BANG ll: Explosion of love.

By iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... More

«Prologo»
«Introducción»
«Prefacio»
«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Segunda oportunidad»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
«Caída»
«Feliz cumpleaños, Blake.»
«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Charlie Everson» (Parte dos)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«Tengo miedo»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
«Dinero y explosión»
«No otra vez»
«Oscuridad»
«Todo estará bien»
«Ideas, sobornos y abogados»
«Juicio»
«Sensaciones»
«Sólo amor»
«¡Olvide su cumpleaños!»
«Adelantos»
«Accidente»
«Isaac»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
«Si»
«Matricidio y nuevos jefes.»
«Deja vu»
«Despedida»
«Huida»
«¿Celoso?»
«Golpes y anuncios de compromiso»
«Hoteles, trajes, y vestidos.»
«Preparativos, dieta, y más preparativos»
«Ciudad del pecado»
«Impedimentos matrimoniales»
«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
«Sorpresas y más sorpresas»
«Pequeños cambios»
«Amenazas»
«Peligro»
«Familia»
«Los Dean»
«Rusos y Australianos»
«Espionaje»
«Vergüenza»
«Estamos listos»
«El trabajo de nuestras vidas»
«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Locuras»

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By iherebelieber


Capitulo treinta y seis.

Respiré entrecortadamente e inhalé el aroma de Justin. Su perfume mezclado con el mío, sudor y olor a sexo. Besé castamente su cuello y me senté en sus piernas. Juntó nuestras frentes, y subió su mano derecha desde mi cintura desnuda a mi mejilla, para acariciarme. Abrí mis ojos y le miré.

—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. —susurró. Sus labios pararon en mi frente y cerré mis ojos, suspirando. Acomodé mi cabello hacía atrás y me paré.

Su mano izquierda aún le dolía aunque trataba de hacerse el fuerte y decir que no. Pero ambos sabíamos que si la forzaba sentiría como si se le estuviera rompiendo. Habíamos encontrado la manera de tener sexo dos días antes de venirnos a Melbourne.

Una silla, Justin sentada en ella, y yo encima de él.

Su costilla no se agitaba, y sólo yo me movía.

Era mejor para él.

Y me gustaba tener el mando. Me acerqué al baño y me metí dentro para tomar una ducha. Justin me siguió y en cambio, abrió la llave de la tina. Posó su mano derecha en mi cintura y me besó.

—No es tan malo, ¿o sí? —preguntó.

Negué con la cabeza.

Como dije, habíamos llegado hoy a Melbourne. Habíamos salido de Sydney más o menos a las ocho para llegar aquí a la hora del almuerzo. Justin había insistido a Isaac y recalcado que él no viviría en Footscray porque ''era muy peligroso'' y este nos había puesto en un edificio en Melbourne. Estaba en una zona relativamente normal, pero cerca de Footscray, lo que la hacía algo... peligrosa de cualquier manera.

No es como si salieras y te llegara una bala, pero por ejemplo había tasas más altas de robos en este lugar que en otras zonas de Melbourne además del centro, que claramente era el punto con más gente. Sea como sea, las cosas malas podías encontrarlas en cualquier lugar.

Eran a penas las diez y no tenía sueño.

Justin y yo estábamos encima de las ropas de la cama, ambos en ropa interior tomados de la mano con el cabello mojado y mirando el techo. Giré mi rostro para mirarlo. Dios, me encantaba mirarlo.

Justin sonrió de lado y luego se giró.

—¿Quieres salir? —pregunto con una pequeña sonrisa.

—¿Eh? —dije estúpidamente.

Se sentó con dificultad en el cobertor de color blanco.

—Te invito a una cita.

Me reí.

—¿Una cita? —él asintió feliz.

—Últimamente no hemos tenido muchas citas. Recorramos la ciudad de noche.

—Eso ya lo hemos hecho. —dije sonriendo.

—Sí, pero esto es Melbourne. Footscray... Y es viernes. —Me miró. —Podemos andar en moto y matar el tiempo por ahí como nos gusta.

No pude evitar sonreír ante su entusiasmo.

—Vamos, hasta Damon con Kendall salieron.

—Tú quisiste hacerlo. —levanté una ceja.

Él carcajeo, e hizo una mueca tocándose la costilla. Ya estaba casi bien según el doctor antes de venirnos, pero aún se encontraba algo resentida.

