NO SE SI ESTE BIEN ESCRITO. YA ENTRE A CLASES Y LA VIDA ES MUY INJUSTA. BYE. LAS AMOADORO.
Narra _____:
-¿Qué tal este?
Di una vuelta mientras alisaba la delgada tela sobre mis muslos. Me mire en el espejo de cuerpo completo con los ojos entrecerrados.
-Me gusta cómo me queda de la cintura hacia abajo, pero no me convence mucho de los pechos, creo que está un poco...
-Se ve bien. Me gusta- Emma responde sin ninguna inflexión de voz, al igual que las ultimas cien veces que le pedí su opinión.
La miro con una ligera irritación.
-Tienes que ser más específica, Em. Has dicho lo mismo de los últimos cinco vestidos que me probé.
Ella me observa con detenimiento de arriba hacia abajo.
-Se te ve la línea de las bragas- es todo lo que dice antes de concentrar su atención en su celular.
-Siempre podría no utilizar bragas- bromeo.
-Sí, eso funcionaria- responde sin despegar la vista de su celular.
Tomo todos los vestidos que me probé, a excepción de uno negro que me encanto por completo, y se los lanzo a Emma. Ella alza la mirada de inmediato y frunce el ceño.
-¿Qué te...
-Si no querías venir conmigo de compras te pudiste haber quedado en casa. Nadie te está obligando a pasar tiempo conmigo, Em, aunque me gustaría que lo hicieras.
Doy media vuelta y entro dramáticamente a los probadores, deseando que mi hermana se sienta aunque sea un poco culpable. Y se lo tiene más que merecido. Mi madre pensó que sería buena idea que las dos fuéramos de compras juntas para buscar algo lindo que usar en navidad. Emma aceptó, pero desde el momento en el que salimos de casa no ha hecho más que ignorarme o darme respuestas cortantes. No merezco en absoluto este tipo de trato de su parte. Yo la amo y aprecio mucho de su compañía, pero no dejare que me menosprecie de esta manera. Aun no me ha dicho lo que tanto quería contarme cuando llego de la universidad y cuanto más tiempo transcurre, mucho más me doy cuenta de que posiblemente ya ni si quiera lo haga.
Salgo de los probadores con mi ropa puesta y con el vestido negro en la mano. Probablemente a mi madre le dé un ataque al corazón al ver que no elegí una prenda roja, verde o blanca para nuestra cena navideña, pero ella sabe que el negro es mi color favorito y que no se esperaba menos de mí. Emma está en el mismo lugar en el que la dejé. Solo que ya no ve su celular. Su vista está perdida en una pila de ropa doblada en la que dudo que esté interesada, ya que son crop tops y ella usaría uno de esos solo bajo amenaza militar. Siempre ha detestado ese tipo de prendas porque piensa que la hacen lucir gorda.
Me acerco a la pila de ropa y tomo un crop top de color rojo vino con manga larga de talla chica. Se lo lanzo a Emma, solo que esta vez ella si se encuentra lista para atraparlo. Una vez que lo hace, me mira con una ceja alzada.
-Deberías probártelo- me encojo de hombros –Se te vería estupendo con esa falda negra que tienes.
Niega con la cabeza incluso mucho antes de que termine de hablar.
-No creo que se me vea bien. Está muy... pequeño. Aparte...
-Aparte tienes un abdomen muy envidiable que probablemente Carissa y Jennifer morirían por tener. No le des tantas vueltas. Se te vera precioso.
-No tengo un abdomen envidiable- rueda los ojos, pero por la manera en la que se tensan las comisuras de su labios puedo adivinar que está intentando no sonreír –Aparte, Carissa y Jennifer son una perras delgadas. No le tienen envidia ni a las Kardashians.
Me rio porque sé que tiene la razón. Mis primas son muy orgullosas como para admitir que alguien se ve mejor que ellas.
-No te quejes tanto. En estos momentos estas igual de delgada que ellas. ¿Estas segura de que no te saltabas comidas mientras estabas en la universidad?
Emma abre los ojos de par a par, claramente sorprendida.
-¿Qué? ¿Delgada? Debes de estar bromeando, _____.
Fruncí el ceño. Em jamás ha sido del tipo de chica que piense que esta gorda o que se deje llevar por los comentarios acerca de su cuerpo.
-No, tú debes de estar bromeando ¡Estas delgadísima! Incluso tengo miedo de que hayas caído en una de esas enfermedades en las que no comes nada porque no te agrada tu cuerpo y...
-No tengo anorexia, ____- me corta.
Su expresión se vuelve de nuevo impasible, sin embargo su vos sonó algo angustiada.
