lo notara. Katara corrió hacia Zuko, buscó la llave correcta y retiró las esposas. Una vez libre, Zuko lanzó una gran bola de fuego que se elevo a gran altura y explotó en el aire.

– ¿Viste eso? – preguntó Sokka

– ¡Sí, deben ser ellos! – exclamó Aang – ¡vamos Appa!

Aang dio la vuelta al bisonte y buscaron un lugar para aterrizar. Zuko y Katara estaban observando a Appa bajar frente a ellos y ninguno advirtió que Jun se había levantado.

– ¡Vas a lamentar esto príncipe Zuko!

Con los ojos inyectados de sangre, ella acercó una cerbatana a su boca y lanzó el dardo mortal, al mismo tiempo que Katara miraba hacia atrás y se daba cuenta del peligro.

– ¡ZUKO! – Fue lo único que Katara pudo decir antes de interponerse en el trayecto del dardo, que se clavo en su brazo. La joven se quedó inmóvil mientras sentía un dolor en su brazo izquierdo que iba esparciéndose por todo su cuerpo.

– ¡Katara! – exclamó Zuko sujetando a la joven en sus brazos y recostándola en el suelo.

– ¡Está hecho! – Advirtió Jun – El veneno de la cobra real es mortal. En 24 horas tu novia estará muerta.

Con una malévola carcajada, Jun huyó hacia el bosque perdiéndose en las sombras. Zuko pensó en perseguirla, pero en este momento le preocupaba más la seguridad de Katara, así que se quedó a su lado, dejando que la caza-recompensas escapara. Aang y Sokka llegaron corriendo pero quedaron petrificados al ver a Katara semiinconsciente.

– ¡QUÉ LE HICISTE A MI HERMANA! - gritó Sokka furioso.

– No hay tiempo para reclamaciones – replicó Zuko – traigan un poco de agua.

– ¡Katara, Katara! – decía Zuko acercándole un recipiente con agua que Sokka había traído – ¿puedes escucharme?

– Sí

– Aquí hay un poco de agua, intenta curarte.

La joven usó su mano derecha para elevar el agua y formar una brillante esfera, pero cuando la acercó a su brazo izquierdo, el agua cayó al suelo y la joven perdió el sentido.

– ¡Katara... Katara! – la llamaba el joven príncipe mientras la sacudía ligeramente – Despierta Katara, ¡por favor! Tienes que despertar. ¡Katara!... ¡KATARA! - gritaba el príncipe mientras se hundía en la más profunda desesperación...

Nota: espero que les guste.

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