—Seguro tú no quisiste. —me guiñó un ojo. Me sonrojé y me reí. Se bajó de la cama y se agacho a mi altura para agarrarme la mano.

—Vamos, ten una cita conmigo.

Lo besé en respuesta y entonces nos levantamos para vestirnos. Hacía mucho calor aquí. Me coloqué pantalones negros ajustados, con unas botas negras también estilo militar y una polera blanca de tirantes delgada.

Justin me miró.

—Ponte algo encima de eso, muñeca. Andaremos en moto.

Asentí y tome una blusa de jeans clara. Justin tomó mi mano y me hizo girar en mi lugar. Me acercó con rapidez a él y me besó.

—Perfecta. —me colocó un mechón de cabello por detrás de la oreja. Y sonreí, para robarle otro beso.

—Vuelvo en un segundo.

Justin asintió y se sentó en la cama para colocarse sus zapatillas. Me metí al baño y me apliqué un poco de rímel, y base en mi rostro. A penas un toque de brillo en mis labios, y salí.

Él estaba recargado en la puerta. Y ahora, se había puesto una chaqueta de jeans también. Jodido bastardo. Tomé una mochila Louis Vuitton que me regaló mi mamá hace mucho y la puse en mi espalda.

—¿Y eso? —dije sonriendo, y tomando mi celular.

—Quiero que nos vemos iguales y crean que somos con Barbie y Ken.

Me reí junto a él.

Se giró, y se colocó un sombrero negro. Me miró y se encogió de hombros.

—Me gusta usarlo.

Me reí y negué con la cabeza. Me ofreció su mano y salimos de la habitación. El departamento era totalmente normal. Teníamos una televisión en cada dormitorio, dos camas grandes un living, una cocina y dos baño limpios y un estacionamiento abajo.

—Joder, Damon se llevó la moto. —maldijo. Tomó las llaves del auto que Isaac había traído y por fin salimos.

Estábamos en el piso quince. El último con el que contaba el edificio. No estaba para nada mal. No era como el de Sydney pero sabríamos mantener el lugar. Afuera hacia una noche preciosa. El clima era perfecto, las estrellas brillaban, y nosotros estábamos juntos.

Al salir del ascensor caminamos de la mano hasta el auto. Me abrió la puerta del copiloto como siempre lo hacía y luego se dio la vuelta para subirse. Sonreí inconscientemente, y él me dio un casto beso en los labios mientras me colocaba el cinturón de seguridad.

Él no se lo puso.

Joder, como odiaba que no lo utilizara. Si fuera por él me envolvería en una esponja para que nada me pasara pero cuando se trataba de sí mismo era completamente despreocupado.

Jamás le había gustado usarlo y sabía que eso seguiría así hasta que su vida corriera peligro. Me acerqué como pude y tiré del cinturón de seguridad para ponérselo. Negó con la cabeza riendo pero lo abroché y se quedó así. Entonces nos fuimos.

Comenzamos a andar. Diez minutos después quería sentir el viento en mi rostro y mi cabello hacia atrás. Desabroché mi cinturón y apreté el botón para bajar la ventanilla. Me revolví al cabello que se fue hacia atrás al instante mientras cruzábamos una pasarela gigante para así llegar al centro. Unos segundos después me senté de nuevo, me acerqué a su oreja y sonreí.

—Te amo. —murmuré. Él me miró por encima de su hombro sonriendo y me robó un beso ya que estábamos cerca.

—Yo también te amo.

Demoramos una media hora en llegar y además decidir donde dejaríamos el auto.Encontramos un lugar de comida rápida que estaba abierto las veinticuatro horas, y tenía estacionamiento así que decidimos dejarlo ahí y después comprar algo.

Justin me tomó de la mano y comenzamos a caminar.

—¿Dónde habrán metido Damon y Kendall? —preguntó de repente.

Me encogí de hombros ante su mirada.

—Tal vez a un bar. —me reí.

—Una foto. —dijo sonriendo. Me reí y se descolgó la cámara del cuello para tomarnos una foto.

—¿Qué tienes con las fotos? —pregunté sonriendo.