-Gracias a Dios- suspiro con alivio.
Em frunce los labios hacia un lado y después de unos segundos niega con la cabeza de nuevo hacia la prenda de ropa.
-Gracias, pero no creo que me quede bien, _____- dice finalmente.
-Es una lástima- admito –Aun eres muy joven como para preocuparte por este tipo de cosas. Deberías de vivir un poco más la vida antes de que todo el mundo te trate como a una adulta responsable con hijos y esposo.
Emma me observa con una expresión de completa incredulidad antes de que me aleje de ella para hacer fila en la caja para pagar por el vestido de una vez por todas. Después de un par de minutos, se acerca a mí con el crop top aun en su mano. Le sonrío por la decisión que tomó y estoy a punto de hacer un comentario al respecto, pero mis ojos se mueven hacia una pequeña figura a lo lejos, fuera de la tienda en la que nos encontramos.
-Em, ahora vuelvo- digo y le entrego el vestido.
Me alejo antes de que me pida una explicación y prácticamente corro hacia la salida de la tienda con la intención de alcanzar mi objetivo.
-¡Hey!- exclamo con la esperanza de que reconozca mi voz -¡Valeria!
Mi mejor amiga se detiene en seco entre los montones de gente que caminan dentro del centro comercial. Da media vuelta y sus ojos se abren con lo que parece ser nerviosismo. Me acerco hasta llegar a su lado.
-Hey, casi no te reconocí con toda esa ropa obscura- digo con rapidez y con la respiración ligeramente entrecortada por mi carrera anterior.
Y es cierto lo que digo. Valeria siempre ha sido de las chicas que usan colores de ropa vivos. Lo más obscuro que le he visto usar han sido unos jeans negros, los cuales usualmente combina con blusas rosa chillón o verde limón. Ahora mismo usa esos mismos jeans negros, pero con un suéter azul marino y con unas botas negras estilo militar. Esta es la primera vez que la veo usándolas. De hecho, no sabía que las tenía, lo cual es extraño porque yo conozco casi todo su armario.
-¿Por qué te sorprende? No es como si fuera una Barbie que usa solo el color rosa- dice entre dientes, repentinamente molesta.
-Oye, no. No lo decía de esa manera- alzo ambas manos en un gesto de paz con una expresión ligeramente sorprendida. No pensé que mi observación la molestaría –Solo te decía la verdad. No eres de las chicas que les guste usar mucha ropa obscura. Creo que yo soy la que caigo más en esa categoría. A parte, no es malo usar el color rosa. Se ve muy lindo en ti.
Sus facciones se suavizan.
-Lo siento. Es solo que hace... poco me dijeron algo parecido- hace una mueca –Aunque en esa ocasión parecía más un insulto que un comentario.
Mi cabeza comienza a formar sus propias conclusiones. Frunzo el ceño, claramente molesta.
-¿Fue Justin? ¿Él te dijo algo sobre la forma en la que te vistes?- le exijo saber.
Esto sería el colmo. Que mi mejor amiga se deje llevar por los comentarios de un chico como si fuera su sumisa, como si sus palabras fueran ley sobre ella, como... como... como yo lo hice en el pasado.
Valeria me mira con molestia.
-Por supuesto que lo culparías a él- se queja y da media vuelta para alejarse de mí.
-Respóndeme, Val- le exijo de nuevo, tomándola del brazo.
-Él nunca me ha lastimado, ____. Deja de crear historias estúpidas en tu cabeza, por Dios.
-No lo defiendas- mi voz suena furiosa. Su comportamiento no hace más que recordarme a mi antiguo yo, cuando defendía a Andrew, y eso me vuelve loca –No te merece.
Valeria abre los ojos con incredulidad.
-¿Qué diablos dices? ¡No sabes nada! Y lo defiendo si se me da la puñetera gana- escupe.
Sip. Está furiosa.
-¿Por qué se fueron temprano de la fiesta? ¿Fueron a su casa? ¿Qué hicieron?
A parta la mirada, aun con su expresión furiosa. Eso solo lo hace cuando está nerviosa. La conozco muy bien.
-Que te importa- contesta, cortante.
-Val...
-Me tengo que ir. Mi mama está esperándome en el estacionamiento y si la hago espe...
-¿Te acostaste con él?- las palabras salen con rapidez por mis labios.
Esta vez Valeria me mira como si yo acabara de arrojar una cesta llena de cachorritos por una pista transitada.
-¡¿Qué te sucede, ____?!- exclama, incrédula -¡No, por supuesto que no lo hice! Sabes que eso es algo muy importante para mí. Jamás...