—Me gustaría que cuando seamos viejos las veamos y recordemos buenos tiempos. —se encogió de hombros. Sonreí feliz y enamorada y planté un beso en su mejilla. Decidimos seguir caminando. Había recorrido muchos lugares de noche junto a Justin y era algo fantástico. Una que otra persona por la calle, las luces, y tan sólo ir con él de la mano por ahí era la perfección misma.

Pasamos así unos veinte minutos, sólo dándonos miradas que hablaban mucho más que nuestras bocas acompañadas de pequeñas sonrisas. Justin tomó muchas fotos.

Tenía esa particularidad. Siempre tomaba fotos cuando estaba concentrada en algo, cuando estaba distraída, o cuando estaba riendo por algo que él mismo dijo. A Damon en cambio, le gustaba grabar.

Llegamos a una calle gigante, habían muchos locales abiertos, restaurantes. Ya eran las once y aún todo seguía como si del día se tratase.

—¡Mira, mira!

Tiré de la mano de Justin y lo hice avanzar más rápido.

Un tipo en una esquina tenía un par de cajas a sus pies, y decía algo sobre el precio de lo que vendía.

Eran esas malditas latas tan geniales que sueltan humo de color. Sonreí como una niña pequeña, siempre había querido encender una. Miré al hombre y luego a Justin.

—¡Compremos! —exclamé emocionada.

Justin se rió y miró al tipo.

—¿Cuánto? —preguntó.

—Dos dólares.

—Dame seis. —sacó su billetera y pagó. El hombre me dio una sonrisa y me dijo que eligiera el color que quisiera. Tomé dos de color azul, una celeste, una rosa, una roja y una amarilla. Las puse dentro de mi bolso, y le sonreí a Justin para luego darle la mano de nuevo. Quería prender las latas pronto, pero sabía que sería mucho más genial si lo hiciera en un lugar como un campo, donde pudiera girar y correr con el humo detrás de mí. Miré todo con curiosidad.

Me gustaba estar así con Justin.

Le eché una mirada a un bar donde fuera tenían un letrero a tiza que decía, ''Happy hour'' con dibujos de copas, y algunas flores.

—¿Quieres un trago? —sugerí.

—Tengo que conducir, Leah. —hizo un puchero. ¿Por qué mi nombre se escuchaba tan lindo saliendo de sus labios?

—Vamos, de aquí a lo que nos vayamos se te pasa. —me reí y tiré nuevamente de él para cruzar la gigantesca calle. Justin sonrió y negó con la cabeza, siguiéndome. Entramos y sonreí.

Era bastante acogedor. Por entro estaba lleno de luces de colores que se movían al compás de la música. Justin se colocó por delante de mí para guiarme, y nos sentamos en la barra. Un chico de uniforme, y bastante joven se movía de aquí para allá para poder conseguir atender a todos los que estaban en la barra. Para cuando nos atendieron, quedaba sólo media hora de happy hour.

Tomamos dos mojitos de arándanos y en la segunda ronda, la cuál era gratis nos bebimos un Hurricane. Tomé un trago y acaricié el brazo de Justin.

—Dime, ¿Cómo fue que me enamoré de ti? —preguntó de repente.

—A veces me pregunto lo mismo. —murmuré inclinándome para darle un pequeño beso.

—Estoy realmente loco por ti, Leah.

Nos la pasamos riendo mientras bebíamos el resto de nuestros tragos.

—¡Pero si no corrías en clases de gimnasia! —se rió Justin. Estaba al borde de las lágrimas, podía notarlo. Ya no quería que se riera más porque yo también estaba llorando de la risa y a él le dolía la costilla.

—Lo sé. Cuando teníamos que jugar me quedaba a un lado con carita de cachorrito con la esperanza de que a nadie se le ocurriera lanzarme la pelota.

Él rió de nuevo.

—No sé cómo es que eres tan delgada. —dijo limpiándose los ojos.

—Buen metabolismo—dije sonriendo.

—Y sexo. —levantó una ceja sonriendo. —Es el único ejercicio que haces. Deberías comenzar a entrenar conmigo.

—¿Y levantarme a las siete para ir a correr algunos días de la semana? ¡Demonios, no! —me quejé. Él se rió.

—¿Sabes? Deberíamos ir al supermercado. No hay mucho en el departamento.

—Justin es tarde. —dije riéndome. —No hay supermercados abiertos.

—Pero si pequeñas tiendecitas de veinticuatro horas. —Sonrió y luego le hizo una seña al barman.