-No mientas, Valeria.
-Vete a la mierda- escupe y esta vez sí se aleja de mí.
Pero al parecer yo no tengo suficiente, porque la sigo.
-Valeria no es tan difícil. Solo dime la verdad. No tienes por qué ocultar todo lo que sucede en tu vida.
Se detiene en seco y por ende yo hago lo mismo.
-¿Ocultar?- se ríe sin ninguna pisca de humor –Mira quien habla, la señorita más sincera del mundo. Por amor de Dios, ____ ¡Eres tan hipócrita!
-¿Hipócrita? ¿Yo?
-¡Si, tu!- exclama.
Al parecer estamos llamando la atención de las personas a nuestro alrededor. Pero eso es lo que menos me interesa en estos momentos. Valeria continúa hablando.
-Llegas con ese papel de "niña buena" frente de todos los demás. Y lo peor de todo es que el mundo entero te lo cree. Pero, ¿adivina qué? Yo no. Yo sé todo sobre ti. Aunque siempre tarde años en averiguarlo, lo sé.
-Déjate de pendejadas, Valeria- digo entre dientes –Si tienes algo que decir, hazlo.
-Sabes muy bien de que estoy hablando- me contesta –La noche de Halloween. En tu casa, ¿lo recuerdas?
Frunzo el ceño.
-¿Y eso que tiene...
-Tu mentiste- ella me delata.
Mi cuerpo se tensa al instante. Los recuerdos de lo que sucedió esa noche me dejan inmóvil.
-Fingiste horror cuando escuchaste que las chicas dejaron de ser vírgenes. Eres tan hipócrita. Tú no...
-Valeria- le advierto.
-Tú no eres virgen, _____.
-¡Si lo soy!- exclamo con furia.
Esta vez las personas que caminan a nuestro alrededor me miran con desaprobación. Juzgándome. Mi vista se nubla ligeramente.
-Si lo soy- susurro.
-Eso es lo que tú dices- Valeria se encoge de hombros –La verdad es que nunca me has dado los suficientes detalles de lo que sucedió esa noche en casa de Andrew...
-Cállate- siseo.
-Entonces es cierto- ella continúa y entonces afirma –Le diste tu virginidad.
-No sabes nada, Valeria.
-Claro que lo hago- sonríe pero el gesto no llega a sus ojos –Así que mejor no me juzgues, ____. Tú no eres mejor que yo.
-Estas equivocada. Yo no me acosté con él. No sería tan estúpida.
-¿Estas segura? Por lo que yo sé, el hecho de que jamás te hayas enterado de meses de infidelidad por parte de tu novio no es más un signo de estupidez de tu parte.
-Vete a la mierda- escupo, herida.
Jamás me había hablado de esta manera. Jamás pensé que me trataría de esta manera. Lo único que hice fue preocuparme por ella y esta es la manera en la que me paga.
-Tienes razón- digo después de reflexionarlo por unos segundos. Ella me mira con desentendimiento –Cometí errores. Muchos. Y no intento ser hipócrita, solo intento que tu no hagas lo mismo. Pero ahora eso me tiene sin cuidado. Ojala Justin te rompa el corazón para que de esa manera seas consiente de lo que tus palabras significan para mí. Y si eso llega a suceder, ni se te ocurra venir a buscar consuelo de mi parte. Porque no te lo daré. Estas sola, Valeria.
El perfecto rostro de mi amiga me observa con incredulidad al principio, después sus facciones se llenan de dolor y por último, de furia.
-No lo estoy- su vos se quiebra –A diferencia de ti, yo tengo a muchas personas que se preocupan por mí. Personas que jamás me rechazarían. Tú eres la única que está sola, _____.
Sus palabras me llegan como un golpe al estómago. Y eso sucede porque, en el fondo, sé que tiene la razón.
-Señoritas, les pediré que se retiren a discutir fuera de las instalaciones del centro comercial o me veré obligado a sacarlas yo mismo- la voz de un hombre nos comunica.
Es uno de los guardias de seguridad del centro comercial.
-No se preocupe- digo con la voz ligeramente ronca –Mi amiga ya se iba.
Valeria ni siquiera mira al hombre antes de dar media vuelta y caminar hacia la salida del centro comercial.
-Señorita...
-Lamento haber causado una escena- me disculpo al instante.
Tampoco deseo que me saquen del lugar.
-Por supuesto- él dice con seriedad –Que no se repita o...
-O me sacara. Lo entiendo. No volverá a suceder, lo prometo.
El hombre de edad avanzada parece pensárselo dos veces antes de volver a hablar.