—¿Otra? —preguntó.

—¿No que ibas a conducir?

Se encogió de hombros.

—Supongo que podemos pagar un taxi.

—¡No! —dije incrédula. —¿Enserio lo dejarás?

—Admito que me duele. —dijo con tono triste—Pero ya bebí y no te llevaré en este estado.

El barman llegó a nuestro lado y miró a Justin.

—¿Otra ronda? —preguntó con una sonrisa.

—Sí, dos más de estos.

Más de cinco rondas después, Justin y yo nos estábamos riendo de todo. Y de todos. Me apoyé en su hombro y lo miré hipnotizada. Definitivamente, estaba loca por él. No había nada que no me encantara.

—¿Dónde podemos ir? —pregunté.

—Podrían ir al lago.

Dirigí mi mirada hacia el barman quién nos miraba atento mientras secaba un vaso con un paño de color celeste degradado. Me dio una sonrisa y luego miró a Justin.

—Es un buen lugar para estar de noche. Mi novia y yo a veces nos metemos ahí. Es genial.

Decidimos seguir su consejo. Peleé con Justin para pagar la última ronda y luego nos metimos ambos al único y pequeño baño que había. Era apenas una puerta como con un metro por un metro de espacio donde había un inodoro, un lavabo, y un espejo. Justin cerró la puerta a penas y me miró con los ojos bien abiertos.

Me reí.

—Soy claustrofóbico. —dijo. Le di un besito y me acerqué al lavabo para echarme agua en la cara y así despejarme un poco. Justin hizo lo mismo y se quedó mirando el espejo.

—¿Crees que podamos caminar hasta el auto para ir al lago? —pregunto sonriendo.

—Supongo. —dije sonriéndole de vuelta.

—Estoy ebrio.

—Y yo. —nos reímos. —Vámonos de aquí. —le dije.

Lo besé y empujamos la puerta para salir. Me tambalee un poco. Era gracioso, nos sosteníamos el uno al otro. Y pensándolo bien, eso era literal. Sólo nos teníamos a nosotros mismos. Caminamos hasta una tiendita de veinticuatro horas donde tenían todo lo que vendían en un supermercado. Entramos aparentando estar sobrios y tomamos un carrito.

Comenzamos a echar cosas, cereal, leche, sodas y dulces. Joder, llevábamos una serie de chocolates y golosinas. Si seguía así, al parecer, iba a tener que levantarme temprano para correr con Justin.

Miré a Justin decidir entre llevar una coca-cola, o una Pepsi. Era lo mismo según yo pero no era lo mismo para él. Me acerqué y sin poder evitarlo le di un beso pasional, metí mi lengua sin pudor de que alguien nos viera, y lo tiré hacia mí por su camisa. Era lo que necesitaba justo ahora, sus labios y su cuerpo conmigo o encima de mí. Daba igual. Y en medio del beso, con nuestras lenguas rozándose y sus manos en contacto con mis caderas me dio miedo. ¿Qué haría si alguna vez lo perdía? No podía imaginar nada sin él.

No pretendo que lo entiendan, era tan extraño y tan excitante. Tan fuerte y tan cercano, el sentimiento se estaba haciendo una parte de mí. Cuando nos separamos me encontré jadeando, con su frente pegada a la mía.

—Jamás me dejes. —cerré mis ojos. —Jamás me dejes.

—¿Por qué habría de dejarte? —susurró.

Me encogí de hombros imperceptiblemente y lo besé despacio.

—¿Alguna vez juntaste coca-cola con mentitas? —pregunté sonriendo.

—Uhm, jamás me resultó.

Sonreí y tomé una botella de coca-cola, y se la pasé.

—Destápala—le dije sonriendo. Me alejé y fui al pasillo anterior, de donde habíamos sacado muchos dulces. Tomé un sobre de mentitas y lo abrí mientras caminaba hasta Justin. Me comí una y le puse una en la boca a él también.

Miré la botella y le eché cuatro mentitas. Justin la cerró y sonreí de satisfacción.

—Muévela. —le dije tomando otra botella. La abrí y le eche el resto de mentas, la cerré y comencé a hacer los mismos movimientos que Justin. Sin dejar e moverla lo miré.

—¿Listo?

Asintió.

—Uno, dos... tres.