-¿Se encuentra bien, señorita?
No. Para nada.
-Estoy bien- miento.
***
-¿Dónde estabas? Llevo buscándote desde hace diez minutos. Pensé que...
-Salude a una amiga- digo –Lo siento.
Emma me ve con detenimiento por unos segundos.
-¿Estas bien? Pareces cansada, ______.
-Lo estoy- admito -¿Podemos volver a casa? Tengo sueño.
-Pero dormiste toda la tarde- ella dice con sorpresa por mi pedido.
-Solo vayamos a casa, por favor- suplico.
Emma parece como si quisiera protestar, pero finalmente accede. Decidimos atravesar el área de comida en el centro comercial para llegar más rápido hacia el lugar en donde estacionamos mi auto. Ni siquiera hemos llegado cuando un intenso aroma a canela y pay de manzana nos acecha. Talvez en otra ocasión le habría pedido a mi hermana que me acompañara a hacer fila para comprar algunos de los postres que la panadería del centro comercial ofrece, pero ahora mismo no me encuentro con el apetito suficiente como para estar rodeada de gente o si quiera como para fingir estar bien.
Solo quiero llegar a casa y encerrarme en mi habitación.
A mi lado, Emma produce un sonido de disgusto al mismo tiempo que se detiene en seco. Su rostro palidece un poco mientras mira el área de comida con asco. La miro con cierta curiosidad por su comportamiento. Ella normalmente seria la que me suplicaría por hacer fila en cualquiera de estos puestos de comida para disfrutar de un poco de las delicias que venden. Sin embargo, ahora parece tan disgustada y eso no hace más que confundirme.
-¿Estas bien?
Cierra los ojos antes de contestar:
-Sí, lo estoy- responde.
-¿Entonces por qué...
-Yo no te moleste cuando llegaste y actuaste de lo más raro, así que te pediré que no hagas lo mismo conmigo, _____.
La miro y ella hace lo mismo conmigo. Ella me conoce tanto como yo lo hago a ella. Y ambas ocultamos secretos.
Otra cosa en común.
Aunque una parte de mi desea acecharla con preguntas, sé que tiene toda la razón. Así que decido hacer como si nada hubiera sucedido.
Una vez que llegamos a casa, Emma camina directo hacia su propia habitación y yo hago exactamente lo mismo. Salto a mi cama y me cubro con las delgadas sabanas, esperando quedarme dormida.
Pero no tengo sueño.
Resoplo y saco mi celular de mi bolsillo trasero para entretenerme un rato con el. Tengo dos mensajes de Zayn. Me los envió hace una hora.
Zayn: Hey, mi vuelo ya aterrizo.
Zayn: Que haces?
Decido llamarlo en lugar de responder. Necesito escuchar su voz. Contesta casi al instante.
-¿Si?
-Zayn- digo.
-_____- suspira -¿Qué sucede? ¿Estás bien?
Miro el estuche de mi guitarra a un lado de mi escritorio. Cuando termine con la llamada talvez podría tocar por un rato.
-¿Por qué lo preguntas?
-No lo sé. Suenas cansada, supongo.
Y lo estoy. Pero al parecer dormir no es una opción.
-Me acabo de levantar- miento.
-No- él dice –Hay algo más.
No puedo evitar sonreír un poco al escucharlo. A pesar de que no llevamos años conociéndonos, de alguna manera sabe cuándo algo malo me sucede. Casi como si me conociera de toda la vida.
Y eso me encanta.
-Tuve una discusión con Valeria- digo y me sorprendo a mí misma por admitirlo frente a alguien mucho más rápido de lo que normalmente haría.
-¿Por qué discutieron?- Zayn pregunta.
-Tonterías- admito –Cambiando de tema, ¿en qué parte del mundo te encuentras?
La verdad, jamás le pregunte que ruta tomaría para llegar a Inglaterra.
Zayn se ríe por mi curiosidad y yo sonrío, maravillada por el hermoso sonido.
-Estoy atascado en Los Ángeles. El vuelo que tomaría para llegar a Inglaterra está suspendido indeterminadamente. Al parecer hay una gran tormenta en mi país.
Su país.
-Que lastima- digo sin realmente sentirlo –Ahora tendrás que comprar una de esas revistas de chismes americanas, talvez Seventeen, junto con la asquerosa comida de aeropuerto y esperar hasta que la tormenta acabe. Es como la pesadilla americana para un extranjero como tú.
-Oh, cállate- se vuelve a reír –Y no cambies el tema. ¿Por qué discutiste con Valeria?
Me recuesto sobre la cama.
-Me preocupe por ella y al parecer eso le molesto. Después trajo cosas del pasado que no debería y eso me molesto a mí.
Zayn hace una pausa antes de volver a hablar.
-Tú también te molestas cuando alguien se preocupa por ti.
-Eso no es cierto- digo a la defensiva.
-Sí, lo es. Siempre pareces fastidiada cuando yo me preocupo por ti.
-En realidad, creo que tiene más que ver contigo porque al parecer siempre terminas fastidiándome- intento bromear.
Escucho un suspiro lleno de cansancio al otro lado de la línea.
-Eso es porque siempre estoy preocupado por ti.
El silencio se hace entre los dos. Pero no parece incómodo. Solo tranquilo.
-Me preocupe por ella porque pensé que... que Justin la estaba cambiando- digo, cambiando de tema.
-¿Cambiar en qué sentido?
-Ella usaba ropa obscura.
-¿Y?
-¿Cómo que "Y", Zayn? Es Valeria de quien hablamos ¿Cuando en tu vida la has visto usar ropa obscura? Ella es básicamente como una de esas muñequitas que usan ropa de todos los colores del arcoíris- dije y al instante hice una mueca, recordando su molestia al pensar que yo la comparaba con una Barbie, lo cual hago justo ahora.
-¿Y por qué piensas que Justin es el que la hace usar esa ropa?
-Porque desde que están juntos Valeria ha cambiado demasiado. Ya nunca me cuenta lo que sucede en su vida y cuando intento preguntarle me evade o intenta cambiar de tema.
-¿Por qué me suena familiar?- inquiere.
-Voy a colgar- le aviso.
-No. No. Espera, lo siento. Es solo que tú te pareces mucho a ella. Solo intentaba decir eso.
Reflexiono sus palabras por unos segundos y suspiro cuando me doy cuenta de que tiene razón.
-Supongo que si- me rindo.
-Pensé que te caía bien Justin- comenta.
Hago una mueca.
-En realidad, ni siquiera lo conozco por completo.
-Y no tienes por qué. Solo Valeria debería de hacerlo.
-¿Entonces como evitare que cometa errores?- mi voz suena desesperada.
-No lo puedes evitar, ____- él me dice con dulzura –Valeria debe de aprenderlo bajo su propia cuenta.
-No. No debe. Para eso me tiene a mí- digo, convencida –A parte, no lo soportaría. No soportaría todo ese... dolor. Sé que no lo haría.
-Lo dices como si tu... oh- hace una pausa –Ahora lo entiendo.
-¿Qué cosa?- inquiero con curiosidad.
-Tu actitud. Lo entiendo.
-Se mas especifico, Zayn- le pido con paciencia.
-Sobreproteges a Valeria de Justin porque piensas que le sucederá lo mismo que tu ex te hizo a ti.
Trago saliva.
¿Cómo... como lo descubrió tan rápido?
-No la sobreprotejo- es todo lo que digo.
-Sí, lo haces y lo sabes, ____. Y está bien que lo hagas. Eso significa que te preocupas demasiado por ella y eso está estupendo porque es tu mejor amiga. Sin embargo, debes de dejar que cometa sus propios errores. No puedes esperar a que ella comprenda todos tus temores, sobre todo con lo cerrada que eres.
-¿Enserio soy tan cerrada?- pregunto.
No es la primera vez que me lo dicen y supongo que no será la última.
-No tienes ni idea- él dice.
Produzco un sonido lleno de frustración desde el fondo de mi garganta.
-Te juro que no quiero serlo. Te lo juro- me quejo.
-Está bien, ____. Sé que no lo quieres. Supongo... supongo que las circunstancias de la vida te hicieron de esa manera.
-No tienes ni idea- esta vez digo yo, suspirando.
-Me gustaría tenerla- él dice en voz tan baja que presiento que se lo decía más asimismo que a mí.
-¿Y qué debería de hacer?- pregunto para cambiar de tema.
Supongo que jamás cambiare mi forma de ser.
-¿Con Valeria?- inquiere y yo hago un sonido en afirmativo –Debes de disculparte con ella y decirle todo lo que me has dicho a mí.
-Ella me dijo cosas horribles- susurro.
-Pero tú también lo hiciste, ¿no es cierto?
-Tal vez- digo con vergüenza.
-Entonces no estás del todo libre. Y tarde o temprano alguna de las dos se debe de disculpar con la otra.
-Sí, supongo que tienes razón- digo.
-Te sugiero que lo hagas antes de que te vayas a Los Ángeles- él me recomienda.
-Me voy mañana por la mañana- digo al recordarlo.