Quité la tapa y apunté hacia arriba. Justin hizo lo mismo y la bebida comenzó a caer por todas partes. Nos reímos como niños, y le tiré un poco manchando su camisa. Entrecerró los ojos y tiró un chorro que llego a las puntas de mi cabello. Comenzamos a correr por todo el pasillo, causando un desastre y dejando todo el piso lleno de coca-cola.

Y se sentía genial.

Reí cuando me tomó por detrás, envolviendo sus pegajosas manos en mi cintura. Me mordió el cuello suavemente y comenzó a hacerme cosquillas.

—Dejamos un desastre. —le dije subiendo mi mano por su cuello.

—Somos un desastre, Leah. —se rió.

—¡Mira! ¡Lentes de sol!

Corrí al fondo del pasillo y tomé unos para colocármelos.

Justin me siguió y me miró.

—¿Qué tal? —pregunté.

—Están lindos. —tomó unos también y se los puso, poniendo cara de modelo.

—¿Qué tal? —preguntó de vuelta.

—Me encantan.

Estaba algo mareada. Me reí sola y quité la etiqueta de los lentes. Los puse en mi cabello y caminé de vuelta hasta el carro. Justin se encogió de hombros y les quitó la etiqueta también, para luego colgárselos en el cuello de la camisa.

Un guardia llegó al pasillo y nos miró.

—¿Qué es esto? —dijo indignado mirando el suelo.

—Pues sus sodas estaban abiertas. He tomado una y salió volando todo. Y mire, hasta me cayó encima. —le dije indignada también, apuntando a mi camisa sucia. Me miró de arriba abajo y entrecerró los ojos mirando a Justin. Este levantó sus menos en un gesto de; ''yo no hice nada'' y entonces gritó con voz monotona;

—¡Limpieza en el pasillo cuatro!

Tomé el carrito como pude y lo moví para que nos dirigiéramos a la caja. Tiramos las cosas a la cinta y una chica con cara de aburrida y de sueño comenzó a pasar las cosas como si fuera un robot. Ni si quiera nos miró raro en algún momento. Olíamos a alcohol, estábamos empapados en coca-cola, y llevábamos dos lentes si pagar.

—Treinta y tres con cincuenta. —dijo mirándonos.

Justin sacó su billetera antes de que yo lo hiciera y pagó. Mientras tanto coloqué mi mochila allí encima y eché algunas cosas así. Justin recibió el cambio y se colocó a mi lado para poner lo que faltaba en su mochila. Salimos riéndonos como locos de la tiendita, y cuando estuvimos afuera tomamos otro carro.

—Súbete. —me dijo Justin sonriendo. Dejó su mochila dentro y me hizo una seña. ¿Qué? ¿Al carrito? Joder. Lo miré sonriendo.

—¿Enserio?

—Sí, mira, podemos ir calle abajo—se rió.

Me reí y me saqué la mochila. Me subí con su ayuda y me acomodé con la espalda lo más atrás posible y saqué los pies por la parte de en frente con ambas mochilas por debajo de mis piernas. Miré a Justin desde abajo. Él sonrio emocionado.

—¿Lista?

—Me da miedo. —confesé.

—Será divertido.

—¡Oigan, ustedes! ¡¿Qué mierda creen que hacen?! —gritó el guardia saliendo de la tienda.

—¡Mierda!

Justin comenzó a correr empujando el carrito. La calle era empinada y muy muy larga. Lo esquicito era saber que nada podía detenernos, pero bueno al guardia tampoco.

Tal vez su obesidad lo podría detener.

—¡Justin! —grité riéndome.

—¡Woooooooooh!

Miré a Justin y él estaba sonriendo. Luego di un vistazo hacia atrás, donde estaba el guardia. Aún corría por nosotros pero a un ritmo más lento. Levanté mi mano y le mostré el dedo del medio mientras gritaba de nuevo. Ahí comenzó lo bueno. La calle poco a poco empezaba a empinarse más, y pronto, Justin ya no tendría que correr.

—Acomoda las mochilas adelante. —gritó sonriendo.

Las corrí un poco más. Y entonces, cuando comenzamos a bajar más rápido, Justin subió los pies a los fierros de donde salían las ruedas. Iba parado en el carrito. Luego se inclinó un poco, y me abrazo por detrás, deteniendo sus manos justo en la altura de mis pechos.

Lo miré. Él reía y solo miraba en frente. Luego, bajó su mirada.

—Oye—gemí riendo.

—Hay que aprovechar. —me dio una última sonrisa y miró al frente de nuevo. Miré al frente yo también. La adrenalina paró, -sólo un poco- cuando nos estrellamos contra un montón de contenedores de basura. Nuestro carrito se dio vuelta y caímos ambos, un poco más allá. Justin se levantó enseguida y me tendió una mano. Miramos hacia atrás y el guardia se acercaba. Joder.

—¡Vámonos, vámonos! —nos reímos y tómanos nuestras mochilas rápidamente, me la coloqué en la espalda y el tiró de mi mano. Estábamos en un jodido callejón sin salida. Justin me hizo subir por los contenedores, hasta llegar a la sima de ellos y saltar hacia el otro lado.

—¡Me da miedo! —jadeé. Justin me hizo mirarlo.

—Saltaré y caerás encima de mí, ¿bien muñeca?

Asentí.

Tragué y entonces el soltó mi mano. Cayó inclinado, con una mano en el piso y las rodillas, tal cual como lo hacía Spiderman en sus películas.

—¡Tira tú mochila! —gritó desde abajo. Joder, me daban miedo las alturas. Miraba el piso, y era una cosa... como que me mareaba. O miraba que el piso se hundía. Joder. Era poco más de dos metros, lo que lo hacía horrible.

Tiré mi mochila, y le atrapó para tirarla a un lado de la suya. Extendió sus brazos y se acercó a la pared.

—Vamos muñeca. Confía en mí.

—¡Malditos niños! —gritó el guardia llegando al carrito. Lo miré y cerré los ojos para saltar.

Cuando los abrí, estaba en los brazos de Justin. Colgada como un mono. Rodeando su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas.

—Muy bien muñeca. —susurró en mi oído. Me besó allí, arrastrándolo por mi mejilla y me miró.

—Eres fantástica. —me besó la frente y tomó ambas mochilas. Me coloqué a mía y miré hacia atrás. El guardia nos miraba desde la pared.

—¡Vengan aquí! —gritó haciendo señas con sus manos. Lo miré y luego a Justin. Riendo. Justin tomó mi mano y comenzamos a correr.

—¡Malditos adolecentes, maldito todo! ¡De todas formas ustedes terminarán!

Justin paró de caminar y miró hacia atrás. Sonrió.

—¡Tal vez! —gritó. —¡Pero de todas formas tú seguirás teniendo esa panza, gilipollas!

Me reí y tiré de su mano para que fuéramos a molestar a otro lugar. Ya había sido suficiente. Si seguíamos molestándolo la panza del hombre explotaría. Caminamos abrazados. Aún algo ebrios, pegajosamente envueltos en coca cola, y con ganas de joder a más personas. Justin besó mi mejilla.

—¿Vamos a ir al lago? —pregunté.

—Sí, pero antes deberíamos ir a comer algo. —dijo pensándolo. —Podemos ir por el auto y comer en el lugar donde lo dejamos, y después ir hasta el lago.

Asentí y lo paré para besarlo. Joder, cuando me encantaba besarlo. De pronto me comencé a sentir muy mareada, y con ganas de vomitar.

—¿Justin?

—¿Si? —Ya faltaba poco para llegar. Reconocía las calles, a penas.

—Tengo muchas ganas de vomitar. —gemí. Y entonces vino. La primera arcada. Justin me llevó hasta un lado, y en la esquina de un contenedor me agaché para eliminarlo todo.

Justin se inclinó junto a mí, por detrás y sujeto mi cabello.

—Oh...—y entonces otra vez. Joder, joder joder.

—¿Ya está? —preguntó con suavidad. Me quitó una pulsera y me hizo una cola improvisada mientras se quitaba la mochila de un hombro para sacar algo. Asentí y suspiré. Tener el asqueroso sabor a vomito en mi boca me causaba más ganas de vomitar. Sacó una soda de naranja y la destapó. Me la acercó a la boca con cuidado.

—Enjuaga tu boca con esto. —murmuró. Tomé un poco, y se corrió para que la pudiera botar. Cuando terminé saqué una mentita de las que habíamos comprado y me la eché a la boca.