-Entonces hazlo esta misma noche.
Tiene razón. Debo hablar con Valeria. No soportaría estar todas las vacaciones peleada con ella.
-Gracias, Zayn- digo con sinceridad –Haces tanto por mi... a veces pienso que ni siquiera lo merezco.
Zayn se queda callado por tanto tiempo que llegue a pensar que me había colgado.
-Ya te lo dije- respondió en un tono tan cansado que me pregunte si ha dormido algo desde la fiesta de Marifer y Diana –Siempre me preocupo por ti.
***
-Necesito que me hagas un favor- digo al momento en el que entro a la habitación de mi hermana mayor.
-No has perdido esa mala costumbre de entrar sin tocar- Emma niega con la cabeza con una expresión ligeramente divertida -¿Qué clase de favor?
Em se encuentra sentado a lo indio sobre su cama. Un libro, viejo por el color de sus páginas, descansa sobre su regazo.
-¿Qué lees?- me acerco para averiguarlo.
-El libro que me dio nuestra abuela- responde.
Mis pasos se detienen.
-¿Lo trajiste de tu departamento?- le pregunto.
Niega con la cabeza.
-Siempre ha estado aquí. Lo leo en ocasiones cuando vengo de visita- me informa.
-¿Me estás diciendo que todo este tiempo tuve a pocos metros de mi habitación a una de las primeras historias feministas más famosas de todos los tiempos?
-Pudiste haberlo descargado en PDF- ella dice.
-Pudiste haberme informado que jamás te lo llevaste- le contesto con los ojos ligeramente entrecerrados –Sabes que Jane Eyre es de mis libros favoritos.
-Tienes tantos libros favoritos que ya perdí la cuenta- ella se ríe y yo sonrío un poco.
Tiene razón.
-Nos salimos por completo del tema- ella me recuerda -¿Qué quieres que haga por ti?
***
Em: Ya le coloque los audífonos a mamá. Tienes aproximadamente treinta segundos antes de que se harte de escuchar música tecno.
Leo el mensaje de mi hermana y de inmediato salgo de la casa, cerrando la puerta con suavidad a mis espaldas. Corro lejos hasta llegar al parque que se encuentra enfrente de mi casa. Mi celular vibra con otro mensaje.
Em: Ya está hecho. Solo yo es te escuche salir.
Suspiro con alivio y me apresuro a responder.
Yo: GRACIAS. TE ADORO.
Em: Por favor, no te metas en problemas.
-Eso espero- murmuro.
Camino una cuadra lejos hasta que logro visualizar un auto. El cual identifico de inmediato como el de mi mejor amigo. Harry.
Después de terminar mi llamada con Zayn, le llame a Valeria por lo menos unas diez veces. Jamás contesto. También le envié mensajes, pero sucedió exactamente lo mismo. Al parecer ella aún se encuentra resentida conmigo. Mientras yo seguía intentando comunicarme con ella, recibí un mensaje de Kenia en donde me invitaba a salir con las chicas a uno de esos clubs nocturnos en los que siempre nos han dejado entrar. Estaba a punto de rechazar su propuesta, pero decidí por preguntarle quien iría. Ella me nombro a cada una de las chicas, junto con algunos de los chicos, hasta que llegó a mi objetivo. Valeria. No lo pensé dos veces antes de afirmar mi presencia. Sabía que mi madre no me daría permiso para salir, ya que aún estaba ligeramente molesta por irme de la cena a la que me obligo a ir. Sin embargo, en esta ocasión contaba con la ayuda de Emma para poder escapar de casa. Por supuesto, bajo la promesa de que regresaría antes de las doce de la noche.
Eran solo las 9:18 de la noche.
También tuve que pedir ayuda de parte de Harry, ya que si a mi madre se le ocurre salir de casa, notaria la ausencia de mi auto. Así que le llame a mi mejor amigo para que pasara a recogerme a una cuadra de mi casa.
Subo al asiento de copiloto con una enorme sonrisa. Harry me mira de la misma manera.
-Definitivamente te pase al lado obscuro- él se burla y yo me río.
-Vamos, me pone nerviosa estar aún aquí- le digo y él comienza a manejar.
-¿A dónde dices que te llevare?- pregunta.
-A Yoyo- le respondo y el suelta una carcajada -¿Qué?
-¿Ese lugar siquiera existe?- él se burla.
Ruedo los ojos.
-Disculpa la poca fama del lugar, pero eso es precisamente lo único que nos permite a mis amigas y a mí a entrar.
-¿Hablas enserio? Hay tantos lugares en los que...