—Lo siento. —dije apenada

—¿Qué? No, muñeca... no debí dejar que bebiéramos así. —se rió suavemente. Lo miré e hice un puchero pequeño.

—Te amo. —le dije. Me envolvió en sus brazos y besó mi frente con suavidad.

—También te amo. ¿Aún quieres ir a comer o quieres ir a casa?

—No, vayamos a comer algo y luego al lago.

Comencé a sentirme mejor al instante, y acomodé mi mochila. Justin me dio la mano, y en pocos segundos estábamos riendo de otra cosa. Llegamos al lugar, y tal como cuando estacionamos, el auto de Justin era el único que estaba allí. Dejamos las mochilas en el asiento trasero y entramos al lugar.

Todas las mesas estaban vacías y un chico dormitaba encima del mostrador, por detrás de la caja registradora. Lo quedamos mirando y me reí. Decidimos sentarnos y mirar hacia donde estaba el mesón, por arriba, colgando del techo estaba los carteles iluminados con lo que podías comer y su precio.

—¿Dos Sándwiches? —preguntó Justin.

—Claro. —dije algo distraída, mirando las fotos que habíamos tomado. De pronto me salí y enfoqué a Justin.

—Te ves muy lindo desde aquí, y con esa luz. —dije mirándolo con un ojo cerrado. Él sonrió y entonces tomé la fotografía. Lucia muy muy lindo. Justin me sacó la lengua y le imité. Sonriendo.

—No supero que hayas robado un par de lentes. —me miró, cruzando los brazos sobre la mesa, con una hermosa sonrisa en su rostro.

—Pues están lindo, ¿no? —dije colocándomelos. Acomodé mi cabello que había estado sujeto todo este tiempo hacia atrás con los lentes de sol y se había quedado algo raro. Justin soltó una carcajada y se los colocó también.

—Tú eres linda. —nos acercamos sonriendo y nos besamos. Gemí cuando me mordió el labio, y en ese momento, escuché un carraspeo. Nos separamos y ambos miramos a la puerta. Estaba entrando una pareja algo más vieja que nosotros, unos treinta o por ahí.

Los miramos reprimiendo una sonrisa, y aún con lentes de sol. Justin se los quitó con suavidad, colgándoselos de nuevo en el cuello, lamiéndose los labios y luego pasándose una mano en el cabello. Me quité los míos y los coloqué en mi cabello para luego morderme el labio inferior. La pareja nos miró un par de segundos más hasta avanzar al mostrador y así despertar al chico.

Un par de minutos después tenía un sándwich del porte de una tortuga grande.

—Joder. —soltó Justin. —no creí que fuera tan grande.

Comencé a reírme.

—Eso sonó bastante homosexual. —dije.

—¿dudas del hombre que soy?

—Un poco. —dije sonriendo.

—Cuando lleguemos a casa te demostrare el hombre que en realidad soy. —levantó una de tus cejas.

—¿Y tú brazo?

—Joder, vas a tener que montarme otra vez. —dijo. Jadee.

—Me encanta montarte.

Me giré al sentir una mirada en mí, y vi que la pareja se había sentado a nuestro lado y había odio nuestra conversación sobre como tendríamos sexo.

—¿Y tú que miras? ¿Piensas unirte? —le dije al tipo. Justin se echó a reír y el hombre se colocó totalmente rojo. Desvió la mirada al instante y su pareja me miró con incredulidad. Sonreí con insuficiencia y me concentré en Justin otra vez.

Luego de estacionar el auto cerca del lago caminamos tomados de la mano hasta la orilla.

—Falta poco para navidad. —dijo de repente.

—No quiero ir a California. —murmuré mirándolo a los ojos. Él sonrió sin mostrar los dientes.

—No quiero que por mi culpa te alejes de tu familia.

—No quiero ir—dije triste. —Sé que no estarás del todo cómodo y nunca podría dejarte solo. Tú y los chicos son mi familia ahora.

—Podríamos llamar a Aline y decirle que lo pasaremos con ella en España...—murmuró mirándome.

—Me encantaría. —sonreí.

Justin se quitó su chaqueta de jeans y la camiseta y las tiró al piso.

—¿Entraremos?

Sonreí y me quité mi blusa.

—Por su puesto.


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¡Feliz miercoleeeeeeeeeeeeees! ♥

Voten y comenten! 

Un beso gigante, y feliz navidad!♥



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