-No todos tenemos una identificación falsa o contacto con los dueños de los clubs para poder entrar a esos lugares, Harry.
-Lo siento- sonríe –¿Y hay una razón por la cual saldrán de nuevo hoy?
-El cumpleaños de Mafer- contesto con obviedad.
Alza ambas cejas, asombrado.
-¿Otra vez?
Me rio.
-Es Marifer de quien estamos hablando. Obviamente no tuvo suficiente con esa fiesta en la cabaña.
Harry dirige su mirada al frente, lo cual agradezco ya que me comenzaba a poner nerviosa que no fuera tan cuidadoso mientras conduce.
-¿Tú crees que... Uh, nada.
-¿Qué?- lo miro.
Parece incómodo.
-Nada. Es solo que... no lo sé. Mejor no.
-¿Qué sucede, Harry?
-¿Crees que le moleste si yo voy? Podría incluso hacer que las dejen entrar a un lugar mucho mejor que ese.
Lo pensé por un momento. ¿Por qué nos querría acompañar? ¿Sera por... Marifer? Sin poder evitarlo, me encuentro sonriendo. Talvez me lo niegue, pero yo sé que en el fondo, a Harry le gusta Marifer.
¿Por qué otra razón me pediría permiso para ir?
Y por supuesto, no puedo evitar sentirme pésimo al recordar que no hace mucho, Valeria y yo hicimos la promesa de juntarlos como pareja.
Ella era mi cómplice.
-Le preguntare- le digo.
Yo: Hey, maf
Mafer: Ya vienes?
Yo: De eso quería hablarte
Mafer: Que pasa?
Yo: Pude acompañarnos Harry? El me llevara (larga historia) y pregunta si nos puede acompañar. A parte dice que podría lograr que nos dejen entrar a un lugar mejor que Yoyo.
Marifer me deja en visto por casi cinco minutos.
Mafer: De acuerdo. Hablare con las demás.
-Es tu día de suerte- le sonrío a mi mejor amigo.
***
-Wow- murmura Mariana al momento en el que entramos al club.
Y no está de más. El lugar es uno de los más extravagantes que he visto en mi corta vida. Lleno de humo de hielo seco con luces de colores que recorrían la pista de baile, convirtiéndola un espacio multicolor y a la vez atrayente. Un DJ se encuentra en la esquina del lugar en toda su gloria, reproduciendo la música más pegajosa de estos tiempos. Chicos y chicas se balancean de un lado a otro; las chicas moviendo sus largas melenas de cabello y los chicos balanceado sus caderas al ritmo de la música. Las luces neón se encargan de hacer brillar sus vestimentas. Incluso la mayoría llevan de esas pulseras que brillan es la obscuridad.
-¡Vamos a bailar!- exclama Kenia, llevándose con ella a Marifer y Diana hacia la pista la baile.
Los demás las siguen, a excepción de un chico y yo. Lo miro y sonrío con nerviosismo al darme cuenta de que se trata de Louis. El mismo chico que me confundió con otra chica en la fiesta de mis amigas. No me había dado cuenta de que nos había acompañado. Estaba mucho más preocupada intentando buscar a Valeria con la mirada. Marifer me dijo que vendría dentro de un rato junto con Justin.
-Hola- grito sobre la música.
Él me mira, impasible. Y eso solo me pone incomoda.
-Oye, sé que piensas que...
-Lo siento- él dice de repente –No quiero ser grosero al repetirlo, pero enserio te pareces a ella. Antes pensaba que era porque estaba ebrio. Pero hoy estoy más sobrio que nunca y tu...
-No soy ella- le vuelvo a repetir. Por alguna razón me siento avergonzada –No lo soy, pero espero que la llegues a encontrar. Se nota que enserio te importa esa chica.
Louis me mira por un momento más, procesando mis palabras. Entonces, sonríe con algo de tristeza.
-Si- dice –Yo también lo espero. Gracias. Y de nuevo, lo siento. Debes de sentirte muy incómoda en estos momentos.
-Descuida- sonrío – suele pasar.
-¿Suele pasar que se te acerque un psicópata que no deja de repetir lo mucho que te pareces a alguien más? Vaya, tu sí que has vivido, chica.
Me río.
-No creo que seas un psicópata- le aseguro –Y mi nombre es _____.
-Ya lo sé. Solo que no puedo llamarte por un nombre si no es por el de Amanda.
Hago una mueca y él suelta una carcajada.
-Solo bromeaba, ____. Es más, por hacerte pasar un mal rato te invito una bebida.
Niego con la cabeza.
-Gracias, pero le prometí a Emma que no bebería.
-¿Emma?- inquiere.
-Sí, es mi hermana mayor. También le prometí que regresaría temprano.
-Emma. ______- él dice, frunciendo ligeramente el ceño –Sus padres eligieron nombres muy interesantes para sus dos hijas.
-¿Gracias?- río.
Platicamos por unos minutos más hasta que le digo que necesito usar el baño. La verdad es que me ha caído muy bien. Es gracioso y sarcástico, lo cual me parece muy entretenido. Al salir del baño, no puedo evitar detenerme en seco al observar a dos personas conversar.
Son Marifer y Harry.
Me acerco para escucharlos mejor, escondiéndome detrás de un grupo de chicas que no para de bailar.
-¿Crees que puedas hacer un avance el día de hoy?- él le pregunta.
¿Avance?
Marifer lo fulmina con la mirada.
-Hoy es mi día libre Harry. Vine aquí a divertirme no a...
Maldigo mentalmente a las chicas por decidir usar ese preciso momento para gritar a coro.
-Lo siento, pero él no está y eso es una gran ventaja. La debo de usar- él le dice, la desesperación es notable en su tono de voz.
-Lo siento, pero no hoy, Harry.
-Prometiste que siempre estarías disponible para mí.
Oh, por Dios ¿Disponible para él?
Marifer niega con la cabeza.
-Por favor, es mi cumpleaños- le dice –No me pidas hacerlo el día de hoy.
-Pero...
Las chicas deciden dispersarse por la pista de baile y yo volteo de inmediato para que no me descubran, mis torpes movimientos hacen que empuje a una chica que al parecer ya se encuentra lo suficientemente ebria que no puede estabilizarme por si sola. La chica comienza a descender de espaldas y por reacción me toma del brazo, llevándome con ella. El encuentro con el piso es duro y doloroso. Para mi suerte, la chica se llevó la peor parte ya que fui yo la que cayó sobre ella. Ambas gemimos de dolor.
-Genial. Acción lésbica- escucho la voz del idiota de Harry.
Gruño mientras me levanto, asesinándolo con la mirada. Marifer le da un codazo en las costillas por su comentario grosero, lo cual me hace reír.
Y una vez que la risa comienza, no soy capaz de detenerla.
-Oh, no. Ya va a empezar- Marifer se queja.
Me doblo de la risa. Mis ojos se nublan por las lágrimas que se crean por no poder contenerme a mí misma. A este punto, mi rostro ya debe de estar completamente rojo. La chica no se levanta del suelo, porque al parecer mi risa fue lo suficientemente contagiosa como para atraparla a ella también.
Gracias a Dios esta ebria, o si no las cosas se pondrían feas.
Le doy la mano para que se pueda levantar y ambas hacemos nuestro mayor esfuerzo por estar de pie al mismo tiempo sin causar más escándalos.
-¿De qué se ríe?- Harry le pregunta a mi amiga en voz baja, pensando que no lo escucharía.
-Lo hace cada vez que hace algo ridículo. Lo cual es casi siempre- Mi amiga rueda los ojos.
Los ignoro para concentrar mí atención en la chica frente a mí.
-Oye, lo siento. Fue un... ¿Jessica?
Mis ojos se abren como platos. Mis músculos se tensan y mi sonrisa desaparece por completo.
No puede ser ¿Por qué siempre me suceden estas cosas a mí?
-¡¿______?!- Jessica chilla con la misma sorpresa que yo -¡Oh, por Dios, hace años que no sé nada de ti!
La chica de ropa obscura y cabello obscuro con puntas rosadas me abraza con fuerza. Yo aún me encuentro en shock, así que no le regreso su gesto amistoso.
-Lo mismo digo- murmuro.
Ella se separa de mí con una enorme sonrisa.
-Dime, ¿te has estado escondiendo de mí? Enserio, comenzaba a pensar que la tierra te había tragado.
Deseaba que la tierra me tragara en ese preciso momento.
Vi sobre mi hombro para darme cuenta de que mis amigos me habían abandonado.
Genial.
Mire de nuevo a la chica con apariencia ruda pero actitud tierna y risueña. No puede evitar recordar los buenos tiempos que pasamos juntas.
Esos no fueron buenos tiempos, me recuerdo a mí misma.
-Es bueno verte de nuevo, Jess- digo, aunque no sé si en realidad sea así.
Ella fue tan buena conmigo... pero el pasado fue tan doloroso. Nunca supe si ella en realidad valoraba nuestra amistad o si solo lo hacía para sacarme información que después le daría al enemigo.
Y ese enemigo era Isabela.
Porque Jessica es su mejor amiga.